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Nombre: Alforja Calasanz
Ubicación: Valencia, Malvarrosa, Spain

sábado, noviembre 04, 2006

Banquero de los Pobres (Muhammad Yunus)




Muhammad Yunus


Conferencia Magistral de Muhammad Yunuf
Director y Fundador del Grameen Bank de Bangladesh

Introducción del Sr. D. Rafael del Pino,
Presidente-Fundador de la Fundación Rafael del Pino

Moderador de coloquio: Sr. D. Amadeo Petitbò,
Director de la Fundación Rafael del Pino

D. Rafael del Pino:

Yo estudié geografía universal hace justamente 70 años. Entonces no existía Bangladesh. Había nada más que un gran subcontinente indio, limitado al norte por el Himalaya y al sur y al este por el Océano Índico. Bangladesh tiene una población que es tres veces y media la española, ciento treinta y tantos millones de habitantes. Y su superficie es como Andalucía. Tiene la densidad de población más alta del planeta, 1.000 personas por kilómetro cuadrado. Y, al mismo tiempo, tiene la renta per capita de las más bajas del mundo, una renta per capita que debe ser como uno partido por cuarenta de la renta per capita europea, de manera que una gran parte de la población de Bangladesh está sumida en la pobreza.

Tiene algunos recursos naturales, agrícolas, porque tiene un clima muy bueno. Está en un delta enorme, el mayor delta del mundo, entre el Ganges, que allí se llama de otra manera, y el Brahmaputra, que también allí se llama de otra manera. Confusos son estos bengalíes.

Gracias a eso, y a cultivar principalmente arroz, tienen tres cosechas anuales: una cosecha que no requiere más que la lluvia, generosa; otra cosecha que ya requiere la lluvia que queda y un poco de riego; y una tercera cosecha que requiere riego.

En ese contexto, nació Muhammad Yunus hace 62 años. Estudió en Estados Unidos y allí se obtuvo un grado de Doctor en la Universidad de Vanderbilt, Doctor en Economía, en 1969-70. Después, Bangladesh obtuvo su independencia, y desde entonces ha sido un incansable luchador para intentar acabar o disminuir la pobreza de Bangladesh.

Digamos que con dos principios, y me corregirá luego el Profesor Yunus si me equivoco: un principio es el de, como decía Confucio --aunque son más bien musulmanes y no hindúes--: “Cuando ves a un hombre necesitado no le des un pez, enséñale a pescar”.

Entonces, el Profesor Yunus, después de unos años de actividades diversas en Bangladesh, decidió montar un sistema que tenía al mismo tiempo un fin educativo y otro fin financiero, el de proporcionar a las familias pobres los medios necesarios y la instrucción o la formación necesaria para que pudieran montar sus propios negocios.

Es muy curioso, y lo digo para la mayor satisfacción de las señoras aquí presentes, que llegó rápidamente a la conclusión de que era mucho más seguro prestar dinero a la mujer que al marido. Y, de hecho, creo que el 95 por ciento de sus clientes son mujeres. Y además, sin garantías prendarias de ninguna clase, ni garantías financieras, nada más que la garantía de la propia prestataria y las de su grupo, solidariamente, consigue que el número de impagados sea inferior al 2 por ciento.
Realmente es admirable.

Tienen así como 13.000 empleados, y tres millones y medio de prestatarios, creciendo rápidamente. Es tal la labor realizada que ha sido premiada. Lo tuvimos en varias ocasiones en España, entre ellas hace cuatro años en el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia, pero también en muchos otros foros: el Premio Liderazgo Humanitario Rey Hussein, el Premio Indira Gandhi, el Gran Premio Fukoka, el Premio de la Cooperación Internacional y de la Granja de Granada, el Premio de la Ayuda Internacional de Navarra. Es Doctor honoris causa , o doctor honorario, de muchas universidades: East Anglia, Toronto, Católica de Lovaina, Sydney, Brisbane, por citar unos ejemplos.

Ha sido o es consejero de muchas instituciones en su país e internacionales, por ejemplo: el propio gobierno de Bangladesh, el Banco Mundial, la Universidad de Harvard, las Naciones Unidas, MIT y muchos otros honores de distinta naturaleza en muchos sitios.

No quiero aburrirles a ustedes. Quiero simplemente terminar con unas palabras del propio Profesor Yunus, en su libro, Hacia un Mundo sin Pobreza: “Hemos conseguido un mundo libre de esclavitud, libre de polio, un mundo libre del apartheid, pues crear un mundo libre de pobreza será un logro todavía mayor. Y será un mundo en que podemos estar orgullosos de vivir”.

Señores, les va a dirigir la palabra el Profesor Yunus, pero quiero antes decirles que habrá unos minutos después de la intervención del Profesor Yunus para hacer preguntas, que se ruega se hagan por escrito para que se vayan traduciendo. Y después habrá la posibilidad de saludarlo y darle la mano al Profesor Yunus y cambiar impresiones con él durante un ratito con una copa de vino español. Profesor Yunus...


Profesor Yunus:

Rafael, distinguidos señoras y señores, es un gran honor para mí estar aquí invitado para hablarles de algo que me da mucho placer y satisfacción: lo que estamos haciendo en Bangladesh. Me satisface mucho cuando las personas tienen interés en oír lo que hacemos porque es un mensaje que siento la necesidad de transmitir a todo el mundo. Es algo que normalmente la gente encuentra muy difícil de aceptar o de creer: que las cosas pueden suceder tal como suceden. Estoy muy contento de que Rafael les haya informado tanto sobre Bangladesh como sobre el Banco Grameen. Así, mi cometido es mucho más fácil.

Voy a explicarles brevemente cómo empezamos, y luego les hablaré sobre las grandes cuestiones que están implicadas en todo esto. ¿De qué trata el Banco Grameen? ¿Por qué es diferente a todos los demás bancos? ¿Qué tiene de especial?

Primero quiero dejar claro que no soy banquero. No he sido formado como banquero, ni nunca pensé convertirme en banquero. Por tanto, en lo que me vi involucrado fue una cosa más o menos accidental. Me vi obligado a implicarme debido a las circunstancias. Como mencionó Rafael, Bangladesh se independizó en 1971. Nos ilusionó muchísimo. Finalmente habíamos salido de un tipo de relación que no funcionaba con Paquistán. Por fin podíamos tomar nuestras propias decisiones políticas. Podíamos diseñar nuestra sociedad de la forma que queríamos y convertirnos en la nación de nuestros sueños. Pero, como pasa con todos los sueños, especialmente con los sueños de las naciones recientemente independientes, se puede convertir en una especie de pesadilla. No siempre se dirigen en la dirección esperada.

Esto mismo pasó en los primeros años de Bangladesh. Terminamos en hambruna. En lugar de mejorar nuestra situación económica, se levantó la hambruna en el país. Muchas personas murieron de hambre.

Esa época fue cuando estaba dando clases en una de las universidades de Bangladesh. No sienta bien, no es agradable enseñar economía, de todas las asignaturas, en el aula, explicándoles a los alumnos las elegantes teorías económicas, lo perfectas que son, que se pueden resolver todos los problemas económicos con esas poderosas teorías económicas, cuando sales del aula y no ves más que hambre, personas hambrientas y muriéndose de hambre. Te preguntas para qué valen tus teorías económicas de libro de texto si no son útiles para las personas que están muriéndose o a punto de morir, y no por ninguna enfermedad en particular. Se mueren porque simplemente no tienen un poco de comida. Es una cosa muy dolorosa --cuando uno está comiendo y justo en la puerta de al lado alguien se está muriendo porque no tiene comida.

Por tanto, me sentí muy inquieto, como muchos otros en Bangladesh que se sentían muy descontentos y desencantados con la forma en que iban las cosas alrededor de nosotros. Y pensé que no tenía sentido y que era totalmente inmoral enseñar aquellas teorías que no significaban nada. No sabía qué hacer, porque era lo único que hacía. Había continuado mi formación académica y había hecho todo lo que había tenido que hacer para convertirme en profesor. Por tanto, sentí que quizás podía hacer algo.

Podía ser sencillamente un ser humano y ser útil a otro ser humano. No se necesita un certificado para ser útil a otro ser humano, y no se tiene que leer libros de texto para hacerlo. Una relación de humanidad es suficiente para ello.

Por tanto, hice exactamente eso. Fui por los pueblos intentando ver si había una oportunidad para poder ser útil a alguien. A lo mejor no iba a ser mucho, pero me sentiría un poco mejor si un día había hecho algo aunque fuese para una sola persona.

Mientras hacía eso, vi muchas cosas pequeñas, cosas que no sabía antes. Mis libros de economía nunca mencionaron todo eso que tenía que ver con las realidades de la vida de los pobres, la realidad de la vida de las personas en Bangladesh. La universidad estaba a tan sólo a unos pasos de aquel pueblo, pero no sabía casi nadie cómo se desarrollaba la vida en ese pueblo.

Vi como sufría la gente por no tener una cantidad pequeñísima de dinero. Tenían que pedir prestado el dinero a prestamistas, a usureros. Y los usureros se aprovechaban y convertían a estas personas prácticamente en esclavos, porque literalmente trabajaban para los usureros. Lo poco que ganaban se lo quedaban los usureros y tenían muy poco para sí mismos.

Así pues, tuve una idea. Si les podía proporcionar este poquito de dinero, probablemente las cosas iban a serles más fáciles. Por tanto, hice una lista de personas que necesitaban esta pequeña cantidad de dinero. La lista contenía 42 nombres cuando la terminé, finalmente. La cantidad total de lo que necesitaban era 27 dólares. Fue chocante para mí, porque como profesor de economía enseñaba sobre los planes nacionales de desarrollo de un país, cómo se elaboraba el plan quinquenal, cómo los planes quinquenales cambiaban la calidad de vida de los pobres en Bangladesh. Allí hablamos de millones de dólares, de miles de millones de dólares de inversión. Nunca hablamos sobre menos de un dólar por persona para las necesidades de las personas.

Realmente era una gran sorpresa. No sabía qué respuesta podía dar en una situación como ésta.

De todas formas, di los 27 dólares a esas 42 personas y les dije que devolvieran el dinero que debían a los usureros. Les dije que podían seguir con su trabajo y guardar todo el dinero que generaban utilizando el dinero. Les dije que podían devolverme el dinero si lo querían, cuando estuvieran en condiciones de hacerlo.

Pero la ilusión que generaba en estas 42 personas es lo que me llevó a involucrarme en todo esto. ¡Estaban tan contentos! Para ellos parecía como un milagro que alguien realmente les diera dinero sin las condiciones de los usureros. Y se me vino la idea de que si puedes hacer tan contenta a tanta gente con una cantidad tan pequeña de dinero, ¿por qué no hacer más de lo mismo? Estaba planteando la forma de hacerlo cuando se me vino a la cabeza que en lugar de hacerlo yo con mi dinero, debía intentar encontrar alguna solución institucional para que continuara aun cuando no lo pudiera atender. Las personas habrían establecido su derecho, por lo que podrían recibir el dinero cuando lo necesitaran.

Así que acudí al banco. Pensé que el banco era la institución adecuada para esto. Se trataba del banco que estaba situado en el mismo campus donde daba clases. Cuando propuse al director que debía dar préstamos a los pobres del pueblo donde vivíamos todos, casi se cayó del cielo. No podía creer siquiera que lo había propuesto. Dijo: “Es imposible. No se puede hacer”. Yo dije: “¿Qué tiene de imposible? Es una cantidad tan pequeña de dinero que tendrá que dar que no les hará daño”. Dijo: “No, no es cuestión de hacernos daño. El dinero no es lo importante. No es la cantidad.

Es sólo que en principio no puedo dar el dinero a los pobres”. Dije: “Eso es muy curioso porque se supone que se presta dinero a personas que lo necesitan, y ellos son los que lo necesitan”. Dijo: “No, aunque lo necesiten, no pueden conseguir un préstamo bancario porque no son solventes”. Por tanto, tuve una gran discusión sobre quién merece recibir un crédito y quién no, pero se mantuvo en su postura de que un banco no puede prestar dinero a pobres porque no tienen solvencia.

Eso fue la lección más importante para mí. Fue mi primera lección de banca y se me ha quedado. He estado luchando con esto durante los últimos 26 años y probablemente seguiré en el futuro intentando convencer al mundo de que los pobres merecen recibir un préstamo tanto como cualquier otro en el mundo. Los pobres son, en muchos casos, mucho más merecedores de un préstamo que los ricos, especialmente en Bangladesh, donde los ricos que piden préstamos de los bancos no los devuelven y se salen con la suya. Nadie puede tocarlos porque son personas poderosas.

Por tanto, de todas formas seguí manteniendo esta postura, de que los bancos debían al menos intentar dar dinero a los pobres en el pueblo. No encontré ninguna forma de hacerlo. Todo el mundo decía lo mismo. Hablé con los altos directivos de los bancos. Decían lo mismo. Finalmente, se me ocurrió una idea que funcionó. Lesw dije: “Me ofrezco como avalista. Firmaré todos sus papeles, y darán el dinero a las personas que yo identifique y asumiré el riesgo. Así, todos sus reglas están aseguradas y me pueden dar el dinero”. Sonaba muy razonable, muy lógico. Seguramente a ustedes les parecerá muy razonable. Pero los bancos no se metieron enseguida. Tardaron otros tres o cuatro meses para decidirse. Hizo falta que escribiera muchas cartas, con planes de cómo iba a hacerlo y cómo el banco iba a responder.

