Sociolingüística Aragonesa - G.E.A
La coexistencia en Aragón de tres lenguas origina conflictos lingüísticos. Por ser el origen y evolución del problema lingüístico uniforme, en términos generales, en todas aquellas zonas en las que subsisten minorías lingüísticas, todo lo que se diga del aragonés podrá ser aplicado a la franja aragonesa de lengua catalana (catalán), aunque obviamente con sus matizaciones.
Dentro de los factores de presión, el que podríamos llamar externo, la lengua castellana, representará desde un primer momento a los intereses de la clase dominante, a la cual se adherirán paulatinamente todos aquellos que intenten medrar socialmente, produciéndose así desde el medioevo el desarraigo del habla vernácula, agravado por la ausencia casi total de literatura. Llegado el Renacimiento y con él la conmoción ideológica y el desarrollo de la pequeña burguesía, observamos que mientras en Cataluña se produce una eclosión literaria, en Aragón comienza la idea de constreñir lo propio a los peculiares rasgos jurídicos.
Tanto unos como otros factores van a ir agudizándose, observando cómo mientras otros territorios aprovechan momentos idóneos para el fortalecimiento de su lengua, tal es el caso de la Renaixença catalana y Rexurdimento gallego del siglo XIX o lo que es lo mismo la raíz de la subsistencia moderna de ambas lenguas, los aragoneses de nuevo permanecerán inermes.
Llegado el siglo XX con su incipiente industrialización y consiguiente desarrollo capitalista, el habla aragonesa, ya en estado precario de conservación y arrinconada por entonces en la provincia de Huesca, no será capaz de adaptarse a tal conmoción.
Terminada la guerra civil, asistimos a unos años en que el niño aragonés con más ahínco sufra en la escuela el menosprecio de su habla, cuando el turismo haga más patente la necesidad imperiosa, a nivel económico, del castellano y cuando el poder de los medios de comunicación social llegue incluso en la esfera familiar a desarraigar el habla vernácula.
Se conforma así el asedio que sufre el aragonés, cuyo retroceso en los últimos setenta años ha sido mayor que en los cinco siglos anteriores, debido principalmente a la incapacidad de adaptación del montañés a los métodos de industrialización y sus nuevos modos de relación social, contra los cuales la economía autárquica del pirenaico, que poseía como vehículo idóneo su habla, será anacrónica e indefectiblemente de urgente abandono. Sobre todo esto y para mayor agudización, se superpondrá el carácter individualista y cerrado del propio hablante, que considera su modalidad de habla como original y propia, extremando de esta forma la idea de patuesización que a su vez es ayudada por la falta de estudios del corpus lingüístico que subrayase la homogeneidad y por la ausencia de una historia literaria normalizada.
De esta forma vemos que desde el punto de vista escrito el aragonés sólo es empleado en sus variedades locales y casi exclusivamente con una óptica festiva, tal es el caso de muchos pregones de fiestas.
De las doce mil personas que lo hablan, dato aproximado pues se carece de todo tipo fehaciente de estadísticas, una gran proporción está formada por personas que sobrepasan los sesenta años, distribuyéndose el resto entre un mínimo de personas de mediana edad con una profunda diglosia y un incipiente y en crecimiento grupo joven que adopta una actitud militante, cuya lengua materna es el castellano o un aragonés en estado precario de conservación.
Socialmente se establece así un puente lingüístico entre un grupo de edad avanzada, cuya actitud es meramente inercia debido a que no le es rentable ya socialmente otro tipo de postura y un grupo joven que en algunos casos intenta invertir el fenómeno diglósico, caracterizado por un cierto nivel cultural.
Hablar por tanto de bilingüismo en Aragón no es posible, pues esto conllevaría la plena instalación, en todos los niveles de relación social, de ambas lenguas en los sujetos emisores, el uso inconsciente de una u otra lengua para cualquier tipo de mensaje, lo que no ocurre.
Resumiendo, diremos que en el plano sociolingüístico del aragonés se apuntan una serie de graves problemas, entre los que destacan la mencionada diglosia, la desnormalización y en consecuencia la asimilación. Únese a esto la falta de ayuda y protección oficial a esa minoría lingüística. Cualquier tipo de soluciones, obviamente, deberá tender a corregir estos tres problemas que en el fondo ya dijimos tenían carácter político.
Bibliografía:
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