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Nombre: Alforja Calasanz
Ubicación: Valencia, Malvarrosa, Spain

domingo, julio 22, 2007

ESPANTOS

LA CEGUA

La leyenda de la Cegua que a través del tiempo se ha venido tejiendo entre nuestra gente campesina, cobra forma al brotar de los labios de cualquier sencillo narrador de esta clase.

Según la conseja, se trata de mujeres perversas y sin escrúpulos que por las noches se disfrazan de espantajos poniéndose en la cabeza a modo de trenzas, crines de caballo, y con el rostro pintado salen a altas horas de la noche por las calles y caminos solitarios en busca del amante descarriado o del hombre que se ha burlado de su cariño.

LA MOCUANA

Se cuenta que una hermosa mujer que tenía un hijo y se enamoró de un joven muy rico de otro pueblo, este hombre la quería a ella pero no a su hijo y le propuso que lo regalara. Ella le dijo que no iba a dejar a su hijo. Pero este hombre le dijo que la mataría a ella y a su hijo si no se casaba con él. Ella muy triste escapa para esconderse con su hijo en la cueva del cerro La Mocuana en La Trinidad, camino y camino dentro de la cueva hasta que se pierde y muere con su alma en pena; La leyenda cuenta que La Mocuana sale todas las noches después de las 12, vestida con un vestido de seda blanco y si algún niño esta despierto o llorando ella llega y se lo lleva pensando que es su hijo.

La gente de la Trinidad dice que algunos la han visto por la carretera panamericana, Otros dicen que ya han intentado introducirse a lo profundo de la cueva pero se han visto imposibilitados a seguir ante la presencia de miles de murciélagos que viven allí.

LA LLORONA

La Llorona es una figura popular de esas tenebrosas historias que aterran el sueño de las comunidades campesinas. Sus lamentos aparecen en medio del coro nocturno de voces de animales y del ritmo monótono de aguas de quebradas y ríos. Ese concierto lúgubre es el mismo que ha interrumpido el sueño de generaciones enteras en los pueblos diseminados en los misteriosos espacios vírgenes de nuestra América.

En Nicaragua se oyen los lamentos de la Llorona transportados vertiginosamente por los caprichosos vientos que provienen de las cuatro esquinas del mundo. Hasta donde cuenta la gente, la Llorona se manifiesta a través de un quejido largo y lastimero, seguido del llanto desgarrador de una mujer cuyo rostro nadie ha visto.

En el barrio de El Calvario de León, se sabía que cerca del río, allá detrás del Zanjón, pasaba el florido de la Llorona. Las lavanderas del río contaban que apenas sentían caer el sereno de la noche debían recoger la ropa aún húmeda y en un solo montón se la llevaban, de lo contrario la Llorona se la echaba al río. Según el comentario de las lavanderas la Llorona es el espíritu en pena de una mujer que había botado a su chavalito en el río.

Sobre la Llorona se oyen muchas versiones pero algunas explican que ese llanto misterioso es la expresión del orofunpozo, mientras lavaba la ropa en el río. Pero ¿quién era esa mujer?. ¿Quién podrá decirnos más sobre la vida de esta misteriosa alma en pena?.

Siempre en búsqueda de conocer más y más sobre éste y otros personajes de la tradición oral de nuestro pueblo, nos embarcamos rumbo a la isla de Ometepe.

Doña Jesusita, se llamaba la anciana solitaria que viendo nuestro interés por conocer las historias del pueblo empezó a contarnos sobre el origen del llanto de la madre en pena.

«...En aquellos tiempos de antigua, había una mujer que tenía una hijita de unos 13 años, ya sazoncita estaba la mujercita. Ella ayudaba a lavar la ropita de sus nueve hermanitos menores y acarreaba el agua para la casa. La mamá no se cansaba de repetir a la hija cada vez que la veía silenciosa moler el maíz o palmear la masa cuando el chisporroteo de la leña tronaba debajo del comal de barro:

-Hija, nunca se mezcla la sangre de los esclavos con la sangre de los verdugos.

Ella le decía verdugos a los blancos porque la mujer era india. La hija, en la tarde salía a lavar al río y un día de tantos arrimó un blanco que se detuvo a beber en un pocito y le dijo adiós al pasar. Los blancos nunca le hablaban a los indios, sólo para mandarlos a trabajar. Pero la cosa es que ella se encantó del blanco y los blancos se aprovechaban siempre de las mujeres. Entonces bajo un gran palencón de ceibo que sirve para lavar ropa, allí por el río, se veían todos los días y ella se metió con él.