Finalmente, en 1976, después de acordarlo todo, di el primer préstamo a la gente a través del banco. El director del banco me advirtió de que el dinero nunca iba a volver, por que cometía un error al dar dinero a los pobres. Por tanto, que me preparara, que nunca vería ese dinero más. Yo dije: “Asumiré el riesgo. No tengo idea de si el dinero volverá o no, pero creo que es legítimo hacerlo”. Y lo hice. Afortunadamente para mí, se devolvió cada penique. No tuve ningún problema. Y me encantó que fuera tan fácil porque todo el mundo me estaba metiendo miedo de que no iba a funcionar. Cuando le dije al director: “Mira, me han devuelto cada penique, ha funcionado”, éste dijo: “Bien, puede que haya funcionado en un pueblo, porque es pequeño, y vas detrás de todo el mundo para que te lo paguen, pero si lo haces en dos pueblos no te lo devolverán”. Así que dije: “Vale, lo intentaré en dos pueblos”. Lo probé en dos pueblos, uno al lado del otro. Y seguía funcionando. No le impresionó en lo más mínimo. Dijo: “Quizás lo debes hacer en cinco pueblos”.

Así que fui, y lo hice en cinco pueblos para convencerle de que funcionaba.

Funcionó, pero no quedó convencido. Seguía aumentando el número cada vez que me parecía que ahora el banco iba a aceptar el hecho de que los pobres merecían recibir préstamos porque me habían devuelto el dinero sin ningún problema. Cada vez decía que no, que tenía que hacerse en otro número de pueblos.

Por tanto, llegó el momento en que empecé a pensar, ¿por qué intento convencerle a él? ¿Por qué se habían vuelto tan importantes sus decisiones para mí? Al principio no tuve idea de si iba a funcionar o no. Pero ahora, después de realizarlo unas cuantas veces, en muchos pueblos, estoy totalmente convencido de que lo que veo es lo correcto, de que lo que estoy comprobando es la realidad. Lo que él decía era totalmente fabricado, una completa mentira, una postura sin fundamento.

Por tanto, me pregunté, ¿por qué no crear mi propio banco, un banco que trabaja para los pobres? Así que me centré en eso, en averiguar cómo establecer un banco para los pobres. Presenté mi propuesta al Ministerio de Hacienda de Bangladesh y no les hacía muy feliz la propuesta porque pensaban que iba a crear más problemas para ellos. Me explicaron que ya tenían muchos bancos y que todos creaban problemas porque daban dinero a los ricos que nunca se ocupaban de devolverlo. Por tanto, ¿por qué vas a establecer un banco para crearnos más problemas?

Les dije que no pedíamos dinero, por lo que no debían de preocuparse. Solo queríamos su autorización. De todas formas, ésta tardó otros dos años. Nos convertimos finalmente en un banco en 1983, y empezamos a trabajar poco a poco para ampliarnos. Aprendimos muchas cosas, cosas que se dicen de una manera, se creen de una manera, pero la realidad de la situación nos enseña una historia completamente distinta.

La primera nos apareció con mucha claridad. Me enzarcé en una especie de batalla con los bancos existentes, los bancos convencionales, no sólo sobre la cuestión de prestar dinero a los pobres, sino al mismo tiempo abrí otro frente con ellos. Se trataba de prestar dinero a mujeres, sin tomar en consideración si fueran ricas o pobres. Mi alegación contra los bancos era que no sólo negaban préstamos a los pobres, sino que los negaban también a las mujeres. Y di ejemplos de las estadísticas del sistema bancario de Bangladesh. De todos los prestatarios de todos los bancos, ni siquiera un uno por ciento de ellos resultaba ser mujeres. Por tanto, les decía que algo no estaba bien en su sistema que no podía satisfacer las necesidades de las mujeres. Seguían quejándose de que no, no era verdad, que intentaban dar préstamos a mujeres, pero que las mujeres no venían a pedirlos.

Di ejemplos de sus reglas, según las cuales si una mujer quiere pedir un préstamo, si acude al director con su proyecto, el director siempre le pregunta: “¿Lo ha hablado con su marido?” Si ella dice que sí, luego el director le pregunta: “¿Apoya él su proyecto?” Si le dice que sí, que apoya mucho su proyecto, entonces le dice: “Pues, ¿por qué no trae a su marido el lunes y podemos hablar del proyecto?”.

Dije: “¿Por qué, el mismo director cuando acude un hombre al banco con su propuesta no le plantea una pregunta similar: “Lo ha tratado con su mujer? ¿Apoya ella su proyecto?” Y finalmente, “¿por qué no trae a su mujer el lunes y hablaremos del proyecto?”.

Decía: “Algo está mal en todo esto. Es asimétrico. No es idéntico. No es igual”.

Eso, por tanto, era lo que mantenía a las mujeres fuera del sistema. No pasó nada.
Sólo me escuchaban de puertas afuera, pero no hicieron nada al respecto.

Cuando empecé mi trabajo quise asegurarme absolutamente de que la mitad de los prestatarios fueran mujeres. Se trataba de una decisión a propósito del debate que mantenía con los bancos en ese momento. Llegar a una decisión es probablemente mucho más fácil que ponerlo en práctica, que es muy difícil. Me enteré de esto de la forma más difícil, porque cuando iba a las mujeres pobres en los pueblos de Bangladesh para convencerles a que recibieran préstamos de nosotros, nos miraban con incredulidad: “Qué es lo que nos quiere dar?” Pensaban que estábamos intentando meterles en algún lío, en algún tipo de problema.

Literalmente huían de nosotros. Era extremadamente difícil convencer a las mujeres para que acudieran y recibieran el dinero. Una explicación que oía con frecuencia era: “No sé qué hacer con dinero, ¿por qué voy a cogerlo?” Y, “no quiero meterme en líos. Nunca he tocado dinero en mi vida. Esto crearía un montón de problemas para mí.” Esa era una. Otra que era muy frecuente era que nos decían: “Mi madre me dijo cuando murió que nunca debía pedir prestado nada a nadie”. Esto no se puede discutir. Una vez que una madre haya aconsejado a su hija a que nunca debía pedir prestado dinero de nadie, y ella lo sigue al pie de la letra, ¿de qué te vas a quejar?

Escuchábamos eso y empezamos a pensar que quizás debíamos formular una manera de hacer frente a estas posturas, por lo que ideamos una respuesta a la segunda explicación. Nuestra respuesta era muy directa. Decíamos: “Sí, su madre era una persona muy sabia. Le dio los consejos correctos. Lo mejor que le podía hacer era aconsejarle que no pidiera prestado nada de nadie, porque cuando murió su madre, en ese momento no existía el Banco Grameen La única manera en que pudiera obtener dinero era a partir de los usureros, y si pide un préstamo de un usurero su vida ha terminado. Se convierte totalmente en esclava. Es la esclavitud. Así que le dio un buen consejo. Pero, sabiendo que su madre era una persona muy sabia al darle ese consejo, puede usted estar segura de que si estuviera viva hoy y si surgiera esta cuestión hoy y la fuera a consultar, le aconsejaría enérgicamente a que se uniera al Banco Grameen, porque sabría que el Banco Grameen es muy diferente de los usureros”. Luego le dábamos la explicación de lo que era el Banco Grameen, lo que eran los usureros y le decíamos,:“Piénselo. ¿Qué le hubiera dicho su madre si estuviera viva hoy?” Y seguimos desde allí. Eso le hacía pensar, al menos, en lugar de descartarnos totalmente de entrada.

De todas formas, tardamos seis años en llegar finalmente a un nivel en que el número de los prestatarios varones y hembras se equilibrara. Nos ilusionamos muchísimo.

Finalmente lo habíamos logrado. Finalmente habíamos conseguido algo tan difícil.

Después empezamos a notar algo extraordinario. El dinero que llegaba a la familia a través de las mujeres se traducía en muchísimo más beneficio para la familia que la misma cantidad de dinero llegada a la familia a través de los hombres, en todos los casos. No eran sólo unos casos así y otros de otra manera. De una forma muy sistemática se ve el impacto de que la mujer sea la prestataria y trae el beneficio a la familia.

En primer lugar, si la madre es la prestataria invariablemente el beneficio del préstamo iba directamente a los hijos. Nunca se veía nada distinto. Era muy obvio. No tengo tiempo para entrar en detalle, pero el impacto de los ingresos de la madre en los hijos y las hijas de la familia es muy visible.

Otra cosa que se nota es que ella maneja el dinero que recibe del banco con muchísima precaución, muchísimo cuidado. Eso viene de la propia experiencia que tiene como mujer en una familia pobre. Desarrolla una habilidad, la habilidad de gestionar recursos escasos en la familia. A ella siempre se le da una cosa muy pequeña, pero las exigencias que tiene que satisfacer con esta cosa tan pequeña son enormes. Así que tiene que estirar todo con mucho cuidado para que pueda satisfacer tantas demandas de la familia como sea posible con el pequeño recurso que tiene.

Así pues, cuando recibe el dinero aporta esa habilidad especial que ya tiene para trabajar con esa pequeña cantidad de dinero. Gestiona el dinero con la máxima habilidad que pueda aportar un ser humano. Y es maravilloso cómo lo hace.

Tiene una visión a más largo plazo. Quiere abandonar la pobreza, la miseria y la indignidad de vivir en la pobreza. Siendo mujer es más sensible a la humillación de ser pobre que si fuera un hombre, por lo que intenta salir de la situación de la pobreza en que se encuentra de una manera muy sistemática. Se ven los pasos que intenta dar. Intenta seguir los principios muy estrictamente para que nunca pierda ningún beneficio del préstamo que ha recibido.

Así pues, viendo todo este beneficio, cambiamos nuestro planteamiento completamente. En lugar de ser equitativos, manteniendo a los hombres y a las mujeres en un nivel de igualdad, fuimos un poco audaces. Dijimos que desde ese momento en adelante íbamos a centrarnos sólo en las mujeres. A la gente no le gustó, pero seguimos adelante y lo pusimos en práctica de forma sistemática. Ralentizó nuestro trabajo, porque encontrar mujeres para unirse al Banco Grameen era un proceso muy lento. Tenían mucho miedo a unirse al Banco Grameen, pero pensamos que merecía la pena todavía, y seguíamos adelante con ello.

Hoy día el 95 por ciento de nuestros prestatarios son mujeres. Y muchas de las cosas positivas que han ocurrido con el Banco Grameen --creo que cualquiera puede saber inmediatamente por qué ha sido así -- son porque la abrumadora mayoría de nuestros prestatarios son mujeres. Lo han hecho tal como es. Y estamos muy orgullosos del hecho de que han cambiado sus vidas, las vidas de sus familias y todo lo que tienen alrededor.

Cuando veamos a una mujer recibiendo un préstamo, preguntamos ¿qué hace con ese dinero? La gente se pregunta. No tienen ninguna especialización, no han ido a ninguna escuela, no tienen ninguna formación. Básicamente son mujeres analfabetas.

¿Cómo pueden gestionar un negocio? Cuando a uno se le pone delante de un reto le surgen las ideas, ideas que puede manejar. Una mujer que ha dicho repetidas veces que no sabe nade, que no podría nunca utilizar el dinero, por lo que por favor no se le diera el dinero, cuando se entera de que su vecina se ha unido al Banco Grameen y se ha comprado una vaca y está criando la vaca, vendiendo la leche y ganando dinero, de repente su mente se pone en marcha. Dice: “Yo lo puedo hacer mejor que ella.

Siempre sabía que podía hacer las cosas mejor que ella. ¿Por qué no me compro una vaca y demuestre que lo puedo hacer mejor?” Funciona a través del ejemplo, viendo cómo lo hace otra persona. De repente su mente se pone en marcha. Cuando se hable de un negocio con ella se asusta mucho. ¿Qué es un negocio? ¿Cómo se lleva un negocio? Pero cuando venga de forma concreta todo le parece más sencillo.

Hoy día hay una gran variedad de actividades en las que están implicadas mujeres en el Banco Grameen, y han abandonado la pobreza en el camino.

El Banco Grameen es la institución más estudiada --el proyecto de investigación más grande-- del mundo. Todo el mundo tiene curiosidad sobre lo que hacemos y quiere enterarse. Piensan que sólo estamos lanzando grandes afirmaciones, que no pueden ser verdad. ¿Cómo pueden los pobres cambiar sus propias vidas sólo con préstamos?.

Debe haber algo más, están exagerando o ocultando información.

Así pues, vienen y nos estudian. Algunos son estudios muy rápidos, algunos son continuos y duran varios meses o un año. Pero el resultado de todas estos estudios es muy satisfactorio para nosotros porque todos los investigadores hallan que la renta de los prestatarios aumenta de forma continua, y los niños de estas familias están avanzando en muchos aspectos, especialmente en términos de nutrición. La nutrición en las familias del Branco Grameen es mucho más alta que en las familias no Grameen. Se ha demostrado una y otra vez.

La mortalidad infantil es muy alta en Bangladesh, pero los estudios demuestran que la mortalidad infantil en Bangladesh se ha reducido en un 37 por ciento a lo largo de un período de diez años. Una vez más, no somos un programa de salud, ni un programa dedicado a la infancia, pero se crea algo en el sistema que ha hecho reducirse la mortalidad infantil muy sistemáticamente.

Las condiciones de la vivienda en el Banco Grameen son mucho mejores que las condiciones en familias no Grameen, porque el Banco Grameen también ofrece préstamos para la vivienda. Cuando quisimos ofrecer este tipo de préstamos, todo el mundo decía: “Están locos. Dar préstamos para comprar una vaca es suficiente. Pero si dan préstamos para la vivienda será un desastre. Una vaca da leche y se paga el préstamo vendiendo la leche, pero una casa no da leche. ¿Cómo se va a pagar el préstamo para la vivienda?” Yo seguía insistiendo que la forma en que vive la gente en la pobreza -- techos con goteras, suelos de barro-- afecta la productividad. La productividad de las personas que viven en estas condiciones baja mucho. Si tuvieran un buen techo y un suelo seco, las mismas personas podrían trabajar más y cambiar sus vidas de forma muy diferente, muy rápida.

