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Nombre: Alforja Calasanz
Ubicación: Valencia, Malvarrosa, Spain

lunes, junio 19, 2006

Hno. Federico García (Los otros laicos)

Memoria
del Hermano Federico GARCÍA GONZÁLEZ
de la Virgen del Rosario (1922-2005)
escolapio de la Provincia de Valencia
Vicent Faus i Beltrán

El 24 de septiembre de 2005 fue enterrado en el Panteón de los Escolapios de Gandía el Hermano Federico García González.

A las 11,30 de la mañana se celebró el funeral en la Iglesia de las Escuelas Pías de Gandía, con 50 sacerdotes concelebrando y la iglesia repleta de fieles, familiares, amigos, exalumnos y profesores. Al sepelio acudió una representación del Ayuntamiento de Gandía, en la prensa local aparecieron notas y comentarios sobre su figura y la ciudad vivió con dolor la desaparición de quien tantos afectos se había ganado.

He de constatar que religiosos escolapios que han ostentado altos cargos de responsabilidad en la Orden no se han visto acompañados en su despedida de tantas muestras de cariño y afecto entristecido como el Hermano Federico.

Nació el Hermano Federico en Rafal (provincia de Alicante) un 25 de julio de 1922 en el seno de una familia cristiana que sus padres -Luis y Teresavieron bendecida con 9 hijos. De ellos, dos, Manuela y Federico, eligieron la vida religiosa, como religiosa Salesiana y como religioso Hermano Escolapio respectivamente. Sus otros hermanos, todos formaron familia.

Ingresó Federico en el Postulantado de Peralta de la Sal el 1 de octubre de 1946, sabiendo bien lo que hacía pues tenía, en aquel entonces, 24 años. Sería Hermano Operario y en todas las casas donde vivió su vocación fue una bendición de Dios, pues como enfermero, sastre, sacristán, cocinero, era la servicialidad suma. Precisamente por eso, cuando pidió su paso a la Provincia de Valencia por razones obvias de cercanía de origen y familia, vivió el Hermano momentos difíciles, pues a la Provincia de Aragón le costaba dejar marchar a quien por sus virtudes religiosas y sus muchas habilidades se había ganado tantos afectos entre ellos.

Empezó el Noviciado el 16 de julio de 1947 y fue su maestro de novicios el P. Francisco Encuentra. Profesó de votos simples el 16 de agosto de 1949 y su primera obediencia le llevó a Zaragoza donde con infinita paciencia ayudaba a los mas pequeños en el aprendizaje de las primeras letras.

De la correspondencia entre el Provincial de Aragón, el Provincial de Valencia y el P. General, con motivo de su cambio de provincia, queda evidente el amor del Hno. Federico a la vida religiosa en las Escuelas Pías, como demostró a lo largo de toda su vida en los distintos destinos que tuvo: Albelda de Iregua, Colegio Calasanz de Valencia, Managua, donde hizo su Profesión Solemne el 21 de abril de 1955, Gandía, de nuevo Colegio Calasanz de Valencia, Gandía, Noviciado de Algemesí y Gandía, ya definitivamente, desde 1983 a 2005 en que falleció, fueron sus destinos.

Cualquiera que haya convivido con un Hno. Operario como el Hno. Federico se preguntará por qué la Escuela Pia no ha cuidado y potenciado ese estilo de vida escolapia de quienes, sin aspirar al sacerdocio, son en una comunidad una ayuda tan grande que sólo se puede valorar en justicia cuando al volver a la casa del Padre desaparecen de entre nosotros.

El Hno. Federico, en todas las casas donde estuvo, trabajó incansablemente en todos los aspectos del culto y de la vida doméstica: comprar, guisar, coser, atender la tiendecita de refrescos y chucherías, hacer arreglos florales y, sobre todo, tratar a la gente con tal paciencia y dulzura que ganaba para la Escuela Pía el afecto de todos. No era una persona culta, pero sí una persona sabia y sus opiniones eran siempre profundas y de gran sensatez. Pero no crea nadie que el Hermano Federico era una persona beatífica que no pisase firme la realidad. De hecho él era justamente reivindicativo y se lamentaba amargamente del abandono de promoción personal de la Escuela Pía con los Hermanos Operarios. Era expresión suya: “¿Cómo va a haber vocaciones de religiosos escolapios Hermanos si no se hace nada por ellos y no se les ayuda a mejorar su cultura y formación?” Era feliz siendo Hermano, pero echaba de menos un seguimiento y preocupación por su formación humana y religiosa.

Lo que fue su vida, sobre todo en los últimos años en Gandía, lo resumió perfectamente el P. Provincial Enrique Signes en unos párrafos bellísimos de su homilía que emocionaron a todos los presentes. Con esas palabras del P. Signes, que cito textualmente, termino la consueta de quien pasó por la Escuela Pía haciendo el bien a todos:

“Hno. Federico, Hoy celebramos el regreso del Hno. Federico a la casa del Padre. Largos años de vida que permiten definirlo con una sola palabra: Escolapio.

Cuando hablamos de paisaje pensamos en geografía y edificios, pero hay personas que forman parte del paisaje y, cuando desaparecen, el paisaje ya no es el mismo.

El Hno. Federico era un elemento importante del paisaje de Gandía. Su andar cansino, cubierta la cabeza con una gorrita, mochila a la espalda y llevando de su mano con sumo cuidado un animalito atravesaba todos los días la misma ruta hasta llegar a la ermita de Santa Ana.

Encargado de la Iglesia de los Escolapios y de la Ermita de Santa Ana. Espíritu franciscano de amor a las plantas y los animales. A su lado, perro y gatos convivían contentos.

Pero sobre todo era bueno con las personas. Todo el barrio de Santa Ana conocía su paciencia. Los mismos chiquillos, que a veces perturbaban la paz de la ermita con sus travesuras, nunca se fueron sin su vaso de agua fresca y la advertencia bondadosa de que respetasen la montaña.

Los visitantes de la ermita, a la hora que fuese, siempre encontraron una acogida amable y -prodigio de su bondad- una explicación en idiomas que no dominaba pero que completaba con gestos.

Madrugador, diligente, trabajador incansable, sacaba sus fuerzas de una vida intensa de oración. El Santísimo Sacramento, la Virgen del Rosario - patrona de Rafal - y Santa Ana eran sus grandes devociones, y el rezo del breviario, del santo rosario y muchas horas ante el sagrario explican su alegría habitual, la de quien no está nunca solo, porque se siente acompañado de Dios.

Sus familiares le demostraron su afecto al celebrar los 50 años de profesión religiosa y cuantos le conocieron recordarán siempre su servicialidad bondadosa. Gandía verá empobrecido su paisaje urbano al desaparecer Federico que, a su paso, recibía el saludo cariñoso repetido en todos los tonos: Hermano, hermano”.

Que descanse en paz quien tanta paz nos dio.