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miércoles, enero 30, 2008

OPINO QUE …

Manolo Nebot, escolapio
31 de Enero de 2008

Recientemente han llegado noticias sobre el alboroto en el ambiente teológico español producido por los Comentarios de Tarazona al libro sobre Jesús del P. José Antonio Pa¬gola y un coletazo de esta tor¬menta alcanza a este Tablón pues difunde sus comenta¬rios a la Palabra Domini¬cal, por eso opino que …

Opino no porque piense que mi opinión le importe a nadie. Ni porque tenga el atrevi¬miento de poner mi opinión junto a la de Schilebeck, Ratzinger, Renan, Harnack, Arriano, Nestorio; junto a los teólogos de Tarazona, ni de otros que mi ignorancia no me permite cono¬cer; ni tampoco junto a la de tantos buenos teólogos, obispos, cristia¬nos que a lo largo de la historia de la Iglesia han generado y animado la controversia arrianismo – ortodoxia – monofisismo.

Es una opinión que solo me interesa a mí pues, como ya se ha dicho y se ve, en este tablón viajan los comentarios del P. Pagola al evangelio domini¬cal y es mi persona la que debe tomar una decisión sobre estos envíos. Si la publico es a modo de ¨justificación editorial¨.

Vista la declaración del obispo de Tarazona, magisterio legítimo episcopal aunque sin mucha fuerza. Primero por no ser mi obispo. Después por ser solo una simple ¨declaración¨ sobre posibles peligros del Jesús del P. Pagola, declaración que se puede aplicar a cualquiera que hable de Jesús; Acaso no se dice que cualquier predicador es en el fondo un hereje; tercero, por dejar parte del peso de la prueba a los subalternos, a los Teólogos de Tarazona, siguiendo la clásica táctica de ¨lo han dicho ellos, yo no¨.

Vista también la advertencia de estos teólogos que la verdadera peligrosidad del P. Pa¬gola – quién lo iba a pensar. ¡tan buenito como se ve! - está en la gran cantidad de ‘páginas de internet’ que difunden sus escritos. No deja uno de sentirse aludido, no porque crea que los teólogos de Tarazona sepan de este flujo de electrones, sino por ser esta, evidentemente, una de esas páginas web que difunde sus escritos.

Vista también la amabilidad de los que me han escrito sobre este tema y su más grande amabilidad de no presionar para que los envíe o no, solo informándome del alboroto. Esta delicadeza no me permite dar la callada por respuesta.

Visto que uno no desea perjudicar a nadie, ni mucho mennos, colaborar en la destruc¬ción de la Iglesia. Solo hacer bien.

Visto también que no interviene la obediencia por lo que aun es un problema que debo resolver personalmente, me he puesto a cocinar el siguiente caldo de cabeza previo a la decisión que, visto el envío, se habrán dado cuenta cual es.

De entrada tengo que decir que no he podido leer el ‘Jesús’ del P. Pagola, no he podido conseguirlo. Por esto, de entrada, pueden decirme ‘por qué no te callas’. Pero con todo respeto no puedo hacer caso a Su Majestad porque con lo que he leído me he dado cuenta que no se trata de un pro¬blema de contenidos sino de método. Igual, para cen-trar la idea, que con la teología de la liberación, cuyo pro¬blema es fundamental¬mente ‘su método’. Y realmente así debe ser pues según la corrección del método, así será la verdad de las afirmaciones que se obtengan por ese método. Y, además, son verdades que se imponen sin dar lugar a opinión en contra. Quizá por eso es tan cues¬tionado el método de la teología de la liberación. Ya Sherlock Holmes – siempre es bueno hacer un refrescante caldo ligero - lo explica con mucha claridad al Dr. Watson en el libro Estudio en escarlata ¨Mire, querido Watson, después de eliminar todas las explica¬ciones probables, la que queda, por absurda que sea, esa es la solución¨.

Un ejemplo - Perdonen. Es vicio de maestros los ejemplitos. Más ligeros el caldo -. En Managua o cualquier otro lugar, le dicen al mensajero del colegio, ‘por favor, lleve esta carta a Dña Tal, mamá del alumno Cual que vive del Arbolito una cuadra al lago y me¬dia al norte. El mensajero, que no los conoce, entrega sin dudar la carta a Dña Tal, mamá del alumno Cual. Solo una condición que el camino indicado sea el correcto (mé¬todo) y sea correctamente seguido.

