La Literatura Infantil colombiana en la actualidad
Francisco Cubells Salas
Boletín de la Asociación Española de Amigos del Libro Infantil y Juvenil
Año X, Nº 21, julio-septiembre 1992
INFLUENCIAS DE TRES CONTINENTES
Mezcla de razas y culturas que se intercomunican entre sí a través del castellano mejor hablado en toda Hispanoamérica, da como resultado en Colombia una literatura infantil compuesta de elementos autóctonos, afros y españoles, que discurren ya en corrientes paralelas ya en fecunda y encariñada simbiosis. Además, al independizarse de España la gran Colombia del libertador Bolívar rehúsa de momento seguir entregando a las generaciones que se educan los argumentos de la literatura y del folclore de la Madre Patria.
Los maestros, aunque españoles en su mayor parte, miran alternativamente ya a Estados Unidos, ya a Alemania, ya sobre todo a Francia. Del Norte les llegarán recreados que no traducidos por Rafael Pombo los Cuentos pintados y los Cuentos morales para niños formales. Sus relatos versificados Simón el Bolito, Los gatitos con guantes y Rin Rin Renacuajo «son conocidos y recitados por todos los niños colombianos aún en nuestros días» al decir de Carmen Bravo - Villasante. José Asunción Silva los evocará en fraternal amalgama con personajes del folclore hispano en su poema Crepúsculo: «Flota en ella el pobre Rin Rin Renacuajo - corre y huye el triste Ratoncito Pérez...» De Francia y Alemania llegarán tardíamente las versiones de Perrault y de los Grimm y Cenicienta suplantará en el aula a su gemela hispana - la de la estrella en la frente- y ésta habrá de refugiarse entre las cenizas del folclore, cenizas como las del ave fénix eternamente vivificantes.
Recientemente un autor colombiano de literatura infantil, Celso Román, en su libro Los amigos del hombre, galardonado con el Premio Enka 1979, elige como protagonistas los cuatro de Los Músicos de Bremen, de los hermanos Grimm. Pero en el de Román no son ni tránsfugas ni violentos ni sobrecogedores, antes bien como en un anticuento patentizan su fidelidad al ser humano en apuros.
Santiago Pérez Triana escribirá en Londres y en inglés, sus Cuentos a Sonny, traducidos después al castellano, donde recoge unos relatos -de tema hispanoamericano algunos de ellos- que contara a su hijo mientras paseaban por el Parque del Retiro de Madrid.
PERVIVENCIA DE MITOS Y LEYENDAS
Dentro de la vena autóctona no puede soslayarse la influencia del paisaje ya desde que Jorge Isaacs lo constituyera coprotagonista de su novela idílica María. Lo mismo hoy a Jairo Aníbal Niño en su Zoro, premio Enka 1977, y a Carmen Olalla de Fonstad en Después de pasar la lluvia, sigue hechizándoles con su mágica opulencia el mosaico agreste que ya cautivó al español Jaime Ferrán, en Ángel de Colombia. Aníbal Niño trasladará al decir infantil de finales del segundo milenio, los idilios de una nueva María y un nuevo Efraín de pequeña talla, en su libro de poemas amorosos para niños La alegría de querer.
Dentro de esta misma corriente autóctona destacan, sobre todo, los relatos míticos y legendarios transmitidos oralmente desde los aborígenes. Flor Romero de Nohra, en su libro Por la ruta del Dorado, narra la génesis de la luz y de la compañía, con la metamorfosis del cacique chibcha Ramiriqui en el sol y de la cacica Iraka en la luna, dando origen a la celebración en Sogamoso de la «Fiesta de huan», en el último mes del año. Cuenta también el origen de la humanidad según el mito de Bachué, surgida de la laguna de Iguaque cercana a Tunja con un niño de tres años con el que más tarde se casa y da origen al pueblo chibcha; mas después de poblar la tierra con su numerosa prole se sumergen madre e hijo-esposo en la mencionada laguna y como la cacica de la Guatavita se convierten ambos en dos enormes serpientes. A esta Bachué parece asimilar Flor Romero a la Madriagua o la Madre de Agua del Mito folclórico de los ríos de Antioquía, Tolima y el Magdalena Medio, la cual lo mismo aparece como una ninfa de las aguas de blonda cabellera y ojos garzos, que Tomás Carrasquilla, «el Pereda colombiano», en «Por aguas y pedrejones» la describe como «una vieja chuchumeca, muy corronchosa, con mucha costra y mucha llaga, muy parecida a una lagartija». También relata la Romero el origen mítico del salto de agua del Tequendama: originado por la varita mágica del legislador Bochica el Profeta accediendo a la petición de los chibchas de que se retiraran las aguas de la Sabana, inundada por el diluvio universal: relato afín al de la Biblia, al del Kalevala y al del poema guatemalteco Popol - Vuh. El origen de las esmeraldas es narrado en la historia del zaquemuisca Goranchacha. Asimismo el libro contiene los relatos del también zaque Tomagata el cruel y de Guatavita, además de leyendas del Chocó, de la Guajira y de la Amazonia.
