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Nombre: Alforja Calasanz
Ubicación: Valencia, Malvarrosa, Spain

domingo, julio 29, 2007

WASLALA

ENTRVISTA: GIOCONDA BELLI Y SUS PRESAGIOS
Entre la nada y la utopía

Rompió con el sandinismo. Sigue reivindicando la posibilidad de imaginar mundos diferentes y escribe libros en los que alerta sobre futuros apocalipsis.
Es la escritora nicaragüense Gioconda Belli
Extraído del semanario Brecha – Montevideo
Yazmín Ross

Autora de varias novelas y libros de poesía y literatura infantil, Gioconda Belli se ha dejado atrapar por sus presagios. Desde 1970, cuando empezó a escribir sus primeros poemas, el compromiso político y el ser femenino se impusieron como temas. Un cuarto de siglo después, Gioconda Belli se encuentra entre las escritoras latinoamericanas más leídas en América y Europa.

Con un millón de ejemplares vendidos en Alemania, 400 mil en España y varias ediciones en Latinoamérica, Waslala es una novela futurista que pinta una América reducida a basurero de la tecnología, del narcotráfico y de los desechos del Primer Mundo, que vive de vender árboles en pie.

En los años setenta Gioconda Belli usaba metáforas como "tus piernas firmes como convicciones guerrilleras", "el hombre que me ame reconocerá mi rostro en la trinchera/ rodilla en tierra me amará/ mientras disparamos juntos contra el enemigo". La escritora mantuvo una relación política y afectiva con el Frente Sandinista de Liberación Nacional (fue mujer de Henry Ruiz, uno de los nueve comandantes de la dirección nacional y exministro de Planificación), además de ocupar cargos de gobierno y de partido. Una relación que dio por terminada con una carta que hizo pública su renuncia...

¿Considera que lo escrito entonces sigue correspondiéndose con usted?

Claro, sí. Lo que pasa es que hay una evolución. Siento que tengo una causa y mi causa es Nicaragua. No voy a estar escribiendo los poemas que escribí antes de la revolución cuando estábamos en la lucha contra la dictadura o después. Hay una poesía más coyuntural que tiene que ver con los momentos políticos. Pero mi compromiso sigue firme en ese sentido.

¿Puede un escritor hacer política cuando escribe?

El reto más grande a nivel de la creación es encontrar cómo en este momento de la historia y del refugio del pensamiento progresista en que hay una ofensiva de la derecha muy grande, se puede insertar el escritor con su trabajo creativo y mantener viva la esperanza, incluso convertirse en un creador de posibilidades.

¿Cuáles fueron las razones de su alejamiento del FSLN?

Fue en el 94. Se venían acumulando razones. A consecuencia de la derrota electoral de 1990, se afianzaron los espacios de poder económicos para poder funcionar como partido. Eso provocó irregularidades que afectaron la imagen del Frente y su funcionamiento como partido revolucionario. Por la guerra, el FSLN se había convertido en un partido bastante autoritario, ponía énfasis en el centralismo más que en la democracia.

¿Cuál era el planteo que hacían los intelectuales del FSLN?

Veíamos la necesidad de que se democratizaran las estructuras, de que se produjera un recambio de liderazgo porque considerábamos que el de la época estaba agotado y que se asumieran responsabilidades, como una autocrítica seria del partido. Nada de eso se dio. Muchos se reunieron en torno a Daniel Ortega (expresidente y candidato derrotado), a lavarle las heridas como para hacerle sentir que él era el gran líder a pesar de que se habían perdido las elecciones. Se decía que el fracaso no había sido por él, ni por el Frente, sino por la guerra, o sea, una actitud de no aceptar ciertas realidades.

En Waslala hay una mezcla de escepticismo y utopía. Llevar a la ficción una situación extrema: Latinoamérica como un basurero de la tecnología del Primer Mundo.

Pienso que la formulación de una utopía es posible "a pesar de". Waslala está basada en un estudio de varios años sobre las tendencias fundamentales del desarrollo, sobre el papel del Sur, sobre la necesidad para las potencias del Norte de mantener el ambiente en estas regiones para poder usarnos de pulmón. Lo que yo planteo y que se ve como un escenario tan apocalíptico, difícil y duro, no me salió solamente de la cabeza. Por supuesto que hay cosas que exagero.

