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martes, mayo 12, 2009

Comentario a ‘El cielo llora por mí’

de Sergio Ramírez (Masatepe, Nicaragua, 1942)
JAVIER RODRÍGUEZ MARCOS
Madrid, 18 de marzo de 2009

"Nicaragua se fastidió cuando los viejos guerrilleros se hicieron ricos"

Sergio Ramírez se puso a escribir una novela policiaca y le salió ‘El cielo llora por mí’ (Alfaguara), un retrato de la "descomposición moral" que vive su país desde que el Frente Sandinista perdió las elecciones en 1990. "Fue el tránsito de una ética de las catacumbas al sálvese quien pueda", cuenta el escritor en Madrid.

La lealtad a una ideología se convirtió primero en lealtad al poder revolucionario y, después, en lealtad al poder a secas. "Al término de diez años de revolución", cuenta el que fuera vicepresidente de Nicaragua entre 1984 y 1990, "la ética se la llevó un vendaval. A gente que había hecho voto de pobreza se le abrieron dos caminos: seguir fieles a sus principios o acomodarse a la nueva filosofía, la del dinero fácil".

El primer camino es el que tomó Dolores Morales -"nombre muy común en Nicaragua"-, el inspector mutilado y descreído que pastorea un particular departamento antidroga en la nueva novela del autor de Castigo divino. La otra vía es la que sembró "el fermento de la descomposición".

El choque de trenes entre ambos es el hilo conductor de una novela cuyo interés va más allá de resolver la intriga inicial: una mujer desaparece y las únicas pistas son un yate abandonado y una camiseta ensangrentada.

La célebre pregunta de Vargas Llosa -"¿en qué momento se jodió el Perú?"- sirve también para el país en el que, desde enero de 2007, vuelve a gobernar Daniel Ortega con "modos autoritarios" pese a las críticas de antiguos miembros de su gobierno como Ernesto Cardenal, Gioconda Belli y el propio Ramírez: "Se fastidió cuando los viejos guerrilleros se hicieron ricos", contesta éste, que añade una fecha precisa: de febrero a mayo de 1990. "La gran retirada del sandinismo se convirtió en un retiro con lo que cada quien pudiera llevarse: ya fuera un escritorio, una finca o una casa ajena".

Visto lo visto, hay una pregunta sin formular que recorre subterránea toda la novela: ¿valió la pena? "Morales ya no se la hace. Enfrenta el futuro armado de cinismo y humor negro", dice Ramírez. Y para él ¿valió la pena? Duda un instante. Luego responde: "Tal vez soy como él. Veo mi pasado con mucha ternura, con nostalgia. ¿Valió la pena? Yo creo que sí, pero eso no me sirve para resolver el futuro". Con todo, el escritor subraya que el Frente Sandinista antepuso la democracia a sus intereses cuando reconoció la derrota del año 90. Luego no supo "purificarse" como partido de oposición y Sergio Ramírez se convirtió en un disidente. Aunque vive "relativamente tranquilo" en Managua, de cuando en cuando sufre algún encontronazo con sus antiguos compañeros. En noviembre pasado, por ejemplo, el Gobierno de Ortega vetó su prólogo a una antología de los poemas de Carlos Martínez Rivas que iba a publicar este periódico: "Sólo por castigarme se perdió una oportunidad de dar a conocer a un gran poeta".

Para él, la esperanza hoy reside en los jóvenes. "Mi generación debería estar en su casa, pero Daniel Ortega sigue en el poder. Debería estar escribiendo sus memorias, pero insiste en que seguirá hasta los 97 años que vivió su mamá. Lo dijo a ‘Al Yazira’ hace una semana y es una desgracia para Nicaragua, porque vamos a soportar otra vez una lucha a muerte contra alguien que se aferra al poder. Cuándo va a ser ese enfrentamiento no lo sé, pero se va a dar".

http://www.elpais.com/articulo/cultura/Nicaragua/fastidio/viejos/guerrilleros/hicieron/ricos/elpepicul/20090318elpepicul_3/Tes

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