Introduje el préstamo para la vivienda en 1984 y tuvo una gran acogida por parte de la gente. Les encantaba el hecho de que el Grameen les daba un préstamo para la vivienda. Cuando hablo de préstamos para la vivienda, puede que estén pensando en grandes cifras, pero es una cantidad muy pequeña. Cuando empezamos, estos préstamos sólo eran de 100 dólares y paulatinamente se han ido aumentando hasta 300 dólares. El actual préstamo para la vivienda está entre 300 y 600 dólares. Ésta es una enorme cantidad de dinero para ellos, y construyen bonitas casas con este dinero. Se sorprenderían ustedes de cómo esta pequeña cantidad de dinero puede dar lugar a una casa tan bonita, una casa con un techo de estaño, con cuatro pilares de hormigón, una letrina y un acceso a agua potable. Todo esto sale de estos préstamos para la vivienda de entre 300 y 600 dólares.

Hasta ahora hemos concedido más de medio millón de préstamos para la vivienda y no tenemos ningún problema. Es un préstamo a diez años, y lo pagan en plazos semanales.

Cuando la casa está terminada, el momento en que entren en la nueva casa, el día que la ve, toda la familia siente como si entrara en un palacio. Para ellos es una estructura increíble, porque la forma en que vivían antes sólo era apta para animales, no para seres humanos. Hoy, por primera vez, sienten que su familia puede vivir como seres humanos y ya no como animales. La dignidad que les aporta es importante. Trabajan mucho para asegurarse de nunca saltar ninguno de los plazos de pago para la casa, para que puedan convertirse en propietarias de propio derecho de la casa que han creado. Todas estas cosas ocurren porque el Banco Grameen les ha ofrecido el préstamo y lo han estado pagando sin morosidad.

Muchas personas están interesadas en nuestro trabajo. Siguen visitándonos. Muchos preguntan por qué no hacerlo en sus propios países, por lo que ha empezado a extenderse. Existen actualmente casi 100 países en los que hay programas de tipo Grameen, con exactamente los mismos resultados. Y una vez más, me planteo la pregunta: “¿Es legítimo decir ya que los pobres no son aptos para recibir préstamos después de haberlo demostrado una y otra vez, año tras año, mostrando con qué diligencia pagan su crédito y al mismo tiempo cambian sus vidas? ¿Puede decirse que los pobres no son solventes? Para mí es muy razonable decir que la verdadera pregunta que debe plantearse no es si los pobres merecen la confianza de los bancos, sino si los bancos merecen la confianza del pueblo.

Hemos creado una estructura de instituciones financieras a la que la mitad de la población del mundo no tiene acceso. Todas las instituciones financieras que hemos creado alrededor de nosotros sólo tratan con la mitad más alta de la población del mundo. La mitad más baja de la población del mundo no tiene ningún acceso a todo eso.

Esto, ¿qué significa a las personas que no tienen acceso a ningún tipo de servicio financiero? Probablemente ellos no saben lo que pierden porque nacen en esta situación. No saben lo que es contar con servicios financieros de todo tipo. La única manera en que puedo demostrar como sería algo como lo que sigue: Supongamos que todos nos despertásemos mañana por la mañana y nos enterásemos de que todos los bancos, todas las instituciones financieras, habían dejado de funcionar de repente.

¿Cuál sería nuestra sensación? ¿Cómo seguiríamos con nuestras vidas? Nuestras tarjetas de crédito no funcionan, los talones no funcionan, los bancos no funcionan. Nada que tiene que ver con el sistema financiero, ni la bolsa ni los fondos de inversión, funciona. ¿Cómo sería la vida? Si uno puede sentir algo de esto, es como es para la mitad más baja de las personas de este planeta, porque ellas no tienen nada de esto.

Ahora, imagínense otro escenario. Supongamos que las personas que ahora están rechazadas del sistema bancario, se despierten mañana y se enteren de que de repente tienen todo tipo de servicios financieros: tienen tarjetas de crédito, talonarios, cuentas bancarias, la bolsa, pueden hacer todo lo que quieran hacer. ¿Cómo serían sus vidas?. ¿Cómo sería su economía? Definitivamente no sería como es actualmente. Su economía estaría en auge, vibrante. Su actividad saldría a chorros. Y ya no serían pobres, porque las personas tienen su propia capacidad para cambiar sus propias vidas.

Cada ser humano está dotado con una enorme capacidad, una enorme potencialidad, pero la sociedad no permite que ésta salga. Utilizo el ejemplo de un árbol bonsai. Es un árbol grande y alto, pero al ponerlo en una pequeña maceta, sólo se convierte en un árbol pequeño. No crece más porque no tiene el apoyo para crecer. Las semillas son las mismas, pero debido a que el apoyo es muy pequeño no crece. La pobreza y los pobres son iguales. Los pobres son iguales que cualquier otro ser humano, con toda la capacidad que tiene cualquier otra persona, pero no tienen el apoyo de la sociedad. No tienen el mismo apoyo que los demás. Por tanto, son pequeños. Y los miramos como un poco negligentes, ‘mira, no han crecido, son pequeños’. No nos sentimos responsables. La pobreza no es creada por los pobres. La pobreza es creada por el sistema que hemos creado alrededor de ellos. Por tanto, tenemos que volver al principio y enterarnos cuáles son las instituciones que les rechacen, que no les presten servicios, que no les ofrezcan las mismas facilidades que a otras personas.

Eso es la parte importante. Hemos declarado el objetivo de desarrollo del milenio, y el mundo entero ha participado. Todos los líderes mundiales, todas las naciones, han firmado para reducir el número de pobres en el mundo a la mitad para el año2015. No hay ninguna polémica. Todo el mundo está de acuerdo. Existe un consenso total, global. Pero, después de firmar el documento, ¿qué hacemos para lograrlo? Esa es la pregunta que nos tenemos que plantear. Tenemos que seguir planteándola a nuestros gobiernos. ¿Qué estamos haciendo al respecto? Estamos comprometidos con reducir el número de pobres a la mitad para el año 2015.

Ya han pasado dos años, y quedan 13. ¿Vamos a legar al 2015 y simplemente olvidarlo sin más, tal como hicimos –recordarán-- en las décadas de los 80 y los 90?. Educación para todos para el año 2000. Sanidad para todos para el año 2000.

Muchas cosas para todos para el año 2000. Y el año 2000 llegó y se fue. Ni siquiera nos molestamos en averiguar lo que habíamos logrado. Todo estaba olvidado.

Espero que el 2015 no llegue y se marche de esta manera. Por tanto, todos tenemos que tener mucho cuidado, trabajar mucho, para asegurar que este compromiso mundial se mantenga. Al intentar conseguirlo estoy seguro de que prestaremos mucha atención al microcrédito porque es un instrumento que cambiará sus vidas radicalmente.

Otro aspecto, y concluiré, será la tecnología de la información. Si se logra llevar la tecnología de la información a los pobres, junto con el microcrédito, creo que será algo muy potente para ayudar a los pobres salir de la pobreza con su propia iniciativa, no la de otros. Sólo se tiene que llevarles los medios, y luego ellos cambiarán su propio mundo.

Así pues, esta es la historia que quería compartir con ustedes. Espero que reflexionen sobre por qué no prestamos dinero a los pobres, por qué no les llevamos todas las demás facilidades que disfrutamos nosotros mismos.

Muchas gracias.


Sr. D. Rafael del Pino:

Me he quedado muy impresionado por el discurso del Profesor Yunus, que da idea de la talla humana de este hombre y de por qué tiene esa interpretación mundial. Su lucha contra la pobreza hecha de una manera tan inteligente y generosa es realmente admirable. Muchas gracias, Muhammad, mi amigo.

¿Alguna pregunta tienes, Amadeo?

D. Amadeo Petitbò:

Vamos a iniciar el turno de preguntas. Como saben ustedes, esta conferencia se inserta en el marco de un curso que organiza la Fundación Codespa con la Fundación Carolina y la propia Fundación Rafael del Pino, dedicado a especializar a un grupo de personas en materias relacionadas con las microfinanzas, los microcréditos, y las microempresas. Con el fin de ganar tiempo, por si las preguntas tardaban en llegar, los participantes en el curso me habían hecho llegar la siguiente pregunta. Mientras tanto, mientras la leyó y la contesta el Profesor Yunus, ustedes tendrán tiempo para formular nuevas preguntas, y yo para ordenar aquellas que he recibido.

La pregunta es la siguiente: Profesor Yunus, en estas salas, en ambas, se encuentran presentes, además de directivos de cerca de 20 países y de las principales instituciones de Iberoamérica, algunos representantes de los principales bancos y cajas de ahorros españolas. Entre las muchas cosas que las instituciones microfinancieras han demostrado, es que los pobres suelen ser unos clientes entables.

En su opinión, ¿cuáles son las principales barreras que impiden que la banca comercial incursione en el microcrédito? Y, en segundo lugar, para aquellos que lo están planteando, ¿qué recomendaciones les daría? ¿Se trata simplemente de copiar una tecnología, o hay algo más detrás del éxito de algunas instituciones microfinancieras?


Profesor Yunus:

Sobre la implicación del banco comercial, eso es precisamente lo que intenté hacer al principio. Intenté conseguir que el banco comercial se implicara.

Me aparté de ese planteamiento después de ver que no era capaz de despertar su interés en la cuestión. Pensé mucho sobre por qué no lograba hacerlo. ¿Era mi propio fracaso o algo básico en su sistema? He estado explicando que las instituciones financieras, la banca comercial que vemos, se basan en el principio básico de que cuanto más se tiene más se puede conseguir. Por tanto, cuanto mayor sea el paquete que se les puede ofrecer, mayor es el paquete que se le dan. Y el corolario de eso es si no se tiene nada no se recibe nada, debido al principio en sí.

Así pues, todo un sistema está basado igualar lo que ya se tiene. No se puede conseguir que una institución basada en eso haga lo contrario. Lo que hacemos nosotros es el revés de este principio. Decimos que cuanto menos se tiene, mayor prioridad le damos. Se trata del principio contrario. Ahí está el conflicto de este principio. No es porque los responsables sean malas personas. No lo quieren hacer, pero están comprometidos con un cierto principio, tal como han sido formados. Es muy difícil, por tanto, salir de este molde y hacer las cosas de forma diferente. La única forma de poderlo hacer los bancos comerciales, quizás, sería creando una filial dedicada a servir a los pobres, con una metodología diferente. No se puede utilizar la metodología que sirve a los ricos para servir a los pobres, porque no funciona.

Para hacerlo se necesita una metodología diferente. Nuestra metodología es una de las posibilidades. Puede haber otras metodologías por allí, pero se necesita una metodología diferente para poder llegar a la persona más pobre y todavía mantener relaciones con él sin reservas.

Nuestra banca se basa en la confianza. No nos basamos en garantías. Esto lo he explicado. Pero no he explicado una cosa más. Nuestro sistema no está basado en un instrumento legal tampoco. No existe un instrumento legal entre el prestador y el prestatario. Intente convencer a un banquero convencional de que le dé un préstamo pero que no le pida que firme nada. Tendrá miedo. ¿Cómo se puede hacer ese tipo de cosa? Necesitamos el documento por que la presunción es que en algún momento se dejará de pagar y me iré al tribunal para asegurar que se me pague, ya que recuperaré el dinero de todas formas por orden judicial. Pero no tenemos ningún papel de este tipo. Si alguien no nos devuelve el dinero, no acudimos al tribunal. No hay ningún papel que nos apoye ante un tribunal. Así pues, diseñamos todo en base a la relación humana, y funciona. Me pueden decir: “¿Qué pasa si nadie le devuelve el dinero, que todo el dinero que ha dado no vuelve?” Digo: “Porqué debo preocuparme por eso?.

Si me preocupo por eso no dormiré por las noches, pensando que todo el dinero que he dado no va a volver nunca. Ahora duermo muy bien. Sé que se va a devolver cada penique”. Eso es lo que ha pasado durante los últimos 26 años y seguirá pasando así.

No tengo ninguna duda, en ningún momento, de que algo vaya mal, porque el sistema funciona así. Esto es algo de lo que se tiene que dar cuenta. Puede funcionar una filial de este tipo, por tanto. Es una opción.

Quizás no se desea crear una filial. En este caso puede buscar una ONG u otra organización que trata sobre microcréditos, que presta dinero a los pobres. Pueden prestar dinero a este grupo para conceda préstamos a su vez y convertirse en una organización intermediaria entre su banco y el prestatario final. Es también un servicio que puede prestar.


D. Amadeo Petitbò:

Muchas gracias. Hay tres preguntas que son perfectamente complementarias. Una procede de la Fundación Codespa, otra del Sr. Vicente Boceta, y otra del Sr. Vega de la Agencia Española de Cooperación Internacional. La pregunta sería la siguiente: ¿Es sostenible en el medio plazo el Grameen Bank? ¿Qué tipo de interés cobran? Está el banco sólo en Bangladesh? ¿Qué visión tiene el Grameen? ¿Ponen ustedes un límite superior a los préstamos? ¿Cuál es la duración media de los préstamos? ¿Ustedes trabajan con recursos propios o reciben donaciones o créditos de donantes o bancos internacionales?


Profesor Yunus:

Intentaré ser muy breve. Sí, el Banco Grameen es muy sostenible. Llevamos en este negocio ahora 26 años. Salvo un período inicial de dos años, siempre hemos registrado beneficios. Así, pues, no tenemos ningún problema para que nos devuelvan nuestro dinero y para crear un superávit. El Banco Grameen pertenece a los prestatarios. Es otra característica del banco. No sólo presta dinero a los pobres sino que también es propiedad de los pobres. Una vez más, no son sólo pobres, sino mujeres pobres. El Banco Grameen es un banco bastante grande en Bangladesh, como ha mencionado Don Rafael respecto a nuestros empleados, que son 13.000. Por tanto, es un banco grande, nacional. Nuestro consejo de administración consiste en representantes elegidos por las mujeres. Es un consejo que consiste en personas pobres que dirigen un gran banco. Esta es su estructura de gobierno.

