Fundación de la Familia Escolapia en La Romana
EUCARISTÍA en la APERTURA del AÑO JUBILAR
“25 años de presencia escolapia en La Romana”
Vicente Sacedón, escolapio
26 de febrero 2009
La presente es una celebración muy especial en la que conmemoramos la Solemnidad de Santa Paula Montal y, al mismo tiempo, iniciamos las Bodas de Plata de la Fundación Escolapia en La Romana.
Voy a referirme especialmente a los comienzos de esta Escuela Pía de La Romana, que algunos de ustedes conocen bien, y con gusto recordarán, y los demás es bueno que lo sepan. Siempre es para todos muy necesario conocer la propia historia.
Me remonto a 1952: Ese año nosotros, los escolapios, establecimos nuestra primera presencia en la capital de la RD, en el mes de enero, abriendo la Residencia Universitaria Calasanz, primera en el país. Fue una presencia solitaria hasta 1954, cuando inició su andadura el actual Colegio de Santo Domingo, con la enseñanza Primaria. En 1957 la residencia dejó de existir, dando paso al flamante Colegio Mayor Universitario San José de Calasanz, dentro del campus de la UASD y en la Avenida Independencia siguió creciendo el Colegio Calasanz para Primaria y Secundaria.
En 1981 a los miembros de la Comunidad de Santo Domingo nos pareció que no era bueno tener una sola comunidad en el país. Las demás comunidades escolapias de nuestra Demarcación estaban a la distancia de Centroamérica, que equivalía a muy lejos y resolvimos que, cuanto antes, se estableciera una segunda comunidad en el país En 1982 los Capítulos de la Viceprovincia y de la Provincia aceptaron y determinaron eso mismo, pero ya con carácter obligatorio.
A comienzos de 1983 el Obispo de Higüey, Mons. Polanco, en conversación con el P. Severino Ubiera, habla de la posibilidad de que los escolapios asumamos las obras construidas por el P. Cavalotto en esta ciudad. En febrero el P. Provincial está de visita en SDQ y el Obispo se comunica con él y le pide que tomemos el Colegio Cristo Rey de LR, y alguna otra obra de las varias que tiene en marcha el P. Cavalotto. Al día siguiente vinimos acá el P. Provincial, el Rector de Santo Domingo y el Viceprovincial que era yo. Hicimos un largo recorrido por la ciudad viendo lo mucho que el Padre había construido o estaba construyendo. Todo nos lo ofrecía porque él no lo podía atender pastoralmente. La oferta, parroquia y escuela, nos pareció interesante.
El P. Provincial cuando regresó a Valencia contactó con la M. Felicísima, Provincial de las Escolapias, y hubo entre ellos un acuerdo inicial de hacer una obra conjunta.
En julio de ese año 1983 el P. Provincial y el Viceprovincial dibujamos las líneas de lo que podría ser una respuesta a Mons. Polanco y se las hicimos llegar. Los contactos siguieron en Valencia, España, cuando Monseñor y el P. Cavalotto pasaron por allá.
El 21 de enero de 1984 el P. Gonzalo Carbó, nuestro Provincial de Valencia y su Asistente el P. Laporta, con la M. Felicísima, Provincial de las Escolapias y su Asistenta la M. Concha Macip, más el P. Viceprovincial de Centroamérica, resolvimos cumplir lo que estaba pendiente de ejecución y vinimos a Santo Domingo para ver sobre el terreno.
Si en un principio, antes de hacer ninguna diligencia, habíamos pensado que nuestra nueva fundación debía hacerse en el Cibao, porque decíamos que había más vocaciones y todos nos decían que era mejor, ahora cuando tuvimos que empezar a movernos tomamos la dirección al Este y llegamos a Higüey. Mons. Polanco nos recibió con la seguridad personal de que nos íbamos a quedar en su diócesis. Y en la misa que concelebramos con él en la Basílica, aquella misma tarde-noche, nos presentó como los nuevos religiosos y religiosas que nos incorporábamos a la diócesis Y nos alojó paternalmente en su casa aquella noche.
