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Nombre: Alforja Calasanz
Ubicación: Valencia, Malvarrosa, Spain

domingo, julio 22, 2007

PÁJAROS CON LEYENDAS

Octavio Robleto
Julio 1, 2006

Publio Ovidio Nason, en su libro “Las Metamorfosis”, nos narra el origen de algunas aves y el motivo de sus transformaciones, tal como las conocemos actualmente; lo mismo hace don Andrés Henestrosa al contarnos las variaciones que sufrieron pájaros de nuestro continente tropical, muy conocidos en nuestras llanerías y bosques. Por ejemplo, la urraca, que antes de Jesús vivía sin preocupaciones en lo más compacto de la selva donde nacía su vuelo de una rama a otra. Su voz era distinta a la que tiene hoy; delgada, filosa hasta doler, que lanza a los hombres cuando los mira por los caminos de la montaña.

Se cuenta que fue la única que vio salir al Redentor del pueblo para huir, curiosa, nada más, desde lo hondo del bosque se acercó al camino para verlo, pero conociéndolo, dio la voz de alarma a sus perseguidores.

Santa María, llena de ternura, le ofreció, en cambio de su silencio, su túnica azul, menos el pecho. Sin túnica la Virgen, sin gritos la urraca, una volvió al pueblo, la otra a la selva. Pero unos días después la urraca tornó y recogiendo su voz la arrojó nuevamente a los judíos.

La madre de Dios, Santa María, le ofreció entonces el hilo de gotas negras de su collar por unas gotas de silencio, hilo que desde entonces lleva la urraca ceñido al cuello. Una semana pareció muda; y lo fuera indefinidamente si, mujer al fin, no hubiera cambiado la gloria por las dos plumas finísimas que le barren la cabeza.

EL PÁJARO CARPINTERO:

Una vez por año, varias veces si el fuego sojuzgaba la selva derribando los árboles, el pájaro carpintero agujereaba un tronco seco para hacer casa nueva. Trabajaba entonces por necesidad, provechosamente. Así sería hasta hoy si los judíos, en mala hora, no lo hubieran convencido aliándolo con ellos. Entonces Jesús, para esconderse, dormía en el tronco hueco, sin salida, de un árbol. Una bandada espesa de pájaros carpinteros, seguida de una turba de judíos y guiados todos por la urraca, se regó por los montes. Y agujerando el tronco seco y el tronco verde, lo encontraron al fin en el tallo de su carrizo o caña brava.

Murió Jesús, pero por la ingratitud al hijo de Dios el pájaro carpintero agujerea, no para anidar, sino por eterno castigo, el tronco verde y el tronco seco; no una vez, ni dos, ni tres, sino todos los días del año.

EL MURCIÉLAGO:

Fue un tiempo el ave más bella de la creación, pero también la más ensoberbecida porque reconocía su belleza. Subieron las aves ante Dios encabezadas por el colibrí y le pusieron queja. Dios las oyó y llamó al murciélago ante su presencia; lo amonestó y lo devolvió a la tierra.

El murciélago, a su regreso, en el camino iba perdiendo sus plumas más coloridas, por eso quedó desnudo y su vuelo irregular se debe a que continúa buscando plumas imaginarias. Y no se detiene nunca para que no adviertan su fealdad, y por la misma causa solamente vuela de noche.

EL MACUÁ:

También tenemos el pájaro macuá, es un vencejo de nuestras montañas; su nido o pedacitos del mismo tienen virtudes afrodisíacas. La persona que lo consiga logra conquistas amorosas con gran facilidad y al mismo tiempo se evita complicaciones posteriores.

EL POCOYO:

En un tiempo el pocoyo había logrado acumular una enorme fortuna. Poseía joyas de gran valor y las guardaba en las cuevas de los barrancos del camino. Nadie conocía esos escondites. Una noche conoció a un misterioso caballero, montaba buen caballo y su apariencia era de lo más tranquilizadora. El caballero entabló conversación con el pocoyo, y al poco de hablar le refirió de sus prósperos negocios y de su buena fortuna. El pocoyo le creyó y también le contó de sus tesoros escondidos. Terminaron concertando trato de juntar sus capitales y así lo hicieron con pacto de favorecerse mutuamente. El pocoyo cumplió y de inmediato hizo entrega de sus tesoros, pero el misterioso caballero en la noche de luna picó su caballo y desapareció.

Desde entonces el pocoyo lo busca incansablemente por todas las encrucijadas de los caminos y le reclama a gritos: ¨¡Caballero, mi dinero!”

Es de imaginarse que este caballero nunca volverá a cumplir lo pactado.

EL PÁJARO DEL DULCE ENCANTO:

Bello el nombre y nadie lo ha visto. Cogerlo a él significa atraer la felicidad y las riquezas de este mundo. Cuentan que alguien logró atraparlo, lo escondió bajo un sombrero y cuando accedió traspasarlo a otra persona ambiciosa a cambio de dinero y joyas que el otro cargaba, le recomendó como parte del trato que la posesión la efectuara hasta que él hubiera desaparecido de su vista. Se cumplió el trato; el nuevo dueño quiso aprisionar al pájaro; metió la mano debajo del sombrero y se embadurnó de excremento. La moraleja es clara, castigo a la ambición humana y que el valor del dinero es polvo.

EL ZOPILOTE Y LA TORTUGA.

Cuentan que la tortuga hizo trato con el zopilote para que éste la trasladara, volando, al cielo. La tortuga deseaba comparecer ante Dios para reclamarle por su aspecto físico, ella exigía mejorarlo y de paso ser más ágil.

El zopilote la subió a sus alas y emprendieron el viaje y allá va… la tortuga volando.

Platicaban en el camino, pero de vez en cuando la tortuga se quejaba del mal olor del zopilote y le decía:

- ¡Qué tufo sale de tus alas!” Y se tapaba las narices. Esto se lo repetía varias veces.

El zopilote, torpe en el andar, también tiene mal carácter y a medio vuelo se enojó con la tortuga, hizo un giro ladeando sus alas, la tortuga resbaló y se vino derechito al suelo. Se hizo pedazos al chocar contra las piedras.

Desde el cielo el buen Jesús miraba la escena, se compadeció de la tortuga, bajó y unió los pedazos rotos. La tortuga pudo caminar de nuevo, pero en su caparazón guarda las huellas de este accidente.

A veces llora silenciosamente, al recordarlo.

Este mismo zopilote quiso una vez picarle los intestinos a un macho que estaba en agonía para lo cual metió la cabeza en el ano del animal, entonces el macho cerró fuertemente el orificio de tal manera que el zopilote no podía sacar la cabeza.

Hizo varios intentos y nada.

Por fin, tras muchos esfuerzos, logró quedar libre, pero el interior del macho también quedó un montón de plumas negras. Desde entonces el zopilote conserva la cabeza pelada.