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Nombre: Alforja Calasanz
Ubicación: Valencia, Malvarrosa, Spain

martes, diciembre 11, 2007

Ribagorzano

Lenguas de Aragón
Gran Enciclopedia Aragonesa

En los Pirineos centrales se extiende una zona de transición lingüística entre el catalán, por una parte, y el castellano regional de Aragón, por otra, que corresponde grosso modo al histórico condado de Ribagorza. Dicha zona, limitada al norte por el macizo de la Maladeta y la frontera política con Francia, al sur por la comarca de la Litera y por el Somontano, comprende una franja oriental de la prov. de Huesca y otra occidental de la prov. catalana de Lérida. Esta afirmación requiere, sin embargo, dos puntualizaciones:

a)
ni desde el punto de vista histórico ni desde el geográfico, ni tampoco desde el lingüístico, existe una definición exacta y comúnmente aceptada de lo que hay que entender por Ribagorza;

b)
incluso si atribuimos a Ribagorza la mayor extensión geográfica posible, hay fenómenos de transición y de influencia recíproca entre el catalán, por una parte, y el aragonés o el castellano regional de Aragón, por otra, que sobrepasan los límites de Ribagorza y se dan, por ejemplo, también en el sur, en la Litera y la zona de Fraga, y en el este, en el Alto Pallars. La mayoría de estos fenómenos sin embargo, se pueden llamar «ribagorzanos», ya que su zona de mayor difusión es la Ribagorza (en el sentido más amplio).

Las hablas ribagorzanas corresponden, en cuanto a su extensión, esencialmente a tres cuencas hidrográficas:

al oeste,
la del río Ésera, hablas netamente aragonesas, pero influidas por el catalán;

en el centro,
la cuenca del río -¿-, la zona de transición propiamente dicha, pero con hablas fundamentalmente catalanas (en el sur del valle del Isábena incluso hablas mixtas);

y al este,
la cuenca del río Noguera Ribagorzana y de su afluente, la Noguera de Tor (o Valle de Bohí), con hablas catalanas, influidas por el aragonés.

En la misma zona de transición (Valle del - ¿-)
es casi siempre posible atribuir cada habla local al aragonés o al catalán, con pocas excepciones de verdaderas hablas mixtas — que, según los criterios que se apliquen, se podrían atribuir al catalán o al aragonés, respectivamente —, como ocurre, p. ej., con el habla de Laguarres.

Debido a esa posibilidad de clasificación de las hablas locales como catalanas o aragonesas (con las pocas exepciones señaladas), se puede hablar — a pesar de todos los fenómenos de interferencia, mezcla, etc. — de una frontera catalana - aragonesa.

Este término exige, a su vez, una puntualización, ya que no se trata de una frontera entre dos lenguas de cultura con un alto grado de calificación, sino que la situación es mucho más compleja desde el punto de vista sociolingüístico:

A)
El catalán que se habla en la vecina prov. de Lérida, especialmente en su franja occidental, no es el catalán común (basado esencialmente en la norma de Barcelona), sino el catalán occidental que presenta una serie de divergencias importantes frente al catalán común (p. ej. artículo definido lo en vez de el, pronunciación de a y e no acentuadas como en castellano, falta de la l velar, importantes diferencias léxicas, etc.). Allí existe, pues, un dualismo catalán occidental hablado - catalán común codificado (en los medios de comunicación), todo ello frente al castellano, que nunca ha dejado de ser un instrumento importante de comunicación, a pesar de un proceso de recatalanización iniciado ya desde hace muchos años.

B)
Las hablas autóctonas aragonesas sólo subsisten en parte, especialmente en la zona pirenaica, como lengua del hogar, de comunicación local e interlocal (dentro de cierto perímetro); en parte, especialmente en la zona prepirenaica (de Fonz y Azanuy hacia el sur), se usa ya sólo el castellano regional de Aragón, un modified standard del castellano con muchos elementos aragoneses (p. ej. en la entonación, el uso de la 1.ª persona del pl. del pretérito indefinido: trabajemos por trabajamos, el part. pasado en -au: trabajau, algunos otros aspectos morfológicos y ciertos elementos de vocabulario; e incluso —y esto ya rebasa lo común en el castellano regional de Aragón— algunos aspectos sintácticos como el ne, en [de ello].

