Gracias Calasanz
A Calasanz en el 450 aniversario de su nacimiento
GRACIAS
Unas gracias espontáneas
Espontáneo, porque no siempre resuena claro y límpido en los aniversarios, sobre todo en los centenarios. Cuando se conmemora a una persona alejada en el tiempo, se la evoca con un trasfondo envuelto en una miríada de colores y de sueños evanescentes.
Puede ocurrir, a veces, que la inspiración y la vivacidad del recuerdo distraigan la atención del homenajeado e induzcan el ánimo a la admiración de quienes lo ensalzan. Es también comprensible que el heredero legítimo de un patrimonio ideal y sobrehumano se complazca en sí mismo, por ser su depositario fiel, por valorar su grandeza.
Pero obligado ante todo, paso a dar un gran GRACIAS que salga desde lo más profundo del alma, de donde se radica una vida, de donde se injerta una existencia, de donde encuentra su razón de ser de una actividad.
Es un gracias puro, sin adjetivos, sin vueltas atrás.
Ese gracias sincero que imagino provenir cantado por los miles de niños que se han beneficiado y continúan beneficiándose de su obra a lo largo del tiempo.
Ese gracias que insta desde lo más profundo de mi espíritu y pide sólo poder ser gritado con toda la fuerza como reconocimiento de una paternidad sagrada nunca desconocida.
¡Gracias, Calasanz!.
Expresión personal, voluntad anónima por deseo del autor, en nombre de los religiosos, laicos educadores y alumnos de las Escuelas Pías.
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