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viernes, agosto 29, 2008

Día Internacional del recuerdo de la trata de esclavos y su abolición

Mtro. Arturo Araiza González
Navegar Juntos
Boletín quincenal del ICCE-América;
agosto, 2008

La esclavitud ha durado casi hasta nuestros días, en Occidente hasta finales del siglo XIX. Todavía quedan prácticas esclavistas en poblados africanos, además de opresiones asimilables como la trata de blancas o el trabajo infantil.

Pero la conciencia de la inmoralidad e inhumanidad de la esclavitud es una adquisición enormemente extendida y casi universal. En estos tiempos tan turbulentos y llenos de avances tecnológicos y científicos, ¿qué importancia puede tener el recordar y reconocer el pasado? ¿Es un sueño tan difuminado el querer hacer presente en la mente de las personas que el pasado nos enseña, que pareciese que el empeño por realizarlo se convierte en un esfuerzo vano?

La ONU declaró el 2004 como Año internacional de conmemoración de las luchas contra la esclavitud y su abolición. En su perduración y abolición, ¿fueron fundamentales causas de orden económico, de desarrollo de la ciencia y de la técnica, y específicamente las fuerzas necesarias para la producción de bienes? ¿O hubo un crecimiento y madurez de la conciencia humana, primero en individuos y pequeños grupos y luego extendiéndose a lo ancho de la humanidad? Las fechas de la acción abolicionista eficaz parecen bastante paralelas a la difusión de la máquina de vapor, pero las muchas voces aisladas de protesta a lo largo de los siglos e incluso la abolición de la esclavitud por la Revolución Francesa, preceden temporalmente el impacto del uso de estas máquinas y de la revolución industrial. La opinión se inclina por la toma de conciencia basada en motivos cristianos, humanos y éticos en muchos individuos y grupos, y su acción decidida. El hacer memoria de estos acontecimientos ha de representar la ocasión para efectuar un examen colectivo de las causas históricas, los métodos y las consecuencias de esa tragedia, y para analizar las interacciones a que dio lugar entre África, Europa, las Américas y el Caribe.

Es urgente trabajar para eliminar las nuevas formas de esclavitud que aquejan a las sociedades, en donde el tráfico de personas sigue siendo un lacerante dolor que busca ser escuchado a través de los gritos de dolor de tantos niños obligados a prostituirse y a laborar extensas jornadas de trabajo, mujeres que son comercializadas, personas que se trafican de un país a otro, seres humanos que se venden cual ganado para saciar la necesidad de sangre o de órganos humanos.

Es bueno el escuchar la voz de Dios que desde los inicios del cristianismo resuena con gran fuerza y nos traza líneas de compromiso; los primeros cristianos al entrar en contacto con la sociedad, reflexionan sobre ella y la critican; repudiando aquellos aspectos que ven como incompatibles con su fe y sus exigencias, pero también adoptan, asimilan o dejan subsistentes otras prácticas, costumbres, valores y corrientes de pensamiento. Los cristianos de los primeros tiempos tienen conciencia de la radical novedad que Jesucristo introduce en las relaciones entre los hombres, que afectan todas las condiciones humanas. (Gal 3, 27-28; Col. 3, 11). Imposible anunciar un principio más radical de igualdad de todos los hombres en Cristo; superando cualquier diferencia accidental que no puede ya ser causa de una inferioridad esencial; es un principio escatológico a realizarse plenamente al fin de los tiempos, pero que está ya operando en la historia actual, por la unión real a Jesucristo. Y por tanto tiene que traducirse en actitudes interpersonales. El cristianismo es primordialmente un espíritu, un nuevo modo de ver la realidad, Dios, el hombre y el mundo, que no se dirige directamente a las estructuras seculares, sino que crea las actitudes espirituales, la conciencia, la mentalidad que eventualmente habrá de llevar al cambio de estructuras.

Mtro. Arturo Araiza González

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