Sin embargo, y a pesar de que se conserven más aspectos morfológicos aragoneses que en otras zonas de Aragón, la estructura de la lengua es ya fundamentalmente castellana). Por esto, en el extremo sur de la Ribagorza ya no hay prácticamente una frontera «catalano- aragonesa», sino una frontera entre el catalán occidental (local) y el castellano regional de Aragón y, si bien quedan algunos hablantes de los dialectos aragoneses locales, la mayoría de la población se sirve allí del castellano regional de Aragón.

Debido a una serie de factores político-administrativos y socioculturales bien conocidos, en toda la Ribagorza se da una situación de bilingüismo:

o bien catalán ribagorzano local - castellano;
o bien aragonés ribagorzano local - castellano, si ya no hay predominio del castellano regional.

En cambio, no existe prácticamente en ninguna parte, a nivel colectivo, un bilingüismo catalán-aragonés.

Las nuevas corrientes regionalistas pueden influir favorablemente en la conservación de las hablas ribagorzanas, pero hay que reconocer que muchos factores han contribuido, desde hace mucho tiempo, a la castellanización de las hablas autóctonas, como ocurrió en muchas otras zonas de España:

* la fuerza del castellano como lengua oficial interregional de España,
* la escuela,
* el turismo,
* el servicio militar,
* los medios de comunicación de masas y también su carácter de instrumento de comunicación internacional.

Al referirnos a las hablas ribagorzanas, sean catalanas, sean aragonesas, que se han conservado bastante bien en la zona pirenaica, hemos de contar siempre con la omnipresencia del castellano.

Las hablas ribagorzanas autóctonas presentan una curiosa paradoja: por una parte, existen fenómenos lingüísticos que permiten distinguir claramente las hablas aragonesas de la catalanas (e incluso subdividir estas últimas en varios grupos), como p. ej.:

1) La diptongación o no diptongación de e y o; ten / tiene, fon / fuen.
2) La pérdida o conservación de la vocal final: fil / filo (hilo).
3) Diferencias importantes en la flexión verbal.
4) Diferencias del léxico.

El hecho de que, junto a las formas «normales» (conformes al sistema lingüístico respectivo), en cada zona existan muchas interferencias entre las dos zonas (p. ej. e y o diptongadas en el este, no diptongadas en el oeste, frente a lo normal, que es lo contrario), confiere a las hablas ribagorzanas su carácter específico de hablas de transición. Por otra parte, existe una serie de fenómenos lingüísticos comunes a todas las hablas ribagorzanas, sean aragonesas, sean catalanas, y que dan a las hablas ribagorzanas cierta unidad, por encima de todas las diferencias, p. ej. (cuando se hace referencia a zona catalana o zona aragonesa, es siempre desde el punto de vista lingüístico):

1)
Palatalización de los grupos consonánticos latinos cl-, gl-, bl-, fl-, en posición inicial, y de los grupos -pl-, -scl-, -ngl- en posición interior: flore(m) > flló ‘flor’, plorare > pllorá ‘llorar’, cingula(m) > sínglla ‘cincha’ (fenómeno «ribagorzano» por antonomasia).

2)
El cambio l inicial ll (como en catalán): lupu(m) > llóbo (zona arag.), llop (zona cat.) ‘lobo’.

3)
Conservación de -b- intervocálica en las formas del imperfecto de todas las conjugaciones: queriba ‘quería’ (Espés), voleba ‘quería’ (Bonansa, como en aragonés y cat. ant.).

4)
Cambio de los grupos by, dy, gy> I (y) en posición interior y final, y conservación de dicha I: rubeum > royo (zona arag.), roy (zona cat.) ‘rojo’, fenómeno que se extiende hasta el Alto Pallars, pero típicamente ribagorzano.