Entre los relatos de mitos y leyendas asequibles al niño y al adolescente merecen citarse además El hombre con cola de león, de Fernando Solarte Lindo, Primitivos relatos contados otra vez, de Hugo Nuño, premiado en 1976 por la Casa de las Américas y Juan Sábalo -leyendas de animales- de Leopoldo Berdella de la Espriella, galardonado con el Premio Enka 1983.
LA AMENA DIDÁCTICA DE LA HISTORIA Y LA LITERATURA FANTÁSTICA
Eduardo Caballero Calderón, conocido en España por su obra El buen salvaje, premiada con el Nadal en 1966, es autor de Bolívar, una historia que parece un cuento y de una serie titulada La historia en cuentos, en la que recoge leyendas antiguas, la conquista española de Colombia y su colonización e independencia. Este entronque de lo legendario con la historia contemporánea marca el paso a un género de escritos que, en prosa o en verso, novelan o riman los hechos memorables de la nación colombiana. Así Raimundo Rivas, en un largo viaje marítimo desde Buenos Aires a Buenaventura, para entretener a su hijo escribe en espinelas Historia de Colombia narrada en versos a los niños. Precedente fue el Romancero colombiano en honor de Simón Bolívar, en el que colaboraron Rafael Pombo, José María Marroquín, Ricardo Carrasquilla, Ruperto S. Gómez. En la actualidad sigue cultivándose la historia novelada. De ella son exponentes: Oswaldo Díaz Díaz, en El país de Lilac y Otra vez en Lilac; Simón Latino (seud. de Carlos H. Pareja), en Vida de Bolívar para los niños; Amparo Ángel en Xochi y Pilli (historia de la música en América); Pilar Tafuz, en Historia de los barcos; Elisa Mújica, en La expedición botánica contada a los nidos; Pedro Gómez Valderrama, en Invenciones y artificios; Beatriz Caballero, en La aventura de la expedición botánica.
A los poetas antes citados actuales y del pasado, pueden añadirse Álvaro Morales Aguilar, Carlos Castro Saavedra, Eduardo Carranza (es famosa su nana Don Paramplin, Don Paramplin), Fanny Osorio, Hernando García Mejía.
Los libros de texto y de lecturas escolares (los cuales años después de la independencia dejaron por fin de ser traducidos de manuales estadounidenses, ruptura iniciada por Cecilia Charry Lara con sus Lecturas integrales) siempre insertaron composiciones de los famosos fabulistas colombianos José Caicedo Rojas, Ricardo Carrasquilla y José Manuel Marroquín. Una fábula de este último titulada El tigre y el conejo, considera Carmen Bravo - Villasante como un salto al plano literario de los famosos relatos protagonizados por Tío Conejo. Son éstos de origen negro y en ellos la astucia y malicia de la zorra se traspasa al conejo protagonista. Euclides Jaramillo Arango es autor de una antología de artículos de carácter folclórico publicados en diarios y revistas, titulada Cuentos del pícaro Tío Conejo. Continúa éstos relatos picarescos el antes citado Leopoldo Berdella de la Espriella, en Travesuras del Tío Conejo. Como recopilación del folclore colombiano merece citarse la selección Arrumé folclórico, De todo el maíz.
La influencia del folclore es esencial en la literatura colombiana, hasta el punto que García Márquez no podrá menos de referirse a él. Así se explica la tendencia de la literatura infantil colombiana hacia un mágico o maravilloso, de la que son exponentes el mencionado Zoro, y Dalia y Zazir, de Jairo Aníbal Niño, El valle de los Cocuyos, de Gloria Cecilia Díaz, Premio «El barco de Vapor 1985» Hip, hipopótamo vagabundo, de Rubén Vélez, Tobías el capitán de los delfines, de Miguel Ángel Pérez. Celso Román, en Las cosas de la casa desvela orígenes apócrifos y fantasiosos del ajuar doméstico y su marco ambiental, de un modo análogo a como Rudyard Kipling en su libro Just so Stories -que al-guien ha traducido por Precisamente así - asigna una génesis humorística a destacadas características de determinados animales y a los primeros transmisores de la cultura humana: el alfabeto y la escritura.
