Sinodo, 2008
JUAN G. BEDOYA
5 de octubre de 2008
Madrid
¿Tiene remedio la crisis de la Iglesia católica, sobre todo en Europa, donde esta confesión "está siendo devastada por los jabalíes del relativismo y la increencia"? Benedicto XVI, autor de esa apreciación, abre hoy en Roma un sínodo general de obispos para buscar soluciones. Lo hace dentro de las conmemoraciones del año paulino, que el Papa quiere subrayar.
Pablo de Tarso no sólo fue el gran secretario de organización de la Iglesia católica, sino uno de sus grandes apóstoles, escritores y oradores. Fue él quien impulsó a los primeros cristianos, a los que estuvo persiguiendo con saña antes de su conversión, a salir de Palestina e instalarse en Roma, el centro del imperio.
Éste es el vigésimo segundo sínodo que se celebra desde la constitución de ese organismo por el Concilio Vaticano II, en 1965. Se prolongará hasta el día 26, con la participación de 250 prelados y un número parecido de expertos. Es la primera asamblea episcopal convocada por este Papa (la anterior, presidida por él, se desarrolló en otoño de 2005 tras la muerte de Juan Pablo II, su convocante).
Aunque el programa de este miniconcilio fija como tema central de los debates "la palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia", el pontífice tendrá ocasión de conocer opiniones de prelados muy alejados físicamente de Roma sobre la situación del catolicismo y las pautas a seguir.
Entre las preocupaciones del Vaticano destaca el bajo índice de lectura de la Biblia entre sus fieles. En España, la Federación Bíblica Católica sostiene que sólo el 20% de los que se dicen católicos ha leído un pasaje de la Biblia en el último año. Preocupa a Roma, además, el poco caso que hacen los fieles a las predicaciones y a las orientaciones morales de la jerarquía. El Papa quiere conocer los motivos por los que una mayoría de sinceros creyentes termina construyéndose una religión a la carta y a conveniencia.
El Vaticano II instituyó la figura de los sínodos para "fomentar la unión estrecha entre el romano pontífice y los obispos". Hasta entonces, eran frecuentes las diferencias entre prelados diocesanos y el Vaticano sobre la organización de la Iglesia o su futuro. Juan XXIII, promotor de aquel concilio, quería evitar la dispersión de mensajes y puntos de vista. Buscaba también mantener el contacto con las jerarquías periféricas. Su tesis era que la curia romana se había distanciado de la realidad. Pablo VI, su sustituto, no era ajeno a esta preocupación. Fue él quien creó formalmente el sínodo de obispos, el 15 de septiembre de 1965.
Este sínodo se abre esta mañana con un discurso papal. Será excepcionalmente en la basílica de San Pablo Extramuros. Entre los convocados hay 14 españoles, entre padres sinodales, expertos y auditores. La Conferencia Episcopal envía, previa votación de sus miembros, a su presidente y vicepresidente, el cardenal Antonio María Rouco y el obispo de Bilbao, Ricardo Blázquez, y al cardenal de Toledo, Antonio Cañizares.
Los ocho españoles restantes fueron elegidos directamente por el Papa. Son el prelado del Opus Dei, Javier Echevarría; el prepósito general de la Compañía de Jesús, Adolfo Nicolás; el presidente de Comunión y Liberación, Julián Carrón; el director de la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), Jorge Juan Fernández Sangrador; la monja y profesora de Teología Bíblica en la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma, Nuria Calduch Benages; el presidente del Instituto Litúrgico en el Pontificio Ateneo San Anselmo de Roma, el benedictino Juan Javier Flores Arcas, y el profesor de la Facultad de Teología de Cataluña, Salvador Pié Ninot. En la lista de auditores también se encuentra, por expreso deseo del Papa, el iniciador del Camino Neocatecumenal (los Kikos), Francisco José Gómez Argüello Wirtz, conocido como Kiko Argüello. José Rodríguez Carballo, José María Abella Batlle, Jesús María Lecea, superiores generales de los franciscanos, misioneros claretianos y escolapios, respectivamente participan en este sínodo pero como miembros de la Unión de Superiores Generales (USG).
El Papa alerta de la pérdida de influencia del cristianismo en la cultura moderna
Benedicto XVI abre el sínodo de los obispos advirtiendo de que desembarazarse de Dios sólo crea confusión y división
AGENCIAS - Roma - 05/10/2008
El Papa Benedicto XVI ha abierto esta mañana el sínodo general de obispos que se celebra en Roma alertando de la pérdida de influencia del cristianismo en países que en otros tiempos fueron "ricas en fe y en vocaciones" por la "influencia nociva y destructiva de cierta cultura moderna", en la que muchos han decidido que "Dios ha muerto". El Pontífice ha advertido de que esa falta de Dios redunda en una sociedad "más confusa y dividida".
