Obra escolapia de león de nicaragua, una misión compartida
Léster Sánchez, escolapio
ALBADA, XII.08
Desde la reflexión que ha venido realizando nuestra Orden Escolapia sobre la tarea complementaria que estamos llamados a realizar los escolapios, religiosos y laicos, se ha resaltado la expresión Misión Compartida, para significar la unidad de ambas vocaciones en un mismo y único proyecto común. En distintas demarcaciones se ha venido realizando experiencias para enriquecer y fortalecer nuestra identidad escolapia en la doble dimensión religiosa y laical. Nuestra Demarcación y concretamente nuestra Comunidad de León ha visto una oportunidad especial y destacada que va consolidándose con el desprendimiento y la generosidad de muchas personas de buena voluntad para el beneficio de toda una gran obra con carácter popular y eminentemente educativo. La obra escolapia de León de Nicaragua se desdobla fundamentalmente en dos vertientes complementarias y muy entrelazadas física y organizativamente: el Colegio Calasanz y el Centro Cultural Calasanz.
Son como las dos caras de la misma moneda. La primera obra, eminentemente de educación formal, como centro que desde hace casi 60 años ofrece un servicio educativo a la Ciudad de León y sobre todo a la zona del barrio indígena de Subtiaba. Con un claustro de maestros muy identificado con la obra calasancia, algunos con varias décadas de servicio a la educación en las Escuelas Pías, presenta un ambiente sereno y cercano para el trabajo conjunto del “evangelizar educando” y “educar evangelizando”. Por otra parte, el Centro Cultural Calasanz presenta una oferta de educación no formal, que desde hace varios años viene a desempeñar un papel esencial en el desarrollo y promoción de niños y niñas sobre todo de las escuelas cercanas con muchas necesidades de todo tipo. Una ludoteca, actividades de refuerzo y repaso escolar, tareas, actividades complementarias (teatro, danza, deporte, etc.) y, por supuesto, actividades pastorales (oratorio de niños, catequesis, etc.) forman el complemento que cada tarde (de lunes a viernes) ofrece el centro con la valiosa colaboración de jóvenes voluntarios, alumnos y exalumnos del Colegio Calasanz, quienes, a pesar de sus cortos años (entre 15 y 17 años aproximadamente), demuestran una gran valía y espíritu de servicio.
Dentro del ámbito del Centro Cultural, en las mismas antiguas instalaciones de lo que en su momento fue el MILT (Instituto Agronómico Manuel Ignacio lacayo Terán), está el nuevo Centro Juvenil, que quiere ser también una proyección y ayuda para los jóvenes del entorno. Un Salón pastoral donde se reúne la Comunidad Juvenil Calasancia, grupo de alumnos y exalumnos del Colegio Calasanz que quieren continuar un itinerario de fe y vida al estilo calasancio, así como una sala de proyecciones para temas formativos académicos y pastorales, una sala de cómputos, un oratorio y una sala lúdica, forman todo el conjunto que quiere ser un espacio de desarrollo integral y promoción juvenil.
Toda esta amalgama pastoral escolapia hace de la obra de León un ámbito completo para ejercer un ministerio que en nuestra sociedad, y especialmente en la nicaragüense, sigue siendo tan útil y necesario. Actualmente la Comunidad Escolapia está conformada por tres religiosos, tres sacerdotes (los PP. Ricardo Sierra y Léster Sánchez) y un hermano (Adam Altamirano); y un voluntario laico de larga duración (Miguel Angel Acebal). Así también nuestra comunidad desde hace varios años, ha acogido a jóvenes postulantes como una primera experiencia de acogida en el camino de discernimiento de la vocación escolapia. La misma sencillez y frescura carismática, así como la cercanía de esta obra brinda una buena oportunidad para que jóvenes que se asoman a nuestra vida religiosa escolapia, puedan vibrar con nuestro carisma y puedan irse imbuyendo de los elementos de nuestra vida comunitaria.
Actualmente dos jóvenes (César Pérez y Pablo López) se encuentran viviendo la experiencia del Postulantado como inicio en el camino de la formación escolapia.
Durante los tiempos del verano europeo (julio-agosto) también hemos contado con la valiosa ayuda de los voluntarios de corta duración. Desde hace tres años, cuatro voluntarios se han alojado en la comunidad durante un mes en el verano, para apoyar e impulsar aspectos muy concretos de la obra que luego seguirán en un proceso de continuidad a lo largo del año con los demás miembros de la comunidad y la colaboración de los jóvenes voluntarios que van formándose y creciendo en identidad y compromiso.