UNA LITERATURA SOCIAL PARA NIÑOS
Una corriente de reciente aparición y que alinea la literatura infantil colombiana con producciones de otras naciones de Latinoamérica, es sin duda la que pone al alcance del niño y del adolescente la denuncia social.
La situación de pobreza suma que datos oficiales asignan a dos millones de habitantes de Colombia y un estado de casi permanentes guerrillas o luchas intestinas, no pueden existir sin que tome de ella conciencia el lector niño y le sea propuesta una bien argumentada acusación.
Unas veces es la literatura infantil autóctona la denunciante de la deplorable situación de muchas naciones iberoamericanas; tal es el caso: para Chile, de Cuentatrapos, de Víctor Carvajal, Premio «El Barco de Vapor 1948»; para Brasil, de Mi planta naranja lima, de J. M. de Vasconcellos, y Tonico y el secreto de Estado, de Antonieta Días de Moraes; para Cuba, las visiones antitéticas aunque convergentes de Kike, de Hilda Pereda y de Un rey en el jardín, de Senel Paz. En esta misma línea se sitúan gran parte de los poemas de la antología El Jardín de la Amistad, que lleva por título «Homenaje al niño lati-noamericano».
En otras ocasiones son escritores extranjeros los que sensibilizan a niños y a adolescentes respecto a la actual problemática iberoamericana. Algunos de estos relatos de denuncia han sido traducidos al castellano, como: El loco y La Luna en las barracas, del italiano Alberto Manzi, cuyos argumentos se ubican en lugares innominados de Latinoamérica; Historia de Ana, del escritor alemán afincado en Suramérica Urs M. Fiechtner, sobre la represión argentina; Palabras a media voz, del británico James Watson, sobre la chilena. El holandés S. R. van Iterson en Pulga, ayudante de camionero, desarrolla una visión muy personal de la azarosa existencia de los «gamines» bogotanos.
La temática de estos niños sin hogar que deambulan y malperviven por las calles de las ciudades colombianas, es tema de uno de los cuentos de Nueve estampas de alucinado, de Clemente Airó, escritor español exiliado a Colombia después de la instauración del franquismo.
El colombiano Carlos José Reyes evoca también los tiempos llamados de la violencia, cuando el gran terrateniente desaloja de sus tierras a los pequeños propietarios rurales y un niño se ve privado de los peces del lago, los cuales «ya no serán suyos». El mismo Jairo Aníbal Niño trasvasa a su mágico relato Zoro, que ha sido calificado como «una de las más hermosas y poéticas obras para niños publicadas en los últimos tiempos» algo de las dramáticas inquietudes de su Puro pueblo, colección de cuentos breves que no escribió para niños. Luis Darío Bernal en Catalino Bocachica sitúa en ambiente marítimo cartagenero el «bildungsroman» de un muchacho negro que se promociona hasta cambiar su mísero destino en la perspectiva, por el más halagüeño, de campeón de boxeo. El libro ha merecido el Premio Concurso Nacional de Novela Infantil del «Centro de Investigación de la Cultura Negra en Colombia».
BAMBALINAS Y ROTATIVAS
El teatro infantil ha sido cultivado por Oswaldo Díaz Díaz. Su juguete El Mago obtuvo premio en el Certamen de la Sociedad de Autores Colombianos. Para el teatro guiñol ha escrito Blondinette también galardonada. De Alberto López de Mesa El gusano del aire, La trampa y El cuento agrio figuran junto con piezas de otros autores en Teatro de títeres para Niños, Antología Colombiana publicada en la editorial Tres Culturas. También el mencionado Carlos José Reyes, ha llevado a la escena y publicado El globito manual.
Las revistas infantiles colombianas no han tenido larga vida y su actual ausencia es de lamentar: Chanchito se publicó en 1933 y 1934, Rin rin en 1936, Pombo en 1954 y Amigo circuló en 1976. Tal vez se editaran algunas otras de las que no se guarda memoria escrita. En contrapartida incluyen suplementos infantiles diarios de circulación nacional, como El Pueblo, de Cali, El Heraldo, de Barranquilla, El espectador, de Bogotá, con la cabecera El jueves. También inserta uno, El Campesino, semanario de circulación nacional.