Por eso el problema de la verdad ´científica’ es un problema de método. – Un pizquita de Descartes nunca cae mal en cualquier caldo -.

Como el problema gira en torno al Cristo histórico; investigar la verdad de las afirmacio¬nes que se estructuran en el cuerpo de doctrina que llamamos ‘Cristo histó¬rico´ es lo mismo que preguntarse si hay un método llamado ‘historicidad de Cristo’ y si so¬mos capaces de determinar la calidad de dicho método. Si sí, podemos seguir ade¬lante; si no, mejor dejarlo pues solo será perder tiempo y papel.

Preguntarse sobre el Cristo histórico es preguntarse qué documentos críticamente acep¬tables tenemos. Externos al cristianismo muy pocos, y que resistan la más ele-men¬tal crítica ninguno. Que Flavio Josefo dijo de Jesús ‘esto’. Pues ‘esto’ no resiste una mínima crítica, sin necesidad de acudir a la falsificación de esa cita. Que había un grupo llamado ‘cristianos’ por seguir a un tal Crestos. También había otro de ‘bacan¬tes’ seguidores de un tal Baco y no por eso Baco existió, al menos con existencia em-pí¬rica.

Solo quedan, como documentos a través de los cuales conocemos a Cristo, los evan¬gelios. ¿Son documentos históricos?. Disculpen la pregunta. Se que huele a moho. Es-tá sacada del baúl de los recuerdos. Este es uno de los defectos de una cierta ma¬nera de hacer teología; volver siempre a lo mismo y de la misma forma.

Aunque se presentan como biografía de Jesús no se pueden considerar como docu-men¬tos históricos. Perdonen tanta obviedad y pedantería, es para seguir el hilo. Para no can¬sar el cuento basta con ver los relatos del acontecimiento fundamental para la vida cristiana como es la resurrección de Jesús. En una primera lectura sin nece¬sidad de profundizar mucho, se ve por sus evidentes contradicciones que esos documentos son histó¬ricamente falsos y si son los que nos hablan de la resurrección, se debe con-cluir que ésta es históricamente falsa, es decir, inaccesible a cualquier mé¬todo científi-co, sea el que sea.

Como evidentemente ni soy, ni somos los únicos inteligentes que leemos estos relatos dándonos cuenta de estas contradicciones, que por otra parte no se percibe el más mínimo esfuerzo por disimularlas. Como documentos falsos son muy malas falsifica-cio¬nes. Los que los elaboraron y pusieron juntos, tan inteligentes como noso¬tros, no mostraron ninguna inquietud ante estas contradicciones y aún así los presenta¬ron co-mo documentos verdaderos y necesarísimos para la felicidad de la humanidad. Enton-ces, ¿A qué verdad se referirán?. ¿De qué están hablando?. ¿Quién es ese Jesús del que hablan?. ¿Es un hombre, es Dios, es Superman, es mitad y mi¬tad, … o tres cuar-tos de uno? ¿Es a modo de un recipiente de perfume de suave aroma, Dios? ¿Es al-guien que sus segui¬dores divinizaron?.

Son las preguntas que los cristianos, lo seguidores de un tal Cresto, se han hecho, si¬guen haciéndose y siguen sin encontrar respuesta; quizá porque no exista. Y, mucho peor, sin encontrarse entre ellos.

Pareciera que los teólogos y su método son incapaces de resolver este problema. Al menos en dos mil años no han sido capaces de hacerlo y aparecen siempre liados en sus propios mecates.

Quizá es hora de escuchar a los que saben más que uno. Teilhard de Chardin - Qué mejor ingrediente para seguir con el caldo -, me pa¬rece recordar que en su libro El fenómeno humano, si no, a lo mejor, en éste otro, El medio divino, nos dice que la cien¬cia no avanza por acumulación de datos - en este caso con citas y más citas hasta ahogar al contrario -, sino con un cambio de punto de vista. Desde un perspectiva nueva.

