CARTA AL PRESIDENTE NICARAGÜENSE ANTE LA CRISIS
Antonio Lacayo
(Ministro de la Presidencia del gobierno de Dña. Violeta Barrios)
25 de Febrero de 2009
Estimado Presidente:
Le escribo motivado por una preocupación que siento, compartida por muchos ciudadanos, incluso gente de su gobierno, por los efectos que ya comenzamos a sentir en Nicaragua de la llamada crisis financiera mundial, una profunda recesión global que amenaza con convertirse en la peor depresión del último medio siglo y la primera con un alcance planetario.
Esta crisis es tan profunda que nadie se ha atrevido a asegurar cuándo saldremos de ella. Todos los pronósticos hechos en los últimos meses del año pasado han venido cayéndose al suelo reemplazados por anuncios más alarmantes, incluso llegándose a afirmar ahora que las economías del primer mundo, Europa, Estados Unidos y Japón, retrocederán este año, es decir, se contraerán, con lo que los ingresos de sus ciudadanos se verán reducidos, se bajará la demanda mundial y caerá el comercio internacional.
Algunas personas ya han expresado su alegría al ver en dificultades a las economías de esos países, representantes del sistema capitalista, pero es la típica alegría de aquel que aplaude la muerte de la vaca del vecino, la única de la comarca, aunque sus propios hijos se queden sin acceso a la leche que producía. Se les olvida además que el sistema que defienden, el socialismo soviético, desapareció de la tierra por inoperante, incapaz de producir bienestar para las mayorías.
Nicaragua, usted lo sabe, es parte inseparable de un mundo donde el peso de estas economías, ahora en dificultades, es tan abrumador que hasta la gigantesca China, aventajado alumno capitalista, está viendo caer su ritmo de crecimiento económico alarmantemente. Estamos ahora inevitablemente interconectados por el comercio y tan dependientes de las inversiones extranjeras que llama la atención que el propio Fidel Castro en su ancianidad no se canse de pedir que Estados Unidos le quite de encima el bloqueo, es decir, le permita comerciar con ese país, atraer hacia Cuba inversiones norteamericanas, y globalizarse.
La cosa es seria, no hay duda. Los primeros efectos de esta crisis ya los estamos sintiendo. Los precios de todos nuestros productos de exportación ya cayeron: el café 30%, la carne, el maní y el azúcar entre el 10 y el 20%, y también el frijol, los camarones y las langostas. En enero se exportó 27% menos que hace un año, mala señal. En 2008 logramos exportar $1,500 millones. Este año será bueno si logramos pasar de $1,300 millones.
Las remesas no crecieron en el cuarto trimestre del año pasado, y amenazan con reducirse por el desempleo en Estados Unidos y Costa Rica. Las exportaciones de las zonas francas también, por menos demanda en Estados Unidos. Las nuevas inversiones están muy escasas. Y también preocupa que los financiamientos que nuestra economía recibe del exterior a través de los bancos, las microfinancieras y los importadores de bienes básicos se estén reduciendo, por una pérdida de confianza generalizada a nivel mundial y por las noticias que salen de nuestro país, casi siempre malas.
El riesgo país, el indicador que entidades especializadas le dan a cada economía en el mundo, pone a nuestro país cada vez peor, lo que hace que los financistas afuera se sientan menos seguros de que podrán recuperar sus créditos a Nicaragua, y estos endurecen las condiciones además de reducir sus montos.
Entonces, con menos financiamientos externos podremos sembrar menos área este año, lo que hará que las cosechas del 2010 se reduzcan, agravando aún más la situación el año que viene. Menos siembras de cultivos anuales, y escasez de fondos para mantener cafetales, usted sabe, significa desempleo para la gente en el campo, incluso hambre en algunos lugares.
Presidente, esta crisis viene tan fuerte y tan rápido que no hay mucho tiempo que perder. Su gobierno debe como primer paso cuadrar el Presupuesto Nacional. El que se presentó originalmente a la Asamblea está “desfinanciado” dado que presupone ingresos que no se darán, por lo que el Fondo Monetario le dirá que debe bajar los gastos al nivel que los ingresos puedan cubrir. Si no se cuadra, habrá serio peligro de un rompimiento del acuerdo que tiene Nicaragua con el Fondo, y si esto sucede se paralizarán los desembolsos de los créditos blandos del Banco Mundial y el BID, y las deudas que nos perdonaron con el programa HIPCs volverían a revivirse.