EL FOMENTO NACIONAL DE LA LECTURA POR LA LITERATURA INFANTIL
Publican libros infantiles las editoriales Norma, Bedout y Carlos Valencia. Esta última suele editar los premios colombianos de literatura infantil. El problemático mercado del libro infantil fue objeto de examen en el «Primer Foro del Libro en Colombia», en 1953.
Han convocado certámenes con premios a obras para niños y jóvenes: Seguros Médicos voluntarios, Cocultura, Voluntad Editores (junto con la Comisión Colombiana de la UNESCO), Círculo de Lectores. También ha auspiciado un concurso de cuento infantil la Cadena Caracol.
En el fomento de la Literatura Infantil tiene intervención destacada la Asociación colombiana para el Libro Infantil y Juvenil (A.C.L.I.J.), sección del IBBY en Colombia. Cuenta también con la ayuda del CERLAC (Centro Regional para el Fomento del libro en América Latina y el Caribe).
En 1987, en colaboración con el Ministerio de Educación Nacional de Colombia, dentro del Programa de Bibliotecas Escolares, el CERLAC publicó un volumen de 342 páginas en gran formato titulado Promoción de la Lectura a través de la Literatura Infantil en la Biblioteca y en el Aula, del que son autores María Clemencia Venegas, Margarita Muñoz y Luis Darío Bernal.
Se trata de un abundante repertorio de recursos y estrategias programados para la animación a la lectura, dividido en los siguientes módulos: «La biblioteca también enseña a leer», «Conozcamos la Literatura Infantil», «La magia de la narración: cuento y novela», «Juega la palabra: poesía». «A merendar el mundo: teatro», «Nuestra herencia popular: el folclore y los niños», «El embrujo de la imagen y el sonido: los medios de comunicación».
Cada módulo a guisa de introducción contiene unos «Objetivos generales» y un «Resumen del contenido». El desarrollo temático se realiza a través de una breve información teórica, a veces con iniciación de Lecturas adicionales. Las sugerencias prácticas aparecen en recuadros bajo el epígrafe de «Ideas maestras». Y para profundizar los temas estudiados se invita al lector a responder algunas preguntas agrupadas bajo el título «Ejercicios de reflexión». Índices, tablas de contenido y abundante bibliografía completan la obra.
Para el fomento de la lectura el «Centro Iberoamericano de Investigaciones para el desarrollo» (CIID), del Canadá y «Procultura», con la colaboración del Ministerio de Educación Nacional y del CERLAC, con el título «La escuela y la formación de lectores» ha producido un equipo compuesto por vídeo - cassettes con textos complementarios, resultado de un Proyecto Laboratorio Taller de Literatura Infantil y Lectura, que completa tres componentes: educación, investigación y documentación.
Este proyecto desarrolló un programa de investigación formativa en la Escuela Simón Bolívar, en Tabio y en la Escuela de Candelaria, durante los años 1985, 1986 y 1987. El material fue experimentado con maestros de Cali, Medellín, Pasto, Tunja, Duitana, Chiquinquirá, Riohacha, Leticia y Providencia. Materiales son éstos cuya utilidad es patente aun para el fomento de la lectura infantil fuera de la bella y opulenta Colombia que muchos quisiéramos que en éste y otros órdenes desarrollara todas sus posibilidades que son incalculables y cuyo descuido o bajo rendimiento es una gran pérdida no sólo para ella sino para toda la humanidad, en especial la de habla española.
BIBLIOGRAFÍA
BRAVO-VILLASANTE, Carmen: Historia y Antología de la Literatura Infantil Iberoamericana, 1987, pp. 175-219.
CASTILLA BARRIOS, Olga: Breve bosquejo de la literatura infantil colombiana. (Tesis doctoral presentada en la Universidad Juveriana de Bogotá) Cronos, Bogotá, 1954.
GARAVITO, Julián: Colombie. Fables, contes et mythes, en «Europe», nov-doc. 1979, pp. 123-129.
CAMPO LÓPEZ, J.: Mitos colombianos, El Áncora, Bogotá, 1988.
PELLOWSKI, Anne: The Word of Children’s Literature. Bowker, New York. London, 1968, pp. 46-47.
VENEGAS FONSECA, Clemencia: Panorama de la Literatura Infantil. Colombia, en «Para-para», edición especial dedicada al «Panorama de la Literatura Infantil en América Latina». Caracas, 1984, pp. 71-88.