El Papa ha hecho estas observaciones durante la homilía de la misa celebrada en la basílica de San Pablo Extramuros y con la que ha inaugurado la XII Asamblea del Sínodo de Obispos, que mañana empieza sus trabajos. La misa ha estado concelebrada por 52 cardenales, 45 arzobispos, 130 obispos, 85 presbíteros y 14 miembros de la Iglesia Ortodoxa.
Benedicto XVI ha denunciado que en esa cultura moderna existe quien "ha decidido que Dios ha muerto y se declara Dios a sí mismo, considerándose el único artífice de su propio destino y el propietario absoluto del mundo". Al "desembarazarse de Dios" y convertirse el hombre en "propietario absoluto" de sí mismo y "único patrón de la creación", se expanden "el arbitrio del poder, los intereses egoístas, la injusticia y la explotación", así como "la violencia en todas sus expresiones". Ante esta situación, se ha preguntado si "cuando se elimina a Dios del horizonte propio, se puede ser ciertamente feliz" para responder después que "al final, el hombre se encuentra más sólo y la sociedad está más dividida y confusa".
No obstante, pese a ese olvido de Dios, cuenta Benedicto XVI con que " al final vence Cristo. ¡Siempre!" y ese es el "mensaje de consuelo que recogemos de los textos bíblicos, que el mal y la muerte no tienen la última palabra". El sínodo que abre mañana, bajo el lema "La palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia", intentará renovar ese mensaje.
Alejados de la Biblia
Según el Instrumentum Laboris, documento de trabajo para el Sínodo presentado el pasado mes de junio, los obispos católicos están preocupados por el desconocimiento entre los fieles de la Biblia y advierten del peligro de las varias interpretaciones "fundamentalistas" o equivocadas del Antiguo y Nuevo Testamento. Por ello, uno de los principales objetivos de los obispos será decidir cómo se corrige ese desconocimiento entre los fieles y superar así "la indiferencia, la ignorancia y la confusión sobre las verdades de la fe acerca de la Palabra de Dios".
En el Sínodo, participarán 253 religiosos, de los que 90 proceden de Europa, 62 de América, 51 de África y 9 de Oceanía.
El Papa saluda a algunos cardenales después de la misa en la basílica de San Pablo Extramuros.- AP
http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Papa/alerta/perdida/influencia/cristianismo/cultura/moderna/elpepisoc/20081005elpepusoc_1/Tes
5 de octubre de 2008
Madrid
¿Tiene remedio la crisis de la Iglesia católica, sobre todo en Europa, donde esta confesión "está siendo devastada por los jabalíes del relativismo y la increencia"? Benedicto XVI, autor de esa apreciación, abre hoy en Roma un sínodo general de obispos para buscar soluciones. Lo hace dentro de las conmemoraciones del año paulino, que el Papa quiere subrayar.
Pablo de Tarso no sólo fue el gran secretario de organización de la Iglesia católica, sino uno de sus grandes apóstoles, escritores y oradores. Fue él quien impulsó a los primeros cristianos, a los que estuvo persiguiendo con saña antes de su conversión, a salir de Palestina e instalarse en Roma, el centro del imperio.
Éste es el vigésimo segundo sínodo que se celebra desde la constitución de ese organismo por el Concilio Vaticano II, en 1965. Se prolongará hasta el día 26, con la participación de 250 prelados y un número parecido de expertos. Es la primera asamblea episcopal convocada por este Papa (la anterior, presidida por él, se desarrolló en otoño de 2005 tras la muerte de Juan Pablo II, su convocante).
Aunque el programa de este miniconcilio fija como tema central de los debates "la palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia", el pontífice tendrá ocasión de conocer opiniones de prelados muy alejados físicamente de Roma sobre la situación del catolicismo y las pautas a seguir.
Entre las preocupaciones del Vaticano destaca el bajo índice de lectura de la Biblia entre sus fieles. En España, la Federación Bíblica Católica sostiene que sólo el 20% de los que se dicen católicos ha leído un pasaje de la Biblia en el último año. Preocupa a Roma, además, el poco caso que hacen los fieles a las predicaciones y a las orientaciones morales de la jerarquía. El Papa quiere conocer los motivos por los que una mayoría de sinceros creyentes termina construyéndose una religión a la carta y a conveniencia.
El Vaticano II instituyó la figura de los sínodos para "fomentar la unión estrecha entre el romano pontífice y los obispos". Hasta entonces, eran frecuentes las diferencias entre prelados diocesanos y el Vaticano sobre la organización de la Iglesia o su futuro. Juan XXIII, promotor de aquel concilio, quería evitar la dispersión de mensajes y puntos de vista. Buscaba también mantener el contacto con las jerarquías periféricas. Su tesis era que la curia romana se había distanciado de la realidad. Pablo VI, su sustituto, no era ajeno a esta preocupación. Fue él quien creó formalmente el sínodo de obispos, el 15 de septiembre de 1965.