En este punto me permito recomendarle que tome en serio al Fondo Monetario. No trate de negociar con él “al borde del abismo”, como lo hacía usted desde la oposición con el gobierno de doña Violeta, Alemán o don Enrique. Eso es peligroso. Una caída, en este caso, lo llevaría a usted al abismo, no a ellos. Usted ya no está en la oposición. Considere al Fondo Monetario como un amigo de Nicaragua, interesado en que la macroeconomía se maneje aquí de tal manera que pueda el país seguir recibiendo préstamos blandos de los organismos financieros, y continúen perdonándonos los pagos de la fuerte deuda externa que el somocismo y el sandinismo le ocasionaron al país antes de la democracia.
Usted ya anunció algunas medidas de recortes en el gasto público, unos C$1,300 millones a nivel macro. Se quedó corto. Habrá que ir más a fondo. Creo que en estas circunstancias no se justifica que los diputados sigan recibiendo cientos de miles de córdobas para repartirlos a su gusto. Los diputados son para legislar. El gasto que ellos crean importante que el Estado haga, lo debe hacer la institución del Estado a cargo de ello.
Hay que cortar también con una serie de entidades estatales que no desempeñan el papel para el cual fueron creadas. Estamos ante una verdadera emergencia, y muchas cosas que antes se vieron necesarias ahora resultan que no son indispensables, y podemos vivir sin ellas.
Sin embargo, debemos reconocer que cortar demasiado tendría efectos dolorosos para la ciudadanía, especialmente para los pobres, los que encontrarán menos medicinas en los centros de salud, más caminos sin reparación, más delincuencia e inseguridad ciudadana, maestros desesperados por aumentos salariales que no llegan, y descontentos por todas partes.
Por otra parte, bajar demasiado los gastos en el Presupuesto sería echar más leña al fuego de la recesión que ha encendido aquí la crisis mundial. Los países ricos lo que están haciendo es soltar recursos del Estado para que los bancos puedan prestar más y los ciudadanos sigan gastando, de modo tal que la actividad económica vuelva a dinamizarse.
Pero Nicaragua no tiene esos reales. Desde su primer gobierno el país quedó quebrado. Usted lo sabe. Este no es el momento de analizar de quien fue la culpa. Lo innegable es que el país quedó efectivamente quebrado cuando usted le entregó la banda presidencial a doña Violeta. Eso yo lo viví, se lo demostré a usted en incontables reuniones, y no creo que lo haya olvidado.
La deuda externa que usted le dejó al país era la más grande del mundo, por habitante. La hiperinflación que dejó desatada era la peor que se ha vivido en el continente americano. Al salir usted, el PIB tenía siete años de estar reduciéndose, una depresión de las más profundas que haya conocido país alguno en esta parte del mundo. Y encima de eso, las secuelas de diez años de guerra.
Por eso fue que el gobierno de doña Violeta tuvo que ser duro al aplicar la medicina. O la tomábamos o se moría el país. Usted escuchó mi explicación poco antes de que yo anunciara el Plan Económico del 3 de Marzo de 1991, y no recuerdo que usted haya tenido ninguna sugerencia para salir del atolladero aquel sin pagar el costo del ajuste. Gracias a Dios el plan funcionó, y a partir de entonces se paró la inflación, nuestra economía comenzó a crecer, y Nicaragua pudo progresar, año tras año, hasta 2008. El país avanzó muchísimo en los últimos 18 años, aunque a usted le guste negarlo.
Regresando al tema del Presupuesto, la alternativa de bajar los gastos es dura, y no basta, aunque hay que hacerla, y con más determinación. Pero también se puede “financiar” el Presupuesto aumentando los ingresos. Eso lo entiende todo el que lleva las cuentas en una familia. O se gasta menos o se trae más plata a la casa, o ambas cosas.
Pero traer más plata al país, en estas circunstancias de crisis mundial, no será fácil. Una forma podría ser promover con genuino interés nacional, y profundo desinterés familiar o partidario, la inversión de nacionales y extranjeros en nuevos proyectos energéticos, proyectos de producción agroindustrial y agropecuaria, proyectos turísticos que generen empleo y suban la recaudación fiscal.