VENEGAS FONSECA, C. MUÑOZ CARDONA, M. y BERNAL PINILLA, L. D.: Promoción de la lectura a través de la Literatura Infantil en la biblioteca y en el aula. Ministerio de Educación de Colombia-CERLAC. Bogotá, 1987. (De «Comunidad Educativa», Diciembre 1989).
Boletín de la Asociación Española de Amigos del Libro Infantil y Juvenil
Año X, Nº 21, julio-septiembre 1992
INFLUENCIAS DE TRES CONTINENTES
Mezcla de razas y culturas que se intercomunican entre sí a través del castellano mejor hablado en toda Hispanoamérica, da como resultado en Colombia una literatura infantil compuesta de elementos autóctonos, afros y españoles, que discurren ya en corrientes paralelas ya en fecunda y encariñada simbiosis. Además, al independizarse de España la gran Colombia del libertador Bolívar rehúsa de momento seguir entregando a las generaciones que se educan los argumentos de la literatura y del folclore de la Madre Patria.
Los maestros, aunque españoles en su mayor parte, miran alternativamente ya a Estados Unidos, ya a Alemania, ya sobre todo a Francia. Del Norte les llegarán recreados que no traducidos por Rafael Pombo los Cuentos pintados y los Cuentos morales para niños formales. Sus relatos versificados Simón el Bolito, Los gatitos con guantes y Rin Rin Renacuajo «son conocidos y recitados por todos los niños colombianos aún en nuestros días» al decir de Carmen Bravo - Villasante. José Asunción Silva los evocará en fraternal amalgama con personajes del folclore hispano en su poema Crepúsculo: «Flota en ella el pobre Rin Rin Renacuajo - corre y huye el triste Ratoncito Pérez...» De Francia y Alemania llegarán tardíamente las versiones de Perrault y de los Grimm y Cenicienta suplantará en el aula a su gemela hispana - la de la estrella en la frente- y ésta habrá de refugiarse entre las cenizas del folclore, cenizas como las del ave fénix eternamente vivificantes.
Recientemente un autor colombiano de literatura infantil, Celso Román, en su libro Los amigos del hombre, galardonado con el Premio Enka 1979, elige como protagonistas los cuatro de Los Músicos de Bremen, de los hermanos Grimm. Pero en el de Román no son ni tránsfugas ni violentos ni sobrecogedores, antes bien como en un anticuento patentizan su fidelidad al ser humano en apuros.
Santiago Pérez Triana escribirá en Londres y en inglés, sus Cuentos a Sonny, traducidos después al castellano, donde recoge unos relatos -de tema hispanoamericano algunos de ellos- que contara a su hijo mientras paseaban por el Parque del Retiro de Madrid.
PERVIVENCIA DE MITOS Y LEYENDAS
Dentro de la vena autóctona no puede soslayarse la influencia del paisaje ya desde que Jorge Isaacs lo constituyera coprotagonista de su novela idílica María. Lo mismo hoy a Jairo Aníbal Niño en su Zoro, premio Enka 1977, y a Carmen Olalla de Fonstad en Después de pasar la lluvia, sigue hechizándoles con su mágica opulencia el mosaico agreste que ya cautivó al español Jaime Ferrán, en Ángel de Colombia. Aníbal Niño trasladará al decir infantil de finales del segundo milenio, los idilios de una nueva María y un nuevo Efraín de pequeña talla, en su libro de poemas amorosos para niños La alegría de querer.
Dentro de esta misma corriente autóctona destacan, sobre todo, los relatos míticos y legendarios transmitidos oralmente desde los aborígenes. Flor Romero de Nohra, en su libro Por la ruta del Dorado, narra la génesis de la luz y de la compañía, con la metamorfosis del cacique chibcha Ramiriqui en el sol y de la cacica Iraka en la luna, dando origen a la celebración en Sogamoso de la «Fiesta de huan», en el último mes del año. Cuenta también el origen de la humanidad según el mito de Bachué, surgida de la laguna de Iguaque cercana a Tunja con un niño de tres años con el que más tarde se casa y da origen al pueblo chibcha; mas después de poblar la tierra con su numerosa prole se sumergen madre e hijo-esposo en la mencionada laguna y como la cacica de la Guatavita se convierten ambos en dos enormes serpientes. A esta Bachué parece asimilar Flor Romero a la Madriagua o la Madre de Agua del Mito folclórico de los ríos de Antioquía, Tolima y el Magdalena Medio, la cual lo mismo aparece como una ninfa de las aguas de blonda cabellera y ojos garzos, que Tomás Carrasquilla, «el Pereda colombiano», en «Por aguas y pedrejones» la describe como «una vieja chuchumeca, muy corronchosa, con mucha costra y mucha llaga, muy parecida a una lagartija». También relata la Romero el origen mítico del salto de agua del Tequendama: originado por la varita mágica del legislador Bochica el Profeta accediendo a la petición de los chibchas de que se retiraran las aguas de la Sabana, inundada por el diluvio universal: relato afín al de la Biblia, al del Kalevala y al del poema guatemalteco Popol - Vuh. El origen de las esmeraldas es narrado en la historia del zaquemuisca Goranchacha. Asimismo el libro contiene los relatos del también zaque Tomagata el cruel y de Guatavita, además de leyendas del Chocó, de la Guajira y de la Amazonia.