Y al día siguiente, 28 de enero, como si fuéramos empresarios que estudian el mercado, vinimos a conocer las posibilidades que nos ofrecía La Romana. Nos entrevistamos por un buen rato con el P. Cavalotto, y como él ya nos había acompañado a mí y al P. Provincial, esta vez nos confió a una joven llamada Magdalena – que todos conocemos – la cual nos llevó a visitar las obras que nos interesaban. En la tarde hicimos con el P. Cavalotto algunas precisiones necesarias y le dijimos que asumiríamos la parroquia Cristo Rey, el dispensario, la Escuela de Formación de la Mujer, la escuela de San Pedro y la Capilla del mismo nombre. Como algo muy importante, hicimos algunas observaciones sobre las viviendas que habría que preparar y después nos asomamos al mundo del Central Romana, donde advertimos el brutal contraste con lo que habíamos visto en la mañana.
Terminamos nuestra visita a la ciudad y si al comienzo teníamos mentalidad de empresarios, que estudian el mercado, al final empezamos a soñar como misioneros. En los apuntes de la M. Conxa están subrayadas estas cifras: más de 100 mil habitantes – 95% católicos -, 4 sacerdotes.
Podemos decir que al final el Señor nos hizo entender que
“la mies es mucha y los operarios son escasos”.
Ya no fuimos al Cibao. Era posible que allí hubiera más vocaciones, pero en La Romana había demasiada necesidad. En una decisión generosa, tomamos la resolución que queríamos ejecutar: ”Nos quedamos en La Romana”!!!. Y los preparativos continuaron para que al final del año escolar 1983-84 pudiésemos arrancar con dos comunidades escolapias en La Romana, una de varones y otra de mujeres.
Los Superiores Mayores fuimos escogiendo y señalando a los religiosos y religiosas que integrarían las dos comunidades, mientras aquí el P. Cavalotto y sus colaboradores preparaban las dos casas, humildes pero saturadas de afecto que ustedes supieron poner y dejar dentro de sus muros.
La comunidad parroquial de Cristo Rey estaba ansiosa por recibirnos con todo su cariño. Y el 14 de agosto dos guaguas repletas de fieles de esta parroquia fueron al aeropuerto de Santo Domingo para recibir a las Hermanas que venían de España: MM. Miren, Dolores, aquí presente, Esperanza y Nieves. Los religiosos ya estaban en la capital: PP. Rogelio, Mariano y José y el Hº Vicente. Todos juntos hicieron un paseo por la capital y en la tarde llegaron acá, a donde venían para quedarse.
El 15 de agosto fue el gran día. Era el comienzo oficial de esta obra escolapia. La celebración eucarística fue en Santa Rosa, presidida por el P. Cavalotto. Representando a la Comunidad escolapia de la capital estaba su Rector y el P. Viceprovincial representaba a la Demarcación y a la Escuela Pía.
La realidad rozaba la ficción, tan entrañable y cordial era la acogida y las Hermanas que salían de España por primera vez se encontraron como en su casa, modesta, pero cálida por el amor con que Vdes. la habían preparado Los escolapios ya vivían o habían vivido en Santo Domingo, a excepción del P. José, y, sin embargo, no dejó de impresionarles, también, el calor de la acogida.
Yo viví con ellos y ellas aquellos primeros días de vida romanense para la Escuela Pía, y puedo decir que fueron días muy especiales. La acogida de Vdes. fue increíble.
El Sr. Obispo nos confió, digamos que generosamente, una porción de La Romana que era la mayor parte impresionante por sus dimensiones. Hoy es un poco menor geográficamente, con la separación de los Mulos, pero sigue siendo muy grande y está más poblada.
Lo reseñado sé muy bien que no basta para conocer esta obra en su totalidad, pero en algún punto hay que cortar para que no sigamos contando cosas y presentando protagonistas hasta mañana.
Para terminar apelo al buen juicio de Ustedes que son testigos de lo que ha pasado en estos 25 años, que son más de 9 mil días Ustedes saben que esos días se han aprovechado muy bien, con entregas muy generosas de los religiosos y religiosas que han trabajado aquí. Es esa generosidad y ese amor los que han hecho posible la realidad de hoy, muy distinta, de la que recibimos Por eso no voy a hacer recuento de todos los escolapios y escolapias que han animado estas comunidades, incluyendo a los de hoy. Eso queda para otro momento, cuando hagamos historia de todo lo ocurrido.
Lo que no podemos silenciar es hacer referencia a lo que había el primer día, aquel 15 de agosto de 1984, y lo que tenemos hoy.
