Mi foto
Nombre: Alforja Calasanz
Ubicación: Valencia, Malvarrosa, Spain

martes, noviembre 29, 2011

Exaen Grafológico Calasanz, Trillat

Raymond TRILLAT, 63 años. Caballero de la legión de Honor, grafólogo, profesional y experto en escritura, juramentado de los Tribunales.

Ha tenido ocasión, en el ejercicio de su profesión, de acceder a varias escrituras particulares, tales como la de Santa Teresa del Niño Jesús, la del Padre de Foucauld, como también a escrituras profanas, tales como las de Picasso y Max Jacob.

Ejerce su oficio desde hace 30 años.


Estudio del Rv. P. José de la Madre de Dios, Fundador de las Escuelas Pías

En contacto con esta escritura queda uno sorprendido, primeramente, por la fuerza vital, ardiente, combativa, pero siempre muy flexible y armoniosa, que de ella emana, y que da al personaje una presencia actual.

Hay una ambivalencia en él, una compensación regular entre un elemento materialista y, por ello, una referencia a la madre que gula su vida, que le sostiene, que continúa nutriéndole y reconfortándole, por una parte; y, por otra, una elevación hacia el pensamiento, y la poesía, una especie de premonición de los sucesos y una psicología protectora que da todo su personaje en movimientos que se pliegan los unos en los otros, que se imbrican como las escamas de pescado y que contienen en ellos mismos esta fuerza paternal, esta vigilancia inquieta y atormentada que él hacía presente en sus relaciones sociales, en su preocupación intensa por el otro.

Al trazar el margen central, hemos delimitado en esta escritura el plan íntimo. ardiente, generoso, expansivo, con algunas amenazas tempestuosas cuando siente alguna oposición, pero sobre ellas un cuidado de don y de comprensión.

El plan de la derecha es muy diferente, representa, tanto en la escritura como en el equilibrio de la firma, el comportamiento del hombre en relación con la sociedad, con los extraños, y también con los que no están incluidos en su plano de contacto habitual; y descubrimos entonces un ser enteramente diferente, terriblemente dramático, atormentado, inquieto, con accesos de duda y a menudo de desesperación.

La particularidad reside justamente en este predominio del plano afectivo e íntimo sobre el plano social que él rehúye de sí y parece que pretende reservar a sus dolorosas meditaciones en el curso de las cuales se mortifica y se desprecia a sí mismo, y no encuentra más recurso para volver a aquél, que sacar energías desde un acto de infinita humildad.

Hay, pues, en él un doble aspecto de educador, de protector, de motor, de alma con movimientos ardientes incendiarios, pero de ningún modo hirientes, y detrás de esta apariencia de padre exigente, intransigente, pero, no obstante, comprensivo, se encuentra una necesidad de tomar sobre él mismo la culpabilidad del otro, y de revertir sobre su propio carácter las debilidades que él constata.

Se encuentra en su grafismo frecuentes signos de cultura griega; también una lógica que reside en la continuidad de su estructura intelectual, pero resulta sorpresivo encontrar cesuras de intuición, de formas innovadoras audaciosas, incluso, a veces, revolucionarias, que dan a su comportamiento un aire muy actual.

Evidentemente, se vincula al pasado, pero se siente más tentado de proyectarse hacia el porvenir con una pujanza visionaria que es rara.

Su concepción de Dios viene constituida, sobre todo, por una irradiación que debe brotar de uno mismo después de una larga contemplación, para volver sobre sí en una trayectoria similar a la de la psicología china, del "yin" y del "yang", es decir, la alternancia de la vida y de la muerte, del día y de la noche, del pensamiento y de la materia, de sí y del otro.

La última constatación que podemos hacer respecto de esta escritura es que presenta rasgos de violencia debidos a su carácter impetuoso, pero estos arrebatos no acaban jamás con un final de agresión, sino casi siempre con un elemento de compensación, de amortiguación y de relatividad.

He examinado igualmente sus últimas cartas, en las cuales el grafismo presenta signos de senilidad por los temblores que provienen de la incertidumbre de la mano cansada, pero, incluso en estos documentos, burilados por la edad, se encuentra siempre el mismo fuego, el mismo ardor y, sobre todo, la misma compensación, el mismo juego vital de diálogo entre la espiritualidad y el realismo.

Etiquetas: ,