Entre los relatos de mitos y leyendas asequibles al niño y al adolescente merecen citarse además El hombre con cola de león, de Fernando Solarte Lindo, Primitivos relatos contados otra vez, de Hugo Nuño, premiado en 1976 por la Casa de las Américas y Juan Sábalo -leyendas de animales- de Leopoldo Berdella de la Espriella, galardonado con el Premio Enka 1983.
LA AMENA DIDÁCTICA DE LA HISTORIA Y LA LITERATURA FANTÁSTICA
Eduardo Caballero Calderón, conocido en España por su obra El buen salvaje, premiada con el Nadal en 1966, es autor de Bolívar, una historia que parece un cuento y de una serie titulada La historia en cuentos, en la que recoge leyendas antiguas, la conquista española de Colombia y su colonización e independencia. Este entronque de lo legendario con la historia contemporánea marca el paso a un género de escritos que, en prosa o en verso, novelan o riman los hechos memorables de la nación colombiana. Así Raimundo Rivas, en un largo viaje marítimo desde Buenos Aires a Buenaventura, para entretener a su hijo escribe en espinelas Historia de Colombia narrada en versos a los niños. Precedente fue el Romancero colombiano en honor de Simón Bolívar, en el que colaboraron Rafael Pombo, José María Marroquín, Ricardo Carrasquilla, Ruperto S. Gómez. En la actualidad sigue cultivándose la historia novelada. De ella son exponentes: Oswaldo Díaz Díaz, en El país de Lilac y Otra vez en Lilac; Simón Latino (seud. de Carlos H. Pareja), en Vida de Bolívar para los niños; Amparo Ángel en Xochi y Pilli (historia de la música en América); Pilar Tafuz, en Historia de los barcos; Elisa Mújica, en La expedición botánica contada a los nidos; Pedro Gómez Valderrama, en Invenciones y artificios; Beatriz Caballero, en La aventura de la expedición botánica.
A los poetas antes citados actuales y del pasado, pueden añadirse Álvaro Morales Aguilar, Carlos Castro Saavedra, Eduardo Carranza (es famosa su nana Don Paramplin, Don Paramplin), Fanny Osorio, Hernando García Mejía.
Los libros de texto y de lecturas escolares (los cuales años después de la independencia dejaron por fin de ser traducidos de manuales estadounidenses, ruptura iniciada por Cecilia Charry Lara con sus Lecturas integrales) siempre insertaron composiciones de los famosos fabulistas colombianos José Caicedo Rojas, Ricardo Carrasquilla y José Manuel Marroquín. Una fábula de este último titulada El tigre y el conejo, considera Carmen Bravo - Villasante como un salto al plano literario de los famosos relatos protagonizados por Tío Conejo. Son éstos de origen negro y en ellos la astucia y malicia de la zorra se traspasa al conejo protagonista. Euclides Jaramillo Arango es autor de una antología de artículos de carácter folclórico publicados en diarios y revistas, titulada Cuentos del pícaro Tío Conejo. Continúa éstos relatos picarescos el antes citado Leopoldo Berdella de la Espriella, en Travesuras del Tío Conejo. Como recopilación del folclore colombiano merece citarse la selección Arrumé folclórico, De todo el maíz.
La influencia del folclore es esencial en la literatura colombiana, hasta el punto que García Márquez no podrá menos de referirse a él. Así se explica la tendencia de la literatura infantil colombiana hacia un mágico o maravilloso, de la que son exponentes el mencionado Zoro, y Dalia y Zazir, de Jairo Aníbal Niño, El valle de los Cocuyos, de Gloria Cecilia Díaz, Premio «El barco de Vapor 1985» Hip, hipopótamo vagabundo, de Rubén Vélez, Tobías el capitán de los delfines, de Miguel Ángel Pérez. Celso Román, en Las cosas de la casa desvela orígenes apócrifos y fantasiosos del ajuar doméstico y su marco ambiental, de un modo análogo a como Rudyard Kipling en su libro Just so Stories -que al-guien ha traducido por Precisamente así - asigna una génesis humorística a destacadas características de determinados animales y a los primeros transmisores de la cultura humana: el alfabeto y la escritura.