Al empezar teníamos sólo esta parroquia, de Cristo Rey, y hoy contamos con tres parroquias más: San Eduardo, Nuestra Señora de la Paz y San José de Calasanz. Sólo teníamos la Capilla de San Pedro y hoy se suman también las de Cucama, Cumayasa, María Trinidad Sánchez y Villarreal. Un crecimiento totalmente necesario para poder atender a una geografía tan extensa.
Empezamos con una escuela, San Pedro, diurna y nocturna con alumnos de Primaria, Intermedia y Secundaria, pero en aquel momento no era demasiada preocupación para los religiosos y religiosas Hoy la realidad es totalmente otra: Escolapios y Escolapias trabajan en las Escuelas de San Pedro, San Eduardo, en turnos diurno y nocturno, con primaria, secundaria y formación profesional todas son gestionadas por los Padres, en colaboración de las Escolapias y con el buen hacer de sus profesores. Hay que destacar también la escuela de las MM. Escolapias, aquí mismo en Cristo Rey.
A esos centros de enseñanza formal se han de añadir los Centros de Educación no formal, constituyendo el grupo “Calasanz nos une”, con salas de tarea y bibliotecas populares, ubicadas en los centros de los mismos campos.
Queremos añadir que las religiosas, como una real proyección de esta obra, tienen en la capital dos escuelas en un medio totalmente carente de todo.
Toda esta enumeración supone muchas dosis de generosidad, pero sobre todo mucha bendición de Dios y dentro de esas bendiciones es especialmente grato recordar los frutos vocacionales que nos ha regalado el Señor. Le damos las gracias por la elección que El ha hecho de seis escolapias romanenses: Belkis - Briseida – Daysi – Luz Elenia – Santa Inés - Trinidad las cuales han estado siempre bien acompañadas por las religiosas venidas de España hoy las MM. Dolores y María Teresa. Y aunque no sea de aquí, hemos de nombrar con justicia a Martina que sí ha trabajado y trabaja aquí.
Y los escolapios contamos, y agradecemos a Dios, al joven sacerdote, nuestro hermano, Adrián Guerrero, cuya vocación nació en la parroquia de San Eduardo. Y no podemos olvidar que la misma vocación escolapia del P. Héctor Sánchez tiene, también, mucho que ver con esta comunidad.
Por último, no podemos silenciar el atractivo que esta obra escolapia ha tenido en nuestra Provincia de Valencia, a la hora de provocar a muchos jóvenes para venir, no como turistas, sino como voluntarios y voluntarias con el propósito de brindar servicios generosos y muy útiles a favor de nuestra comunidad. En estos momentos tenemos entre nosotros una muy valiosa representación. Por favor, pónganse de pie.
Y aquí pongo punto y seguido a estas pinceladas de Historia, que habré de continuar.
Hagamos, para terminar, una reflexión, aunque sea breve, de la Palabra que nos ha regalado el Señor en la Solemnidad de nuestra Madre, Santa Paula.
Revisemos desde las lecturas lo que fue su vida y el ejemplo que supone para nosotros, sus hijas y sus admiradores:
1ª lectura:
Nos habla de la vocación de Abraham y su respuesta. Eso mismo fue la vocación de Paula y es la vocación de los misioneros y misioneras que han trabajado acá Deja tu tierra y la casa paterna y ve donde yo te diré y allí predica y anuncia el Evangelio Esa ha sido la única fuerza que ha puesto en marcha a todos los protagonistas de esta Obra y tiene que seguir impulsando nuestros afanes por el Reino de Dios.
2ª lectura:
Pablo sólo tiene ojos para las cosas de arriba. Y Paula, siguiendo su ejemplo, podía decir también que lo importante para ella eran las cosas de arriba, los intereses del Reino y lo mismo ha sido para nuestros hermanos y hermanas que han integrado estas comunidades no han venido a hacer otro negocio que el de ganar almas para el Señor.
Evangelio:
Jesús nos dice: el que acoge a un niño como éste a Mí me acoge Esa es la preocupación de nuestra Madre, su total entrega, el núcleo de su vida y la preocupación de los escolapios de La Romana Dentro de su trabajo los niños y las niñas creo que no se pueden contar. Gracias a Dios, en ese empeño, la generosidad ha sido siempre abundante y nunca ha rehuido esfuerzo para captar los más posibles y de la mejor manera que se pudiera hacer
Hermanos, demos gracias a Dios
por Santa Paula
por los escolapios y escolapias
por todos ustedes
Que nuestra vida sea del Señor cada día más
“25 años de presencia escolapia en La Romana”
Vicente Sacedón, escolapio
26 de febrero 2009
La presente es una celebración muy especial en la que conmemoramos la Solemnidad de Santa Paula Montal y, al mismo tiempo, iniciamos las Bodas de Plata de la Fundación Escolapia en La Romana.
