La experiencia del Diario Espiritual en las clases de religión
Por: Marianela Muñoz M.
- “Para hablar con Dios, pedirle y agradecerle y como queda escrito poder verlo después”.
- “Para desahogarse de lo malo y agradecer por lo bueno cuando uno lo necesita y para analizar su vida en este momento”.
- “Para desahogar sentimientos, pensar sobre cosas y reflexionar sobre algunos de los actos que uno ha hecho”.
- “Para tener un contacto personal con Dios”.
- “Para conocerse mejor a uno mismo, ver si tenemos problemas en algún aspecto y mejorar”.
- “Para expresar lo que sentimos”.
- “Para pedirle ayuda y consejos a Dios”.
- “Para la intimidad con Dios”.
Con estas palabras, los alumnos de IX año del Colegio Calasanz Hispanocostarricense, expresaban el significado del Diario Espiritual en sus clases, luego de dos años consecutivos de “vivir” esta experiencia particular de comunicación con Dios.
Esta dinámica fue planteada para el programa de Religión de VIII, en el año 2003, con el fin de proporcionar a los alumnos un espacio de oración propio e íntimo; de esta forma, más allá de las celebraciones comunitarias, los estudiantes tendrían la oportunidad de marcar, de manera particular, el pulso de su relación con Dios, mediante la palabra escrita.
En este sentido, la propuesta señalaba la misma etimología del término “religión”, en cuanto el verbo latino “religere” apuntaba la acción de “unir”. Quiere decir que junto a los conocimientos generales del cristianismo, la Iglesia o las diferentes confesiones y credos, la clase de religión debe, ante todo, promover la “unión” con la divinidad y, si bien en ello interviene la razón, pues debe establecerse un vínculo intelectual, la “común unión” se consigue, ante todo, mediante el diálogo amoroso entre el Creador y su criatura.
Por este motivo, el cuaderno de Religión se divide en dos partes: una correspondiente a la dimensión teórica, de conocimiento de la materia y la otra llamada “diario espiritual”, donde los alumnos manifiestan cómo perciben su relación con Dios, cuáles son sus valores, anhelos, proyectos y peticiones esenciales y cuál es el papel que desempeña el Señor que los escucha, en su propia vida. Existe un compromiso de confidencialidad en esta escritura, de modo que si se programa la revisión de los contenidos en este cuaderno, la sección del Diario, no es considerada por el profesor.
El Diario espiritual formula líneas de reflexión semanales para que nuestros jóvenes puedan expresarse delante de Dios (capilla) y sólo con Él (diario), en un lapso de diez a quince minutos.
Los temas de estos “encuentros” son variados. Pueden sugerirse pasajes bíblicos, preguntas dirigidas, peticiones o acciones de gracias. Cada cierto número de lecciones, se les invita a releer cuanto han escrito para que valoren, en perspectiva, su proceso de crecimiento espiritual.
Cuando se visita la Capilla, los estudiantes tienen la libertad de sentarse donde quieran: las bancas, los pasillos, las gradas del altar etc. La única condición que se establece consiste en una separación prudencial entre cada uno, lo cual subraya el carácter personal de la experiencia. Asimismo, en caso de que alguno no quisiese escribir – hablar con Dios, la decisión es respetada y tan sólo se solicita que se guarde el silencio de los demás.
Así, en algún momento de la lección de Religión se anuncia que habrá Diario espiritual, los alumnos se preparan con su cuaderno y un lapicero y se disponen a visitar la capilla y desnudar su corazón frente al Sagrario.
Toda esta dinámica ha suscitado diversas reacciones, hay quienes solicitan la visita semanal a Jesús y lo recuerdan al Profesor cuando han pasado semanas sin su sesión de Diario espiritual o quienes nunca escriben. Hay otros para los cuales los quince minutos resultan insuficientes, frente a aquellos ya dispersos a tan sólo cinco minutos.
Sin embargo, sea cual sea la postura, los frutos de esta práctica resultan evidentes en tres direcciones:
La capilla se convierte en un lugar conocido, cercano, visitado no sólo en actividades extraordinarias. Esto crea una cultura de “saludo” al Santísimo Sacramento del Altar.
La oración personal se cultiva como un diálogo de amor, entre dos amigos, que no requiere de palabras o rituales extraordinarios.
El conocimiento personal, en cuanto a planes y emociones, se promueve cuando el adolescente escribe acerca de sí mismo, sea quien sea su interlocutor.
Finalmente, más allá de estás líneas y como aspecto prioritario, cabe rescatar que mediante el Diario espiritual aparece un Dios cercano, que escucha y que habla, con el cual – no hay duda - los jóvenes se están encontrando y quien, además, está “escribiendo” una historia de amor con cada uno de ellos.
Por todo ello, el Departamento de Pastoral del Colegio Calasanz ha decidido implementar dentro de las programaciones de las clases de Religión de este año 2004, el Diario espiritual como un contenido más, como respuesta a la vocación calasancia a la Piedad y al encargo del Maestro:
“Dejad que los niños vengan a mí”.
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