5)
Pérdida de la -s- en las formas correspondientes al lat. est (como en itat. è): é (sin diptongar, zona cat.), yé (con dipt., zona arag.) ‘es’ (aunque realmente no es posible adjudicar como norma general la forma é a las zonas de habla catalana y yé a las de habla aragonesa. Esto sirve para la Alta Ribagorza y valle de Benasque. Sin embargo, y aunque la forma é responda fonéticamente al catalán, es la forma usual en la mayor parte de la Ribagorza de habla aragonesa: Campo, Graus, Estadilla).

6)
La existencia de muchos tipos léxicos comunes (aunque presenten diferencias fonéticas y morfológicas, p. ej. diptongación y no diptongación): tora (Bonansa), tuara (Renanué) ‘acónito’; canella (zona cat.), caniella (Bisaurri) ‘muñeca de la mano’; pochó (cat. ribagorzano, Alto Pallars), pochón (Bisaurri) ‘beso’.

7)
Uso de las partículas derivadas del lat. ibi e inde: hi, en, p. ej. No hi veigo (Bisaurri), No hi veic (Bonansa); No en tiengo (Bisaurri), No en tinc (zona cat.).

8)
Formación exclusiva del pretérito indefinido con las formas del verbo anar (aná) + infinitivo: va fé (general) ‘hizo’.

9)
Uso del pronombre posesivo con el artículo definido como en cat. y arag.: el mío chermáno (Bisaurri), el meu chermá (Bonansa) ‘mi hermano’.

10)
Formación del plural sólo con el morfema -s, también después de consonante: mans ‘manos’, falcóns ‘halcones’ (ambos generales).

Este inventario (no exhaustivo) de fenómenos lingüísticos comunes demuestra que, a pesar de su división, justificada por muchos criterios, en aragonesas y catalanas, todas las hablas ribagorzanas (a no ser que estén muy castellanizadas) presentan cierta unidad debido a una suma de elementos fonéticos, morfológicos y léxicos comunes. Esta situación es mucho más clara en la zona pirenaica; en cambio, en la zona prepirenaica ya hay más formas castellanizadas o simplemente castellanas.

Las hablas aragonesas de la Ribagorza:

Antes de referirnos a las hablas aragonesas de la Ribagorza, una puntualización importante nos parece necesaria en cuanto a la extensión geográfica de éstas. Algunos autores, entre ellos J. Saroïhandy, pretendieron que antiguamente el catalán llegaba hasta el río Ésera y el curso inferior del Cinca y que, por ende, Campo, Graus y Monzón, p. ej., habrían pertenecido antes al dominio lingüístico catalán. Esta hipótesis fue rechazada, entre otros, por un conocedor tan profundo del catalán y del aragonés como J. Corominas (Estudis de toponimia catalana, II, p. 49, Barcelona, 1965). Este autor, poco sospechoso de sentimientos anticatalanes, afirma, lo mismo que R. Menéndez Pidal, que la frontera catalana - aragonesa es muy antigua.

Las hablas aragonesas de la Ribagorza corresponden esencialmente a la cuenca del río Ésera, parte del valle del río Isábena (entre Graus y Capella) y algunas localidades al sur de Graus y al este del Cinca. Se hablan, pues, en Benasque (cuyo dialecto — benasqués — presenta ciertas peculiaridades, hasta el punto que ciertos autores lo quieren atribuir al catalán), Castejón de Sos y los núcleos de población entre este pueblo y el Coll de Fadas (p. ej. Bisaurri, Renanué); en Campo, Las Vilas del Turbón, los pueblos del curso medio del Ésera (Murillo de Liena, Santa Liestra) y de su curso inferior: Perarrúa, Graus (grausino) y algunos pueblos al sureste de Graus (Estada, Estadilla, Fonz). En Benabarre (benabarrense), Tolva y Viacamp ya se habla catalán (ribagorzano) y pueblos como Azanuy, Peralta de la Sal y San Esteban, cuyas hablas también presentan fenómenos de transición, pertenecen ya a la comarca de La Litera (literano).