Respecto al tipo de interés, sí que cobramos intereses, para poder cubrir los gastos.

El tipo de interés comercial de Bangladesh está en un 15 o un 16 por ciento. El Banco Grameen presta dinero con tres tipos distintos de interés. Uno es un 20 por ciento, que es un préstamo para actividades generadoras de ingresos y es un interés simple.

Cuando los bancos comerciales cobran un 15 o un 16 por ciento de interés se compone trimestralmente. Luego, cobramos un 8 por ciento para el préstamo - vivienda, que representa una cantidad significativa en nuestra cartera. Eso es muy por debajo del tipo de mercado. Y luego ofrecemos un préstamo para los estudiantes, para los estudiantes del Banco Grameen que cursen estudios superiores. Ahora muchos de los estudiantes del Banco Grameen cursan estudios superiores debido al apoyo continuo del banco. Casi el 100 por cien de los niños de las familias del Banco Grameen van a la escuela y muchos siguen y llegan a la enseñanza superior en las universidades, las facultades de medicina y de ingeniería y demás. Tuvimos la idea de que debíamos financiarles en todo para que las familias no tuvieran que preocuparse por encontrar el dinero para mantener a los estudiantes económicamente.

Este tipo de préstamo tiene un interés del 5 por ciento. Así, pues, cuando se considera una media ponderada de estos tres, estamos por debajo del interés de mercado. Esta es nuestra estructura de tipos de interés.

Sí, el Banco Grameen sólo trabaja en Bangladesh. Pero en un caso hemos hecho una excepción. Estamos trabajando en Kosovo porque nos invitaron a ir allí para construir, operar y transferir un banco. Llegamos y construimos el banco, lo pusimos en marcha y lo transferiremos. Hemos estado trabajando en Kosovo durante los últimos tres años, y funciona perfectamente. Esta es la situación, pero existen muchas organizaciones en todo el mundo que han estado intentando seguir la metodología y que hacen un trabajo muy bueno.

¿Un límite superior para un préstamo? No existe. La única limitación en el Banco Grameen para entrar es ser pobre. Salvo si ha demostrado sin lugar a dudas de que es pobre, no puede acudir al Banco Grameen. Es la única condición. ¿Ven la diferencia entre el banco convencional y el Banco Grameen? En el banco convencional intentan convencerse de que usted es realmente rico, que tiene mucho dinero. Nosotros intentamos asegurarnos de que es absolutamente pobre de solemnidad y nada más.

Ese es nuestro primer cometido, ver cuando entre la prestataria en el Banco Grameen que sea realmente pobre.

Una vez que haya entrado, puede subir todo lo sea capaz por su propio esfuerzo. El Banco Grameen le acompañará en todo el camino, sin limitaciones. Puede convertirse en la persona más rica de Bangladesh y no le abandonaremos, porque es propietaria del banco. Ha comprado al menos una acción del Banco Grameen, y no hay ninguna razón por la que vayamos a decirle que muchas gracias, ya se puede marchar. No lo decimos.

Estamos muy orgullosos de que la prestataria se haya cambiado su vida y que la siga cambiando. La apoyamos y se convierten en ejemplos a seguir.

Así pues, no hay ningún límite superior en sí, teóricamente, pero lo que ocurre en la práctica cuando se haya recibido un préstamo es que el siguiente préstamo no puede sobrepasarlo más que por una cierta cantidad. Existe un cálculo prorrateado para determinar la cuantía del siguiente préstamo. Por tanto, se sigue paso a paso y no se saca de repente una cantidad fantástica. Ese es el único factor de limitación, pero podemos negociar.

¿El período medio? Normalmente los préstamos son de un año, pero se pueden ofrecer por tres meses, seis meses, nueve meses, quince meses, dieciocho meses, o cualquier número de meses o incluso años. La mayoría de los préstamos, sin embargo, son actualmente de un año. El préstamo-vivienda es de 10 años, por lo que una vez que saque un préstamo para una vivienda se paga en plazos semanales durante 10 años.

Sí, está basado en recursos propios. Empezamos con nuestro propio dinero, como he explicado. Luego me convertí en el avalista de los préstamos y así continuó. Luego nos convertimos en un banco, vendiendo acciones a los prestatarios, porque con su cuenta de ahorros nos autorizaban a sacar el equivalente a unos 2 dólares de dinero como pago de una acción del banco. Así pues, creamos el banco, y luego, al entrar nuevos miembros, éstos compran acciones y así se constituyen los recursos propios del banco.

De 1976 a 1982 –en esa época no era un banco todavía—lo gestionamos siempre con dinero interno. No tuvimos nada de dinero externo en esa época. Sólo en 1982 entró dinero externo. Conseguimos un préstamo blando del FIDA, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola. De 1982 a 1985 recibimos fondos internacionales en concepto de préstamos y donaciones, pero en 1985 decidimos unilateralmente que no íbamos a aceptar más dinero de fuera, que dependeríamos de nuestros propios recursos. Desde entonces hemos dependido de nuestros propios recursos. Entran suficientes depósitos y no tenemos ningún problema con encontrar dinero. Ahora el nivel de depósitos es tan alto, ha crecido tanto, que estamos muy preocupados por determinar qué hacer con el excedente que generamos. Los préstamos que concedemos no igualan el dinero que tenemos en depósito. Así pues, queremos aumentar los préstamos y también ampliar el negocio para que podamos utilizar todo el dinero que tenemos.

Esta es la respuesta rápida a las preguntas planteadas.


D. Amadeo Petitbò:

Tenemos una gran cantidad de preguntas y voy a intentar sintetizar. La primera procede de Codespa: ¿Cuál era el origen de su primer capital?.

La segunda procede de Cruz Roja Española: ¿No cree que el microcrédito como instrumento de lucha contra la pobreza está perdiendo valor debido a que no está enfocado a los más pobres, especialmente en América Latina, donde las exigencias de las instituciones dejan fuera a este colectivo? Y esta pregunta viene complementada por otra, también de Cruz Roja, que dice: ¿No cree que entregar microcréditos a las mujeres aumenta las cargas a las que éstas se enfrentan diariamente?.


Profesor Yunus:

He explicado ya la primera, respecto al capital, en mi respuesta anterior. Cuando nos convertimos en un banco, los restatarios compraron acciones a través de sus cuentas de ahorros y facilitaron los recursos propios y los siguen ampliando. Eso constituye el capital social del banco.

Estamos haciendo mucho por aumentar nuestros recursos propios. Todo el mundo quiere ampliar capital; los prestatarios quieren ampliar capital. Pero, por una razón jurídica existe un techo que se nos impone y que no podemos superar. Para cambiar ese techo y poder aumentar por varias veces nuestros recursos propios con una ampliación de capital, se tiene que modificar la ley que creyó el Banco Grameen. El Banco Grameen fue creado bajo una ley especial, por lo que para aumentar el límite, endríamos que volver al parlamento para que aprobara una enmienda. Es muy difícil pasar por todos estos trámites porque nuestros amigos los políticos no prestan mucha atención a estos temas. Tienen temas más interesantes para ocupar su tiempo. Así que el capital procede de los prestatarios y algún capital viene del gobierno. En aquellos momentos no queríamos el dinero del gobierno pero éste insistía en que quería tener unas acciones del banco, por lo que el gobierno ha sacado su participación también.

Respecto a que el microcrédito no ha podido eliminar la pobreza, lo que se refiere en la pregunta es probablemente a la pobreza extrema. Nadie ha dicho que las personas que participan en microcréditos no son pobres. El debate que tuvimos --y ahora lo hemos tenido en la Cumbre sobre Microcréditos Más Cinco en Nueva York-- es si el microcrédito presta más atención o debe prestar más atención al primer 50 por ciento de los pobres por debajo de la línea de la pobreza o al último 50 por ciento de los pobres por debajo de esa línea. La gente dice que es el 50 por ciento primero al que sirven los microcréditos, porque estas personas tienen un espíritu más emprendedor, están más dispuestas a trabajar. Pero el 50 por ciento más bajo es muy difícil. Hay muchas dificultades con ellos. Son enfermos. No tienen instalaciones para la comercialización. No tienen el poder de retención. Tienen personas enfermas en sus familias. Son muchas las cosas que les hacen ser extremadamente pobres.

Así pues, la razón por la que las organizaciones de microcréditos se hayan ocupado de la primera mitad y no de la segunda es, una vez más, la cuestión de la sostenibilidad que se ha convertido en lo más importante para la mayoría de las organizaciones de microcréditos. Intentan por todos los medios ser sostenibles. Para ser sostenibles, han pensado que éste sería un buen grupo de personas con el que colaborar, por lo que les han abordado. El problema no está en la metodología en sí, que puede utilizarse para ir más despacio, etc.

En el caso del Banco Grameen, lo que hacemos es que también nos damos cuenta de que existen muchas personas extremadamente pobres que por sí solos no acuden al Banco. Lo que hemos estado haciendo en el pasado reciente es cambiar nuestra estrategia y ahora, en lugar de esperar que venga gente interesada en unirse al Banco Grameen, en el caso de los más pobres, salimos en su búsqueda. Hay muchas mendigas y mendigos en los pueblos, cuyo único medio de vida es pasearse por el pueblo mendigando. Consiguen un poco de arroz, un poco de algo, y eso es su comida diaria, su subsistencia. Esto lo hacen mes tras mes, año tras año, y es lo que llevan haciendo durante todas sus vidas. Sus padres hacían lo mismo y sus abuelos también. No conocen otra cosa más que mendigar. Así pues, en cada oficina del banco hemos decidido al menos averiguar cuántos mendigos están en el área de competencia que cubre la oficina. Nuestro trabajo sería conseguir que todos los mendigos, hombres y mujeres, dejen la mendicidad paulatinamente y que la zona quede completamente libre de mendigos. Esto no es en el sentido de una limpieza de mendigos, sino en el de darles la dignidad de ganar su propio dinero. Por tanto, es un gran reto para nosotros, y lo estamos preparando. Les decimos que si algunas de nuestras reglas, cualquiera de las reglas que hemos desarrollado, tiene que infringirse, que se sientan libres de hacerlo, siempre que sirva su propósito. Por tanto, las reglas no deben impedir que nadie entre en el Banco Grameen, especialmente los hombres y mujeres mendigos. Así que, esto es lo que estamos haciendo. Estamos viendo que es factible y seguimos adelante.

El siguiente nivel de los pobres son las personas, especialmente mujeres, que trabajen y vivan con otras familias. No tienen su propio hogar. Viven y sirven en otras familias y llegan a vincularse de alguna forma a la familia, a cambio de un poco de comida o un poco de ropa en las fiestas, y demás. Pero no se sostienen solas.

Por tanto, la próxima meta será recoger a las más pobres de entre estas personas e intentar encontrar una forma para que puedan convertirse en propietarias y personas independientes en lugar de seres que dependen de otras personas.

Así pues, en resumen, lo que digo es sólo que aunque no lo hayan hecho todavía, están ocupados en demostrar muchas otras cosas. Asumir el reto más grande de poner a la persona más pobre en el mapa, no es culpa suya. Probablemente llegará el día y probablemente lo harán según sigan adelante.

Que el microcrédito ha aumentado la carga que pesa sobre las mujeres. Una vez más, se trata de una elección. La mujer puede elegir. Nadie le obliga a hacerlo. Lo único que decimos es que le damos prioridad, pero sólo después de conocerle y hablar con ella.

Si no piensa que quiere aceptar el dinero, tener unos ingresos independientes, tomar un préstamo-vivienda, todo depende de ella. Nadie puede obligarla a hacerlo.

Cualquier éxito, cualquier logro es también una responsabilidad. No puedes evitar asumir una responsabilidad y de repente encontrarte con el éxito. Cualquier cosa, incluso ir a la escuela, supone una carga. La carga es que tienes que ir a la escuela, tienes que aprobar los exámenes, hacer los deberes en casa. Si no, no haces nada.

Pienso que en lugar de verlo como una carga, las mujeres que yo veo lo consideran una oportunidad, una oportunidad para la vida. Esa es la única razón por la que el banco del tipo Grameen funciona. Si no, ¿porque debe la gente devolver el dinero?. Falla toda la lógica. No hay un instrumento legal, no hay bienes en garantía Se ha recibido el dinero y ahora lo está devolviendo. ¿Cuál sería la razón detrás de ello?. ¿Por qué va alguien a devolver el dinero cuando la lógica dice que debe guardarlo y olvidarse del banco, olvidarse de todos los demás? Mi explicación es que los prestatarios sacan tanto beneficio del préstamo que no quieren que la puerta se les cierre. Este es el argumento más importante, la razón mayor, por la que la gente devuelve el dinero: no sólo quiere que la puerta siga abierta, sino que se abra cada vez más.

Están orgullosas de cuidar de si mismas. Por primera vez sienten que han logrado hacer algo. Ser una mujer, una niña, en una familia en Bangladesh es una experiencia bastante aterradora para cualquiera, porque todo el mundo le dice que al ser una niña ha llevado la miseria a la familia, que ha llevado la desgracia a la familia, que debía haber sido un niño en lugar de una niña. Sufre esta condena constantemente porque es niña. Y esa niña, que ha comenzado su vida con la sensación de no ser nada, cuando sienta por primera vez que no es tan inútil como todo el mundo le había dicho, siente por primera vez que es alguien. Puede asumir el control de sí misma y puede lograr cosas. Por tanto, diría que este planteamiento de que el préstamo sea una carga no es realmente lo que siente la mujer. Puede salir de alguien de fuera que no está implicado y que lo vea así.

Por primera vez, las mujeres han podido establecer su condición de ser propietarias.