Voy a referirme especialmente a los comienzos de esta Escuela Pía de La Romana, que algunos de ustedes conocen bien, y con gusto recordarán, y los demás es bueno que lo sepan. Siempre es para todos muy necesario conocer la propia historia.
Me remonto a 1952: Ese año nosotros, los escolapios, establecimos nuestra primera presencia en la capital de la RD, en el mes de enero, abriendo la Residencia Universitaria Calasanz, primera en el país. Fue una presencia solitaria hasta 1954, cuando inició su andadura el actual Colegio de Santo Domingo, con la enseñanza Primaria. En 1957 la residencia dejó de existir, dando paso al flamante Colegio Mayor Universitario San José de Calasanz, dentro del campus de la UASD y en la Avenida Independencia siguió creciendo el Colegio Calasanz para Primaria y Secundaria.
En 1981 a los miembros de la Comunidad de Santo Domingo nos pareció que no era bueno tener una sola comunidad en el país. Las demás comunidades escolapias de nuestra Demarcación estaban a la distancia de Centroamérica, que equivalía a muy lejos y resolvimos que, cuanto antes, se estableciera una segunda comunidad en el país En 1982 los Capítulos de la Viceprovincia y de la Provincia aceptaron y determinaron eso mismo, pero ya con carácter obligatorio.
A comienzos de 1983 el Obispo de Higüey, Mons. Polanco, en conversación con el P. Severino Ubiera, habla de la posibilidad de que los escolapios asumamos las obras construidas por el P. Cavalotto en esta ciudad. En febrero el P. Provincial está de visita en SDQ y el Obispo se comunica con él y le pide que tomemos el Colegio Cristo Rey de LR, y alguna otra obra de las varias que tiene en marcha el P. Cavalotto. Al día siguiente vinimos acá el P. Provincial, el Rector de Santo Domingo y el Viceprovincial que era yo. Hicimos un largo recorrido por la ciudad viendo lo mucho que el Padre había construido o estaba construyendo. Todo nos lo ofrecía porque él no lo podía atender pastoralmente. La oferta, parroquia y escuela, nos pareció interesante.
El P. Provincial cuando regresó a Valencia contactó con la M. Felicísima, Provincial de las Escolapias, y hubo entre ellos un acuerdo inicial de hacer una obra conjunta.
En julio de ese año 1983 el P. Provincial y el Viceprovincial dibujamos las líneas de lo que podría ser una respuesta a Mons. Polanco y se las hicimos llegar. Los contactos siguieron en Valencia, España, cuando Monseñor y el P. Cavalotto pasaron por allá.
El 21 de enero de 1984 el P. Gonzalo Carbó, nuestro Provincial de Valencia y su Asistente el P. Laporta, con la M. Felicísima, Provincial de las Escolapias y su Asistenta la M. Concha Macip, más el P. Viceprovincial de Centroamérica, resolvimos cumplir lo que estaba pendiente de ejecución y vinimos a Santo Domingo para ver sobre el terreno.
Si en un principio, antes de hacer ninguna diligencia, habíamos pensado que nuestra nueva fundación debía hacerse en el Cibao, porque decíamos que había más vocaciones y todos nos decían que era mejor, ahora cuando tuvimos que empezar a movernos tomamos la dirección al Este y llegamos a Higüey. Mons. Polanco nos recibió con la seguridad personal de que nos íbamos a quedar en su diócesis. Y en la misa que concelebramos con él en la Basílica, aquella misma tarde-noche, nos presentó como los nuevos religiosos y religiosas que nos incorporábamos a la diócesis Y nos alojó paternalmente en su casa aquella noche.