En ciertos pueblos situados entre el río Ésera y el y del curso medio del Isábena, como Laguarres, se dan hablas mixtas catalano-aragonesas.

Como ya se señaló, las hablas aragonesas del sur de la Ribagorza están mucho más castellanizadas que las de los pueblos de la montaña, como p. ej. Bisaurri o Renanué, donde el dialecto tiene aún plena vitalidad. Por eso existen entre las diferentes hablas aragonesas de la Ribagorza, además de las antiguas diferencias dialectales, otras más recientes debidas al mayor o menor grado de castellanización. Curiosamente es a lo largo de la frontera con el catalán, en los pueblos de montaña, donde se hablan algunos de los dialectos mejor conservados de todo el dominio aragonés.

Nuestras hablas presentan la mayoría de los rasgos del aragonés popular:

1) Conservación de f inicial: fillo ‘hijo’, filo ‘hilo’ (general).
2) Conservación de la fricativa sorda [×s] (escrita X en catalán y en gallego): cai×sa ‘caja’ (Campo, Bisaurri), ai×sugá ‘secar’ (Campo).
3) Diptongación ante palatal donde el castellano no la tiene:
tiengo ‘tengo’ (Bisaurri), martiello ‘martillo’ (id.), güello ‘ojo’ (id.).
4) Conservación de ll (l palatal) que en castellano se hizo j [ c ]:
güella ‘oveja’ (Renanué), abella ‘abeja’ (Campo, Bisaurri), agulla ‘aguja’ (Campo, Bisaurri).
5) Conservación de la -n final en los nombres en que el catalán la tiene sólo en el plural:
man (Bisaurri), falcón ‘halcón’ (id.) (en cat., en cambio: ma-mans, falcó-falcons).
6) La formación del plural de todos los nombres con -s (también tras consonante):
crabón-crabóns ‘macho cabrío’ (Bisaurri).

A esto hay que añadir todos los fenómenos típicamente ribagorzanos como fll en flló, etc.

La influencia catalana se manifiesta en las hablas aragonesas de Ribagorza, entre otras, en la caída de la -r final en los nombres sustantivos:
embasadó ‘embudo grande’ (Campo, Bisaurri)
y en los infinitivos de los verbos:
badallá ‘bostezar’ (Fonz, Campo, Bisaurri);
en la formación del pretérito indefinido perifrástico con las formas del verbo aná + infinitivo:
va í (Campo), va aná (Bisaurri) ‘fue’, ‘anduvo’;
en el cambio l inicial > ll (l palatal):
lloco ‘loco’ (general), lluna ‘luna’ (Bisaurri),
así como en la adopción de voces catalanas que no corresponden al sistema fonológico del aragonés,
p. ej. formas no diptongadas como foc ‘fuego’, dona ‘mujer’, terra ‘tierra’, febre ‘fiebre’ (todas de Bisaurri), pero también de muchos otros préstamos del catalán como abre ‘árbol’ (Campo, Bisaurri), bufá ‘soplar’ (Campo, Bisaurri), etc.

Debido a la ya mencionada castellanización de las hablas de la Baja Ribagorza, aparecen en éstas fonemas ajenos al sistema fonológico aragonés, como la j [c], «importados» con las palabras castellanas como jefe (general), jostillo ‘chaleco’ (Campo), donde el aragonés autóctono tiene ch [t×s]: chugá ‘jugar’ (general), dechú ‘en ayunas’ (Bisaurri), y, en préstamos recientes, también la interdental [ q ] en el sur de la Ribagorza.

Las hablas ribagorzano - aragonesas tienen una rica flexión verbal.

