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Nombre: Alforja Calasanz
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miércoles, julio 30, 2008

SAN POMPILIO MARÍA PIRROTTI, UNA VIDA MISIONERA.

Léster Sánchez, escolapio

En el 242 aniversario de la glorificación de nuestro hermano Pompilio deseo retomar algunos datos sobre su vida y obra como escolapio en el camino de la sabiduría y de la santidad.

Nació el 29 de Septiembre de 1710 en la localidad de Montecalvo Irpino (Centro sur de la península Itálica). Fue bautizado con los nombres de Domingo Miguel Juan Bautista. Al vestir la sotana escolapia adoptó el nombre de Pompilio María de San Nicolás. Nació de Jerónimo Pirrotti y Ursula Bozzuti, una familia religiosa que tuvo once hijos siendo el sexto nuestro San Pompilio.

A los cuatro años recibió el sacramento de la confirmación. Más tarde demostró una gran devoción al sacramento de la Eucaristía hasta el punto de que atraía a otros niños y les enseñaba la doctrina cristiana y reproducía con ellos con sencillez y profundidad las ceremonias litúrgicas. Era un niño que sentía a Dios en su vida desde siempre. Desde su infancia y adolescencia fue desprendido y desinteresado; el despego de lo material le fue siempre connatural y fue la base humana de su santidad posterior. (1)

Se destacó rápidamente en el estudio y en la oración, animado en ambos aspectos principalmente por su padre, con quien tenía un gran parecido físico-psíquico y espiritual. Esta educación estaba inspirada en la caballerosidad y la gentileza, enraizadas estas en una profunda caridad cristiana. De niño se mantenía entregado al estudio y a la oración, y sus padres convencidos de que Dios le guiaba por caminos distintos a los demás niños le permitían sus fervorosas muestras de fe con penitencias, privaciones y largas horas de oración durante la noche que solía practicar.

A sus quince años, dos acontecimientos hacen aflorar su apertura a Dios: sus primeros ejercicios espirituales y la celebración de la Cuaresma de 1726. Estos marcaron su impulso de optar por la vida religiosa escolapia. Ya en estos ejercicios, sus temas preferidos de meditación, en los que alcanzó un alto grado de profundización eran: -el contraste entre la vida presente y la futura; la captación de las consecuencias eternas de la vida presente; su atención a la vida de Cristo y de la Virgen; y su pronta disposición a dejar lo presente para asegurar lo eterno-. (2)

En esta Cuaresma fue a Montecalvo a predicar un escolapio, el P. Nicolás María Severino a quien acudía a escuchar todos los días y después con quien hablaba entretenidamente. Cuando acabó aquella Cuaresma había tomado la determinación de seguir el camino de vida del P. Nicolás en las Escuelas Pías. Para distraer la atención del joven y apartarlo de su objetivo, sus padres, que cifraban todas sus esperanzas en Domingo (sus tres hermanos mayores ya habían sido entregados a la Iglesia y los dos siguientes a Él habían fallecido), descargaron en Él todo el cuidado de la casa y con ruegos intentaban desviarlo de esta obsesión que tenía su alma. Pero Domingo tenía la idea clara de que Dios le llamaba. Dejó una carta con la intención de despedirse de su familia y amigos, y huyó a Benevento a iniciar su caminar religioso; de donde luego pasó a Nápoles para prepararse a iniciar el Noviciado (2 de febrero de 1727). Su P. maestro de Novicios fue el P. Domingo Mazzela. Profesó el 25 de Marzo de 1728. Fue enviado a Chieti a realizar estudios de retórica y filosofía, y más tarde trasladado a Melfi (1731), cerca de Montecalvo su tierra natal. Aquí nuestro santo descubrió la esencia del ser escolapio: "rehusó a ser o sólo santo o sólo sabio; deseo ser a la vez santo y sabio". (3) Más tarde pasa por Turi(1732), Francavilla(1733), Brindis(1736) y Ortona(1739), permaneciendo en esta última hasta 1744, ejerciendo el ministerio especifico escolapio, "santificando a muchos y devolviendo la alegría a muchos hogares". (4)