Quizá sea hora de ver el problema desde una nueva - ¿nueva? - perspectiva que per¬mita ver un nuevo camino (odo) más recto (método) para resolver el problema.

Volvamos a los evangelios que son los documentos que en definitiva nos hablan explí-ci¬tamente de Jesús, centro del problema, por lo que el cambio del punto de vista debe empezar por el mismo Jesús.

Este Jesús del que nos hablan estos escritos, ¿Quién es?. ¿Hom¬bre?, ¿Dios?, ¿las dos co¬sas a la vez o sucesivamente?. ¿Nada de lo anterior?. ¿Nada de nada?. ¿Algo pero incognoscible?.

Siempre un buen menú debe ofrecer una buena ensalada hecha a base de ingredien¬tes – unos pocos, que nos son todos – que abarquen todas esas preguntas como, por ejemplo, puede ser la controversia nominalista entorno a si las palabras solo son eti-que¬tas o si responden a una realidad; como también el noumeno, esa realidad – hierba amarga - que aún si existiera no podríamos conocerla como nos dice Kant; o la proyección en un utopía de la subjetividad humana que explica Feurbach; o creación del proletariado para consolarse del sufrimiento de su vida, así opina Marx; o peor, imposición por parte de los sistemas de seguridad de los poderosos para castrar la rebel¬día de los oprimidos como proclama Lenín.

Aunque no son preguntas muy originales ayudan a centrar el problema, ¿El Jesús del evangelio hace referencia a una realidad, sea la que sea, o a la subjetividad de los au-to¬res, sean los que sean, de los evangelios?.

Una cosa esta clara. Nuestra realidad que llamamos ilusamente como objetiva y que nos esforzamos para que sea lo más objetiva posible, no es tal, ni puede ser tal, pues esa ´nuestra realidad objetiva’ es, en primera instancia, el espectáculo que nos pre¬senta ese autor teatral – debiera recibir el premio Nobel de literatura - que llamamos ‘nuestra mente’, que lo elabora no solo con datos supuestamente objetivos, si objeti¬vos son nuestros sentidos – de nuevo una pizquita de sabor cartesiano -, sino, tam¬bién, con datos de nuestra historia, de nuestro inconsciente, de nuestra forma de ser, estar y existir. La realidad en que nos encontramos sumergidos es en primera, instan¬cia una elaboración de nuestra mente. Y ‘nuestra realidad objetiva’ es lo que nuestra mente nos presenta como asimilado, como excusa, como justificación. Nuestra reali¬dad no es más que un testimonio de nuestra autocomprensión. Y en segunda instancia … ¿Hay segunda instancia?.

El Jesús protagonista de los evangelios es en primer lugar subjetividad, vivencia de personas y de grupos. Al escribir la historia de Jesús están escribiendo la comprensión de su propia historia. ¿Hay segundo lugar?. En esta autocomprensión aparece un dato incuestionable, la referencia a una realidad trascendente, por tanto, objetiva – aparece frente al sujeto y que no es el sujeto – pero por su misma trascendencia inaccesible a cualquier análisis documental que solo pueden decirnos que estos dicen ‘esto’, y dicen que ‘esto’ es ‘así’.

¿Existirá, pues, algún método que permita un acercamiento a la realidad, que somos nosotros, que soy yo.? Si existiera la posibilidad ¿podríamos concretarlo?.

Este método existe y es el método de la física – Principio de la comida china, integrar sabores contrarios, integrar positivismo con divinidad -. Desde luego no se trata de expresar esta realidad con ecuaciones matemáticas sino de hacer uso de las intuicio¬nes, las perspectivas que nacen de la mente y del método de la física, que preparan mejor para enfrentarse al problema teórico del Jesús de los evangelio que – principio de la comida china -, aunque parezca locura, que el del profesio¬nal de la teología.

La mente del físico está acostumbrada a enfrentarse con el misterio, la realidad que es desconocida en sí – de nuevo una pizquita de Kant da sabor al caldo - , y, humilde, solo trabaja con lo que él llama fenó¬meno. Lo que se llama realidad sabe que solo la intuye, como máximo, a través de una experiencia vital. A través de su experien¬cia el fí¬sico sabe que escupir al cielo es escupirse a sí mismo, pues sabe que todo lo que sube, baja. Como humanidad en Hiroshima y Nagasaki conoce algo que se ha venido en llamar energía atómica. Solo sospecha de realidades cuando su expe¬riencia perso¬nal se lo sugiere.