En parte, se han conservado cuatro conjugaciones como en latín (aunque con frecuentes cambios de conjugación frente a éste). Así tenemos en las hablas entre Castejón de Sos y Renanué verbos de cuatro conjugaciones diferentes:

1.ª conj.:
treballá ‘trabajar’, chemecar ‘gemir’, disná ‘comer al mediodía’, esbelegá ‘balar la cabra’;

2.ª conj.:
podé ‘poder’, cosé ‘cocer’, ‘guisar’, serné ‘cerner la harina’;

3.ª conj.:
válrre ‘valer’ (en Bielsa, en cambio, valér), tínrre ‘tener’ (en Graus: tení, tené), cálrre ‘ser preciso’ (en Bielsa y en todo el aragonés, en gral., calér), pénrre ‘tomar’ (en Bielsa: pren[d]ér), fónrre ‘fundir’, ‘derretir(se)’ (en Bielsa: fundír);

4.ª conj.:
fuí ‘huir’, acllerí ‘aclarar la ropa’, cusí ‘coser’.

Donde el dialecto aún es vivo, presenta una gran riqueza léxica, como lo demuestran —a título de ejemplo— las diferentes denominaciones de la oveja en las hablas de Bisaurri y Renanué:

güella (nombre genérico y nombre de la hembra),
cordéro (cría hasta el destete),
borrégo (del destete al primer año),
primal (de uno a dos años),
vasiva (hembra estéril),
mardáno (morrueco, carnero padre),
moltón (carnero castrado),
tersát (de 2 a 3 años).

En cuanto a la literatura en aragonés ribagorzano,

alguna que otra obra de la literatura popular oral ha sido transcrita, p. ej. la Pastorada de Perarrúa (por J. Saroïhandy), las pastoradas de Capella y Torres del Obispo (por R. del Arco), la de Besiáns (por M. Pueyo), etc. Hay obras en prosa y en verso en benasqués (A. Ballarín) y en el habla de Estadilla o estadillano (C. Torrodellas, Pablo Recio). Los programas de las fiestas de Graus suelen presentar también algunos textos escritos en dialecto grausino.

En los últimos años, el ribagorzano es uno de los más cultivados literariamente, tanto la variante altorribagorzana (benasqués) como las variantes media y bajorribagorzana. En 1990 se publicaron con el título de Horas sueltas las obras completas de Cleto José Torrodellas Mur (1914-1988), de Estadilla. Ana Tena Puy ganó el premio «Chusé Coarasa» de 1996 con su excelente novela Ta óne im (1997), escrita en ribagorzano grausino, variedad en la que se publican algunos números de la revista El fogaril. En cuanto a estudios, destaca el de Bienvenido Mascaray Sin, El ribagorzano dende Campo (1994), gramática del ribagorzano de Campo.

Las hablas catalanas de la Ribagorza:

En una franja oriental de la prov. de Huesca limítrofe con la de Lérida, y en una pequeña extensión al noroeste de esta misma, se habla una variante del catalán conocida con el nombre de «ribagorçà» (‘ribagorzano’). La extensión geográfica de esta zona variará según lo que se entienda por «ribagorzano», pero partiendo de lo comúnmente aceptado podemos decir que se habla esta modalidad dialectal catalana en las siguientes comarcas:

a)
la Alta Ribagorza, con capital económica y comercial en Pont de Suert (Lérida), que incluye pueblos de las dos márgenes del río Noguera Ribagorzana (leridano y oscense);

b)
la Baja Ribagorza, cuya capitalidad recae en la localidad oscense de Benabarre; y

c)
la Litera (excluyendo la zona de Binéfar), con capital en la también oscense villa de Tamarite de Litera. La comarca del Bajo Cinca (Fraga), tambien catalanohablante, posee una variedad mixta leridano-ribagorzana en la cual se entremezclan características de ambos subdialectos (fragatino).

El número de hablantes del ribagorzano catalán se podría cifrar aproximadamente en unos 25.000 (sin contar el Bajo Cinca), de los cuales unos 20.000 se corresponderían a la zona administrativamente oscense (hay que tener en cuenta que la población de estas comarcas disminuye constantemente a causa de la emigración, y que en el verano llega casi a duplicarse).