Pero eso no impactaría positivamente este año. Es demasiado tarde. El prestigio de Nicaragua entre los inversionistas a nivel internacional está muy maltratado. El fraude en las elecciones enterró lo poco que venía quedando después de los problemas que su gobierno promovió contra Unión Fenosa, la Esso, Barceló, Tropigás y otros que, aunque no pasaron a más, generaron una inmensa publicidad negativa para su gobierno que ahora costará mucho cambiar.
Entonces, pensando en 2009, solo queda el otro camino para traer más plata al país: la recuperación de la cooperación europea para apoyo presupuestario, y el programa de los americanos con la Cuenta Reto del Milenio para la zona de Occidente. Estos apoyos son sumamente importantes para el país. Usted debe hacer lo que sea necesario para recuperarlos. No se quede con el estigma de que por culpa suya esto se hundió de nuevo.
Por esta razón, considero que el mejor consejo que le han dado es lo que los señores obispos le recomendaron desde el 11 de noviembre, el recuento de las actas frente a observadores de prestigio, a fin de que moros y cristianos queden en conocimiento de la verdad de la voluntad popular, la que nunca pudimos saber en el caso al menos de Managua, por no haber el Consejo Supremo publicado los resultados de junta por junta, como manda la ley.
Tome en serio lo que los países donantes han dicho: “Que se respete el compromiso de Nicaragua con el principio democrático de elecciones libres, de respeto a la voluntad popular y al estado de derecho”. No se le ocurra hacer eso que andan recomendando algunos, ponerse de acuerdo con Alemán para dar a creer que se revisarán algunas alcaldías en cuestión, excluyendo Managua, para devolverle algunas al PLC y que Alemán pueda “dar testimonio” que ya el problema se ha superado. La palabra de Alemán vale cero a nivel internacional. La comunidad cooperante valora altamente el respeto a la voluntad popular, fundamento de todo sistema democrático.
La crisis que se avecina obliga a emprender también una serie de acciones a nivel microeconómico, tales como concentrar recursos en aquellas actividades de gran impacto inmediato en la producción y la productividad de nuestra agricultura y ganadería, como sería la reparación inmediata de los caminos de penetración para sacar más leche a los mercados formales y reducir costos en el café y los frijoles, ahora que los precios han bajado.
Y en paralelo, su gobierno debe promover consensos y alianzas con los empresarios y los banqueros de este país para aunar sinceros esfuerzos en aquellas actividades que generen empleos y exportaciones, y aseguren los alimentos básicos en las mesas de las familias nicaragüenses.
Estos empresarios y banqueros se pusieron a disposición suya desde que usted ganó las elecciones hace dos años. Usted llegó a INCAE para escuchar sus ideas y propuestas, pero se dedicó a narrar su viaje a África y señalar a los europeos de colonialistas y esclavistas, como si Zapatero, Sarkozy, Merkel o Stoltemberg tuvieran alguna responsabilidad por hechos de hace 400 años.
Ahora no le queda más camino que actuar con humildad y convocar a los productores, los microempresarios, los banqueros, la sociedad civil, los ONG y a la comunidad internacional, cada uno por aparte, para escucharlos, e invitarlos a poner todos sus mejores esfuerzos en aras de sortear la tormenta que ya se comienza a sentir, y salvar al país de un hundimiento que a nadie beneficiaría.
Pero eso nos lleva de nuevo al tema del fraude. Su gobierno ha dicho que de eso ya no hay que hablar, pero debe reconsiderarlo. Es preferible sacar la pata cuando se está con el lodo a la rodilla que cuando uno ya no se ve ni la cintura. Lo hace instintivamente el que se mete adentro en el mar y siente de pronto que comienza a ahogarse. Hay que nadar hacia la costa, y a toda prisa.
Y si considera que ya no puede rectificar lo andado, no pierda tiempo en promover con firmeza la destitución y enjuiciamiento de los magistrados culpables del fraude, y a poner el Consejo Supremo Electoral en manos de personas ajenas a los partidos políticos, profesionales honorables dispuestos a contribuir con el rescate de la democracia.
Si la comunidad internacional no ve en usted intenciones legítimas de componer la barbaridad que cometió el Consejo Supremo, de poco servirá llamar a los productores y los empresarios. Si no se trae de vuelta la ayuda que se ha ido, será difícil que produzcan más con menos recursos.