En el contexto de Bangladesh, las mujeres no son propietarias de nada. Cualquier cosa que es de la familia pertenece al marido. Una mujer no puede decir prácticamente que tiene nada suyo, y aunque lo tenga, tiene un miedo a muerte de reclamarlo. El Banco Grameen le establece como el titular legal de bienes, porque tiene todos los documentos. Se trata de su propio préstamo, su posesión. Ella es la propietaria y sus ahorros en la cuenta están a su propio nombre. Ha elegido el heredero de sus bienes, sin dejarlo a la ley de la herencia. Ha seleccionado, en caso de su propia muerte, tal persona o tales personas que heredarán todos sus ahorros, lo que tenga en su cuenta bancaria. Así pues, una mujer que nunca había tenido una cuenta bancaria en su vida, ahora tiene una cuenta y unos ahorros en la misma.

Mujeres que nunca habían tenido una casa en su nombre ahora la tienen, ya que cada casa para la construcción de la cual el Banco Grameen concede un préstamo - vivienda es propiedad de la mujer prestataria. Sin tener la escritura del título de propiedad a nombre de la mujer no le damos el préstamo. Así pues, es la dueña de la casa. Las mujeres son las propietarias del medio millón de viviendas para las que hemos dado préstamos. Ahora es propietaria, una persona respetable.

Por primera vez es elegida a algo. Nuestros grupos consisten en cinco personas y las cinco eligen una presidenta. Una pobre nunca es elegida a nada, no sabe que a nadie le interese lo suficiente para ser elegida. Pero por primera vez es elegida presidenta.

¿Soy la presidente? ¿Realmente? ¿Podré hacerlo? Se pone muy nerviosa, pero después de un tiempo empieza a disfrutarlo porque todo el mundo le consulta porque es la presidenta. Cuando llegue el final de su mandato y se elija a la siguiente presidenta realmente se siente triste por tener que ceder el puesto que ha disfrutado tanto.

Luego, puede ser jefa de centro, que es la jefa de 40 mujeres en un conjunto más grande de grupos. Ella disfruta de estas cosas, que como individuo nunca tuvo.

Hoy, no sólo eso, están las elecciones locales. Cuando Bangladesh celebró sus últimas elecciones locales, muchas de las prestatarias del Banco Grameen se presentaron. Más de 2.000 miembros del Banco Grameen fueron elegidos a los órganos locales. Así pues, esa persona tímida, que tenía miedo a hablar incluso, a raíz de sus experiencias y de tratar las cuestiones de los grupos y del centro, desarrolla dotes de liderazgo y se presenta a las elecciones públicas, junto con muchas otras personas que se presentan también, y sale elegida. Éstos son los cambios. Si sólo se mira el aspecto de carga, se pasa por alto el aspecto del placer, de la ilusión. Muchas gracias.


D. Amadeo Petitbò:

Estamos ante una situación realmente sorprendente. Sus intervenciones son tan estimulantes que mientras usted contesta a una pregunta llegan cinco más, lo cual nos asegura un debate durante muchísimas horas. Pero vamos a intentar sintetizar. La pregunta siguiente está formulada por Fernando del Pino, y reza como sigue: “¿Piensa usted que las subvenciones del estilo europeo del estado del bienestar ayudarán a los pobres a largo plazo?.


Profesor Yunus:

Desgraciadamente, me he estado pronunciando en contra del bienestar público. Digo que las subvenciones públicas tienen su momento y su lugar.

Para mí, cualquier programa de bienestar público o de subvención tiene que tener un límite en el tiempo. No puede durar un tiempo ilimitado. Cuando las personas tienen serios problemas y no tiene ninguna ayuda ni viene nadie a ayudar, el estado puede intervenir para ayudar a la persona a que rehaga su vida de nuevo, pero no para que dependa del estado o de ninguna otra persona de forma permanente. La razón por la me opongo a subvenciones a más largo plazo o permanentes es porque un perjuicio que causan las subvenciones es que quitan la iniciativa de las personas. Las personas ya no luchan por conseguir algo. No luchan por su dignidad, o por poder asumir el control de sus vidas. Las personas no se organizan para lograr algo, porque las subvenciones no requieren eso. Veo el bienestar público permanente casi como un parque zoológico humano. En el parque zoológico se ven animales muy sanos, les dan de comer todos días y demás. Están lustrosos y sanos, pero no tienen la vida que deberían tener. En una situación de beneficencia, una situación de subvenciones, puede que las personas sobrevivan, pero no están utilizando sus instintos humanos y el elemento humano que tienen. La vida de la persona es un placer cuando va logrando algo, cuando está luchando para conseguir algo. Y eso es lo que las personas deben hacer. Eso es lo que diría en cuanto al bienestar público.

Lo importante es que el estado crea un entorno que habilite a la persona para que él o ella pueda cambiar su mundo él o ella sola. En lugar de hacer eso, decimos, bien, ni lo intente, le cuidaré. Creo que perjudica a la persona. Quita la dignidad humana de la persona. No quiero quitar la dignidad humana, sino me gustaría reforzarla. Toda la sociedad debería aplaudir que, efectivamente, ha ganado su primer euro, en lugar de decirle, vale, aquí tiene un euro. No sería el enfoque adecuado.


D. Amadeo Petitbò:

Hay un grupo de preguntas relacionadas con la educación. La Fundación Carvajal de Colombia pregunta: Usted habla sobre crédito educativo, ¿qué opinión tiene sobre los programas de servicios no financieros como la capacitación o la asesoría para ayudar al crecimiento económico de las unidades productivas que tienen los usuarios del crédito? Y María José Rubio, de Red Desarrollo, pregunta: ¿Cuáles son los indicadores que aplican a los programas educativos?.


Profesor Yunus:

Hemos puesto a la educación como una cuestión prioritaria, pero sin gastar dinero en ella. Es más en el sentido de la promoción. Tenemos algo que se llama las 16 Decisiones, que implican muchas cosas. Las 16 Decisiones han sido determinadas por los prestatarios mismos. Una de ellas es: “Enviaremos a nuestros hijos a la escuela y aseguraremos que permanezcan en ella”.

Nuestro objetivo colectivo era conseguir que los niños de familias analfabetas fueran a la escuela. Hay muchas escuelas en el país. El gobierno ofrece la educación primaria gratuita y las escuelas están juntas al pueblo. Por tanto, no es difícil acudir a la escuela. Y no tienes que pagar nada. Pero los pobres están ocupados en ganarse la vida y los niños ayudan todo el tiempo, por lo que no van a la escuela. Así pues, la próxima generación también pierde.

Queríamos romper el ciclo y alentar a los padres a que enviaran a sus hijos a la escuela. He mencionado al comienzo que cuando la mujer es la prestataria ocurren muchas cosas positivas en su familia y dije que eran tantas cosas que no quería hablar de todas ellas. Esta es una. Cuando el prestatario es una mujer, es casi 100 por cien seguro que sus hijos irán a la escuela, más tarde o más temprano, y tan pronto como ella pueda. Pero eso no se ve enseguida cuando el padre es el prestatario. Por alguna razón, él no presta atención a este aspecto, pero la madre sí. Siendo la mayoría de nuestros prestatarios mujeres, los niños van a la escuela.

Tenemos un 100 por cien de los niños en la escuela. Nuestro objetivo es que todos los niños terminen por lo menos la educación primaria. Contar con la educación primaria será un gran logro.

Sin embargo, ha cogido impulso de tal forma que los niños no sólo han cursado la educación primaria sino que la han terminado y la mayoría ha continuado sus estudios.

La escuela secundaria es gratuita también, por lo que muchos han seguido hasta graduarse de la escuela secundaria. Y luego han ido a la universidad. Es entonces cuando se vuelve caro estudiar, en escuelas profesionales como la facultad de medicina o las escuelas de ingeniería y la universidad, y demás, porque tienen que vivir fuera del pueblo, tienen que ir donde estén las instituciones. Viendo esto hicimos dos cosas. Primero, hemos introducido becas para reconocer a los mejores de los cientos de miles de jóvenes que iban subiendo paso a paso hasta la educación superior, y para que todos los demás compañeros que competían con ellos sintieran un fuerte impulso para mejorarse. Damos un número muy generoso de becas cada año, unas 3.700, en cada oficina y cada área y región. Las familias se sienten muy orgullosos de sus hijos cuando hayan sido reconocidos con una beca. Llega dinero a casa cada mes. Por otra parte, si cursan estudios superiores como medicina o ingeniería, etc., el 100 por cien de los gastos de seguir estudiando están cubiertos por el banco con un préstamo de estudios. Por tanto, está garantizado. No se rechaza a nadie. Esto, por tanto, es nuestra parte educativa. Nuestra idea es asegurar que la segunda generación de las familias del Banco Grameen tenga una capacidad mucho mayor para progresar que la primera, que no ha podido asistir a la escuela ni nada.

Es así para que cuando una familia abandone la pobreza nunca tenga que verse de nuevo en ella. El abandono de la pobreza tiene un fenómeno en común: que durante un tiempo uno se mantiene fuera, y luego ocurre un pequeño desastre, un pequeño contratiempo, y se ve uno de nuevo en ella. Queremos asegurar, por tanto, que este proceso de abandono de la pobreza fuese irreversible, que se quede y se siga desde allí. Así pues, así es cómo prestamos atención a la educación de los niños.

Respecto a formación y la asesoría, no lo damos. Adoptamos una perspectiva muy diferente en nuestro trabajo. Hemos dicho que las personas ya cuentan con muchas habilidades no utilizadas. Si se apresura a darles formación inmediatamente, no van a ser conscientes ni siquiera de que tienen esa habilidad, que quedará sin emplearse y ni siquiera sabrán nunca que la tenían. Así pues, les animamos a que desarrollen sus propias habilidades, en lugar de formarlos. Por tanto, nos quedamos fuera. Si alguien insiste en que necesita formación le enlazamos con alguien o alguna organización que ofrezca formación como un especie de servicio extra, en lugar de que el Banco Grameen le de la formación. Así pues, nunca damos este tipo de formación.

Lo que sí hacemos es conseguir que las personas hablen entre sí. Eso lo hacemos muy bien. Siempre reunimos a las personas para tratar sus logros, sus fracasos, sus preocupaciones, sus problemas con sus familias, todo tipo de cosas entre ellas, para que puedan aprender las unas de las otras. Y esto les ayuda mucho. Las 16 Decisiones ha surgido todas de estos diálogos, de sus propias conversaciones. Esta es nuestra forma de no implicarnos en la cuestión de formación y asesoría.

Con respecto a la asesoría, incluso a nivel de la formación de nuestros propios empleados, decimos que si alguien pide consejos sobre qué va a hacer con el dinero, hay que eludir dar este tipo de consejo, ya que es muy probable que se darán consejos no adecuados que arruinarán el negocio. Por tanto, habría que decir: “Bien, pues, piénsalo”. E incluso se puede dar la vuelta al tema y decir: “Buen, usted nos ha venido buscando consejos, pero no tenemos idea de lo que se puede hacer para ganar dinero. Por eso acudimos a usted, porque usted no tiene dinero pero tiene muchas ideas. Queremos darle el dinero para que pueda darle una buena utilización.

Nosotros no sabemos hacer eso”. Luego se plantea una pregunta: el Banco Grameen, que tiene mucho dinero, si también tuviera muchas ideas sobre cómo utilizar el dinero, ¿por qué iba a acudir a usted? Debía utilizar sus propias ideas y ganar más dinero.

Ellos piensan que esto tiene sentido: ¿por qué acudirían a mí si ellos tienen todas las ideas y el dinero? Piensan: quizás verdaderamente tengo algunas ideas que ellos no tengan. Así, de esta forma se sienten importantes y van y hacen el trabajo.

En general, por tanto, nos mantenemos al margen del aspecto de la formación.


D. Amadeo Petitbò:

Hay un grupo de tres preguntas que parecen relacionadas unas con otras. La primera es la siguiente: Su idea del Grameen Bank ha dado lugar a muchas políticas y formas de microcrédito. ¿Cuál es su opinión sobre ellas? La segunda, formulada por Paloma de Codespa, dice: ¿Porqué cree que la metodología del Grameen Bank en microcréditos es mejor que otras metodologías? Y, la tercera, formulada por Katia Palmer, del Banco MI de Panamá dice: ¿Cuáles son los errores que debería evitar una institución de microcréditos?.


Profesor Yunus:

Sí, hay muchas variedades de metodologías de microcréditos ahora. Por tanto, es bueno para los que vengan nuevos al asunto escoger la metodología con la que se sientan más cómodos. Les animaría a hacerlo. La innovación es realmente la clave. En cuanto más innovaciones tenga, mejor equipado está. Siempre me refiero a que en los primeros años el Banco Grameen era como el avión de los hermanos Wright. Era el que voló por primera vez. En 1908, creo, los hermanos Wright volaron su avión. Voló durante 20 segundos y se cayó, cubriendo en su vuelo 122 pies (37,5 metros). Pero hizo historia. Por primer vez unos seres humanos realmente volaron en el cielo. Y desde entonces todo el mundo ha intentado mejorarlo. Hoy nadie vuela en un avión de los hermanos Wright, está en el museo.

Otros aviones no están en el museo, pero el avión de los hermanos Wright es el que está en el museo porque hizo historia. Así pues, en materia de microcréditos el Banco Grameen es el avión de los hermanos Wright. Lo hizo, voló. El Banco Grameen ha dado dinero y éste ha sido devuelto. Y lo aplaudimos. Lo que veamos como la metodología del Banco Grameen puede ser como volar todavía en el avión de los hermanos Wright.

Estamos esperando a que todo el mundo desarrolle los Airbus y los Boeing y los Concordes del microcrédito. Estoy seguro que vendrán con los asientos reclinables y las camas planas y los aseos que el avión de los hermanos Wright desgraciadamente no tenía. Por tanto, animaría a la gente a que desarrolle distintas variedades de la metodología de microcréditos.