UNA LITERATURA SOCIAL PARA NIÑOS
Una corriente de reciente aparición y que alinea la literatura infantil colombiana con producciones de otras naciones de Latinoamérica, es sin duda la que pone al alcance del niño y del adolescente la denuncia social.
La situación de pobreza suma que datos oficiales asignan a dos millones de habitantes de Colombia y un estado de casi permanentes guerrillas o luchas intestinas, no pueden existir sin que tome de ella conciencia el lector niño y le sea propuesta una bien argumentada acusación.
Unas veces es la literatura infantil autóctona la denunciante de la deplorable situación de muchas naciones iberoamericanas; tal es el caso: para Chile, de Cuentatrapos, de Víctor Carvajal, Premio «El Barco de Vapor 1948»; para Brasil, de Mi planta naranja lima, de J. M. de Vasconcellos, y Tonico y el secreto de Estado, de Antonieta Días de Moraes; para Cuba, las visiones antitéticas aunque convergentes de Kike, de Hilda Pereda y de Un rey en el jardín, de Senel Paz. En esta misma línea se sitúan gran parte de los poemas de la antología El Jardín de la Amistad, que lleva por título «Homenaje al niño lati-noamericano».
En otras ocasiones son escritores extranjeros los que sensibilizan a niños y a adolescentes respecto a la actual problemática iberoamericana. Algunos de estos relatos de denuncia han sido traducidos al castellano, como: El loco y La Luna en las barracas, del italiano Alberto Manzi, cuyos argumentos se ubican en lugares innominados de Latinoamérica; Historia de Ana, del escritor alemán afincado en Suramérica Urs M. Fiechtner, sobre la represión argentina; Palabras a media voz, del británico James Watson, sobre la chilena. El holandés S. R. van Iterson en Pulga, ayudante de camionero, desarrolla una visión muy personal de la azarosa existencia de los «gamines» bogotanos.
La temática de estos niños sin hogar que deambulan y malperviven por las calles de las ciudades colombianas, es tema de uno de los cuentos de Nueve estampas de alucinado, de Clemente Airó, escritor español exiliado a Colombia después de la instauración del franquismo.
El colombiano Carlos José Reyes evoca también los tiempos llamados de la violencia, cuando el gran terrateniente desaloja de sus tierras a los pequeños propietarios rurales y un niño se ve privado de los peces del lago, los cuales «ya no serán suyos». El mismo Jairo Aníbal Niño trasvasa a su mágico relato Zoro, que ha sido calificado como «una de las más hermosas y poéticas obras para niños publicadas en los últimos tiempos» algo de las dramáticas inquietudes de su Puro pueblo, colección de cuentos breves que no escribió para niños. Luis Darío Bernal en Catalino Bocachica sitúa en ambiente marítimo cartagenero el «bildungsroman» de un muchacho negro que se promociona hasta cambiar su mísero destino en la perspectiva, por el más halagüeño, de campeón de boxeo. El libro ha merecido el Premio Concurso Nacional de Novela Infantil del «Centro de Investigación de la Cultura Negra en Colombia».
BAMBALINAS Y ROTATIVAS
El teatro infantil ha sido cultivado por Oswaldo Díaz Díaz. Su juguete El Mago obtuvo premio en el Certamen de la Sociedad de Autores Colombianos. Para el teatro guiñol ha escrito Blondinette también galardonada. De Alberto López de Mesa El gusano del aire, La trampa y El cuento agrio figuran junto con piezas de otros autores en Teatro de títeres para Niños, Antología Colombiana publicada en la editorial Tres Culturas. También el mencionado Carlos José Reyes, ha llevado a la escena y publicado El globito manual.
Las revistas infantiles colombianas no han tenido larga vida y su actual ausencia es de lamentar: Chanchito se publicó en 1933 y 1934, Rin rin en 1936, Pombo en 1954 y Amigo circuló en 1976. Tal vez se editaran algunas otras de las que no se guarda memoria escrita. En contrapartida incluyen suplementos infantiles diarios de circulación nacional, como El Pueblo, de Cali, El Heraldo, de Barranquilla, El espectador, de Bogotá, con la cabecera El jueves. También inserta uno, El Campesino, semanario de circulación nacional.
