Crisis Financiera del 2008: ¿Causas?
Dra. Elena Moreno García
Navegar Juntos - Boletín quincenal del ICCE-América
Noviembre de 2008, 1a. quincena
Mucho se ha dicho que esta crisis es producto de una inadecuada regulación del sistema financiero de los Estados Unidos. Es cierto que una mejor evaluación del riesgo hubiera evitado la concesión de muchas de las hipotecas subprime o hipotecas basura que contribuyeron a la formación de esta crisis; sin embargo, más allá de si los niveles de riesgo y los requisitos de capital y liquidez impuestos a las instituciones de crédito fueron poco apropiados, la actual crisis financiera y recesión económica que se avecina tiene como origen un consumo irresponsable por parte de las familias estadounidenses, quienes por muchos años han financiado su gasto con mucha deuda.
En una economía el consumo se puede incentivar, y si las familias estadounidenses consumieron más allá de lo que podían financiar con sus ingresos, fue por la oportunidad de dinero fácil que les otorgó la Reserva Federal de los Estados Unidos al bajar históricamente las tasas de interés -los fondos federales de ese país llegaron a estar al 1%- para acelerar la recuperación de la crisis tecnológica que sufrió esa economía a finales de la década pasada. La caída de los activos “tecnológicos” se cubrió con el crecimiento de los activos “inmobiliarios”. La facilidad con la que se otorgaron hipotecas y los sofisticados productos financieros que actualmente se negocian en el mercado, ayudaron a inflar esa burbuja alimentada por el uso frecuente del crédito y el apalancamiento.
A partir de las noticias que se conocieron el pasado mes de septiembre sobre los problemas financieros de las agencias hipotecarias estadounidenses Freddie Mac y Fannie Mae, la incertidumbre en los mercados fue tomando grandes dimensiones alimentada por la caída de Lehman Brothers, Merril Lynch, Bank of America y el necesario rescate que el gobierno de los Estados Unidos tuvo que hacer de AIG, la primera aseguradora del mundo, ante el temor de una quiebra masiva de instituciones crediticias.
El resto es especulación e incertidumbre que se ha contagiado rápidamente a todos los mercados del mundo, en donde las drásticas caídas de los índices bursátiles reflejan la falta de confianza de los inversionistas a que el plan de rescate multimillonario y la garantía de los depósitos bancarios que muchos Gobiernos han decretado, puedan reactivar los canales de crédito y evitar un problema de liquidez que va a tener repercusiones en la economía real.
Ante el desarrollo de los acontecimientos, es casi imposible dejar de pensar en las reglas de orden y transparencia que la mayor economía del mundo impuso a los países emergentes con el objetivo de “promover la cultura de la estabilidad” y cómo de haberse aplicado ellos mismos esta “disciplina de mercado” se hubiera evitado un extraordinario dispendio de recursos, pues a lo gastado por el Gobierno de los Estados Unidos hay que agregar un monto superior a los 110 mil millones de euros invertidos por los bancos centrales de Europa, Japón, Rusia y Canadá para tratar de rescatar el mercado financiero. El Fondo Monetario Internacional estima que el costo de la crisis puede ascender a 1.3 billones de dólares.
Las consecuencias más preocupantes de esta crisis financiera son las que pueda tener sobre el nivel de vida de las familias. Hay señales de que los efectos comienzan a sentirse en variables determinantes para la economía real, y esto en parte es resultado de una pérdida en la confianza del consumidor. En el último año, la confianza del consumidor estadounidense pasó de 92 a 72 puntos y en México este indicador perdió 15% en el mismo período. Esto aunado a una menor liquidez, ha provocado una reducción en las ventas. En México, la Encuesta Mensual sobre Establecimientos Comerciales reportó que las ventas al por mayor a nivel nacional disminuyeron 2.7% durante agosto de este año en comparación con el mismo mes de 2007; y las ventas del comercio al por menor apenas crecieron 0.1% a tasa anual en el mismo periodo. Al reducirse la actividad económica se incrementan los niveles de desempleo. La tasa de desocupación en México llegó a 4.25% en el mes de septiembre, cifra considerablemente más alta al 3.87% observado el mismo mes durante el 2007.
Todo indica que la economía mundial se desacelerará durante el próximo año. Ahora lo indispensable es que los Gobiernos sean conscientes de la importancia de su intervención a través de la inversión para reducir la gravedad de los efectos.