Aunque hasta este momento los voluntarios de corta y de larga duración se han alojado en la comunidad por cercanía y practicidad, se está habilitando la Casa Betania dentro de lo que fueron algunas aulas del antiguo MILT. Una casa con capacidad para acoger voluntarios de corta y hasta de larga duración permitirá la suficiente cercanía para integrarse a la obra pero al mismo tiempo la independencia necesaria que requiere tanto la comunidad religiosa como los laicos en su experiencia de servicio escolapio.
Como se puede ver la combinación es bastante variada en esta obra y comunidad, lo cual le da una gran vitalidad y dinamismo, pero al mismo tiempo supone un gran reto por armonizar un proyecto educativo, religioso, laical-misionero, y de pastoral vocacional y formación.
Alguien ha dicho, que así como en un jardín crecen todas las hortalizas y las plantas ornamentales y flores de distinto tipo juntas, enriqueciéndose mutuamente, así pasa con las diferentes voca-ciones y elementos de la misión; crecen juntos y se enriquecen juntos. Es así como en nuestra convivencia escolapia, religiosos, laicos, formandos se da toda una amalgama de perspectivas y proyectos de vida que lejos de contraponerse u obstaculizarse se enriquecen enormemente de forma mutua.
Ojalá cada vez más nuestras comunidades escolapias con todas sus variantes y peculiaridades se abran a experiencias de este tipo, para enriquecer nuestra vivencia carismática y nuestro testimonio religioso.
Finalmente, nos queda desde aquí agradecer a todas las personas que siguen con interés y solidaridad desde la Viceprovincia, la Provincia y más allá de la Orden el desarrollo de la Escuela Pía en Nicaragua y concretamente en León. Sin el esfuerzo de tantos no fuera posible que la obra de Calasanz se pudiera realizar con la gran dignidad y riqueza con la que, a mi parecer, se está llevando en la actualidad, tratando de continuar este legado que Calasanz y, por supuesto, nuestros queridos padres y hermanos escolapios, en un gran número, nos han legado con tanto esfuerzo de su parte, y que ahora nosotros, como nueva generación debemos cuidar y hacer crecer para la mayor gloria de Dios y la utilidad del prójimo como lo quería nuestro Santo Padre Calasanz.
ALBADA, XII.08
Desde la reflexión que ha venido realizando nuestra Orden Escolapia sobre la tarea complementaria que estamos llamados a realizar los escolapios, religiosos y laicos, se ha resaltado la expresión Misión Compartida, para significar la unidad de ambas vocaciones en un mismo y único proyecto común. En distintas demarcaciones se ha venido realizando experiencias para enriquecer y fortalecer nuestra identidad escolapia en la doble dimensión religiosa y laical. Nuestra Demarcación y concretamente nuestra Comunidad de León ha visto una oportunidad especial y destacada que va consolidándose con el desprendimiento y la generosidad de muchas personas de buena voluntad para el beneficio de toda una gran obra con carácter popular y eminentemente educativo. La obra escolapia de León de Nicaragua se desdobla fundamentalmente en dos vertientes complementarias y muy entrelazadas física y organizativamente: el Colegio Calasanz y el Centro Cultural Calasanz.
Son como las dos caras de la misma moneda. La primera obra, eminentemente de educación formal, como centro que desde hace casi 60 años ofrece un servicio educativo a la Ciudad de León y sobre todo a la zona del barrio indígena de Subtiaba. Con un claustro de maestros muy identificado con la obra calasancia, algunos con varias décadas de servicio a la educación en las Escuelas Pías, presenta un ambiente sereno y cercano para el trabajo conjunto del “evangelizar educando” y “educar evangelizando”. Por otra parte, el Centro Cultural Calasanz presenta una oferta de educación no formal, que desde hace varios años viene a desempeñar un papel esencial en el desarrollo y promoción de niños y niñas sobre todo de las escuelas cercanas con muchas necesidades de todo tipo. Una ludoteca, actividades de refuerzo y repaso escolar, tareas, actividades complementarias (teatro, danza, deporte, etc.) y, por supuesto, actividades pastorales (oratorio de niños, catequesis, etc.) forman el complemento que cada tarde (de lunes a viernes) ofrece el centro con la valiosa colaboración de jóvenes voluntarios, alumnos y exalumnos del Colegio Calasanz, quienes, a pesar de sus cortos años (entre 15 y 17 años aproximadamente), demuestran una gran valía y espíritu de servicio.