Y al día siguiente, 28 de enero, como si fuéramos empresarios que estudian el mercado, vinimos a conocer las posibilidades que nos ofrecía La Romana. Nos entrevistamos por un buen rato con el P. Cavalotto, y como él ya nos había acompañado a mí y al P. Provincial, esta vez nos confió a una joven llamada Magdalena – que todos conocemos – la cual nos llevó a visitar las obras que nos interesaban. En la tarde hicimos con el P. Cavalotto algunas precisiones necesarias y le dijimos que asumiríamos la parroquia Cristo Rey, el dispensario, la Escuela de Formación de la Mujer, la escuela de San Pedro y la Capilla del mismo nombre. Como algo muy importante, hicimos algunas observaciones sobre las viviendas que habría que preparar y después nos asomamos al mundo del Central Romana, donde advertimos el brutal contraste con lo que habíamos visto en la mañana.
Terminamos nuestra visita a la ciudad y si al comienzo teníamos mentalidad de empresarios, que estudian el mercado, al final empezamos a soñar como misioneros. En los apuntes de la M. Conxa están subrayadas estas cifras: más de 100 mil habitantes – 95% católicos -, 4 sacerdotes.
Podemos decir que al final el Señor nos hizo entender que
“la mies es mucha y los operarios son escasos”.
Ya no fuimos al Cibao. Era posible que allí hubiera más vocaciones, pero en La Romana había demasiada necesidad. En una decisión generosa, tomamos la resolución que queríamos ejecutar: ”Nos quedamos en La Romana”!!!. Y los preparativos continuaron para que al final del año escolar 1983-84 pudiésemos arrancar con dos comunidades escolapias en La Romana, una de varones y otra de mujeres.
Los Superiores Mayores fuimos escogiendo y señalando a los religiosos y religiosas que integrarían las dos comunidades, mientras aquí el P. Cavalotto y sus colaboradores preparaban las dos casas, humildes pero saturadas de afecto que ustedes supieron poner y dejar dentro de sus muros.
La comunidad parroquial de Cristo Rey estaba ansiosa por recibirnos con todo su cariño. Y el 14 de agosto dos guaguas repletas de fieles de esta parroquia fueron al aeropuerto de Santo Domingo para recibir a las Hermanas que venían de España: MM. Miren, Dolores, aquí presente, Esperanza y Nieves. Los religiosos ya estaban en la capital: PP. Rogelio, Mariano y José y el Hº Vicente. Todos juntos hicieron un paseo por la capital y en la tarde llegaron acá, a donde venían para quedarse.
El 15 de agosto fue el gran día. Era el comienzo oficial de esta obra escolapia. La celebración eucarística fue en Santa Rosa, presidida por el P. Cavalotto. Representando a la Comunidad escolapia de la capital estaba su Rector y el P. Viceprovincial representaba a la Demarcación y a la Escuela Pía.
La realidad rozaba la ficción, tan entrañable y cordial era la acogida y las Hermanas que salían de España por primera vez se encontraron como en su casa, modesta, pero cálida por el amor con que Vdes. la habían preparado Los escolapios ya vivían o habían vivido en Santo Domingo, a excepción del P. José, y, sin embargo, no dejó de impresionarles, también, el calor de la acogida.
Yo viví con ellos y ellas aquellos primeros días de vida romanense para la Escuela Pía, y puedo decir que fueron días muy especiales. La acogida de Vdes. fue increíble.
El Sr. Obispo nos confió, digamos que generosamente, una porción de La Romana que era la mayor parte impresionante por sus dimensiones. Hoy es un poco menor geográficamente, con la separación de los Mulos, pero sigue siendo muy grande y está más poblada.
Lo reseñado sé muy bien que no basta para conocer esta obra en su totalidad, pero en algún punto hay que cortar para que no sigamos contando cosas y presentando protagonistas hasta mañana.
Para terminar apelo al buen juicio de Ustedes que son testigos de lo que ha pasado en estos 25 años, que son más de 9 mil días Ustedes saben que esos días se han aprovechado muy bien, con entregas muy generosas de los religiosos y religiosas que han trabajado aquí. Es esa generosidad y ese amor los que han hecho posible la realidad de hoy, muy distinta, de la que recibimos Por eso no voy a hacer recuento de todos los escolapios y escolapias que han animado estas comunidades, incluyendo a los de hoy. Eso queda para otro momento, cuando hagamos historia de todo lo ocurrido.
Lo que no podemos silenciar es hacer referencia a lo que había el primer día, aquel 15 de agosto de 1984, y lo que tenemos hoy.
Al empezar teníamos sólo esta parroquia, de Cristo Rey, y hoy contamos con tres parroquias más: San Eduardo, Nuestra Señora de la Paz y San José de Calasanz. Sólo teníamos la Capilla de San Pedro y hoy se suman también las de Cucama, Cumayasa, María Trinidad Sánchez y Villarreal. Un crecimiento totalmente necesario para poder atender a una geografía tan extensa.