Y si logra recomponer su credibilidad con los donantes europeos y los representantes del gobierno de Estados Unidos, ahora bajo el liderazgo de un hijo de un inmigrante africano, estoy seguro que amigos como el Presidente Lula y otros en la región le ayudarán con gusto. A Chávez no lo abandone, pídale que en lugar de enviar la prometida refinería le abra con sinceridad el mercado venezolano para nuestra carne, la leche, los frijoles y muchas cosas que bien podemos exportar allá en cantidades mucho mayores que las de hasta ahora. Los burócratas bolivarianos ponen demasiadas trabas a nuestros productos por razones que no deberían existir entre países amigos.
De Rusia, mejor no se ilusione. En los años 80 usted quedó debiéndoles casi cuatro mil millones de dólares que el gobierno de doña Violeta se encargó de que los borraran en tiempos de Yeltsin. Y con el petróleo tan barato, los rusos padecen hoy la misma falta de recursos que los venezolanos.
Por otra parte, la crisis que se nos viene encima es de tal magnitud que aunque usted haga milagros, muchos nicaragüenses van a ver sus vidas afectadas negativamente y se lo cobrarán al gobierno, a usted como presidente. De eso no hay escapatoria. Intentar la reelección tras dos o tres años de profunda crisis resultará en un rotundo fracaso.
Permita entonces el recuento, o deje el Consejo Supremo en manos de gente recta, independiente, comprometida con la democracia, con una ley electoral que garantice la neutralidad de las juntas electorales, invite a la cooperación internacional a que sea observadora de cualquier elección futura, y pasemos de inmediato a enfrentar la crisis de la mano de esa cooperación internacional que se sentirá comprometida a meter el hombro. Eso motivará a los productores, los empresarios, los banqueros y todo el que pueda poner un grano de arena para fortalecer nuestra economía, y animará a la sociedad civil y la opinión pública a sumarse a la solución. Y usted podrá terminar su período como establece la Constitución.
La decisión es suya. Requiere sin duda de coraje. Pero cuando una gangrena afecta un dedo del pie, hay que cortar por lo sano antes que agarre la pierna. No veo posible que usted salga del gobierno en caballo blanco si esta crisis nos hunde. Y sin recursos nuevos será casi imposible evitar un nuevo colapso. Evitarlo se convierte ahora en su principal tarea como Presidente. Espero le vaya bien.
Con atentos saludos,
Antonio Lacayo
(Ministro de la Presidencia del gobierno de Dña. Violeta Barrios)
25 de Febrero de 2009
Estimado Presidente:
Le escribo motivado por una preocupación que siento, compartida por muchos ciudadanos, incluso gente de su gobierno, por los efectos que ya comenzamos a sentir en Nicaragua de la llamada crisis financiera mundial, una profunda recesión global que amenaza con convertirse en la peor depresión del último medio siglo y la primera con un alcance planetario.
Esta crisis es tan profunda que nadie se ha atrevido a asegurar cuándo saldremos de ella. Todos los pronósticos hechos en los últimos meses del año pasado han venido cayéndose al suelo reemplazados por anuncios más alarmantes, incluso llegándose a afirmar ahora que las economías del primer mundo, Europa, Estados Unidos y Japón, retrocederán este año, es decir, se contraerán, con lo que los ingresos de sus ciudadanos se verán reducidos, se bajará la demanda mundial y caerá el comercio internacional.
Algunas personas ya han expresado su alegría al ver en dificultades a las economías de esos países, representantes del sistema capitalista, pero es la típica alegría de aquel que aplaude la muerte de la vaca del vecino, la única de la comarca, aunque sus propios hijos se queden sin acceso a la leche que producía. Se les olvida además que el sistema que defienden, el socialismo soviético, desapareció de la tierra por inoperante, incapaz de producir bienestar para las mayorías.
Nicaragua, usted lo sabe, es parte inseparable de un mundo donde el peso de estas economías, ahora en dificultades, es tan abrumador que hasta la gigantesca China, aventajado alumno capitalista, está viendo caer su ritmo de crecimiento económico alarmantemente. Estamos ahora inevitablemente interconectados por el comercio y tan dependientes de las inversiones extranjeras que llama la atención que el propio Fidel Castro en su ancianidad no se canse de pedir que Estados Unidos le quite de encima el bloqueo, es decir, le permita comerciar con ese país, atraer hacia Cuba inversiones norteamericanas, y globalizarse.