¿Es mejor el Branco Grameen? No, no decimos eso. Decimos que funciona. Eso es todo lo que decimos. “Ser mejor” es una juicio ulterior, pero no sabemos cuántas variedades de programas existen. Estamos alentando a que surjan variedades cada vez más nuevas. Nosotros mismos estamos aplicando muchas mejoras a nuestra propia metodología. Recientemente hemos reorganizado toda la metodología, a la que llamamos Banco Grameen

II. La anterior metodología que empleamos la llamamos el Sistema Clásico Grameen.

Llamamos a la nueva el Sistema Generalizado Grameen.

Pensamos que es mucho más potente en sus aplicaciones en todas las circunstancias.

Así pues, va así. Muchos otros probablemente crearán un sistema mucho más potente que nosotros, y tenemos ganas de verlo. Así debe ser.

¿Errores a evitar? No contar con la preparación suficiente es el error más grande. No es suficiente querer meterse en microcréditos después de verlo en un informe, o en la televisión, y viendo que, bueno, se trata de dar préstamos a los pobres y ellos los van a devolver. Uno empieza a dar préstamos a los pobres y espera que se le devuelva el dinero. No lo devuelven. Hace falta alguna preparación detrás para gestionarlo, especialmente si va a hacerlo de alguna forma institucional. Estoy seguro que muchos de ustedes tienen la experiencia de dar un préstamo a alguien porque sentía que él o ella lo necesitaba, y lo dan esperando que se lo van a devolver. La experiencia general es que el dinero no vuelve.

Es así porque usted no siguió ninguna metodología. Simplemente respondió de alguna forma lo dio, y esperaba que se devolviera el dinero porque él o ella prometía repetidas veces que él o ella le pagaría al mes siguiente, tan pronto como pudiera, o antes. Pero al mes siguiente usted ya no ve más a esa persona. Ha desaparecido. La preparación es muy importante. Hay que prepararse para entender la metodología y seguirla correctamente, paso a paso. No hay que empezar a nivel nacional, o municipal, en el que todo el mundo recibe un préstamo. Entonces está pillado. No sabe lo que pasa. Hay que ir despacio, paso a paso, y luego aumentarlo. Una vez que coja impulso, naturalmente, se podrá ampliar muy rápido sin problemas. Pero en el período inicial, creo que es mejor ir despacio y con cuidado.


D. Amadeo Petitbò:

Profesor Yunus, ha contestado usted 12 preguntas. Quedan 17 preguntas por responder. Voy a formularle sintéticamente tres preguntas, porque de esta forma usted habrá contestado 15 y quedarán por contestar 14. Un economista como yo, diría, de esta forma, que usted ha contestado la mayor parte de preguntas: 15 frente a 14; con lo cual todos quedaremos muy satisfechos y podremos continuar conversando posteriormente con usted, y los que han formulado las preguntas no contestadas podrán preguntárselas directamente.

Las tres preguntas son las siguientes. Una procede de una persona cuyo nombre no explicita, que trabaja en un banco comunal de Venezuela. Lo que pregunta es que tiene un problema, y es que algunos créditos se dirigen a actividades de consumo y no a actividades productivas. Y la pregunta es, ¿cómo puede resolverse esta situación?.

La segunda, formulada por Cecilia Ponce, del Fondo Esperanza dice: ¿Qué aspectos del sistema del Grameen Bank cree que deben mejorarse o están más débiles según el aprendizaje del día a día?.

Y la tercera, que revela una gran generosidad, le pregunta a usted: ¿Cómo se puede colaborar con usted? ¿Hay sitio para voluntarios?.

Y con esto superamos la media y nos ponemos ya en una situación que nos permite decir que hemos contestado la mayor parte de preguntas.


Profesor Yunus:

Muchas gracias. Sobre el crédito de consumo. El Banco Grameen da tres tipos de préstamos. Uno es para actividades generadoras de ingresos, por lo que el dinero que se recibe tiene que invertirse para crear ingresos. Otro es el préstamo-vivienda y otro es el préstamo estudiantil. Por tanto, no hay ningún préstamo de consumo en todo esto. Cuando una persona necesita dinero para su propio consumo, para una necesidad de su familia, o lo que sea, se trata de recurrir a la preparación que siempre damos desde el principio: ahorre dinero. Cada semana la prestataria tiene que ahorrar dinero, por lo que tiene una cuenta de ahorro. Por tanto, sacará el dinero de su propia cuenta. Es su propio dinero y nadie puede impedírselo. Está abierta y toma el dinero y va y lo gasta. Pero el dinero de los préstamos nunca se utiliza para el consumo. Eso es muy malo. Seguimos esto estrictamente. Nunca nos hemos desviado de ese planteamiento. Forma parte de nuestra metodología, parte de nuestra vida, el no dar préstamos de consumo. Así pues, no sé cómo es cuando se dan préstamos para consumo, ya que no tenemos esta experiencia.

¿Cómo mejorar el sistema del Banco Grameen? Estoy seguro de que hay muchas maneras de hacerlo, pero ya hemos agotado todas las ideas que hemos tenido. Si tuviéramos una idea más, probablemente ya lo hubiéramos aplicado. Hemos considerado intensamente en cada momento cómo mejorar la situación. Ahora, especialmente, cuando pasemos a lo que llamamos el Grameen II, donde se han producido muchos cambios, en un sentido estamos dando más opciones al prestatario, muchas más opciones que nunca. Este es un aspecto especial del nuevo sistema.

Otro aspecto especial del sistema nuevo es que se trata de microcréditos sin tensión.

En el Sistema Clásico existe una terminación cortante. Si uno no terminaba de pagar el préstamo en una fecha concreta se convertía en moroso y todo el mundo se volvía preocupado por él. Sus propios amigos del grupo se volvían hostiles. “¿Por qué no has devuelto el dinero? Todos tendremos problemas ahora”. Hemos eliminado este aspecto cortante. Estamos diciendo que se trata de una autopista de microcrédito que hemos construido, pero si uno tiene dificultades de alguna forma, puede tomar un desvío, una carretera más lenta. Desde la carretera más lenta puede ir incorporándose gradualmente a la autopista de nuevo. Así pues, es apacible para ellos porque nadie se enfadará ya con ellos. Con tal de que una persona devuelva el dinero del préstamo, ¿cómo puede alguien enfadarse con ella? Por esa razón, ¿debe enfadarse con la persona?.

Puede ser que la persona en nuestra versión anterior haya prometido pagar 100 taka – esa es nuestra moneda—cada semana, y lo tiene que hacer durante 52 semanas para devolver el préstamo entero. En la trigésima semana, la prestataria encuentra que no puede soportar el dar 100 taka – 2 dólares—cada semana. Dice: “Lo siento, no le puedo dar 100 taka, no tengo el dinero ya”, o “mi negocio no es tan bueno como era y no puedo hacerlo”. Antes, todo el mundo se enfadaba mucho con ella: ¿cómo se comprometió y ahora está rompiendo el compromiso? En nuestro sistema nuevo decimos que no hay problema. Puede ir por el camino más fácil, por el camino lento, el desvío. Puede pagar 50 taka o la cantidad que pueda. Lo único que implica para el banco es que tardará más tiempo en devolver el dinero de lo que prometió anteriormente.

Pero, ¿pasa algo? Sólo es que tarda más tiempo. Ella no dice que no va a pagarle, sólo que tardará más en hacerlo. Bien, tardará más tiempo. Así pues, la parte de la tensión se ha eliminado totalmente del sistema. Y hemos incluido muchos otros aspectos. No los voy a indicar ahora, pero respecto a su pregunta, sí, siempre intentamos definir el problema que existe, cómo cambiarlo para que las personas no tengan que tropezar en esa parte siempre que lleguen allí. Sí que lo buscamos. Y para la persona que hizo la pregunta, si ve que hay algún aspecto débil, ruego nos lo indique para que podamos conocerlo y considerar seriamente cómo cambiarlo. El Banco Grameen o cualquier otro sistema de este tipo no es una religión o algo que no se puede tocar. Se trabaja continuamente para que mejore, para que pase al nivel 2, luego al 3, y al nivel 4, y así sucesivamente.

Sobre los voluntarios. Por supuesto están muy bienvenidos. Recibimos a muchas personas de todo el mundo, especialmente a estudiantes que vienen para trabajar con nosotros por varias motivos. Una es que quieren entender lo que esta cosa llamada “pobreza”. Muchos estudiantes están muy interesados en el tema y lo que puede hacerse al respecto. Quieren tener una experiencia vital estando con ellos y entendiéndoles como seres humanos, así como escribiendo sobre ellos como trabajo académico. Muchos hacen sus tesinas de master en base a estas estancias en Bangladesh, o sus tesis doctorales. Se han escrito muchas tesis sobre el Branco Grameen de esta manera. Han venido y me sorprende lo rápido que han aprendido la lengua. Me impresiona otalmente.

Pensé que el bengalí era difícil de aprender, pero los jóvenes vienen, hombres y mujeres, y en siete o diez meses hablan un bengalí muy coloquial y hablan muy cómodamente. Eso es algo que para mí es una gran experiencia: lo cómodo que se sienten con todo el mundo. Una vez que uno hable la lengua la gente se olvida de que es extranjero. La persona simplemente forma parte de sus vidas. Celebran, hablan, se gritan, y se pelean, porque eres local, ya no eres un extranjero, porque habla el dialecto con todo el mundo. Esto es lo que hacen. Nos gusta porque le vemos a esta persona más adelante, en sus distintos momentos de la vida y todavía recuerdan todos los nombres, las caras, todas las cosas que hicieron. Siente como si fuera su casa. Quiere enterarse de lo que está pasando en la oficina donde pasó seis meses conviviendo con los empleados. Se convierte en su sitio y recuerda a todos y quiere volver y visitarles de nuevo. Por tanto se les recibe con muy buen grado a todos los que vengan para una estancia como voluntarios.


D. Rafael del Pino:

Muchas gracias Profesor Yunus, de acuerdo con los cálculos del Director de la Fundación ya ha contestado usted a la mayor parte de las preguntas.

Antes de levantarnos, yo quisiera hacer una observación respecto al Profesor Yunus.

No se puede alcanzar los logros que este hombre ha conseguido sin por lo menos, aparte de otras condiciones que se le aprecian enseguida, tener dos cualidades indispensables. Una son los ideales. Este hombre tiene ideales, que se pueden resumir en respeto por la dignidad humana, por los derechos humanos, diría yo, o simplemente por amor al prójimo. Es la prueba palpable de que no todos los musulmanes son fanáticos o fundamentalistas, dicho sea de paso.

La otra cualidad que le he apreciado es un gran valor. Hace falta tener un gran valor para romper con lo establecido, para buscar clientes de créditos que sean pobres, y clientes de créditos que sean mujeres, en un país como aquél, en que como él nos ha explicado, la mujer no tenía derecho alguno y no tenía propiedad alguna.

No sé ahora mismo si ha contado hasta qué punto llega su valor de romper con lo establecido que me contaba a mediodía hoy que los créditos para construir una vivienda dados a las mujeres, la vivienda tenía que construirse naturalmente en un solar, y el solar no era propiedad de la mujer, era propiedad del hombre que era el propietario de todo. Pues, el Grameen Bank decía: “Hay que poner ese solar a nombre de su mujer. O sea que, vete al registrador de la propiedad y ponlo a nombre de tu mujer, y si no, no hay crédito”. Hace falta valor, eh.

Y finalmente, además de esas cualidades y las otras, es un gran conversador y un gran comunicador. Además, tiene un gran sentido de humor, hasta resulta gracioso.

Muchas gracias Profesor Yunus.



El banquero de los pobres

Esta historia comenzó hace 30 años. Un banco, dos empleados y un visionario subversivo. Muhammad Yunus inventó los microcréditos, préstamos sin aval para desfavorecidos. El sistema que ha sacado de la miseria a millones de personas e invita a soñar con el fin de la pobreza.

JOHN CARLIN
EL PAIS SEMANAL - 15-10-2006

Si alguien comienza un discurso predicando la “firme, profunda, apasionada” convicción de que “podemos crear un mundo libre de pobreza”, como hace invariablemente Muhammad Yunus, podemos admirar la intención pero dudar del hombre. Si entonces nos enteramos de que es catedrático de Economía, es posible que le escuchemos con un poco más de atención, pero nos esforzaríamos para eliminar la sospecha de que es un excéntrico bienintencionado, un quijote musulmán.

Hasta que uno descubre que el orador es uno de los capitalistas más triunfadores del mundo, un hombre de negocios que hace 30 años puso en marcha un banco con tres empleados, incluido él; que hoy da trabajo a 20.000 personas, y que ha creado otras 18 empresas, entre ellas, la mayor red de teléfonos móviles del sur de Asia. Entonces, uno empieza a pensar que sus teorías utópicas quizá tengan una credibilidad ganada a pulso, que tal vez la visión de este soñador tenga su lógica. Ante todo, porque el tipo de capitalismo al que ha dedicado su vida no tiene como misión principal obtener beneficios, sino ayudar a los desdichados de la tierra.

Muhammad Yunus es a la pobreza lo que Bill Gates al software. Salvo que Yunus ha alcanzado objetivos inimaginables, en un ciclo irreprimible de crecimiento exponencial, en un entorno empresarial infinitamente más duro que el de la frondosa Seattle. Una de las razones que permiten creer que tal vez haya encontrado la fórmula para acabar con la maldición más antigua de la humanidad, para abordar la situación de mil millones de personas que carecen de las necesidades básicas para vivir, es que ha conseguido que funcione en las circunstancias más extremas. El laboratorio en el que lleva a cabo su experimento es Bangladesh, un país que tiene el tamaño de Andalucía y una población de 145 millones de habitantes, la mayoría de los cuales vive en una pobreza profunda. Pero Yunus, que nació en Bangladesh en 1940, cuando su país seguía siendo parte de India y todavía estaba bajo dominio británico, se ha planteado un desafío incluso mayor. Como un trapecista de circo que dijera al público “si pensaban que lo anterior era peligroso, fíjense en esto”, ha escogido como objeto de su experimento a las personas más pobres entre los pobres de Bangladesh, el grupo más sometido y con más limitaciones mentales y materiales en este país de abrumadora mayoría musulmana: las mujeres.