El físico sabe que la realidad es inalcanzable, inmanipulable pues al tratar de hacerlo esta se deshace entre las manos. Tratar de verla es aniquilarla.

Sólo en el bachillerato profesores y alumnos de física están seguros de los datos de la física. ¿Cuál es la velocidad de un carro, o un móvil, que con tales condiciones va de aquí a allá?. Hay que contestar con toda seguridad ¨tanto¨, ni más ni menos, y sin la menor duda a riesgo de aplazar el año. Pero en verdad es una mala respuesta; La co¬rrecta es ‘más o menos tanto´, ‘quizá tanto’.

Normalmente los físicos de bachillerato se olvidan de la teoría de errores. Al principio del curso se hace una referencia. Se habla del error absoluto y relativo, se resuelven algunos problemas, se hace una prueba corta, y de ahí en adelante la física se disfraza de seguridad.

Esto es posible hacerlo en el universo resumido que se presenta en el bachillerato. Un mundo en el que el ‘más o menos’ no importa; pero desde otras perspectiva, cuando el mundo no se resume y se trata de ver en su total complejidad, entonces el olvidado error estalla en la cara del físico y obliga a cambiar el lenguaje de la física; éste se vuelve más humilde y empieza a decir ‘no se’ solo que disimula y habla de ‘azar’, de ‘princi¬pio de indeterminación’, de ‘números mágicos’ de ‘ondas de probabilidad’. Es decir ‘puede que sí, puede que no’, ‘a lo mejor’ pero en fino. Es la expre¬sión moderna de la ¨Docta Ignorancia¨ de Nicolás de Cusa – un poco de especias cusanas siempre es bueno para digerir un caldo -.

El físico a pesar que sabe que su realidad no aguanta una mirada; ni buena, ni mala. Sabiendo que solo el intento de mirarla la desaparece, el físico no desespera, no bota la tiza y lo deja estar todo como imposible, sino que se esfuerza en asimilarla, en com¬prender, en conseguir una docta ignorancia.

Otra ventaja del método de la física es su sistema de evaluación. Cuentan de un inge¬niero romano – una anécdota siempre de ligereza al caldo - que a unos que le mostra¬ron su extrañeza por no saber demostrar el teorema de Pitágoras les contestó que él no necesitaba saberlo, que ya lo había demostrado Pitágoras, y él se fiaba de Pitágo¬ras. Que a él le bastaba comprobar que al aplicarlo ‘le salían bien las cosas’. Este ‘salir bien’ es la norma suprema de verdad para el método físico, cosa que no puede decir lo mismo el método teológico. La historia prueba que a la teología ‘no le salen bien las cosas’. Que no resuelve los problemas, quizá porque son insolubles. La teología llega a soluciones tipo noria, un continuo volver a lo mismo, Arrianismo, monofisismo, etc, etc,… y vuelta a empezar. Después de ¿1500 años? le cuelgan al P. Pagola el sanbenito – Dios quiera que solo sea expresión popular y no un revivir formas pasadas de hacer Iglesia - de arriano. Esto a la física no le ocurre porque está acostumbrada a resolver problemas por lo que el pasado es pasado y nunca regresa.

Aunque este ´salir bien´ hay que tomarlo con pinzas. En el caso de la bomba atómica ‘salió bien’ para el ejercito estadounidense, ‘salio sumamente mal’ para los inocentes y pacíficos habitantes de Hiroshima y Nagasaki. Pero sí es posible que ‘salga bien’ para la humanidad entera dentro de un tiempo.