La cosa es seria, no hay duda. Los primeros efectos de esta crisis ya los estamos sintiendo. Los precios de todos nuestros productos de exportación ya cayeron: el café 30%, la carne, el maní y el azúcar entre el 10 y el 20%, y también el frijol, los camarones y las langostas. En enero se exportó 27% menos que hace un año, mala señal. En 2008 logramos exportar $1,500 millones. Este año será bueno si logramos pasar de $1,300 millones.
Las remesas no crecieron en el cuarto trimestre del año pasado, y amenazan con reducirse por el desempleo en Estados Unidos y Costa Rica. Las exportaciones de las zonas francas también, por menos demanda en Estados Unidos. Las nuevas inversiones están muy escasas. Y también preocupa que los financiamientos que nuestra economía recibe del exterior a través de los bancos, las microfinancieras y los importadores de bienes básicos se estén reduciendo, por una pérdida de confianza generalizada a nivel mundial y por las noticias que salen de nuestro país, casi siempre malas.
El riesgo país, el indicador que entidades especializadas le dan a cada economía en el mundo, pone a nuestro país cada vez peor, lo que hace que los financistas afuera se sientan menos seguros de que podrán recuperar sus créditos a Nicaragua, y estos endurecen las condiciones además de reducir sus montos.
Entonces, con menos financiamientos externos podremos sembrar menos área este año, lo que hará que las cosechas del 2010 se reduzcan, agravando aún más la situación el año que viene. Menos siembras de cultivos anuales, y escasez de fondos para mantener cafetales, usted sabe, significa desempleo para la gente en el campo, incluso hambre en algunos lugares.
Presidente, esta crisis viene tan fuerte y tan rápido que no hay mucho tiempo que perder. Su gobierno debe como primer paso cuadrar el Presupuesto Nacional. El que se presentó originalmente a la Asamblea está “desfinanciado” dado que presupone ingresos que no se darán, por lo que el Fondo Monetario le dirá que debe bajar los gastos al nivel que los ingresos puedan cubrir. Si no se cuadra, habrá serio peligro de un rompimiento del acuerdo que tiene Nicaragua con el Fondo, y si esto sucede se paralizarán los desembolsos de los créditos blandos del Banco Mundial y el BID, y las deudas que nos perdonaron con el programa HIPCs volverían a revivirse.
En este punto me permito recomendarle que tome en serio al Fondo Monetario. No trate de negociar con él “al borde del abismo”, como lo hacía usted desde la oposición con el gobierno de doña Violeta, Alemán o don Enrique. Eso es peligroso. Una caída, en este caso, lo llevaría a usted al abismo, no a ellos. Usted ya no está en la oposición. Considere al Fondo Monetario como un amigo de Nicaragua, interesado en que la macroeconomía se maneje aquí de tal manera que pueda el país seguir recibiendo préstamos blandos de los organismos financieros, y continúen perdonándonos los pagos de la fuerte deuda externa que el somocismo y el sandinismo le ocasionaron al país antes de la democracia.
Usted ya anunció algunas medidas de recortes en el gasto público, unos C$1,300 millones a nivel macro. Se quedó corto. Habrá que ir más a fondo. Creo que en estas circunstancias no se justifica que los diputados sigan recibiendo cientos de miles de córdobas para repartirlos a su gusto. Los diputados son para legislar. El gasto que ellos crean importante que el Estado haga, lo debe hacer la institución del Estado a cargo de ello.
Hay que cortar también con una serie de entidades estatales que no desempeñan el papel para el cual fueron creadas. Estamos ante una verdadera emergencia, y muchas cosas que antes se vieron necesarias ahora resultan que no son indispensables, y podemos vivir sin ellas.
Sin embargo, debemos reconocer que cortar demasiado tendría efectos dolorosos para la ciudadanía, especialmente para los pobres, los que encontrarán menos medicinas en los centros de salud, más caminos sin reparación, más delincuencia e inseguridad ciudadana, maestros desesperados por aumentos salariales que no llegan, y descontentos por todas partes.
Por otra parte, bajar demasiado los gastos en el Presupuesto sería echar más leña al fuego de la recesión que ha encendido aquí la crisis mundial. Los países ricos lo que están haciendo es soltar recursos del Estado para que los bancos puedan prestar más y los ciudadanos sigan gastando, de modo tal que la actividad económica vuelva a dinamizarse.
