TICUANTEPE
Igual que antes, "sin nada"
Gilberto Lopes
BBC, Nicaragua.
A unos 25 kilómetros de Managua, doblé a la derecha, hacia Ticuantepe. Ahí, prácticamente en los suburbios de la capital nicaragüense, viven María Antonia Gómez Pérez, su marido, Ernesto Alejandro Ampié Hernández y sus cuatro hijos pequeños.
Como casi siempre en Nicaragua, se conversa al aire libre. Aquí, bajo los árboles de mango y la sombra que cubre el piso de polvo, nos cuentan su miedo de quedarse sin tierra, de volver a lo de antes, de quedarse sin nada...
Los rostros sencillos, las manos curtidas, la voz firme. María Antonia es miembro de la Asociación de mujeres piñeras de Ticuantepe. Su lucha es conseguir un crédito que les permita sembrar.
Ustedes tienen tierras, no mucha pero tienen. ¿Cómo les ha ido con la producción?
Nosotros tenemos cinco manzanas desde 1980. Estos 25 años que hemos vivido yo me siento tranquila porque nos ayudó bastante el Frente (Sandinista).
Yo les vivo agradeciendo, porque nosotros éramos muy pobres y ahora tenemos las tierras, que nos ayudan para sobrevivir. Nosotros tenemos muchos niños y necesitamos que ellos se alimenten; en Managua uno no tiene las comodidades que tiene en el campo.
Pero ahora hay otro problema que se nos presenta, que casi no nos dan facilidades para que nosotros trabajemos la tierra. Ese es otro problema que nosotros enfrentamos.
Necesitamos que nos ayuden para sembrar y cultivar mejor la piña, que necesita bastante abono, líquidos, cosas que nosotros, pobres, no tenemos. Nosotros tenemos que renovar la piña para que la piña dé mejor, y así no podemos.
¿Siempre ha sido así, o la situación ha cambiado?
Antes nos daban otras facilidades. Al campesino le daban una ayuda completa. Ahora no viene la ayuda completa y los campesinos estamos pasando una tremenda situación que no tenemos un desarrollo para trabajar
Antes nos daban otras facilidades. Al campesino le daban una ayuda completa. Ahora no viene la ayuda completa y los campesinos estamos pasando una tremenda situación que no tenemos un desarrollo para trabajar.
Nosotros necesitamos un préstamo, pero facilito, para poder trabajar la tierra. Así, sin reales, no podemos trabajar.
Necesitamos un préstamo a largo plazo, porque en un tiempo muy corto nosotros no podemos pagar, porque la piña demora 18 meses para dar. Un año después termina de desarrollarse, después lleva otro proceso de cinco meses más.
El campesino está pasado, aquí en la zona de Ticuantepe, que es la más productiva de piña, de tomate, de cebolla, granos básicos, los campesinos estamos en una tremenda situación.
¿Aquí hay gente que ha perdido su tierra?
Hay varios que han vendido sus tierras, porque no tiene acceso a los créditos. Varios han vendido sus tierritas para sobrevivir.
Pero nosotros, gracias a Dios, ahí estamos, con la tierrita. Nosotros pertenecemos a una organización de mujeres piñeras que estamos organizadas, pero necesitamos crédito, para trabajar la tierra. Somos 18 mujeres, todas tenemos parcelita, no mucho, pero algo.
Le sembramos de todo, pedacitos de piña, pedacitos de tomate, pipianes (semila de calabaza), sembramos de todo, para que abunde.
¿En la época sandinista qué era distinto a lo que es ahora?
Hay varios que han vendido sus tierras, porque no tiene acceso a los créditos. Varios han vendido sus tierritas para sobrevivir.
En la época sandinista era distinto, porque la tierra se la daban al campesino. Había facilidades para trabajar, había organismos que facilitaban el préstamo, y ahora no. No nos prestan.
Como asociación de mujeres, nosotros estamos trabajando en un consorcio. Viene una ayuda de una ONG de Estados Unidos, son US$50.000.
Pero cuando ya pasó a mano del banco, ya viró todo más difícil: ahí va con una condición muy elevada, los intereses a 22%, se necesitan tres garantías complementarias y un sinnúmero de cosas que nosotros no podemos.
Yo tengo una manzana de tierra (dice, mirando a su marido. Ese es un pedazo sólo suyo). Yo necesito esos reales, yo estaba esperanzada de esos reales, pero con esto, ahí tengo mi tierra lista para sembrar.
Yo me ilusioné, asistí a reuniones, pero con todo eso no vamos a poder. Necesitamos unos 20.000 o 25.000 córdobas (unos US$1.600) para sembrar esa tierra. Estamos manos arriba los campesinos, no podemos trabajar la tierra si no tenemos préstamos.
Si nosotros no cultivamos todo va a ir peor, vamos buscando el mismo rumbo de antes, que no teníamos nada.
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