El Reto ante la Crisis Financiera
Dra. Elena Moreno García
Directora de Ciencias Económicas
Navegar Juntos - Boletín electrónico del ICCE-América
II. 2009 (UCC)
La crisis financiera es un fenómeno todavía difícil de dimensionar. La mayoría de los Gobiernos del planeta se esfuerzan por hacer creer que lo más difícil pasará en este año 2009; algunos auguran incluso que lo peor se presentará durante el primer semestre. Lo cierto es que no sólo es algo difícil de predecir sino que todo parece indicar que cuando menos el decaímiento de la planta productiva puede durar algo más de un año. Mucho dependerá de lo que suceda en Estados Unidos, especialmente para aquellos países como México cuyas exportaciones y otros ingresos importantes como el turismo, la maquila y las remesas, dependen de la economía de ese país.
Hace varios años que los responsables de la política económica en el mundo “los policy-maker” dejaron a un lado el gasto público como una vía para reactivar la economía; sin embargo, dadas las condiciones de esta crisis, el gasto público representa “la alternativa” ante una demanda agregada deprimida que difícilmente se podrá estimular con el consumo, la inversión o las exportaciones, pues ante el panorama de endeudamiento que viven las familias, éstas preferirán pagar sus deudas a mantener sus niveles de consumo. Tampoco se espera mucho de la inversión privada en una época de incertidumbre, con una inminente contracción del crédito y pobres expectativas ante una clara etapa de desaceleración económica; y por último, las exportaciones tampoco serán el motor de la economía como lo fueron para México en 1996 (la encuesta nacional de ocupación y empleo en México ENOE registró una caída de más de 7 mil millones de dólares de las exportaciones mexicanas de enero de 2008 a enero de 2009) debido a que se trata de una crisis global y no del problema de una nación del que pudiera salir canalizando su producción al mercado extranjero.
El gasto público, a pesar de ser altamente inflacionario, toma entonces un papel protagónico para reactivar la economía y seguramente a este plan obedece la reciente visita de la Secretaria de Estado de los Estados Unidos Hillary Clinton al Oriente. China, Japón, Corea del Sur, Singapur e India se han vuelto la tesorería del planeta y sin su apoyo el Gobierno de los Estados Unidos difícilmente podría financiar los niveles de déficit que tendrán que manejar en su presupuesto (se espera que del orden del 10 al 15% del PIB no vistos desde la Segunda Guerra Mundial) para rescatar la economía de ese país.
Se espera una recuperación difícil ante un problema económico de una magnitud global. Los costos serán elevados en términos de la caída de la producción de los países y sus consecuencias sobre el empleo y el ingreso de los trabajadores, también en cuanto al monto de los recursos fiscales que se van a comprometer. Además, durante un tiempo, todavía es difícil predecir cuanto, el sistema bancario no estará en posibilidad de apoyar a la actividad económica con montos adecuados de financiamiento. La salida de la crisis se vislumbra entonces no sólo con políticas orientadas a mantener la estabilidad macroeconómica y a restaurar y preservar la estabilidad del sistema financiero, sino con una política mixta diseñada inteligentemente para evitar el deterioro del sistema productivo y para incentivar la adopción y acumulación de nuevas tecnologías en los países, así como la capacidad de plantearse nuevos paradigmas de innovación.
Directora de Ciencias Económicas
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II. 2009 (UCC)
La crisis financiera es un fenómeno todavía difícil de dimensionar. La mayoría de los Gobiernos del planeta se esfuerzan por hacer creer que lo más difícil pasará en este año 2009; algunos auguran incluso que lo peor se presentará durante el primer semestre. Lo cierto es que no sólo es algo difícil de predecir sino que todo parece indicar que cuando menos el decaímiento de la planta productiva puede durar algo más de un año. Mucho dependerá de lo que suceda en Estados Unidos, especialmente para aquellos países como México cuyas exportaciones y otros ingresos importantes como el turismo, la maquila y las remesas, dependen de la economía de ese país.
Hace varios años que los responsables de la política económica en el mundo “los policy-maker” dejaron a un lado el gasto público como una vía para reactivar la economía; sin embargo, dadas las condiciones de esta crisis, el gasto público representa “la alternativa” ante una demanda agregada deprimida que difícilmente se podrá estimular con el consumo, la inversión o las exportaciones, pues ante el panorama de endeudamiento que viven las familias, éstas preferirán pagar sus deudas a mantener sus niveles de consumo. Tampoco se espera mucho de la inversión privada en una época de incertidumbre, con una inminente contracción del crédito y pobres expectativas ante una clara etapa de desaceleración económica; y por último, las exportaciones tampoco serán el motor de la economía como lo fueron para México en 1996 (la encuesta nacional de ocupación y empleo en México ENOE registró una caída de más de 7 mil millones de dólares de las exportaciones mexicanas de enero de 2008 a enero de 2009) debido a que se trata de una crisis global y no del problema de una nación del que pudiera salir canalizando su producción al mercado extranjero.
El gasto público, a pesar de ser altamente inflacionario, toma entonces un papel protagónico para reactivar la economía y seguramente a este plan obedece la reciente visita de la Secretaria de Estado de los Estados Unidos Hillary Clinton al Oriente. China, Japón, Corea del Sur, Singapur e India se han vuelto la tesorería del planeta y sin su apoyo el Gobierno de los Estados Unidos difícilmente podría financiar los niveles de déficit que tendrán que manejar en su presupuesto (se espera que del orden del 10 al 15% del PIB no vistos desde la Segunda Guerra Mundial) para rescatar la economía de ese país.
Se espera una recuperación difícil ante un problema económico de una magnitud global. Los costos serán elevados en términos de la caída de la producción de los países y sus consecuencias sobre el empleo y el ingreso de los trabajadores, también en cuanto al monto de los recursos fiscales que se van a comprometer. Además, durante un tiempo, todavía es difícil predecir cuanto, el sistema bancario no estará en posibilidad de apoyar a la actividad económica con montos adecuados de financiamiento. La salida de la crisis se vislumbra entonces no sólo con políticas orientadas a mantener la estabilidad macroeconómica y a restaurar y preservar la estabilidad del sistema financiero, sino con una política mixta diseñada inteligentemente para evitar el deterioro del sistema productivo y para incentivar la adopción y acumulación de nuevas tecnologías en los países, así como la capacidad de plantearse nuevos paradigmas de innovación.
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