El 20 de marzo de 1734 el arzobispo de Brindis le confirió el orden sacerdotal. Debido a su competencia y celo en el campo de la dogmática, la teología, la moral y la patrística, los superiores, en el Capítulo Provincial de 1736 lo designaron para predicar la Palabra de Dios. Siguió ejerciendo en las escuelas hasta 1744, año en que se entrega por completo por obediencia a la predicación. Los colegios donde vivió en santo: Francavilla, Ortona, Anzano, Chieti, Lanciano, Nápoles, Ancona, Lugo, Manfredonia y Campi, fueron testigos de su prodigiosa elocuencia y no sólo estas poblaciones sino también las poblaciones de alrededor donde Pompilio extendía su labor apostólica. Pero su acción no se limitó al púlpito y al confesionario; también se valió de sus escritos para animar la fe de sus fieles. Se conservan obras como su "Novena y Meditaciones para el Nacimiento del Redentor, un Vía Crucis, Meditaciones para Semana Santa, Mes y Novena al Sagrado Corazón de Jesús y otros escritos como El Año consagrado a María y el Mes consagrado al Sagrado Corazón de María.

La misión de San Pompilio, como seguidor de Calasanz, va a ser distinta ya que este tratará de responder a una necesidad de su tiempo y de su sociedad, según su propio carisma. En esta época se da un desprecio hacia lo sobrenatural y una rebelión contra el principio de obediencia y sumisión a las verdades, es la idea del Liberalismo que da pie a la Revolución Francesa. En las palabras de Pompilio relucía diáfanamente la verdad, eran un reto contra el racionalismo y la paganización del orden social. Además de los múltiples signos de Providencia de Dios que por la misión del santo se extendían y fecundaban la fe de los pueblos.

A principios de julio de 1766, Pompilio contrajo la enfermedad que lo llevaría a la muerte y la sufrió sin comunicar a nadie su padecer, según testimonio del P. Rector de Campi, Antonio María Albanese, del párroco, D. Pedro Mazzota y de D. Ignacio Guerrero. El día 13 de Julio, después de haber celebrado la misa, sentado en el confesionario sufrió un desmayo, fue llevado a su habitación, ya resignado en las manos de Dios en los caminos de la austeridad. Al día siguiente, lunes, bajó a la iglesia para recibir la eucaristía ya que no podía celebrarla, el superior le mandó acostarse en su lecho, pero más tarde este insistió en levantarse. El 15 de julio recibió la comunión en su aposento, mientras la noticia de su muerte cercana se extendía en la zona. Finalmente (según testimonio de D. Ignacio) a las 23 horas y media falleció; su rostro era alegre. Echado sobre una silla estaba descalzo, sus pies hinchados, la estola al cuello y en la mano una imagen de Jesucristo. Los pueblos se despoblaron para rendir tributo por su veneración.

Hoy en día en que nos encontramos con un replanteamiento en nuestra vida religiosa desde la dimensión de la misión, la figura de San Pompilio debe decirnos bastante a los escolapios, especialmente porque él comprendió que la capilla y el púlpito podían y debían ser escuela para el escolapio. Y el testimonio de este hermano nuestro debe llenarnos de profunda alegría, por su lucha constante y por su incansable comunicación con Dios que en todo suple las deficiencias humanas. "...Sobre todos esos sucesos extraordinarios está el milagro de su vida y de su comunicación mística con Dios. Esto es lo único imitable y provechoso para nosotros y las generaciones futuras." (5)

Notas


1 P. Salvador López Ruiz. "San Pompilio María Pirrotti", Salamanca, 1984. Págs. 33 y 34.
2 Cf. p. 35.
3 Cf. p.49.
4 P. Demetrio Velasco, "Vida de San Pompilio María Pirrotti", Córdoba, Argentina. 1934. p. 27.
5 Cf. Salvador López, p. 495.

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