‘Estamos criando vagos’
Por César Mella, Psiquiatra.
19 de marzo de 2010
Hay que llamarlos varias veces en la mañana para llevarlos a la escuela. Se levantan irritados, pues se acuestan muy tarde hablando por teléfono, viendo tele o conectados al internet.
No se ocupan de que su ropa esté limpia y mucho menos ponen un dedo en nada que tenga que ver con ‘arreglar algo en el hogar’.
Idolatran a sus amigos y viven poniéndoles ‘defectos’ a sus padres, a los cuales acusan a diario de que ‘están pasaos’.
No hay quien les hable de ideologías, de moral y de buenas costumbres, pues consideran que ya lo saben todo.
Hay que darles su ‘semanal’ o mesada de la que se quejan a diario porque ‘eso no me alcanza’.
Si son universitarios, siempre inventan unos paseos de fin de semana, que lo menos que uno sospecha es que regresarán con un embarazo o habiendo fumado un pito de marihuana.
Definitivamente estamos rendidos y la tasa de retorno se aleja cada vez más, pues aún el día en que consiguen un trabajo hay que seguir manteniéndoles.
Me refiero a un segmento cada vez mayor de los chicos de capas medias urbanas que bien pudieran estar entre los 16 y los 24 años y que para aquellos padres que tienen de dos a cuatro hijos, constituyen un verdadero dolor de cabeza.
¿En qué estamos fallando?
Para los nacidos en los cuarenta y cincuenta, el orgullo reiterado es que se levantaban de madrugada a ordeñar las vacas con el abuelo; que tenían que limpiar la casa; que lustraban sus zapatos; algunos fueron limpiabotas y repartidores de diarios; otros llevábamos al taller de costura la ropa que elaboraba nuestra madre o teníamos un pequeño salario en la iglesia en donde ayudábamos a oficiar la misa cada madrugada.
Lo que le pasó a nuestra generación es que elaboramos un discurso que no dio resultado: ‘¡Yo no quiero que mi hijo pase los trabajos que yo pasé!’. Usted por qué tiene lo que tiene… Por que le costó esfuerzo… sacrificios, y así es que se aprende a valorar los esfuerzos de los padres y no acostumbrar a nuestros hijos a recibir todo por obligación.
Nunca conocieron la escasez, se criaron desperdiciando, a los 10 años ya habían ido a Disney World 2 veces, cuando nosotros a los 20 no sabíamos lo que era tener un pasaporte. El ‘dame’ y el ‘cómprame’ siempre fue generosamente complacido y ellos se convirtieron en habitantes de una pensión con todo incluido, (TV, DVD, Equipo de Sonido, Internet y comer en la cama, recogerle el reguero que dejan porque siempre se les hace tarde para salir…) y luego pretendemos que fuera un hogar o exigir o preguntarnos, por qué nuestros hijos se aíslan, no comparten con nosotros, cualquier cosa es mejor que sus padres o una actividad familiar…
Quién les suministró todo eso a nuestros hijos…
NOSOTROS MISMOS, SOLITOS Y SABIENDO QUE NO ESTABA BIEN.
Al final se marchan al exterior a la conquista de una pareja, y vuelven al hogar divorciados o porque la cosa ‘se les aprieta’ en su nueva vida.
Los que tienen hijos pequeños, pónganlos los domingos a lavar los carros y a limpiar sus zapatos y a ganarse las cosas. Un pago simbólico por eso puede generar una relación en sus mentes entre trabajo y bienestar.
Las hijas mujeres deben desde temprano aprender a manejar el hogar para que entiendan la economí¬a doméstica en tiempos que podrían ser más difíciles, y porque ellas tienen una conciencia más amplia del orden y la prosperidad del hogar.
La música metálica, los conciertos, la tele, la moda y toda la electrónica de la comunicación han creado un marco de referencia muy diferente al que nos tocó, y ellos se aprovechan de nuestra supuesta desinformación para salirse con la suya.
Estamos forzados a revisar los resultados, si fuimos muy permisivos o si sencillamente hemos trabajado tanto, que el cuidado de nuestros hijos queda en manos de las domésticas y en un medio ambiente cada vez mas deformante y, supuestamente por nuestro cargo de conciencia de no tener mucho tiempo con ellos, lo subsanamos con cosas materiales.
Ojala que este mensaje llegue a los que tienen ‘muchachos chiquitos’, pues ya los abuelos pagaron la transición...
NUNCA ES TARDE PARA CAMBIAR Y RECUERDEN ES MEJOR TARDE QUE NUNCA, NUESTROS HIJOS ALGUN DIA LO VAN A AGRADECER.