Pero Nicaragua no tiene esos reales. Desde su primer gobierno el país quedó quebrado. Usted lo sabe. Este no es el momento de analizar de quien fue la culpa. Lo innegable es que el país quedó efectivamente quebrado cuando usted le entregó la banda presidencial a doña Violeta. Eso yo lo viví, se lo demostré a usted en incontables reuniones, y no creo que lo haya olvidado.
La deuda externa que usted le dejó al país era la más grande del mundo, por habitante. La hiperinflación que dejó desatada era la peor que se ha vivido en el continente americano. Al salir usted, el PIB tenía siete años de estar reduciéndose, una depresión de las más profundas que haya conocido país alguno en esta parte del mundo. Y encima de eso, las secuelas de diez años de guerra.
Por eso fue que el gobierno de doña Violeta tuvo que ser duro al aplicar la medicina. O la tomábamos o se moría el país. Usted escuchó mi explicación poco antes de que yo anunciara el Plan Económico del 3 de Marzo de 1991, y no recuerdo que usted haya tenido ninguna sugerencia para salir del atolladero aquel sin pagar el costo del ajuste. Gracias a Dios el plan funcionó, y a partir de entonces se paró la inflación, nuestra economía comenzó a crecer, y Nicaragua pudo progresar, año tras año, hasta 2008. El país avanzó muchísimo en los últimos 18 años, aunque a usted le guste negarlo.
Regresando al tema del Presupuesto, la alternativa de bajar los gastos es dura, y no basta, aunque hay que hacerla, y con más determinación. Pero también se puede “financiar” el Presupuesto aumentando los ingresos. Eso lo entiende todo el que lleva las cuentas en una familia. O se gasta menos o se trae más plata a la casa, o ambas cosas.
Pero traer más plata al país, en estas circunstancias de crisis mundial, no será fácil. Una forma podría ser promover con genuino interés nacional, y profundo desinterés familiar o partidario, la inversión de nacionales y extranjeros en nuevos proyectos energéticos, proyectos de producción agroindustrial y agropecuaria, proyectos turísticos que generen empleo y suban la recaudación fiscal.
Pero eso no impactaría positivamente este año. Es demasiado tarde. El prestigio de Nicaragua entre los inversionistas a nivel internacional está muy maltratado. El fraude en las elecciones enterró lo poco que venía quedando después de los problemas que su gobierno promovió contra Unión Fenosa, la Esso, Barceló, Tropigás y otros que, aunque no pasaron a más, generaron una inmensa publicidad negativa para su gobierno que ahora costará mucho cambiar.
Entonces, pensando en 2009, solo queda el otro camino para traer más plata al país: la recuperación de la cooperación europea para apoyo presupuestario, y el programa de los americanos con la Cuenta Reto del Milenio para la zona de Occidente. Estos apoyos son sumamente importantes para el país. Usted debe hacer lo que sea necesario para recuperarlos. No se quede con el estigma de que por culpa suya esto se hundió de nuevo.
Por esta razón, considero que el mejor consejo que le han dado es lo que los señores obispos le recomendaron desde el 11 de noviembre, el recuento de las actas frente a observadores de prestigio, a fin de que moros y cristianos queden en conocimiento de la verdad de la voluntad popular, la que nunca pudimos saber en el caso al menos de Managua, por no haber el Consejo Supremo publicado los resultados de junta por junta, como manda la ley.
Tome en serio lo que los países donantes han dicho: “Que se respete el compromiso de Nicaragua con el principio democrático de elecciones libres, de respeto a la voluntad popular y al estado de derecho”. No se le ocurra hacer eso que andan recomendando algunos, ponerse de acuerdo con Alemán para dar a creer que se revisarán algunas alcaldías en cuestión, excluyendo Managua, para devolverle algunas al PLC y que Alemán pueda “dar testimonio” que ya el problema se ha superado. La palabra de Alemán vale cero a nivel internacional. La comunidad cooperante valora altamente el respeto a la voluntad popular, fundamento de todo sistema democrático.
La crisis que se avecina obliga a emprender también una serie de acciones a nivel microeconómico, tales como concentrar recursos en aquellas actividades de gran impacto inmediato en la producción y la productividad de nuestra agricultura y ganadería, como sería la reparación inmediata de los caminos de penetración para sacar más leche a los mercados formales y reducir costos en el café y los frijoles, ahora que los precios han bajado.