El físico sabe que no sabe, que no puede saber. Sabe que a pesar de no saber, algo sabe – por ejemplo el n° ∞ -; pues al menos sabe lo suficiente para darse cuenta que no sabe, por lo que hay un punto de contacto de su saber con algo - ¿la realidad? - que le permite darse cuenta que la ignora, este punto de contacto es lo que llama fe-nó¬meno. – Agítese enérgicamente el caldo para que no se corte - Vitalmente tiene una experiencia de esa realidad, que no puede conocer, pero que imprime en él una como huella, el fenómeno. Y la huella sí la conoce pues es él mismo. Y sistematiza ese cono-cimiento en un ‘sistema de referencia´ que constituye un uni¬verso – que no es el que se ve al levantar la cabeza en una noche estrellada – definido por ‘grados de liber¬tad’ – que no es la libertad moral, sino las posibilidades distintas e independientes (de ahí la libertad) de aparecer el fenómeno. Así un universo con dos grados de libertad es un universo de dos dimensio¬nes, un universo de ‘n’ dimensiones tiene ‘n’ posibilidades de aparecer.

Permaneciendo a nivel de bachillerato elemental considero un universo de dos dimensio¬nes, dos posibilidades de aparecer el fenómeno. Llamadas ‘ejes de coordena¬das’, ‘eje X’ y ‘eje Y’, ´abcisas y ordenadas’ que según como sea el fenómeno serán espaciales, espa¬cio – temporales, número de personas – edad. Lo que sea. En el caso de Jesús podría ser ‘lo humano’ y ‘lo divino’. El modo concreto en que el fenómeno está en cada grado de libertad posible se llaman ‘componentes’; pero componentes del fenómeno, no de la realidad, por lo que el físico sabe que a pesar de llamarse ‘com¬ponentes’ no componen nada, no son ele¬mentos analíticos de una realidad, solo es el reflejo, la proyección del fenómeno sobre cada uno de los ejes, grados de liber¬tad, modos concretos de estar.

Como son grados de libertad – totalmente independientes - ambos ejes se llaman, ma¬temáticamente, ortogonales – en la pizarra se dibuja como dos rectas - eje X, eje Y - que se cortan formando un ángulo recto -, es decir que su proyección mutua es nula; es decir, son conjuntos disjuntos, su intersección es el conjunto vacío.

Y esto que sabe el físico, el teólogo lo ignora. El físico sabe que las componentes no son la realidad. Que la realidad no es la síntesis de los dos componentes, ni está en su punto de encuentro pues no se encuentran ya que son radical¬mente distintas entre sí y con la realidad; su punto de encuentro es el cero, su conjunto intersección es el con¬junto vacío.

Dicho de otra forma, el conjunto formado por todas las proposiciones sobre ¨Cristo histórico¨ y el formado por las proposiciones sobre ¨Cristo Dios¨ son disjuntos entre sí. Este es el grave error básico del viejo método teológico; no darse cuente que el eje X y el Y son ortogonales, que su proyección mutua es nula, su intersección es el con¬junto vacío.

En nuestro caso los ejes son ‘lo humano’ y ‘lo divino’ y el físico sabe que ni lo humano, ni lo divino son los componentes de la realidad Jesús, que éste es otra cosa que no cono¬cemos pero que se refleja en nuestra experiencia, fenómeno, que a su vez se proyecta, en dos grados de libertad, ‘humano’ y ‘divino’ y que ambos contenidos son totalmente disjuntos, por lo que no es posible alcanzar una síntesis a este nivel.

La forma de encontrar a Jesús no es conciliar lo humano con lo divino, sino tomar la intuición ‘humana’ o la ´divina’ – según la psicología, forma de ser y estar de cada uno - para ir al encuentro de Jesús.

Quizá lo aclare mejor un ejemplo – manías de maestro -. Cuando el profesor, el físico, quiere introducir a los alumnos de bachillerato en los misterios de cierta física toma como ejemplo a la luz y dice ‘es al mismo tiempo onda y partícula’ que desde luego entra en conflicto con el principio lógico de no contradicción que el profesor siguiente, el filósofo, les va enseñar junto a los otros principios de la lógica, que luego se los va a preguntar en un examen, y que el buen alumno debe repetir ‘… y el de no contradic¬ción´. Pareciera que es una buena forma de introducir mediante shock al estudiante en las rarezas de cierta física. Salvo un pequeño detalle, la luz NO ‘es al mismo tiempo onda y corpúsculo’. Los físicos desde hace tiempo presentan la luz con un chascarrillo, que luego se ha hecho universal. Dicen, ¨la luz NO es NI onda, NI partícula, sino todo lo contrario¨.