El ribagorzano, en parte, es un dialecto constitutivo del catalán; es decir, que es autóctono de las montañas de la Ribagorza, evolucionado a partir del latín tardío —ya de transición hacia el romance— que llegó a esas tierras entre los siglos VI y VIII —recordemos que hasta esas fechas se habló en gran parte del Pirineo una lengua vasca o afín al vasco, y que Corominas (Entre dos lenguatges, Barcelona, 1976) afirma que se habló vasco en el Alto Pallars hasta cerca del año 1000—. Pero hacia el sur es dialecto consecutivo, traído por los conquistadores del norte y del este y asimilado al primitivo hablar autóctono, por eso el habla de la Litera es menos dialectal —dejando aparte el problema de las hablas de transición—, porque fue básicamente importada de los altos valles de la Ribagorza, Pallars y Urgel (con fuertes aportaciones occitanas).

El ribagorzano comparte esencialmente las características del catalán occidental (mayor tensión de las vocales que en catalán oriental, distinción de o, u, e, a en posición átona, etc.), pero tiene también algunas propias que le confieren su peculiar fisonomía.

El vocalismo ribagorzano es el común del catalán. El sistema tónico es de siete fonemas vocálicos: «a» (casa), «e» abierta (mel ‘miel’), «e» cerrada (Déu ‘Dios’), «I» (fil ‘hilo’), «o» abierta (soc ‘zueco’), «o» cerrada (amor), «u» (fus ‘huso’); mientras que el sistema átono es de cinco: «a» (animal), «e» (pesat ‘pesado’), «I» (piqueta), «o» (apostar), «u» (musical).

Sin embargo, difiere del catalán común en la distribución de estos fonemas en algunos casos; por ejemplo, el sufijo latino -ariu dio el catalán -er, -era con «e» cerrada, mientras que el ribagorzano y el pallarés lo convierten en «e» abierta. Así pastisser, espardenyer son pronunciados «pastissè», «asparteñè» (‘panadero’, ‘alpargatero’).

En muchos pueblos, sobre todo hacia el norte, hay una tendencia desmesurada a abrir las ee tónicas normalmente cerradas en dialecto occidental, llegando a resultados insólitos en catalán, como pedra, festa o Lleida (‘piedra’, ‘fiesta’, ‘Lérida’) con «e» abierta. Frecuentemente la «e» protónica o átona final se convierte en «I». Así celler, pinte, perxe, Berenguer, se pronuncian «sillè», «pinti», «perchi», «beringuè» (‘bodega’, ‘peine’, ‘desván’).

En cuanto al consonantismo,
el ribagorzano presenta resultados muy peculiares. El más conocido es, sin duda, la palatalización de los grupos latinos pl, bl, kl, gl y fl, fenómeno único entre las lenguas románicas (sólo comparable al italiano).

Así ploure, blat, clau, cingla, flor son pronunciados «pllòure», «bllat», «kllau», «sínglla», «fllò» (‘llover’, ‘trigo’, ‘llave’, ‘cincha’).

La palatal fricativa sonora, que el catalán grafía «g», «j» (con el sonido de la «j» francesa), se convierte en «y» o desaparece entre vocales, fenómeno que también ocurre en pallarés.
Así pujar, passejar, batejar, se pronuncian «puyá», «passe(y)á», «bate(y)á» (‘subir’, ‘pasear’, ‘bautizar’).

También como en pallarés desaparece la palatal del grupo ortográfico -ig (que se pronuncia en catalán con sonido similar a «ch» castellana:
roig, goig, puig se realizan «ròy», «gòy», «puy» (‘rojo’, ‘gozo’, ‘poyo’ —ar. ‘pueyo’—).

No existen las palatales sonoras del catalán (como en valenciano central «apitxat»); así «j», «g» (iniciales o postconsonánticas), -tj-, -tg-, se pronuncian sordas:
jove, gent, fetge, mitjó serán «chóbe», «chen», «féche», «michó» (‘joven’, ‘gente’, ‘hígado’, ‘calcetín’).

Tampoco existe diferencia entre la «s» sorda y la sonora (como la del francés «maison»).

