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Nombre: Alforja Calasanz
Ubicación: Valencia, Malvarrosa, Spain

jueves, junio 25, 2009

Capítulo General 46°: es la hora...

José F. Unanua Pagola, Sch.P.
93 – Navegar Juntos – 2q.VI.09

Un Capítulo tiene una gran dimensión de novedad pascual, de creación nueva en el Espíritu, de esperanza firme y comprometida (Card. Eduardo Pironio).

Sí, nuestro Capítulo General debe ser visto desde la óptica de una celebración pascual; pero la primera Pascua y la que se celebra cada día en la Iglesia, en sus comunidades y en sus bautizados, tiene la doble vertiente de la cruz y la alegría, el esfuerzo y el éxito, la muerte y la vida. Para ser pascual, el Encuentro capitular ha de ser igual: cruz y semilla, para que se dé espiga y vida.

Nuestro Capítulo es mucho más que un encuentro de personas expertas y cultas, conocedoras de la vida y obras de la Escuela Pía de Calasanz en los inicios del siglo XXI. Se trata de un acontecimiento eclesial; por ello, en el devenir del Capítulo ha de estar presente y actuante el Espíritu, como lo estuvo en el inicial carisma recibido por José de Calasanz.

Podemos afirmar que es la hora privilegiada en que se deja actuar al Espíritu Santo en la autoevaluación de las Escuelas Pías, y en la que se hace presente el mismo Fundador con su original proyecto; así como el espacio para dejar oír ecos vivos que el ruido que rodea nuestras vidas no nos permite escuchar. Podemos afirmar que la celebración de este Capítulo en los inicios del siglo XXI y en contextos del III Milenio es:

- Oportunidad para grandes síntesis, obviando visiones sueltas e iniciativas y obras aisladas.
- Tiempo de armonías en un único y grande coro, evitando voces sueltas que desentonan.
- Momento de la razón ponderada, serena y objetiva, no de las razones provisionales.
- Opción decidida por los objetivos lúcidos, no por contenidos o ideas que distraen.
- Inteligente visión del todo como un cuerpo, no como parcelas.
- Vivencia de nuestros proyectos desde la óptica de comunidades unidas, no desde caminantes solitarios.
- Acercamiento a la Iglesia de Cristo, que se autodefine como comunión y participación.
- Sintonías con un mundo globalizado, que desconoce fronteras y conjunta geografías.
- Apertura a los nuevos signos de los tiempos, que hablan de eficiencia, de sinergias, de sencillez en estructuras, de metas compartidas.

Identidad institucional como tarea permanente, que lleva a raíces, a carisma, a fuentes originales, en un mundo que ignora y relativiza principios, compromisos, valores.

Todavía es la hora, pero nuestra carrera es contrarreloj: no se trata de llegar a la meta, sino de llegar a tiempo. El adversario, el que compite con nosotros, es el tiempo: la edad media de los Religiosos, que crece de forma inexorable; el desgaste de energías, que no es fácil recuperarlas; las nuevas vocaciones para nuestro proyecto, que sólo se entusiasman con ideales grandes e ilusionantes.

Estos, son datos y constataciones, pero

¿no son más bien signos de los tiempos?
¿No son voces del Espíritu para quien las quiera oír?
¿No nos están dando a entender de que “es la hora”?

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