ANALISIS DE LAS ELECCIONES EN EL ECUADOR
Simón Pachano
Infolatam
Salamanca, 28 de noviembre 2006
El triunfo de Rafael Correa, prácticamente asegurado por la tendencia que dibujan los resultados parciales disponibles, ha despertado en no pocas personas la tentación de interpretarlo como una más de las victorias de la izquierda en América Latina. Es probable que exista algo de eso, pero la situación ecuatoriana de los últimos diez años da material para pensar también en otras explicaciones y para introducir algunos matices en esa afirmación.
Comencemos, en primer lugar, por los matices. Si se observa el desempeño electoral de las izquierdas –en plural, ya que han transitado siempre por caminos paralelos- se comprueba que en sus mejores momentos no han podido conquistar a más de uno de cada cinco votantes. En esta ocasión, por el contrario, ya en la primera vuelta Correa superó esa barrera cuando obtuvo el 23% de los votos. Al añadir a ésta la votación de los demás candidatos de esa tendencia, se podría asegurar que la izquierda se acercó a la mayoría absoluta. Pero, antes de hacer esa afirmación es necesario poner atención en los números y reflexionar sobre la posibilidad de un crecimiento exponencial como el que manifiestan estas cifras.
A pesar de la altísima volatilidad del electorado ecuatoriano, eso es imposible en el corto lapso que hay entre dos elecciones y con unas izquierdas enredadas en la crisis de sus partidos y en el debilitamiento del movimiento indígena. Por tanto, lo más probable es que no toda la votación de Correa fuera de izquierda, ni siquiera en la primera vuelta, menos aún en la segunda. Esto no significa que al nuevo presidente no le vaya bien esa etiqueta. No, a pesar de sus posiciones conservadoras en asuntos de valores, es una persona de izquierda, pero no se puede asegurar lo mismo de todos sus votantes, o incluso de la mayoría de ellos.
En segundo lugar, buscando ya las explicaciones alternativas, basta recordar la historia reciente del Ecuador para comprobar que es un país que en la elección presidencial ha venido votando constantemente por las nuevas opciones, por los outsiders, en contra de los partidos tradicionales, aunque en las legislativas votara por estos. Correa ocupó ese lugar en esta ocasión, mientras en las legislativas se mantuvo la constante de votar por partidos, aunque con un recambio de estos. Es posible que este sea uno de los problemas propios de un régimen presidencial como el ecuatoriano, en que el jefe de gobierno está permanentemente expuesto a la lucha política cotidiana sin escudos que lo protejan, lo que deriva inevitablemente en un desgaste acelerado e irreversible. En términos electorales se manifiesta en la búsqueda de nuevas figuras, como ocurrió nuevamente en la elección del domingo.
Una explicación adicional puede encontrarse en los contenidos de las propuestas de Rafael Correa. Es verdad que fue el portador de la propuesta más radical de transformación del sistema político y de la conducción de la economía, lo que le permitió sintonizar con el desencanto de buena parte de la población, especialmente con la que en abril de 2005 pedía que se fueran todos. Sin embargo, nuevamente aquí cabe preguntarse por la magnitud de ese sector así como por las características y contenidos de ese desencanto. Respecto a lo primero, su tamaño parece ser menor al que se suponía solamente hace unos meses atrás, como se puede comprobar por el tercer lugar obtenido en la contienda presidencial por el hermano del ex presidente Gutiérrez, que expresa todo lo contrario a esa posición.
Sobre lo segundo, su contenido es un enigma ya que el vacío de debate sobre temas de fondo en la campaña no permitió sacarlo a la luz. Lo único que se puede sostener al respecto es que ese desencanto parece ser más heterogéneo que lo que alcanza a abarcar una consigna de campaña o un símbolo autoritario como el cinturón (la correa) blandiendo en la mano. Incluso en este plano es importante considerar que, de acuerdo a la información disponible, la mayor parte de la votación que obtuvo Gutiérrez en la primera vuelta se transfirió a Correa en la segunda, lo que quiere decir que una buena proporción de los votos que le dieron el triunfo a Correa vinieron de una corriente totalmente opuesta a la suya. Esto suele suceder en contextos de alta volatilidad y de baja implantación de los partidos y de las ideologías, como el ecuatoriano, de manera que apenas hay campo para sorprenderse.
Finalmente, una rápida revisión del origen geográfico de la votación de los dos finalistas demuestra la persistencia de las profundas diferencias regionales que caracterizan a la política ecuatoriana. Las provincias serranas le dieron a Correa una aplastante victoria, mientras la votación de Noboa se concentró, como ya ocurrió en sus dos candidaturas anteriores, en las provincias costeñas. Por consiguiente, entre las explicaciones no debe faltar también el factor regional, con todas las consecuencias que este tendrá en la gestión de gobierno (y por supuesto en la de oposición).
Estas y otras causas pueden explicar el triunfo de Rafael Correa, pero sobre todo pueden ayudar a comprender las complejidades a que estará sometido su gobierno al provenir de un mandato tremendamente heterogéneo. Todas ellas actuarán en su momento sobre su capacidad de formulación de políticas y sobre la posibilidad de establecer acuerdos. Por el momento son datos sobre una realidad que ya ha acabado anticipadamente con el mandato de los tres últimos presidentes elegidos en las urnas.
Simon Pachano
Master en Sociología CLACSO-PUCE, Quito, Ecuador 1978. Licenciado en Sociología y Ciencias Políticas, Universidad Central, Quito, Ecuador 1975. Coordinador de la Maestría en Ciencia Política de FLACSO sede Ecuador 2003. Coordinador del Programa Andino de Ciencias Sociales de FLACSO Sede Ecuador 2003. Coordinador de la Maestría en Desarrollo Local de FLACSO sede Ecuador 2000. Profesor en la Maestría en Desarrollo Local y Gestión Pública, Centro Boliviano de Estudios Multidisciplinarios-Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO, La Paz, Bolivia 2001. Profesor invitado por el Instituto de Estudios de Iberoamérica y Portugal. Universidad de Salamanca, España 2000. Profesor en la Maestría en Ciencia Política en Iberoamerica. Universidad Internacional de Andalucía. La Rábida, España 2000. Profesor en la Maestría en Desarrollo Local y Gestión Pública, Centro Boliviano de Estudios Multidisciplinarios-Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO, La Paz, Bolivia 1999 Inverstigador de FLACSO sede Ecuador, 1996-2003. Director de la Fundación Ecuatoriana para la Democracia 1992-1996. Director Ejecutivo del Instituto de Estudios Ecuatorianos, IEE. Quito, Ecuador 1986-1988. Investigador Principal del Instituto de Estudios Ecuatorianos. IEE, Quito, Ecuador 1985-1994. Director Ejecutivo del Centro de Investigaciones y Estudios Socio Económicos, CIESE. Quito, Ecuador 1980-1984. Investigador Principal del Centro de Investigaciones y Estudios Socio Económicos, CIESE. Quito, Ecuador. 1978-1985.
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