Dra. Elena Moreno García,
Directora de Ciencias Económicas UCC
Navegar Juntos - Boletín quincenal del ICCE-América
Noviembre de 2008, 1a. quincena
Mucho se ha dicho que esta crisis es producto de una inadecuada regulación del sistema financiero de los Estados Unidos. Es cierto que una mejor evaluación del riesgo hubiera evitado la concesión de muchas de las hipotecas subprime o hipotecas basura que contribuyeron a la formación de esta crisis; sin embargo, más allá de si los niveles de riesgo y los requisitos de capital y liquidez impuestos a las instituciones de crédito fueron poco apropiados, la actual crisis financiera y recesión económica que se avecina tiene como origen un consumo irresponsable por parte de las familias estadounidenses, quienes por muchos años han financiado su gasto con mucha deuda.
En una economía el consumo se puede incentivar, y si las familias estadounidenses consumieron más allá de lo que podían financiar con sus ingresos, fue por la oportunidad de dinero fácil que les otorgó la Reserva Federal de los Estados Unidos al bajar históricamente las tasas de interés -los fondos federales de ese país llegaron a estar al 1%- para acelerar la recuperación de la crisis tecnológica que sufrió esa economía a finales de la década pasada. La caída de los activos “tecnológicos” se cubrió con el crecimiento de los activos “inmobiliarios”. La facilidad con la que se otorgaron hipotecas y los sofisticados productos financieros que actualmente se negocian en el mercado, ayudaron a inflar esa burbuja alimentada por el uso frecuente del crédito y el apalancamiento.
A partir de las noticias que se conocieron el pasado mes de septiembre sobre los problemas financieros de las agencias hipotecarias estadounidenses Freddie Mac y Fannie Mae, la incertidumbre en los mercados fue tomando grandes dimensiones alimentada por la caída de Lehman Brothers, Merril Lynch, Bank of America y el necesario rescate que el gobierno de los Estados Unidos tuvo que hacer de AIG, la primera aseguradora del mundo, ante el temor de una quiebra masiva de instituciones crediticias.
El resto es especulación e incertidumbre que se ha contagiado rápidamente a todos los mercados del mundo, en donde las drásticas caídas de los índices bursátiles reflejan la falta de confianza de los inversionistas a que el plan de rescate multimillonario y la garantía de los depósitos bancarios que muchos Gobiernos han decretado, puedan reactivar los canales de crédito y evitar un problema de liquidez que va a tener repercusiones en la economía real.
Ante el desarrollo de los acontecimientos, es casi imposible dejar de pensar en las reglas de orden y transparencia que la mayor economía del mundo impuso a los países emergentes con el objetivo de “promover la cultura de la estabilidad” y cómo de haberse aplicado ellos mismos esta “disciplina de mercado” se hubiera evitado un extraordinario dispendio de recursos, pues a lo gastado por el Gobierno de los Estados Unidos hay que agregar un monto superior a los 110 mil millones de euros invertidos por los bancos centrales de Europa, Japón, Rusia y Canadá para tratar de rescatar el mercado financiero. El Fondo Monetario Internacional estima que el costo de la crisis puede ascender a 1.3 billones de dólares.
Las consecuencias más preocupantes de esta crisis financiera son las que pueda tener sobre el nivel de vida de las familias. Hay señales de que los efectos comienzan a sentirse en variables determinantes para la economía real, y esto en parte es resultado de una pérdida en la confianza del consumidor. En el último año, la confianza del consumidor estadounidense pasó de 92 a 72 puntos y en México este indicador perdió 15% en el mismo período. Esto aunado a una menor liquidez, ha provocado una reducción en las ventas. En México, la Encuesta Mensual sobre Establecimientos Comerciales reportó que las ventas al por mayor a nivel nacional disminuyeron 2.7% durante agosto de este año en comparación con el mismo mes de 2007; y las ventas del comercio al por menor apenas crecieron 0.1% a tasa anual en el mismo periodo. Al reducirse la actividad económica se incrementan los niveles de desempleo. La tasa de desocupación en México llegó a 4.25% en el mes de septiembre, cifra considerablemente más alta al 3.87% observado el mismo mes durante el 2007.
Todo indica que la economía mundial se desacelerará durante el próximo año. Ahora lo indispensable es que los Gobiernos sean conscientes de la importancia de su intervención a través de la inversión para reducir la gravedad de los efectos.
Dra. Elena Moreno García,
Directora de Ciencias Económicas UCC
Etiquetas: Economía, Finanzas, Universidad
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