A propósito del Jesús de Pagola.
Enero - 2008
En el número anterior de Iglesia en Valladolid se recomendaba la lectura del libro Je¬sús, Aproximación histórica de José A. Pagola, publicado por PPC (grupo SM), vendido en la “librerías religiosas” y presentado en Valladolid en la sala Borja. Todo un con¬junto de garantías, podríamos decir, para leer el libro e incluso regalárselo a alguien en estas fechas.
La obra tiene numerosos aspectos atractivos como el estilo directo, la redacción ágil y un lenguaje sugerente y actual. Encomiable es la motivación de fondo del autor de aproximarse a la figura de Jesús para conocerlo mejor y ayudar a otros a encontrase con Él. Nos ofrece el resultado de un ingente trabajo con multitud de datos, que indi¬can su gran conocimiento del ambiente cultural, económico y social de la época de Je¬sús. Aporta unos valiosos anexos y una extensísima bibliografía.
Y sin embargo al libro de José Antonio Pagola, se le pueden aplicar las palabras que emplea San Ireneo de Lyon: “dicen cosas semejantes a nosotros, pero piensan de forma diferente”, hablando de los que inducen al error con bellas palabras.
Como ya recoge el título, se trata de una aproximación histórica y para realizarla el autor establece una ruptura entre la investigación histórica y la fe. Se debe prescindir de la fe para reconstruir la figura histórica de Jesús, viene a decirnos el autor que ma-ni¬fiesta querer “escribir desde la Iglesia católica”. Así la superada distinción entre el Jesús histórico y el Cristo de la fe eclesial reaparece con fuerza en el Jesús de Pagola, aunque no emplee estas expresiones. La exégesis canónica (la fundada en la fijación del Canon de las Escrituras) le parece irrelevante, cuando no infundada en términos históricos. La autenticidad histórica viene garantizada por los métodos histórico-críti¬cos aplicados al modo de las corrientes exegéticas liberales que hacen de la duda y de la desconfianza respecto a los datos evangélicos condición necesaria para proceder con “rigor” en la investigación histórica.
A pesar del aviso que el propio autor hace de lo inapropiado de aplicar criterios mo-der¬nos para juzgar épocas pasadas, en mi opinión el Jesús de Pagola está lleno de pre-juicios modernos, sociales y eclesiales. Además, el subjetivismo propio de la Mo-der¬nidad que da más importancia a la interpretación que a la realidad interpretada y la dialéctica de los contrarios que, para mejor conocer separa y enfrenta, atraviesan toda la obra.
Veamos a continuación las tres expresiones centrales de esta extensa obra:
a) Reino.
Sin duda la llegada del Reino constituye el argumento central de la predica¬ción de Jesús. Pero la necesidad que el autor siente de evitar la reducción espiritua¬lista y evasiva, le hacer caer en una comprensión del Reino anunciado por Jesús redu¬cido a la dimensión social que indudablemente tiene y expresada en las catego¬rías cáli-das que el mundo de hoy tanto anhela: una sociedad saludable y ama¬ble. Queda en un segundo plano el fundamento que hace posible la transforma¬ción social, Dios viene para reinar en nuestros corazones, hacernos hijos suyos y liberarnos del pe-cado, del sufrimiento y de la muerte; no aparece tampoco el horizonte de plenitud del Reino anunciado por Jesucristo más allá de este mundo. Pero, sobre todo olvida Pagola, que el Reino se identifica con la persona de Cristo y que surge en nosotros por la conversión a Él como Señor y no sólo por ayudar a los necesitados, aunque la entrega solidaria de la vida es la expresión genuina de la con¬versión. No se trata de una dialéctica de oposición, o reina en los corazones o re¬ina en la historia, sino de integración. Distinguir para unir.
b) Compasión.
Es la categoría que hace visible el Reino. Dios es compasivo y misericor¬dioso. En nuestras traducciones de la Biblia aparecen indistintamente la pa¬labras misericordia y compasión, atribuidas a Dios y a los hombres, pero en reali¬dad los textos origina-les son más precisos, Dios y el hombre son compasivos, sólo Dios es misericordio-so. Misericordia es la forma del amor divino que reúne fideli¬dad de padre y ternura de madre y que es capaz de ofrecer y de convocar en un mismo acto de amor a la verdad - la justicia - el perdón. Sólo Dios ama así. Je¬sús ama así. Pagola prefiere hablar de Jesús como “poeta de la compasión” que como “misericordia entrañable del Padre”, es verdad que también habla de misericor¬dia pero entendida “compasi-vamente”. Esta opción le hace entrar en falsos dilemas:
- “Sed compasivos” frente a “ser santos”,
como si Jesús no hubiere dicho las dos cosas porque las dos son una en el co-ra¬zón misericordioso de Dios.
- Jesús compasivo preocupado del sufrimiento
frente a Juan el Bautista preocupado del pecado, olvidándose de la forma de curar de Jesús, de dentro hacia fuera: “tus pecados te son perdonados, leván¬tate y anda” y de la causa de todo sufrimiento que sólo la misericordia (ver¬dad-justicia-perdón) de Dios puede sanar.
- Jesús compasivo amigo de la vida
frente teología y liturgia, siempre abstractas y distantes, en coherencia con re¬ducir la misericordia divina a compasión humana a quien la verdad procla¬mada y celebrada le resulta incómoda y difícilmente compatible con un amor a nuestra medida.
- Jesús compasivo que perdona
acogiendo incondicional y gratuitamente frente a los sistemas religiosos de per¬dón-absolución. Claro que Dios goza perdonado y que Jesús ofrece el per¬dón a todos gratis e incondicionalmente, pero no le impone y le ofrece a la li¬bertad de cada hombre que ha de entrar en el diálogo y encuentro propios de la misericordia que se hace acontecimiento en el encuentro personal con el Cristo Redentor, lo que ahora es posible en los sacramentos de la Iglesia.
- Textos “seguros” de la Escritura,
los que abonan las propias tesis, frente a “textos inseguros” normalmente in-tro¬ducidos por la Iglesia jerárquica, ¡por supuesto! a quien sutilmente se in-tro¬duce en los dilemas en el lado que el lector se puede imaginar.
c) ¿Quién es Jesús?.
He aquí la cuestión central del libro. El Jesús de Pagola es profeta del Reino y de la compasión de Dios, es un “buscador de Dios” y “creyente fiel”. Dice Pagola que Jesús “en ningún momento manifestó pretensión alguna de ser Dios”. No aparece como Dios al encuentro del hombre, sino el hombre que busca a Dios, no reclama que crean en Él, sino en su modo de creer en Dios como Padre compasivo.
Realiza curaciones, que no milagros. Que sea Hijo de Dios es “afirmación confe-sio¬nal” sin base histórica. La eucaristía es sólo una simbólica cena de despe¬dida y la resurrección una experiencia de fe de los discípulos, real pero no histó¬rica.
El Jesús de Pagola tiene indudables atractivos; sus subrayados, aunque unilatera¬les y dialécticos, nos hacen caer en la cuenta de otras unilateralidades, pero al pre¬cio de pretender de manera sutil (nunca hay enfrentamiento directo) deslegiti¬mar la enseñanza de la Iglesia al no tener fundamento en Jesús y en la Historia. Por ello reclama que la Iglesia vuelva a Jesús, a su Jesús.
Luis J. Argüello
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