Gentileza Ariel Ortega
19 de marzo de 2010
Hay que llamarlos varias veces en la mañana para llevarlos a la escuela. Se levantan irritados, pues se acuestan muy tarde hablando por teléfono, viendo tele o conectados al internet.
No se ocupan de que su ropa esté limpia y mucho menos ponen un dedo en nada que tenga que ver con ‘arreglar algo en el hogar’.
Idolatran a sus amigos y viven poniéndoles ‘defectos’ a sus padres, a los cuales acusan a diario de que ‘están pasaos’.
No hay quien les hable de ideologías, de moral y de buenas costumbres, pues consideran que ya lo saben todo.
Hay que darles su ‘semanal’ o mesada de la que se quejan a diario porque ‘eso no me alcanza’.
Si son universitarios, siempre inventan unos paseos de fin de semana, que lo menos que uno sospecha es que regresarán con un embarazo o habiendo fumado un pito de marihuana.
Definitivamente estamos rendidos y la tasa de retorno se aleja cada vez más, pues aún el día en que consiguen un trabajo hay que seguir manteniéndoles.
Me refiero a un segmento cada vez mayor de los chicos de capas medias urbanas que bien pudieran estar entre los 16 y los 24 años y que para aquellos padres que tienen de dos a cuatro hijos, constituyen un verdadero dolor de cabeza.
¿En qué estamos fallando?
Para los nacidos en los cuarenta y cincuenta, el orgullo reiterado es que se levantaban de madrugada a ordeñar las vacas con el abuelo; que tenían que limpiar la casa; que lustraban sus zapatos; algunos fueron limpiabotas y repartidores de diarios; otros llevábamos al taller de costura la ropa que elaboraba nuestra madre o teníamos un pequeño salario en la iglesia en donde ayudábamos a oficiar la misa cada madrugada.
Lo que le pasó a nuestra generación es que elaboramos un discurso que no dio resultado: ‘¡Yo no quiero que mi hijo pase los trabajos que yo pasé!’. Usted por qué tiene lo que tiene… Por que le costó esfuerzo… sacrificios, y así es que se aprende a valorar los esfuerzos de los padres y no acostumbrar a nuestros hijos a recibir todo por obligación.
Nunca conocieron la escasez, se criaron desperdiciando, a los 10 años ya habían ido a Disney World 2 veces, cuando nosotros a los 20 no sabíamos lo que era tener un pasaporte. El ‘dame’ y el ‘cómprame’ siempre fue generosamente complacido y ellos se convirtieron en habitantes de una pensión con todo incluido, (TV, DVD, Equipo de Sonido, Internet y comer en la cama, recogerle el reguero que dejan porque siempre se les hace tarde para salir…) y luego pretendemos que fuera un hogar o exigir o preguntarnos, por qué nuestros hijos se aíslan, no comparten con nosotros, cualquier cosa es mejor que sus padres o una actividad familiar…
Quién les suministró todo eso a nuestros hijos…
NOSOTROS MISMOS, SOLITOS Y SABIENDO QUE NO ESTABA BIEN.
Al final se marchan al exterior a la conquista de una pareja, y vuelven al hogar divorciados o porque la cosa ‘se les aprieta’ en su nueva vida.
Los que tienen hijos pequeños, pónganlos los domingos a lavar los carros y a limpiar sus zapatos y a ganarse las cosas. Un pago simbólico por eso puede generar una relación en sus mentes entre trabajo y bienestar.
Las hijas mujeres deben desde temprano aprender a manejar el hogar para que entiendan la economí¬a doméstica en tiempos que podrían ser más difíciles, y porque ellas tienen una conciencia más amplia del orden y la prosperidad del hogar.
La música metálica, los conciertos, la tele, la moda y toda la electrónica de la comunicación han creado un marco de referencia muy diferente al que nos tocó, y ellos se aprovechan de nuestra supuesta desinformación para salirse con la suya.
Estamos forzados a revisar los resultados, si fuimos muy permisivos o si sencillamente hemos trabajado tanto, que el cuidado de nuestros hijos queda en manos de las domésticas y en un medio ambiente cada vez mas deformante y, supuestamente por nuestro cargo de conciencia de no tener mucho tiempo con ellos, lo subsanamos con cosas materiales.
Ojala que este mensaje llegue a los que tienen ‘muchachos chiquitos’, pues ya los abuelos pagaron la transición...
NUNCA ES TARDE PARA CAMBIAR Y RECUERDEN ES MEJOR TARDE QUE NUNCA, NUESTROS HIJOS ALGUN DIA LO VAN A AGRADECER.
Gentileza Ariel Ortega
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