“Era una locura”, dice sonriendo Nurjahan Begum al recordar los comienzos de Grameen Bank y la primera “oficina” en la que trabajó: un cobertizo con tejado de chapa de zinc, una mesa, una silla, dos bancos, y sin luz ni teléfono. Nurjahan es una de las dos estudiantes de Económicas que en 1976 ayudaron al profesor Yunus a poner en marcha el proyecto. Su cometido —a pesar de la oposición de sus padres, que querían que permaneciera encerrada en casa esperando a que le escogieran un marido— consistió en hacer el trabajo de campo preliminar, reunir datos que permitieran ver si era factible construir un banco especializado en préstamos para mujeres muy pobres. “¡Una absoluta locura!”, repite, y se ríe, mientras menea la cabeza, asombrada del insensato idealismo de su juventud.

Es una mujer menuda de rostro amable e inteligente, que lleva gafas redondas y un sari azul celeste, sentada detrás de una mesa desde donde controla sus dominios. Nos encontramos en el octavo piso de la sede central de Grameen Bank, un edificio de 21 pisos que, en el contexto de la capital bangladesí, Dhaka, es como el Empire State Building. Nurjahan, que lleva la cabeza cubierta, es una de los tres administradores generales del banco, responsable del programa de formación e internacional, y directora general de un programa de becas para niños que se creó hace tres años llamado Grameen Shikkha. Nurjahan me cuenta que la última vez que la reina Sofía estuvo en Bangladesh le dio 30.000 euros para el programa Shikkha. La reina de España, cuya foto tiene en la pared Nurjahan, ha estado en Bangladesh apoyando los proyectos de Grameen tres veces en la última década. “El dinero que nos dio servirá para financiar 60 becas universitarias y 50 para niños de edad escolar”.

A pesar del calor y la humedad asfixiantes de Dhaka, el despacho de la declarada fan número uno bengalí de la reina española no tiene aire acondicionado, sólo ventanas abiertas y ventiladores. En la mesa tiene un pequeño botón, como un timbre. Cada vez que lo aprieta, que es aproximadamente cada 10 minutos durante la hora y media que estoy con ella, aparece un hombre. Para traer una taza de té, o un documento, o un libro, o una estadística, u otra taza de té. Y no siempre acude el mismo: he podido ver, al menos, a cuatro de estos genios de la lámpara.

“Era una locura”, insiste, “por toda la discriminación contra las mujeres que existía en aquellos días. Toda la ignorancia y la superstición que tuvimos que vencer. Era terrible. Las mujeres tenían siete u ocho hijos, mientras los hombres tenían un montón de esposas y podían abandonar a la que quisieran con sólo decir ‘me divorcio de ti’ tres veces. Las mujeres no tenían ninguna movilidad. No podían salir de casa, ni siquiera para visitar a sus madres, sin permiso del marido o de los suegros. El marido podía pegar a la mujer por cualquier razón. En mis recorridos por las aldeas para hacer mis investigaciones, me encontré con la opinión frecuente de que, si una mujer recibía habitualmente una paliza, acabaría yendo al cielo”.

La idea inicial de Yunus –una idea que, más que revolucionaria, fue trascendental– era dividir sus préstamos al 50% entre hombres y mujeres. “El primer problema fue que ninguna mujer quería aceptar nuestro dinero, porque todas tenían miedo de recibir una paliza”, explica Nurjahan. “Además, nunca habían manejado dinero. Lo temían. Y, por si eso no fuera suficiente, varios imanes nos criticaron. Deseaban que las mujeres se quedaran en su sitio”.

Mientras tanto, Yunus debía afrontar otra batalla. Para poder poner en marcha su banco, tuvo que convencer a los bancos convencionales de que le prestaran dinero. Y eso, mientras planeaba echar por tierra un principio fundamental del mundo financiero: que sólo se presta dinero a quien ofrezca pruebas documentales inequívocas de que va a poder devolverlo. El plan de Yunus, original y totalmente subversivo, consistía en prestar pequeñas cantidades de dinero a los pobres sin garantías; prestar el dinero basándose en un sistema de confianza, no en contratos legales. Según cuenta Yunus en su autobiografía, Banker to the Poor (El banquero de los pobres), los responsables bancarios a los que acudió al principio le miraban como a un loco.

Yunus cree que los que están locos son los banqueros, o el sistema que representan. “Los bancos ejercen un apartheid financiero escandaloso”, dice Yunus. “Dicen que dos terceras partes de la población mundial no tienen derecho a emplear sus servicios. Que no son solventes. Definen las reglas y los demás las aceptamos porque son poderosos”.

Yunus habla no en el último piso de su edificio, como suelen hacer los presidentes y directores generales de las grandes empresas, sino cuatro plantas por debajo de la de Nurjahan, en un despacho tan desnudo como el de ella (salvo una foto suya junto a la reina Sofía en una aldea), y también sin aire acondicionado. Lleva una camisa marrón sin cuello y tiene una juvenil mata de pelo blanco. Cargado como está de premios internacionales y doctorados honoris causa, se muestra sinceramente entusiasmado cuando le digo que EL PAÍS ha querido destacarle entre los ganadores históricos del Príncipe de Asturias.

Su aspecto y su forma de actuar son los de un hombre 20 años más joven, no de 66, y es una de esas personas espontáneas, siempre dispuestas a reír y sonreír, que desprenden buen humor, entusiasmo, curiosidad y brillantez mental.

“Los bancos dicen”, continúa, animándose con el tema, “que si uno no tiene avales, no pueden hacer negocios con ellos. ¿Quién ha dicho que hace falta una garantía? ¡No! Y ésa fue mi primera lucha, eliminar la necesidad de avales y demostrar que podemos seguir considerándolo un negocio bancario”.

Por increíble que resulte, eso es exactamente lo que ha hecho Grameen Bank. En un plazo de seis años, Yunus consiguió, primero, convencer a los bancos institucionales (a base de garantías personales que él mismo dio) de que le prestaran el dinero necesario para ofrecer “microcréditos”, un concepto de repercusión mundial que él inventó; y, en segundo lugar, logró alcanzar la paridad entre los sexos, prestar dinero al mismo número de hombres y de mujeres.

“Y lo que descubrimos”, dice Yunus, “fue que no sólo las mujeres eran más fiables que los hombres a la hora de devolver el dinero, sino que las cantidades pequeñas de dinero que pasaban por manos de las mujeres rendían muchos más beneficios para la familia. El motivo es que la mujer, sin darse cuenta, adquiere una habilidad muy especial, aprende a administrar los recursos escasos. Si no lo hace, no sólo es que la familia pase hambre: es que el marido se enfada y le pega. Así que, cuando le prestábamos un poco de dinero –30 dólares, 50 dólares–, sabía sacarle el máximo provecho para el bien del hogar. Las prioridades del hombre son otras. Él quiere pasárselo bien fuera de casa, presumir ante sus amigos. Si nos fijamos en la lista de prioridades de la mujer, nunca empieza por ella misma. Empieza por sus hijos y la familia. Si su nombre figura en la lista, es en último lugar”.

Yunus aplicó la lección. En 1983 constituyó formalmente Grameen –que significa “aldea” en bengalí– como banco y, desde entonces, su estrategia ha estado clara: prestar dinero a mujeres. El principio ha sido siempre el de ofrecer la máxima flexibilidad y los mínimos tipos de interés a los prestatarios. Hoy en día, Grameen trabaja en 70.000 pueblos, posee 2.200 sucursales y cuenta con 6,6 millones de prestatarios; el 97%, mujeres, y todos pobres. En un país en el que el analfabetismo es galopante y la electricidad escasa, el sistema de microcréditos de Grameen funciona, como le gusta decir a Yunus, “como un reloj”. El porcentaje de incumplimiento en los préstamos es inferior al 1,5%, la envidia de cualquier gran banco. Salvo en 1983, 1991 y 1992, Grameen ha tenido siempre beneficios anuales, todos ellos reinvertidos en el banco, que no ha dejado de crecer. El modelo de microcréditos de Grameen se ha imitado en más de 80 países, entre ellos España y Estados Unidos, y alcanza a 100 millones de personas en todo el mundo.

El pueblo de Sadipur Sonargoan no está más que a 42 kilómetros de Dhaka, pero los 20 primeros, pura expansión ininterrumpida de la capital, duran una eternidad. Pero eso no es lo peor. Lo peor es la sensación de que no voy a poder salir de Bangladesh con vida. Es posible que haya sitios en el mundo en los que el tráfico sea más caótico que en Dhaka, una ciudad de 12 millones de habitantes espantosamente apiñados, pero lo dudo. Rickshaws de colores chillones (los taxis bicicleta, en los que una persona tira de un carrito para dos), taxis motocicleta, viejos coches herrumbrosos que parecen mantenerse unidos con gomas elásticas, autobuses inclinados que llevan a tanta gente encima del techo como en el interior, otros autobuses de dos pisos (del modelo vigente en Londres durante la II Guerra Mundial), masas de peatones suicidas, a menudo descalzos: todos se disputan un mismo espacio y tienen que tomar constantemente decisiones en las que la diferencia entre vida y muerte es cuestión de milímetros.

Es una visión del infierno, tras la que Sadipur me parece el paraíso. Carreteras de suaves curvas cubiertas por las copas de árboles inmensos, de vez en cuando un rickshaw que pasa en silencio –los colores brillantes, aquí, no son amenazadores, sino bellos–, tranquilos arrozales, vacas solitarias que pacen entre los bananeros de anchas hojas y, en el pueblo propiamente dicho, pulcras casas de madera con suelo de barro, situadas a intervalos regulares. Acompañado por el gerente del banco del pueblo, un joven de 25 años y ojos brillantes que me dice que tiene un título de master en Geografía, me reúno con unas setenta mujeres –de las 4.883 a las que atiende la sucursal local– que se han beneficiado de los préstamos de Grameen, y oigo los relatos detallados de una docena de ellas. La historia es siempre la misma. Una mujer solicita un préstamo inicial de unos 3.000 taka (alrededor de 35 euros) y con ese dinero acumula reservas para una tienda rudimentaria de alimentación, o financia la compra de un telar de madera, o compra una vaca, o arrienda una parcela en un arrozal. Convierte el préstamo en beneficio, devuelve el dinero al banco con un 20% de interés y luego obtiene otro préstamo, esta vez, por ejemplo, de 5.000 taka. Con él amplía un poco más su negocio, cumple los pagos –normalmente, semanales o quincenales– y pide otro crédito mayor para construir una casa, para lo que le conceden un interés más bajo, del 8%. Al cabo del tiempo, abre una cartilla de ahorros y luego, quizá, obtiene un crédito escolar al 5% de interés para ayudar a enviar a sus hijos a la Universidad.

Ése es el caso de una mujer vestida de negro de los pies a la cabeza, llamada Jahana, cuyo sueño es que su hijo Muhammad, de 15 años, pueda llegar a ser médico. Ese sueño, inconcebible antes de que Grameen apareciera en escena, podría hacerse ahora realidad. En el pueblo hay cuatro estudiantes universitarios. Uno es el hijo de una señora llamada Rashida que ganaba 60 taka diarios (menos de un euro) antes de obtener el primero de sus préstamos de Grameen, hace cinco años; ahora, su microtienda de alimentación va viento en popa, y gana 400 taka diarios. Luego está Aulia Begum, cuya bella hija de 22 años, Roshanunina, está pasando unos días en casa descansando de sus clases de ciencias políticas en la Universidad de Dhaka. Aulia, como todas las demás mujeres con las que hablo, es totalmente analfabeta. Gracias a los préstamos de Grameen concedidos a su pequeña farmacia, y a una beca universitaria también proporcionada por el banco, su hija se ha adentrado en un terreno que su madre no podía ni imaginarse cuando nació la niña. “Me interesa especialmente la política internacional”, dice Roshanunina, una joven alta, esbelta y sonriente, de unos rasgos exquisitos enmarcados –como si fuera una Virgen María– en un velo rosa que parece de satén. Para la generación de su madre, la Universidad era un concepto desconocido. Hoy, Grameen Bank reparte sus 18.000 becas por igual entre chicos y chicas. Pregunto a Roshanunina si tiene algún sueño. “Ir a estudiar al extranjero”, responde con gran seguridad. “Canadá sería estupendo”.

No hay unos horizontes tan amplios para las ocho mujeres mendigas con las que hablo a continuación. El programa de Grammen para los mendigos, conocido como Préstamos de lucha, comenzó sólo hace tres años, pero cuenta ya con 80.000 beneficiarios en todo el país. En su caso, un préstamo habitual suele ascender a 1.000 taka (alrededor de 12 euros), con un interés del 0%, pagable cuando sea posible, si es que es posible alguna vez. Sabitum, que tiene 54 años, lleva 10 años mendigando desde que su marido se quedó paralítico y eso no le dejó otra opción. Iba de casa en casa pidiendo arroz o trapos viejos para vestirse. Ahora, lo que hace –lo que hacen todas las mendigas que disponen de préstamos bancarios– es lo mismo pero, en vez de limitarse a pedir, vende chocolate, o plátanos, o galletas que ha comprado previamente con el dinero prestado. Las historias son terribles; la pobreza, de absoluta miseria. Mojiton, que tiene 60 años y ha dado a luz nueve hijos, todos los cuales murieron a causa de diversas enfermedades, ha logrado hace poco comprar una cabra con su préstamo y confía en empezar pronto a vender leche. Amina, de 54 años pero que parece de 74, lleva mendigando 10 años desde que perdió la vista en un ojo. Vende pasteles de arroz y pitas, pero sigue mendigando, aunque me asegura que preferiría no hacerlo. Sabitum, la que mejor parada ha salido del grupo, obtuvo el préstamo hace un año y lo está devolviendo en plazos de 20 taka semanales. “Con el dinero que he ganado he comprado tres gallinas y tres patas”, me cuenta, mirándome desde el suelo, sentada sobre sus talones, delgada y descalza. “Ahora vendo huevos y he dejado la mendicidad. Todavía voy de puerta en puerta, pero ahora tengo mi pequeño negocio”.