Y en paralelo, su gobierno debe promover consensos y alianzas con los empresarios y los banqueros de este país para aunar sinceros esfuerzos en aquellas actividades que generen empleos y exportaciones, y aseguren los alimentos básicos en las mesas de las familias nicaragüenses.
Estos empresarios y banqueros se pusieron a disposición suya desde que usted ganó las elecciones hace dos años. Usted llegó a INCAE para escuchar sus ideas y propuestas, pero se dedicó a narrar su viaje a África y señalar a los europeos de colonialistas y esclavistas, como si Zapatero, Sarkozy, Merkel o Stoltemberg tuvieran alguna responsabilidad por hechos de hace 400 años.
Ahora no le queda más camino que actuar con humildad y convocar a los productores, los microempresarios, los banqueros, la sociedad civil, los ONG y a la comunidad internacional, cada uno por aparte, para escucharlos, e invitarlos a poner todos sus mejores esfuerzos en aras de sortear la tormenta que ya se comienza a sentir, y salvar al país de un hundimiento que a nadie beneficiaría.
Pero eso nos lleva de nuevo al tema del fraude. Su gobierno ha dicho que de eso ya no hay que hablar, pero debe reconsiderarlo. Es preferible sacar la pata cuando se está con el lodo a la rodilla que cuando uno ya no se ve ni la cintura. Lo hace instintivamente el que se mete adentro en el mar y siente de pronto que comienza a ahogarse. Hay que nadar hacia la costa, y a toda prisa.
Y si considera que ya no puede rectificar lo andado, no pierda tiempo en promover con firmeza la destitución y enjuiciamiento de los magistrados culpables del fraude, y a poner el Consejo Supremo Electoral en manos de personas ajenas a los partidos políticos, profesionales honorables dispuestos a contribuir con el rescate de la democracia.
Si la comunidad internacional no ve en usted intenciones legítimas de componer la barbaridad que cometió el Consejo Supremo, de poco servirá llamar a los productores y los empresarios. Si no se trae de vuelta la ayuda que se ha ido, será difícil que produzcan más con menos recursos.
Y si logra recomponer su credibilidad con los donantes europeos y los representantes del gobierno de Estados Unidos, ahora bajo el liderazgo de un hijo de un inmigrante africano, estoy seguro que amigos como el Presidente Lula y otros en la región le ayudarán con gusto. A Chávez no lo abandone, pídale que en lugar de enviar la prometida refinería le abra con sinceridad el mercado venezolano para nuestra carne, la leche, los frijoles y muchas cosas que bien podemos exportar allá en cantidades mucho mayores que las de hasta ahora. Los burócratas bolivarianos ponen demasiadas trabas a nuestros productos por razones que no deberían existir entre países amigos.
De Rusia, mejor no se ilusione. En los años 80 usted quedó debiéndoles casi cuatro mil millones de dólares que el gobierno de doña Violeta se encargó de que los borraran en tiempos de Yeltsin. Y con el petróleo tan barato, los rusos padecen hoy la misma falta de recursos que los venezolanos.
Por otra parte, la crisis que se nos viene encima es de tal magnitud que aunque usted haga milagros, muchos nicaragüenses van a ver sus vidas afectadas negativamente y se lo cobrarán al gobierno, a usted como presidente. De eso no hay escapatoria. Intentar la reelección tras dos o tres años de profunda crisis resultará en un rotundo fracaso.
Permita entonces el recuento, o deje el Consejo Supremo en manos de gente recta, independiente, comprometida con la democracia, con una ley electoral que garantice la neutralidad de las juntas electorales, invite a la cooperación internacional a que sea observadora de cualquier elección futura, y pasemos de inmediato a enfrentar la crisis de la mano de esa cooperación internacional que se sentirá comprometida a meter el hombro. Eso motivará a los productores, los empresarios, los banqueros y todo el que pueda poner un grano de arena para fortalecer nuestra economía, y animará a la sociedad civil y la opinión pública a sumarse a la solución. Y usted podrá terminar su período como establece la Constitución.
La decisión es suya. Requiere sin duda de coraje. Pero cuando una gangrena afecta un dedo del pie, hay que cortar por lo sano antes que agarre la pierna. No veo posible que usted salga del gobierno en caballo blanco si esta crisis nos hunde. Y sin recursos nuevos será casi imposible evitar un nuevo colapso. Evitarlo se convierte ahora en su principal tarea como Presidente. Espero le vaya bien.
Con atentos saludos,
Antonio Lacayo
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