Mujer, ¿quieres ser libre?
Lic. Pilar Grinda Du Solier, Madre de familia UCC
Navegar Juntos - Boletín electrónico del ICCE-América
II. 2009 (UCC)
Hace algunos años, cuando tendía la ropa recién lavada en el patio de mi casa, recuerdo la gran sorpresa que me causó el comentario de mi pequeña hija Mariana, de tan sólo cuatro años de edad. Sin previo aviso me dijo: Mamá, cuando yo sea grande no me quiero casar. ¿Por qué?, le pregunté extrañada. Y entonces me soltó la frase que me dejó boquiabierta: Porque quiero ser libre.
Me quedé muy sorprendida, pues no podía comprender de dónde mi pequeña muñequita había podido sacar semejante razonamiento. ¿Y quién te ha dicho a ti que yo no soy libre? Le contesté. Ella me dijo, no eres libre porque no puedes hacer lo que quieres, siempre estás lavando la ropa, lavando los trastes, haciendo las camas… Oye pequeña, que yo soy muy libre haciendo todas esas cosas? Se fue a jugar, y la verdad, creo muy poco convencida de mi respuesta.
Ahora, algún tiempo después, encuentro a mujeres jóvenes, amigas de mis hijas e hijas de mis amigas, que quieren vivir de esa manera; ya no se quieren casar ni tener hijos; pareciera que todo ello es una carga sin sentido… qué triste me he puesto. Mujer, ¿dónde te has perdido?
Juan Pablo II nos ha dicho a las mujeres cosas que antes todas sabíamos, que tenemos el sentido de la cuna, que Dios nos ha confiado al hombre, a todo hombre, que somos constructoras de almas…¡y sin embargo, cuántas hay que han preferido abdicar de esta maravillosa misión, tan propiamente nuestra!
Hoy, la mujer se desempeña en los más altos círculos de la política y del mundo empresarial. En su lucha por la igualdad, ha conquistado muchas posibilidades que eran ámbitos antes exclusivos de los hombres, y está muy bien; la mujer tiene mucho que aportar con su feminidad, pero podrá hacerlo sólo si en este esfuerzo no pierde lo que le es más propio y esencialmente suyo: la capacidad de dar vida y de dar la vida.
* La mujer da vida cuando acoge en su seno al hijo de sus entrañas, y da la vida, cada día cuando le cuida y protege.
* La mujer da vida cuando da a luz a su criatura; pero da la vida, cuando se desvela y atiende al pequeño enfermo, o a aquel niño especial.
* La mujer da vida cuando amamanta a su hijo; pero da la vida, cuando enseña a los suyos a hincarse delante de Dios y forma en ellos un corazón agradecido.
Recuerdo con ternura las palabras de mi hija, sobre el deseo de ser libre y recuerdo también la hermosa frase de Cristo que recoge después San Pablo: “La verdad os hará libres”.
¡Mujer!, vive la verdad de tu ser, que es donación, que es entrega, que es amar en todo. Sólo tú sabes poner el corazón completo en cada cosa que haces, sólo tú conviertes una casa en un hogar, sólo tú tienes la gran misión de enseñar a amar, amando.
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II. 2009 (UCC)
Hace algunos años, cuando tendía la ropa recién lavada en el patio de mi casa, recuerdo la gran sorpresa que me causó el comentario de mi pequeña hija Mariana, de tan sólo cuatro años de edad. Sin previo aviso me dijo: Mamá, cuando yo sea grande no me quiero casar. ¿Por qué?, le pregunté extrañada. Y entonces me soltó la frase que me dejó boquiabierta: Porque quiero ser libre.
Me quedé muy sorprendida, pues no podía comprender de dónde mi pequeña muñequita había podido sacar semejante razonamiento. ¿Y quién te ha dicho a ti que yo no soy libre? Le contesté. Ella me dijo, no eres libre porque no puedes hacer lo que quieres, siempre estás lavando la ropa, lavando los trastes, haciendo las camas… Oye pequeña, que yo soy muy libre haciendo todas esas cosas? Se fue a jugar, y la verdad, creo muy poco convencida de mi respuesta.
Ahora, algún tiempo después, encuentro a mujeres jóvenes, amigas de mis hijas e hijas de mis amigas, que quieren vivir de esa manera; ya no se quieren casar ni tener hijos; pareciera que todo ello es una carga sin sentido… qué triste me he puesto. Mujer, ¿dónde te has perdido?
Juan Pablo II nos ha dicho a las mujeres cosas que antes todas sabíamos, que tenemos el sentido de la cuna, que Dios nos ha confiado al hombre, a todo hombre, que somos constructoras de almas…¡y sin embargo, cuántas hay que han preferido abdicar de esta maravillosa misión, tan propiamente nuestra!
Hoy, la mujer se desempeña en los más altos círculos de la política y del mundo empresarial. En su lucha por la igualdad, ha conquistado muchas posibilidades que eran ámbitos antes exclusivos de los hombres, y está muy bien; la mujer tiene mucho que aportar con su feminidad, pero podrá hacerlo sólo si en este esfuerzo no pierde lo que le es más propio y esencialmente suyo: la capacidad de dar vida y de dar la vida.
* La mujer da vida cuando acoge en su seno al hijo de sus entrañas, y da la vida, cada día cuando le cuida y protege.
* La mujer da vida cuando da a luz a su criatura; pero da la vida, cuando se desvela y atiende al pequeño enfermo, o a aquel niño especial.
* La mujer da vida cuando amamanta a su hijo; pero da la vida, cuando enseña a los suyos a hincarse delante de Dios y forma en ellos un corazón agradecido.
Recuerdo con ternura las palabras de mi hija, sobre el deseo de ser libre y recuerdo también la hermosa frase de Cristo que recoge después San Pablo: “La verdad os hará libres”.
¡Mujer!, vive la verdad de tu ser, que es donación, que es entrega, que es amar en todo. Sólo tú sabes poner el corazón completo en cada cosa que haces, sólo tú conviertes una casa en un hogar, sólo tú tienes la gran misión de enseñar a amar, amando.
Etiquetas: Antropología, Educación, Genero
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