Este sínodo se abre esta mañana con un discurso papal. Será excepcionalmente en la basílica de San Pablo Extramuros. Entre los convocados hay 14 españoles, entre padres sinodales, expertos y auditores. La Conferencia Episcopal envía, previa votación de sus miembros, a su presidente y vicepresidente, el cardenal Antonio María Rouco y el obispo de Bilbao, Ricardo Blázquez, y al cardenal de Toledo, Antonio Cañizares.
Los ocho españoles restantes fueron elegidos directamente por el Papa. Son el prelado del Opus Dei, Javier Echevarría; el prepósito general de la Compañía de Jesús, Adolfo Nicolás; el presidente de Comunión y Liberación, Julián Carrón; el director de la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), Jorge Juan Fernández Sangrador; la monja y profesora de Teología Bíblica en la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma, Nuria Calduch Benages; el presidente del Instituto Litúrgico en el Pontificio Ateneo San Anselmo de Roma, el benedictino Juan Javier Flores Arcas, y el profesor de la Facultad de Teología de Cataluña, Salvador Pié Ninot. En la lista de auditores también se encuentra, por expreso deseo del Papa, el iniciador del Camino Neocatecumenal (los Kikos), Francisco José Gómez Argüello Wirtz, conocido como Kiko Argüello. José Rodríguez Carballo, José María Abella Batlle, Jesús María Lecea, superiores generales de los franciscanos, misioneros claretianos y escolapios, respectivamente participan en este sínodo pero como miembros de la Unión de Superiores Generales (USG).
El Papa alerta de la pérdida de influencia del cristianismo en la cultura moderna
Benedicto XVI abre el sínodo de los obispos advirtiendo de que desembarazarse de Dios sólo crea confusión y división
AGENCIAS - Roma - 05/10/2008
El Papa Benedicto XVI ha abierto esta mañana el sínodo general de obispos que se celebra en Roma alertando de la pérdida de influencia del cristianismo en países que en otros tiempos fueron "ricas en fe y en vocaciones" por la "influencia nociva y destructiva de cierta cultura moderna", en la que muchos han decidido que "Dios ha muerto". El Pontífice ha advertido de que esa falta de Dios redunda en una sociedad "más confusa y dividida".
El Papa ha hecho estas observaciones durante la homilía de la misa celebrada en la basílica de San Pablo Extramuros y con la que ha inaugurado la XII Asamblea del Sínodo de Obispos, que mañana empieza sus trabajos. La misa ha estado concelebrada por 52 cardenales, 45 arzobispos, 130 obispos, 85 presbíteros y 14 miembros de la Iglesia Ortodoxa.
Benedicto XVI ha denunciado que en esa cultura moderna existe quien "ha decidido que Dios ha muerto y se declara Dios a sí mismo, considerándose el único artífice de su propio destino y el propietario absoluto del mundo". Al "desembarazarse de Dios" y convertirse el hombre en "propietario absoluto" de sí mismo y "único patrón de la creación", se expanden "el arbitrio del poder, los intereses egoístas, la injusticia y la explotación", así como "la violencia en todas sus expresiones". Ante esta situación, se ha preguntado si "cuando se elimina a Dios del horizonte propio, se puede ser ciertamente feliz" para responder después que "al final, el hombre se encuentra más sólo y la sociedad está más dividida y confusa".
No obstante, pese a ese olvido de Dios, cuenta Benedicto XVI con que " al final vence Cristo. ¡Siempre!" y ese es el "mensaje de consuelo que recogemos de los textos bíblicos, que el mal y la muerte no tienen la última palabra". El sínodo que abre mañana, bajo el lema "La palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia", intentará renovar ese mensaje.
Alejados de la Biblia
Según el Instrumentum Laboris, documento de trabajo para el Sínodo presentado el pasado mes de junio, los obispos católicos están preocupados por el desconocimiento entre los fieles de la Biblia y advierten del peligro de las varias interpretaciones "fundamentalistas" o equivocadas del Antiguo y Nuevo Testamento. Por ello, uno de los principales objetivos de los obispos será decidir cómo se corrige ese desconocimiento entre los fieles y superar así "la indiferencia, la ignorancia y la confusión sobre las verdades de la fe acerca de la Palabra de Dios".
En el Sínodo, participarán 253 religiosos, de los que 90 proceden de Europa, 62 de América, 51 de África y 9 de Oceanía.
El Papa saluda a algunos cardenales después de la misa en la basílica de San Pablo Extramuros.- AP
http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Papa/alerta/perdida/influencia/cristianismo/cultura/moderna/elpepisoc/20081005elpepusoc_1/Tes
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