-Mañana, blanco, nos vemos a esta misma hora; le decía siempre.

Claro, el blanco llegaba y la indita salió pipona, pero la familia no sabía que se había entregado al blanco. Dicen que ella se iba a ver bajo el guanacaste, Para que las lavanderas un barco a la isla, aquí en Moyogalpa. Ya se iba el blanco, se iba para su tierra y entonces como ella estaba por criar, ella le lloraba para que se la llevara. Pero ¡dónde se la iba a llevar! l a indita lloraba y lloraba, inconsolable, a moco tendido. Él se embarcó y a ella le dio un ataque, cayó privada. Cuando ella se despertó al día siguiente, estaba un niño a su lado y en lugar de querer aquel muchachito, lo agarró y con rabia le dice:

-Mi madre me dijo que la sangre de los verdugos no debe mezclarse con la de los esclavos.

Entonces se fue al río y voló al muchachito y ¡pan! se oyó cuando cayó al agua. Al instante se oyó una voz que decía:

- ¡Ay! madre... ¡ay madre!... ¡ay madre!...

La muchacha al oír esa voz se arrepintió de lo que había hecho y se metió al agua queriendo agarrar al muchachito pero entre más se metía siguiéndolo, más lo arrastraba la corriente y se lo llevaba lejos oyéndose siempre el mismo lamento: ¡Ay madre!... ¡ay madre!... ¡ay madre!...

Cuando ya no pudo más se salió del río. El río se había llevado al chavalito, pero el llanto del niño que a veces oía lejos. otras veces aparecía cerquita: ¡Ay madre!... ¡ay madre!... iay madre!...

La muchacha afligida y trastornada con la voz, enloqueció. Así anduvo dando gritos, por eso le encajaron la Llorona. Ahora las madres para contentar a los chavalitos que lloran por pura malacrianza, les dicen:

-Ahí viene la Llorona...

LA CARRETANAGUA

Algunos creen que pasa anunciando la muerte de alguien y es en la carreta misma que la Muerte Quirina maneja y acarrea con todas las almas en pena, de aquellos que hicieron maldades en el pueblo.
Pues de plano ya se ha visto, asegura la gente, de que al día siguiente de haberse aparecido la carretanagua, alguien ha muerto en el pueblo.

La gente se siente sobrecogida de terror cuando oye pasar la carretanagua, que sale como a la una de la madrugada en las noches oscuras y tenebrosas.

La carretanagua al caminar hace un gran ruidaje; pareciera que rueda sobre un empedrado y que va recibiendo golpes y sacudidas violentas a cada paso. También pareciera que las ruedas tuvieran chateaduras. La verdad es que es grande el estruendo que hace al pasar por las calles silencias a dehoras de la noche.

Los que han tenido suficiente valor de asomarse por alguna ventana al pasar, han dicho que es una carreta muy vieja y floja, más grande que las carretas comunes y corrientes. Cubierta de una sabana blanca muy grande, de manera de tolda. Va conducida por la Muerte Quirina, envuelta también en un sudario de sabanas blancas, con su Guadaña sobre el hombro izquierdo.

Va tirada por dos bueyes encanijados y flacos, con las costillas casi de fuera; uno de color negro y el otro overo.

La carreta al parecer no puede dar vueltas en las esquinas. Pues si al llegar a una esta tiene que doblar, desaparece, para luego reaparecer sobre la otra calle.

Julia de Sutiaba dice:
"La Carretanagua se escuchaba desde lejos, Yo estaba solita, íngrima, ya eran las once de la noche y Chon su marido, no había llegado. Yo sabia que el no vendría temprano a la casa porque había ido a la vela de la agüela de Chilo.

"De pronto se escuchó un estrépito, los perros aullaban, y las gallinas cacareaban, todos los animales estaban asustados."

"No habia luna y las calles estaban bien oscuras, oscuras, no se miraba un alma."

"Mis patas me temblaban del terror..hasta sudaba frío, pero me decidí a asomarme a ver que es lo que pasaba.'