(Durante la entrevista, que se realizó en la antigua fábrica nacional de licores de Costa Rica, cerca de uno de los viejos alambiques que ahora forman parte del mobiliario y la decoración del Ministerio de Cultura, Belli habla de mundialización, pugnas étnicas, desechos, narcotráfico, pérdida de soberanía, entronización de las fuerzas del mercado, corporativización de las universidades. El intento de incursionar en la ciencia ficción parece derivar de una lectura informada y preocupada por el entorno, que construye una situación extrema para después apelar a la imaginación como salvadora de la sociedad.)

En ciertas regiones lo que queda es el recurso de refugiarse en el tribalismo como única salvación de la identidad. Eso también tiene que ver con esos reagrupamientos beligerantes que se dan en Ruanda, en la antigua Yugoslavia. Son una reacción contra la mundialización, contra la amenaza que se percibe a la raíz de la identidad propia. Ni el capitalismo, ni ese tribalismo, ni la vuelta a valores conservadores -como propone la derecha-, ninguna de esas cosas conduce a la democracia y a la felicidad. Eso es lo que quiero plantear en Waslala. ¿De dónde va a venir la esperanza? Debe venir de la imaginación. Mientras no se pierda la fe en la capacidad de imaginar mundos diferentes, va a poder existir el mundo de la utopía.

¿Por qué Waslala? ¿Qué representa para Nicaragua?

Es una representación emotiva mía. Después del triunfo de la revolución, mi primer viaje al interior del país fue hacia esa zona. En tiempos de la lucha contra Somoza, Waslala era un cuartel muy fortificado de la guardia nacional, el territorio mítico de la guerrilla, la puerta a la montaña, donde estaba la esperanza, digamos.

Hablaba de rescatar la imaginación. ¿Se refiere a una imaginación puesta al servicio de la literatura?

Soy una admiradora de Gramsci. Hay que recuperar una cosa que él decía: la fuerza de la idea. Hemos abjurado de ese principio de la fuerza de la idea como motor de la historia. Ahora estamos en la fuerza de la materia y de las producciones materiales, de la sociedad industrial. Las ideas son fortísimas. Cualquier idea difundida por los medios de comunicación que hay en este momento tiene un enorme poder. Quizás no para formar un movimiento o un partido, ya no podemos pensar en esos términos. Como escritor se puede jugar un papel muy revolucionario, no podemos solamente hacernos eco de la desesperanza, ni tampoco vendernos, en el sentido de convertirnos en entretenedores, en ser parte del entertainment.

De las mujeres que hacen literatura en Latinoamérica, ¿con cuál línea se siente afín? Isabel Allende representa el éxito editorial, ¿a nivel creativo se identifica con ella?.

Me preguntan si escribo sobre el asunto de las mujeres. Mi literatura no es femenina, es una literatura donde la mujer es protagonista. Nadie diría que Hemingway escribe una literatura masculina. Mi literatura es la visión del mundo desde la perspectiva de la mujer. La discusión sobre los asuntos de género no nos compete a los escritores de literatura, para eso están los ensayos y todo eso. Lo que hacemos es cambiar el papel de la mujer. Es la mujer actuando.

Es significativo que se ataque el éxito de Isabel Allende. García Márquez, Carlos Fuentes, Vargas Llosa, son todos best-sellers y nadie considera que por serlo no sean buenos escritores. Las mujeres que tienen éxito, curiosamente, son puestas en tela de juicio, toda su obra. Se ha dicho que es literatura light. Hay unas mejores que otras. Hay cierta literatura que se monta sobre un fenómeno exitoso como el realismo mágico. A Isabel Allende la respeto mucho. Ciertas cosas de ella me gustan más, otras menos. Con García Márquez me pasa igual. Es un nivel diferente de narración. Incorpora una visión social desde una óptica distinta. Tal vez menos heroica, tal vez más desde la casa, desde el jardín, desde la intimidad. Eso lleva a que el hombre trivialice esa literatura.

En ciertas escritoras, los personajes masculinos están supeditados a conflictos o necesidades femeninas desprovistas de su complejidad.

Sí, no lo dudo. Todavía podemos hablar de las escritoras como exploradoras y que -al contrario del hombre, que ve la sociedad con ciertos valores inamovibles- todavía se están replanteando cuáles son los parámetros. Allí, en ese tanteo, a veces el hombre se convierte en un monstruo. A mí no me gusta hacer eso. Tan afectado ha sido el hombre como la mujer por toda esta concepción patriarcal. Claro, el hombre pareciera ostentar el poder. Pero también ha perdido parte de su humanidad, se ha tenido que desintegrar.