Cambiando lo que haya que cambiar se puede decir, aplicando el mismo chascarrillo, que ¨Jesús no es ni humano, ni divino sino todo lo contrario¨.

La naturaleza ondulante, la naturaleza corpuscular, como lo humano y lo divino son conceptos del fenómeno, no de la realidad, que no sabemos cómo es y quizá nunca lleguemos a conocerla.

Lo humano y lo divino, como partícula y onda, son las huellas, intuiciones, que la reali¬dad - Jesús, la luz – deja al pasar por nuestra experiencia.

Solo con esa intuición como puerta podemos entrar en el camino que quizá nos con¬duce a la realidad, si es que existe. Con una gran diferencia, al ser la luz una realidad inerte es probable que nunca la encontremos; en cambio Jesús que está vivo se hace el encontradizo de aquellos que entrando por la puerta de lo humano, o de lo divino – según la psicología de cada uno – lo buscan con sinceridad.

El viejo método teológico, que ignora esto, quiere con muy buena voluntad conciliar, pero este pretendido concilio no puede ser otro que el diálogo de los tres monitos, el que no quiere ver, el que no quiere oír, el que no quiere hablar. Y no hay concilio. Co-mo esta es materia que dice relación con el absoluto, se absolutiza esta incompren¬sión y mutuamente se descali¬fican. Y como lo divino dice relación con la salvación, el contrario que ha sido primeramente descalificado es visto también como obstáculo de esta salvación por lo que no solo se descalifica, sino que se elimina, ya que el mal debe ser arrancado de raíz; como prueba la historia de la Iglesia en las controver¬sias cristológicas. El santo nombre del buen Chus excusa para la descalificación, destie¬rro, asesinato y quizá genocidio. Encima, pensando con esto hacer algo grato a los ojos del buen Chus.

Como el viejo método teológico es de tipo ‘noria’, nada se supera, todo vuelve y se revuelve. Re¬gresa la misma controversia cristológica de siempre, aun con los mismos nombres, con la misma descalificación. No conozco al P. Pagola pero eriza todititos los pelos que uno tiene, la imagen con que concluyen los Teologos de Tarazona su tra¬bajo; como la de un viejo demoniaco – moderno Mefistófeles (hacían falta unas gotitas de Goette) - encerrado en su oscuro laboratorio maquinando lleno de perver¬sión la destrucción del alma cristiana apartando a las buenas gentes del buen Jesús. Maqui¬nando, como moderna bruja de Blancanieves, disimular todo su veneno en la apa¬rien¬cia de una hermosa manzana. Un método que concluye con este horror no puede de¬jar de ser un error – los muchos años de oír consignas sandinistas dejan al oído entre¬nado para los pareados -.

En definitiva
• Es lícito investigar y presentar una imagen de Cristo histórico.
• Es lícito utilizar para lo anterior el más puro método de crítica histórica.
• Es lícito presentar una imagen del Cristo histórico sin que aparezcan rasgos de di¬vinidad.
• Es ilícito presentar la imagen del Cristo histórico como el verdadero y único Cris-to.
• Es lícito presentarlo como puerta de entrada, no única, al conocimiento del verda¬dero Cristo, que por otra parte no se puede darse si no es en el Espíritu Santo.

• Es lícito investigar y presentar una imagen de Cristo Dios.
• Es lícito utilizar para lo anterior el más puro método del análisis crítico de los evan¬gelios.
• Es lícito presentar una imagen de Cristo Dios sin que aparezcan rasgos de humani¬dad.
• Es ilícito presentar la imagen del Cristo Dios como el verdadero y único Cristo.
• Es lícito presentarlo como puerta de entrada, no única, al conocimiento del ver-da¬dero Cristo, que por otra parte no se puede tener si no es en el Espíritu Santo.

• Las puertas ‘humana’ y ‘divina’, ambas independientes, pero ambas validas para entrar al camino de encuentro con el Jesús de la Iglesia y en Él tomar pie e im¬pulso para saltar al Jesús de Verdad

Y en conclusión en este tablón de noticias seguirá colgando los comentarios del P. Pa¬gola.