Empezamos con una escuela, San Pedro, diurna y nocturna con alumnos de Primaria, Intermedia y Secundaria, pero en aquel momento no era demasiada preocupación para los religiosos y religiosas Hoy la realidad es totalmente otra: Escolapios y Escolapias trabajan en las Escuelas de San Pedro, San Eduardo, en turnos diurno y nocturno, con primaria, secundaria y formación profesional todas son gestionadas por los Padres, en colaboración de las Escolapias y con el buen hacer de sus profesores. Hay que destacar también la escuela de las MM. Escolapias, aquí mismo en Cristo Rey.
A esos centros de enseñanza formal se han de añadir los Centros de Educación no formal, constituyendo el grupo “Calasanz nos une”, con salas de tarea y bibliotecas populares, ubicadas en los centros de los mismos campos.
Queremos añadir que las religiosas, como una real proyección de esta obra, tienen en la capital dos escuelas en un medio totalmente carente de todo.
Toda esta enumeración supone muchas dosis de generosidad, pero sobre todo mucha bendición de Dios y dentro de esas bendiciones es especialmente grato recordar los frutos vocacionales que nos ha regalado el Señor. Le damos las gracias por la elección que El ha hecho de seis escolapias romanenses: Belkis - Briseida – Daysi – Luz Elenia – Santa Inés - Trinidad las cuales han estado siempre bien acompañadas por las religiosas venidas de España hoy las MM. Dolores y María Teresa. Y aunque no sea de aquí, hemos de nombrar con justicia a Martina que sí ha trabajado y trabaja aquí.
Y los escolapios contamos, y agradecemos a Dios, al joven sacerdote, nuestro hermano, Adrián Guerrero, cuya vocación nació en la parroquia de San Eduardo. Y no podemos olvidar que la misma vocación escolapia del P. Héctor Sánchez tiene, también, mucho que ver con esta comunidad.
Por último, no podemos silenciar el atractivo que esta obra escolapia ha tenido en nuestra Provincia de Valencia, a la hora de provocar a muchos jóvenes para venir, no como turistas, sino como voluntarios y voluntarias con el propósito de brindar servicios generosos y muy útiles a favor de nuestra comunidad. En estos momentos tenemos entre nosotros una muy valiosa representación. Por favor, pónganse de pie.
Y aquí pongo punto y seguido a estas pinceladas de Historia, que habré de continuar.
Hagamos, para terminar, una reflexión, aunque sea breve, de la Palabra que nos ha regalado el Señor en la Solemnidad de nuestra Madre, Santa Paula.
Revisemos desde las lecturas lo que fue su vida y el ejemplo que supone para nosotros, sus hijas y sus admiradores:
1ª lectura:
Nos habla de la vocación de Abraham y su respuesta. Eso mismo fue la vocación de Paula y es la vocación de los misioneros y misioneras que han trabajado acá Deja tu tierra y la casa paterna y ve donde yo te diré y allí predica y anuncia el Evangelio Esa ha sido la única fuerza que ha puesto en marcha a todos los protagonistas de esta Obra y tiene que seguir impulsando nuestros afanes por el Reino de Dios.
2ª lectura:
Pablo sólo tiene ojos para las cosas de arriba. Y Paula, siguiendo su ejemplo, podía decir también que lo importante para ella eran las cosas de arriba, los intereses del Reino y lo mismo ha sido para nuestros hermanos y hermanas que han integrado estas comunidades no han venido a hacer otro negocio que el de ganar almas para el Señor.
Evangelio:
Jesús nos dice: el que acoge a un niño como éste a Mí me acoge Esa es la preocupación de nuestra Madre, su total entrega, el núcleo de su vida y la preocupación de los escolapios de La Romana Dentro de su trabajo los niños y las niñas creo que no se pueden contar. Gracias a Dios, en ese empeño, la generosidad ha sido siempre abundante y nunca ha rehuido esfuerzo para captar los más posibles y de la mejor manera que se pudiera hacer
Hermanos, demos gracias a Dios
por Santa Paula
por los escolapios y escolapias
por todos ustedes
Que nuestra vida sea del Señor cada día más
Etiquetas: Calasanz, Dominicana, Fundación, Historia
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