EL FOMENTO NACIONAL DE LA LECTURA POR LA LITERATURA INFANTIL
Publican libros infantiles las editoriales Norma, Bedout y Carlos Valencia. Esta última suele editar los premios colombianos de literatura infantil. El problemático mercado del libro infantil fue objeto de examen en el «Primer Foro del Libro en Colombia», en 1953.
Han convocado certámenes con premios a obras para niños y jóvenes: Seguros Médicos voluntarios, Cocultura, Voluntad Editores (junto con la Comisión Colombiana de la UNESCO), Círculo de Lectores. También ha auspiciado un concurso de cuento infantil la Cadena Caracol.
En el fomento de la Literatura Infantil tiene intervención destacada la Asociación colombiana para el Libro Infantil y Juvenil (A.C.L.I.J.), sección del IBBY en Colombia. Cuenta también con la ayuda del CERLAC (Centro Regional para el Fomento del libro en América Latina y el Caribe).
En 1987, en colaboración con el Ministerio de Educación Nacional de Colombia, dentro del Programa de Bibliotecas Escolares, el CERLAC publicó un volumen de 342 páginas en gran formato titulado Promoción de la Lectura a través de la Literatura Infantil en la Biblioteca y en el Aula, del que son autores María Clemencia Venegas, Margarita Muñoz y Luis Darío Bernal.
Se trata de un abundante repertorio de recursos y estrategias programados para la animación a la lectura, dividido en los siguientes módulos: «La biblioteca también enseña a leer», «Conozcamos la Literatura Infantil», «La magia de la narración: cuento y novela», «Juega la palabra: poesía». «A merendar el mundo: teatro», «Nuestra herencia popular: el folclore y los niños», «El embrujo de la imagen y el sonido: los medios de comunicación».
Cada módulo a guisa de introducción contiene unos «Objetivos generales» y un «Resumen del contenido». El desarrollo temático se realiza a través de una breve información teórica, a veces con iniciación de Lecturas adicionales. Las sugerencias prácticas aparecen en recuadros bajo el epígrafe de «Ideas maestras». Y para profundizar los temas estudiados se invita al lector a responder algunas preguntas agrupadas bajo el título «Ejercicios de reflexión». Índices, tablas de contenido y abundante bibliografía completan la obra.
Para el fomento de la lectura el «Centro Iberoamericano de Investigaciones para el desarrollo» (CIID), del Canadá y «Procultura», con la colaboración del Ministerio de Educación Nacional y del CERLAC, con el título «La escuela y la formación de lectores» ha producido un equipo compuesto por vídeo - cassettes con textos complementarios, resultado de un Proyecto Laboratorio Taller de Literatura Infantil y Lectura, que completa tres componentes: educación, investigación y documentación.
Este proyecto desarrolló un programa de investigación formativa en la Escuela Simón Bolívar, en Tabio y en la Escuela de Candelaria, durante los años 1985, 1986 y 1987. El material fue experimentado con maestros de Cali, Medellín, Pasto, Tunja, Duitana, Chiquinquirá, Riohacha, Leticia y Providencia. Materiales son éstos cuya utilidad es patente aun para el fomento de la lectura infantil fuera de la bella y opulenta Colombia que muchos quisiéramos que en éste y otros órdenes desarrollara todas sus posibilidades que son incalculables y cuyo descuido o bajo rendimiento es una gran pérdida no sólo para ella sino para toda la humanidad, en especial la de habla española.
BIBLIOGRAFÍA
BRAVO-VILLASANTE, Carmen: Historia y Antología de la Literatura Infantil Iberoamericana, 1987, pp. 175-219.
CASTILLA BARRIOS, Olga: Breve bosquejo de la literatura infantil colombiana. (Tesis doctoral presentada en la Universidad Juveriana de Bogotá) Cronos, Bogotá, 1954.
GARAVITO, Julián: Colombie. Fables, contes et mythes, en «Europe», nov-doc. 1979, pp. 123-129.
CAMPO LÓPEZ, J.: Mitos colombianos, El Áncora, Bogotá, 1988.
PELLOWSKI, Anne: The Word of Children’s Literature. Bowker, New York. London, 1968, pp. 46-47.
VENEGAS FONSECA, Clemencia: Panorama de la Literatura Infantil. Colombia, en «Para-para», edición especial dedicada al «Panorama de la Literatura Infantil en América Latina». Caracas, 1984, pp. 71-88.
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