Dentro del ámbito del Centro Cultural, en las mismas antiguas instalaciones de lo que en su momento fue el MILT (Instituto Agronómico Manuel Ignacio lacayo Terán), está el nuevo Centro Juvenil, que quiere ser también una proyección y ayuda para los jóvenes del entorno. Un Salón pastoral donde se reúne la Comunidad Juvenil Calasancia, grupo de alumnos y exalumnos del Colegio Calasanz que quieren continuar un itinerario de fe y vida al estilo calasancio, así como una sala de proyecciones para temas formativos académicos y pastorales, una sala de cómputos, un oratorio y una sala lúdica, forman todo el conjunto que quiere ser un espacio de desarrollo integral y promoción juvenil.
Toda esta amalgama pastoral escolapia hace de la obra de León un ámbito completo para ejercer un ministerio que en nuestra sociedad, y especialmente en la nicaragüense, sigue siendo tan útil y necesario. Actualmente la Comunidad Escolapia está conformada por tres religiosos, tres sacerdotes (los PP. Ricardo Sierra y Léster Sánchez) y un hermano (Adam Altamirano); y un voluntario laico de larga duración (Miguel Angel Acebal). Así también nuestra comunidad desde hace varios años, ha acogido a jóvenes postulantes como una primera experiencia de acogida en el camino de discernimiento de la vocación escolapia. La misma sencillez y frescura carismática, así como la cercanía de esta obra brinda una buena oportunidad para que jóvenes que se asoman a nuestra vida religiosa escolapia, puedan vibrar con nuestro carisma y puedan irse imbuyendo de los elementos de nuestra vida comunitaria.
Actualmente dos jóvenes (César Pérez y Pablo López) se encuentran viviendo la experiencia del Postulantado como inicio en el camino de la formación escolapia.
Durante los tiempos del verano europeo (julio-agosto) también hemos contado con la valiosa ayuda de los voluntarios de corta duración. Desde hace tres años, cuatro voluntarios se han alojado en la comunidad durante un mes en el verano, para apoyar e impulsar aspectos muy concretos de la obra que luego seguirán en un proceso de continuidad a lo largo del año con los demás miembros de la comunidad y la colaboración de los jóvenes voluntarios que van formándose y creciendo en identidad y compromiso.
Aunque hasta este momento los voluntarios de corta y de larga duración se han alojado en la comunidad por cercanía y practicidad, se está habilitando la Casa Betania dentro de lo que fueron algunas aulas del antiguo MILT. Una casa con capacidad para acoger voluntarios de corta y hasta de larga duración permitirá la suficiente cercanía para integrarse a la obra pero al mismo tiempo la independencia necesaria que requiere tanto la comunidad religiosa como los laicos en su experiencia de servicio escolapio.
Como se puede ver la combinación es bastante variada en esta obra y comunidad, lo cual le da una gran vitalidad y dinamismo, pero al mismo tiempo supone un gran reto por armonizar un proyecto educativo, religioso, laical-misionero, y de pastoral vocacional y formación.
Alguien ha dicho, que así como en un jardín crecen todas las hortalizas y las plantas ornamentales y flores de distinto tipo juntas, enriqueciéndose mutuamente, así pasa con las diferentes voca-ciones y elementos de la misión; crecen juntos y se enriquecen juntos. Es así como en nuestra convivencia escolapia, religiosos, laicos, formandos se da toda una amalgama de perspectivas y proyectos de vida que lejos de contraponerse u obstaculizarse se enriquecen enormemente de forma mutua.
Ojalá cada vez más nuestras comunidades escolapias con todas sus variantes y peculiaridades se abran a experiencias de este tipo, para enriquecer nuestra vivencia carismática y nuestro testimonio religioso.
Finalmente, nos queda desde aquí agradecer a todas las personas que siguen con interés y solidaridad desde la Viceprovincia, la Provincia y más allá de la Orden el desarrollo de la Escuela Pía en Nicaragua y concretamente en León. Sin el esfuerzo de tantos no fuera posible que la obra de Calasanz se pudiera realizar con la gran dignidad y riqueza con la que, a mi parecer, se está llevando en la actualidad, tratando de continuar este legado que Calasanz y, por supuesto, nuestros queridos padres y hermanos escolapios, en un gran número, nos han legado con tanto esfuerzo de su parte, y que ahora nosotros, como nueva generación debemos cuidar y hacer crecer para la mayor gloria de Dios y la utilidad del prójimo como lo quería nuestro Santo Padre Calasanz.
Etiquetas: Escuela Pía, Misión, Nicaragua, Pastoral
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