Casa, camisa, se pronuncian con «s» castellana (pero no en los pueblos ribereños del Noguera Ribagorzana).

Se conserva la pronunciación propia del catalán antiguo de
llet, fet, plet, etc., como «lleyt», «feyt», «pleyt» (‘leche’, ‘hecho’, ‘pleito’).

Otro arcaísmo conservado en la parte norte es la pronunciación de moldre, vindre, cendra, etc., como «mòlre», «bínre», «sènra» (‘moler’, ‘venir’, ‘ceniza’), igual que en pallarés, rosellonés y mallorquín.

En la zona de transición y en algunos pueblos básicamente catalanohablantes como Peralta de la Sal, existe el fonema que el castellano representa con «z». Así açò, ací, força, se pronuncia en estos pueblos «azò», «azí», «forza» (‘esto’, ‘aquí’, ‘fuerza’). Este fenómeno también se encuentra en algunas localidades catalanohablantes del Bajo Aragón.

El fonema velar fricativo sordo —parásito en catalán— de «j» castellana, se extiende cada vez más en castellanismos y en palabras de nivel culto. Así «pareja», «majo», «ejemplo», etc.

En la morfología,
se puede destacar los plurales en «-as» y la desinencia «-as» de la segunda persona verbal a partir de Benabarre y hacia el oeste. Así vulgues, les cases, se pronunciará «vulgas», «las casas» (‘quieras’, ‘las casas’).

Los pronombres demostrativos conservan los tres grados, como el catalán literario, frente al catalán popular común que los ha reducido a dos: aquest y aquell. El ribagorzano presenta, como en valenciano: est(o), (e)IX(o), aquell (‘este’, ‘ese’, ‘aquel’), açò, això, allò (‘esto’, ‘eso’, ‘aquello’) e igualmente los locativos ací, astí, allí (‘aquí’, ‘ahí’, ‘allí’).

En la morfología verbal es destacable el uso de las desinencias «-ava», «-eva» e «-iva» para el pretérito imperfecto de indicativo:
anava, feva, dormiva (‘iba’, ‘hacía’, dormía’), como en el Pallars y el Alto Urgel (y como en ).

El léxico ribagorzano presenta algunas peculiaridades específicas, aunque en términos generales debe incluirse en el del catalán noroccidental, formando grupo, como en tantas otras cosas, con el vecino dialecto pallarés. Formas como pigota (‘viruela’), melic (‘ombligo’), espill (‘espejo’) o corder (‘cordero’) se oponen al catalán oriental verola, llombrígol, mirall y xai (o «be»). Otras son propias de las hablas pirenaicas: orxegar (‘vomitar’), pulça (‘pulga’), aixaugar (‘aclarar en agua’), volatam (‘conjunto de aves de corral’), torterol (‘tobillo’), etc.

Existen algunas voces tomadas del vecino aragonés, como fiero (‘feo’, cat. ‘lleig’), majo, etc. Por otra parte, la presencia de castellanismos, que aumenta de día en día, afecta a casi todos los neologismos y a las palabras de uso culto: «cosechadora», «veraneo», etc. Algunos, sin embargo, afectan también a conceptos absolutamente cotidianos y populares, como «mesa», «silla» o «ventana», en vez de las formas genuinas taula, cadira, finestra.

Bibliografía:

Aparte de las obras citadas más abajo (con muchos más materiales sobre las hablas de la Alta Ribagorza que sobre la Baja), disponemos de pocos datos sobre todas las hablas ribagorzano-aragonesas. El Atlas Lingüístico de Catalunya, de Mn. A. Griera, en su época una meritoria obra de pionero tiene sólo cuatro puntos que corresponden al aragonés ribagorzano: Benasque, Campo, Graus y Fonz, y sus datos no son siempre fiables. Atlas Lingüístico y Etnográfico de Aragón, Navarra y Rioja, de M. Alvar, T. Buesa y A. Llorente; Nuevo Atlas Lingüístico del dominio catalán, de A. Badía y J. Veny, son de gran interés para la Ribagorza.



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