Día internacional de la lucha contra la desertificación y la sequía
Por Mtro. José Hugo Juárez Álvarez.
Área de Posgrado.
Navegar Juntos – VI.2010
En 1995 la Asamblea General proclamó el 17 de junio Día Mundial de Lucha contra la desertificación y la sequía (resolución 49/115). Se invitó a todos los Estados a que dedicaran esta celebración a sensibilizar a la opinión pública respecto de la necesidad de cooperar en el plano internacional para luchar contra la desertificación y los efectos de la sequía y aplicar la Convención de Lucha contra la Desertificación, establecida el 15 de octubre de 1994 en París, Francia.
El cambio climático y la desertificación interactúan en diversos niveles. Son dos importantes manifestaciones del mismo problema.
Las emisiones de gases de efecto invernadero provocadas por actividades del hombre, están dando lugar a que aumente la temperatura de nuestro planeta. Ya estamos experimentando las consecuencias del cambio climático, y sus efectos adversos se hacen sentir en muchas esferas. Asimismo, para las personas que viven en tierras áridas, especialmente en África, el cambio de las condiciones meteorológicas amenaza con exacerbar la desertificación, la sequía y la inseguridad alimentaria.
Se espera que en virtud del calentamiento global siga aumentando el número de fenómenos meteorológicos extremos, tales como sequías y lluvias intensas, los cuales tendrán un drástico efecto en suelos ya debilitados. A su vez, esta tendencia empeorará la desertificación y aumentará la prevalencia de la pobreza, la migración forzada y la vulnerabilidad ante los conflictos en las zonas afectadas. Por el contrario, los esfuerzos concertados de lucha contra la desertificación mediante la recuperación de las tierras degradadas, la lucha contra la pérdida de suelos y el restablecimiento de la vegetación, podrían ayudar a contener las emisiones de gases de efecto invernadero, fortalecer la resistencia de los países afectados y aumentar su capacidad de adaptación al cambio climático.
Vale la pena hacer una reflexión en términos de ética ambiental, o lo que es lo mismo, la responsabilidad que cada persona tiene de preservar las condiciones de vida en la tierra.
Antiguamente el hombre rudimentario o precientífico solía estar mucho tiempo en contacto con la naturaleza y podía estar atento a las condiciones del clima; se daba cuenta que las variaciones de los ecosistemas eran mínimos, incluso era capaz de predecir dichos cambios.
Hoy día ya no necesitamos detenernos a observar la naturaleza para poder darnos cuenta de la magnitud de los cambios radicales que ha sufrido; nadie en su sano juicio niega el cambio climático, el calentamiento de la tierra, las temperaturas extremas, el deshielo de los polos, los tsunamis, las lluvias torrenciales, los huracanes, etc., son pruebas de lo evidente de esta lamentable realidad. Es por lo anterior que la responsabilidad que hemos de asumir para evitar la desertificación y la sequía es de todos, por el mero hecho de vivir juntos, en el mismo hogar llamado planeta tierra. La pregunta que en este tema nos hacemos, ya no la planteamos en línea de posibilidad, sino como imperativo ético: ¿Qué debo hacer para preservar este planeta y con ello la vida de todos los seres humanos que la habitamos?
Área de Posgrado.
Navegar Juntos – VI.2010
En 1995 la Asamblea General proclamó el 17 de junio Día Mundial de Lucha contra la desertificación y la sequía (resolución 49/115). Se invitó a todos los Estados a que dedicaran esta celebración a sensibilizar a la opinión pública respecto de la necesidad de cooperar en el plano internacional para luchar contra la desertificación y los efectos de la sequía y aplicar la Convención de Lucha contra la Desertificación, establecida el 15 de octubre de 1994 en París, Francia.
El cambio climático y la desertificación interactúan en diversos niveles. Son dos importantes manifestaciones del mismo problema.
Las emisiones de gases de efecto invernadero provocadas por actividades del hombre, están dando lugar a que aumente la temperatura de nuestro planeta. Ya estamos experimentando las consecuencias del cambio climático, y sus efectos adversos se hacen sentir en muchas esferas. Asimismo, para las personas que viven en tierras áridas, especialmente en África, el cambio de las condiciones meteorológicas amenaza con exacerbar la desertificación, la sequía y la inseguridad alimentaria.
Se espera que en virtud del calentamiento global siga aumentando el número de fenómenos meteorológicos extremos, tales como sequías y lluvias intensas, los cuales tendrán un drástico efecto en suelos ya debilitados. A su vez, esta tendencia empeorará la desertificación y aumentará la prevalencia de la pobreza, la migración forzada y la vulnerabilidad ante los conflictos en las zonas afectadas. Por el contrario, los esfuerzos concertados de lucha contra la desertificación mediante la recuperación de las tierras degradadas, la lucha contra la pérdida de suelos y el restablecimiento de la vegetación, podrían ayudar a contener las emisiones de gases de efecto invernadero, fortalecer la resistencia de los países afectados y aumentar su capacidad de adaptación al cambio climático.
Vale la pena hacer una reflexión en términos de ética ambiental, o lo que es lo mismo, la responsabilidad que cada persona tiene de preservar las condiciones de vida en la tierra.
Antiguamente el hombre rudimentario o precientífico solía estar mucho tiempo en contacto con la naturaleza y podía estar atento a las condiciones del clima; se daba cuenta que las variaciones de los ecosistemas eran mínimos, incluso era capaz de predecir dichos cambios.
Hoy día ya no necesitamos detenernos a observar la naturaleza para poder darnos cuenta de la magnitud de los cambios radicales que ha sufrido; nadie en su sano juicio niega el cambio climático, el calentamiento de la tierra, las temperaturas extremas, el deshielo de los polos, los tsunamis, las lluvias torrenciales, los huracanes, etc., son pruebas de lo evidente de esta lamentable realidad. Es por lo anterior que la responsabilidad que hemos de asumir para evitar la desertificación y la sequía es de todos, por el mero hecho de vivir juntos, en el mismo hogar llamado planeta tierra. La pregunta que en este tema nos hacemos, ya no la planteamos en línea de posibilidad, sino como imperativo ético: ¿Qué debo hacer para preservar este planeta y con ello la vida de todos los seres humanos que la habitamos?
Etiquetas: Alimentación, Antropología, Sequía
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