"Vi una inmensa carreta, la más grande que jamás había visto. En ella dos pasajeros quirinas que llevaban una vela prendida en cada mano, sus cabezas estaban cubiertas con capuchas blancas. Eran las ánimas del purgatorio, aquellas que andan penando. "Rezá por mi alma". ¨Rezá por mi alma¨. De pronto no aguanté más y perdí y me desplome, la vista se me nublo y desmayada amanecí en el suelo."

"Al dia siguiente tenia una tremenda calentura, pase mas de dos días; con la terrible fiebre no podía hablar. El sonido de mi voz no me salía."

EL CADEJO

EL CADEJO BLANCO.

El cadejo blanco existe en todo el país, de él se cuentan muchas historias, se dice que es un espíritu bueno, que es por ese motivo que protege a las personas que acompaña. "Es un guardián que permanentemente protege al hombre".

Don Sergio, un señor de 79 años, del barrio el Calvario de León, dice que salió el cadejo a la media noche, después de salir de echarse unos buenos tragos de cususa.

Del barrio de Guadalupe se escuchan más testimonios sobre este misterioso animal. Doña Mariíta una anciana de 93 años nos cuenta que, el cadejo es un animal que no a toda persona le sale y que protege a los caminantes nocturnos, y les digo esto, porque a mi papa el cadejo le salió y a mi hermano nunca, y los dos trasnochaban. Mi papá no tenía ningún vicio, pero le gustaba jugar billar, una noche venía sobre la calle de Guadalupe del biliar a la casa de mi mama, sintió que un perro le venia siguiendo los pasos. El perro venía tras él y entonces él se voltea y le dice: "Vállase este animal jodido, qué me anda siguiendo, oliéndome los pasos". El lo espantaba todo el tiempo, pero al llegar a casa el pero desaparecía y el misterioso animal a donde él iba lo acompañaba. Nunca le hizo algo mal a mi papa".

Doña Argentina Barcia, una madre de origen campesino nos relata que a su papa también le salió el Cadejo: "Mi papá trabajaba haciendo compras de ganado y cerdo, por eso andaba por todos los caminos y el cadejo blanco siempre lo acompañaba. Un día le dijo a mi mama: "Mirá, mañana tengo que madrugar, tengo que ir a ver un ganado. Así fue, pero al salir de casa unos ladrones lo estaban esperando y lo mataron, después lo metieron a un fango de lodo.

El animal no se sabe que fin tendría, no se sabe si el animal lo defendió, pero la cosa es que nosotros supimos la muerte de él por un perro. El perro llegó a la casa y le olía las patas enlodadas. A mi mama la olía y ella preguntaba: ¿por qué este animal me huele los pies?. Y el perro seguía insistiendo, por fin mi mamá le agarró la seña al perro de que la quería llevar a algún lugar. Mi mamá entonces siguió al perro, el perro caminaba y ella lo seguía hasta que llegó a una zanja lodosa puro fango y ahí encontró el cuerpo de mi papa. Así nos dimos cuenta de su muerte. Cuando mi mamá buscó al perro, éste ya había desaparecido.

Dicen que existen dos cadejos, uno bueno y otro malo. Cuando el perro blanco olfatea al perro negro lo ataca para proteger al que acompaña.

En la vida nos acompaña el bien es el blanco y el mal que es el negro.

EL CADEJO NEGRO

El cadejo existe. dice Don Paulo Silva, un señor de 98 años del barrio de Sutiava, que existen dos clases de cadejos nos dice Don Paulo con una hermosa jícara llena de tiste en su mano derecha. El blanco es bueno, camina detrás de los caminantes solitarios para protegerlos por la noche de otros espíritus burlones. Sin embargo, el cadejo negro es un espíritu malo que trata de matar a los caminantes nocturnos como nos dice su relato Don Paulo: "En el barrio de Guadalupe a Basilio, un muchacho recio y muy conocido por andar trasnochando, lo mató una noche el cadejo negro, lo encontraron en la esquina de los billares D´arce. Tenía un vecino que era muy valiente, al darse cuenta lo que le pasó a su amigo dijo: "Yo quiero que el cadejo me mate. voy a ir a espiarlo mañana". Así fue. Salió con un machete a esperar al cadejo y se escondió en el mero Tamarindón, cerquita del Río Chiquito, cuando el animal se le apareció. ra._. Ra... Ra... Ra... Se lo hechó encima. El pobre hombre amaneció muerto.

En este mundo todos estamos rodeados del bien y el mal.

El cadejo negro, color tenebroso que simboliza el mal en todas sus manifestaciones.