Las mendigas, claramente enfermas, hablan en voz baja, a veces ronca. Pero cuando pregunto a todo el grupo si se sienten más felices y orgullosas desde que obtuvieron los préstamos de Grameen, por primera vez veo sonrisas. Asienten y murmuran su aprobación de forma unánime. En comparación con el tono apagado en el que habían respondido individualmente, es una auténtica conmoción.

Con esa referencia, la escena que presencio poco después, en una reunión de 50 “miembros” de pleno derecho de Grameen –así se denominan a sí mismas—, es tan eufórica como una final de la Copa del Mundo. Las 50 mujeres, vestidas con sus mejores saris, componen una imagen rica y colorida situadas geométricamente en unos bancos dentro de un cobertizo que sirve también de aula, con techo de chapa y estructura de madera. Han venido, como hacen todas las semanas, a reunirse con el joven director de la sucursal local de Grameen, para discutir los temas pendientes, proponer nuevos préstamos y devolver los antiguos. La persona escogida para dirigir el grupo, una mujer alta y con gafas llamada Mazeda que tiene aspecto de abogada (aunque tampoco ella sabe leer), me explica lo que ya había oído en la sede central: que las prestatarias de Grameen tienen que organizarse, como condición para el préstamo, en grupos de cinco. Cada grupo se supervisa a sí mismo, vigila que no se rompa el pacto con el banco, permite que se animen unas a otras y sirve, más o menos, como garantía de buen funcionamiento. Si una de ellas no paga una letra, no es que las demás tengan que poner el dinero, pero deja en mal lugar al grupo, y eso es algo que nadie quiere hacer, porque es una cuestión de honor. El sistema de préstamos de Grameen, que, como decía Yunus, se basa en la confianza, acaba siendo tan vinculante como el tradicional, basado en contratos legales.

Escucho historias de muchas mujeres, tan decididas como podría serlo un grupo equivalente en Europa occidental. Orgullo y dignidad es lo que muestra Mazeda cuando, al final de la reunión, se aproxima a dar al joven director de la sucursal un fajo de billetes, 500 taka: su pago de la semana. Le siguen otras que depositan el dinero en la mesa, cada cantidad meticulosamente anotada en un libro por un ayudante del director. Una de las mujeres me pregunta qué me ha parecido la reunión. Le digo que creía que venía a un pueblo sumido en la miseria absoluta, pero que lo que he visto es que, aunque no son ricas, dan la impresión de ser unas mujeres tan seguras de sí mismas, saludables y felices como cualquiera. Le digo que me han contado que, antiguamente, en Bangladesh, a las mujeres les enseñaban a mirar siempre hacia abajo y no abrir nunca la boca. Pero que aquí he visto lo que han cambiado las cosas. Cuando termino de hablar, estallan todas en una alegre ronda de aplausos.

Antes de subirme al coche para el viaje de vuelta a Dhaka, Mazeda me dice: “Por favor, déle muchos saludos a la reina Sofía. Estuvo aquí con nosotras y la recordamos con mucho cariño”.

De vuelta en la sede central de Grameen recuerdo a Yunus una cosa que dijo durante un discurso en la Harvard Business School. Que el sistema de microcréditos es una herramienta que libera los sueños de la gente, da a los pobres dignidad y respeto, y llena de contenido sus vidas.

“Sí. Eso es lo más importante”, responde Yunus. “Mi trabajo rápidamente me llevó a la conclusión de que la pobreza no la crean los pobres. No podemos aferrarnos a la idea convencional de que son perezosos, les falta empuje. No es culpa suya. No son ellos quienes crean la pobreza. La pobreza la crea el sistema que hemos construido. Los pobres tienen tanta energía y tanta creatividad como cualquier ser humano en este planeta”.

Entonces, ¿es todo cuestión de liberar energía? “Exacto. Preste dinero a una mujer pobre, ayúdela a empezar, y vea cómo se produce el milagro. Toda su vida ha pensado que no era nada, y ahora, por primera vez, siente que es alguien. Que puede cuidar de sí misma. Que puede desarrollarse como persona más allá de la supervivencia. Por eso digo que estos préstamos son el dinero de los milagros. Permiten que esas personas empiecen a vivir como seres humanos por primera vez”.

Yunus opina que el capitalismo, tal como se concibe tradicionalmente, debe cambiar. Empezando por el sistema bancario. Pero no es que propugne una revolución marxista ni nada parecido. Lo que quiere es que se amplíe la definición de la palabra capitalismo más allá de la mera obtención de beneficios. Porque es claramente partidario de la libre empresa y está totalmente en contra de la caridad como estrategia a largo plazo para afrontar los desequilibrios mundiales entre ricos y pobres.

“En definitiva, mi argumento es que, cuando se dan limosnas, se impide que la gente tenga iniciativa. ‘Quédate como estás y yo cuidaré de ti’. Pero es la iniciativa lo que empuja a la gente a subir del primer nivel al segundo, y del segundo al tercero. Sin ella, no somos nada. Así que, en mi opinión, es mucho mejor recibir un préstamo que una limosna, porque con el préstamo el beneficiario asume una responsabilidad. ‘Voy a usar tu dinero y voy a ganar lo suficiente para devolvértelo con intereses y aún quedarme con algo’: ése es el trato. El que vive de limosnas se queda en las limosnas. Fíjese en lo que pasa con muchos de los que viven de la ayuda estatal en Estados Unidos o Europa. No sólo viven de la beneficencia ellos, sino que sus hijos también, porque no han aprendido a hacer nada más”.

¿Está en contra de toda protección social, entonces? “No, no. No es eso lo que digo. Lo que digo es que hay que dar a la gente una opción, un incentivo. Fíjese en los mendigos con los que trabajamos. No les digo que dejen de pedir, sino ‘¿por qué no probáis también esta otra opción?’. Les digo que, si aceptan el préstamo, tienen que devolverlo, pero que, si lo hacen, obtendrán un préstamo mayor. Con la primera opción, uno renuncia a tener el control de su propia vida; con la segunda, lo recupera”.

Me voy a hacer una segunda visi- ta a un pueblo. En esta ocasión, uno llamado Rajabar, a 50 kilómetros de Dhaka, y vuelvo a encontrarme en medio de la orgiástica danza de tráfico mortal que mantiene esta ciudad. Mi conductor –mi brillante conductor– entra y sale de las calles, da rodeos y maniobra con la intensidad de un conductor de fórmula 1. Como los demás –desde los rickshaws hasta los conductores de autobuses de dos pisos, hasta los peatones–, él también muestra unos reflejos propios de Fernando Alonso. Y no durante hora y media. Durante todo el día. Y no se ven cinturones de seguridad, ni cascos de motos. Ni uno.

En Rajabar (¡donde también recuerdan una visita de la reina de España!) hablo con otra docena de mujeres. Una de ellas se llama Nilufer Begum. Cree que tiene 40 años. Me cuenta que, hasta hace 16, cuando llegó el dinero milagroso de Grameen, vivía en casa de su madre y dormía sobre una alfombra, en el suelo, compartiendo la habitación con la vaca de un vecino. Había huido de su marido, que era vago y pobre, y le pegaba. “Al principio recibí 5.000 taka y con eso compré una vaca. Vendí la leche, pagué el préstamo y recibí otro de 10.000. Con ese dinero arrendé un trozo de tierra y cultivé un poco de arroz. Devolví los 10.000, conseguí 15.000 y establecí una pequeña tienda. Luego conseguí un préstamo mayor y construí una casa”. Y así sucesivamente. Ahora tiene un par de casas que alquila y unos ingresos de 6.000 taka mensuales, y tiene pensado emplear el crédito de 70.000 que pronto va a recibir en comprar un microbús para transportar a la gente de los pueblos vecinos.

Acompaño a Nilufer a su tienda. Su marido trabaja allí y es, a todos los efectos, empleado suyo. Ella se coloca junto a él para hacerse una foto y queda bien claro quién manda; quién es el orgulloso y quién el sumiso. La tienda es rudimentaria y no tiene frigorífico (otro deseo en la lista de Nilufer), pero tiene una mercancía tan variada como cualquier supermercado pequeño: refrescos, pasta de dientes, plátanos, galletas, aspirinas, huevos. Y es una especie de café, con gente bebiendo té o leche de coco, disfrutando de la mayor atracción del pueblo, un viejísimo televisor.

El director de área de Grameen en Rajabar y responsable de 10 sucursales, Rahman, lleva 19 años trabajando con Grameen, pero no parece que su entusiasmo haya remitido. Mientras comemos un almuerzo de pollo al curry con arroz y berenjenas, me explica, con una convicción casi religiosa, la satisfacción que le da su trabajo. “Me encanta dar a la gente la oportunidad de soñar, ayudar a que Bangladesh sea un buen país, un modelo para el mundo”, dice.

Es el mismo espíritu que encuentro en todos los empleados de Grameen con los que me encuentro y, sobre todo, en el propio Yunus, del que Nurjahan sigue hablando, tras 30 años de trabajar con él, con la devoción de una ferviente discípula. “Es nuestro líder, nuestro maestro”, me dice, echando chispas por los ojos. “Dice que debemos poner un sueño en el corazón de las personas”.

Yunus no es solamente un visionario, y probablemente un santo; es, además, seguro, un genio. Un hombre que tuvo una idea que ha cambiado las vidas de millones de seres humanos. Y, sin embargo, no tiene esa vanidad ni esa soberbia que, muchas veces, posee a los poderosos de los que dependen miles (en su caso, millones) de personas. Es un hombre con una misión, pero no un fanático. Está seguro de lo que cree, pero no parece que tenga una gran opinión de sí mismo. Ni tampoco, por ejemplo, de George W. Bush.

“Cuando llegó el nuevo siglo,hubo una gran corriente de buena voluntad en el mundo”, recuerda Yunus. “Había un optimismo tremendo; soñábamos con otro tipo de mundo. Por primera vez en la historia de la humanidad, todos los países se reunieron y fijaron una fecha, con los Objetivos del Milenio de la ONU, para mejorar el mundo. Queremos reducir el número de pobres a la mitad de aquí a 2015, dijeron. Y... llegó Bush. Que da marcha atrás en todo. Crea desconfianza entre la gente, desautoriza a la ONU y dice que puede ocuparse él de todo. Y así estamos hoy, en este lío del que no sabemos cómo salir”.

No se hubiera llegado a semejante lío si Bush, o más bien la gente que lo rodea, hubiese sabido entender el mundo con más sencillez. Una firme conclusión a la que llegó Yunus cuando estudiaba Economía hace 40 años en, precisamente, Estados Unidos es que las teorías complejas impiden ver la verdad. “¿De dónde nace el terrorismo? Muy fácil. De un fuerte sentido de injusticia. Puede ser injusticia religiosa, puede ser injusticia política, puede ser injusticia económica, puede ser verdadera injusticia, puede ser una injusticia imaginaria. No importa. Para mí es real, dice el terrorista. Así que reacciono ante esa injusticia y, como no tengo otra opción, como no puedo vencerte, te asusto. Contra eso no se puede luchar con armas ni bombas. Bush escogió una respuesta equivocada y, como consecuencia, ha habido más y más sangre; es decir, empezamos el siglo llenos de buena voluntad, pero ahora vemos todo ese odio. No era el momento de dedicarse a esto, sino de ocuparse de la pobreza, y Bush lo estropeó. ¡Qué oportunidad tan desperdiciada!”.

Yunus, en cambio, aprovecha todas las oportunidades que produce la inacabable fecundidad de su mente empresarial. Su aventura más reciente ha sido la creación de una empresa mixta llamada Grameen-Danone. En colaboración con el gigante francés del sector lácteo, abrirá en noviembre una fábrica en Bangladesh para suministrar un yogur muy barato, lleno de vitaminas y de hierro, a los desnutridos niños bangladesíes. “El año pasado me reuní a comer en París con el presidente de Danone, Franck Riboud, y le dije que, en mi opinión, el capitalismo estaba encerrado en una definición demasiado estrecha. Que la empresa no puede consistir sólo en hacer dinero, sino en enriquecer la vida de la gente. Que es posible disfrutar y hallar satisfacción cuando se crea una empresa cuyo principal objetivo no es hacer dinero, sino, por ejemplo, llevar agua potable a los pueblos pobres. Una empresa así sigue siendo capitalismo, pero de un tipo más amplio, más generoso y, al final –creo–, más gratificante. Hablé con Riboud de lo que yo llamo mi concepto de ‘creadores de empresas sociales’. Y respondió de inmediato. ¡De inmediato! Dijo que le parecía fascinante y aceptó, durante esa misma comida, crear Grameen-Danone. Nuestro plan es sencillo: vamos a hacer un yogur que los pobres puedan comprar. Y, si todo sale bien, pronto tendremos 50 fábricas. Cada una será capaz de cubrir sus propios costes y todos los beneficios se quedarán dentro de la compañía”.

Yunus cree –y ahora también el presidente de Danone– que asumir estas ideas capitalistas subversivas sirve para acercar un poco más el santo grial del mundo sin pobreza. Y no es que no se haya avanzado ya mucho. No sólo en los 30 años desde que Yunus fundó Grameen, sino en los ocho transcurridos desde que obtuvo el premio Príncipe de Asturias. En conjunto, Grameen ha prestado más de 5.000 millones de dólares a los pobres. La idea más fantástica de las que ha tenido Yunus en la última década es la de la enorme empresa de móviles que ha creado y que, a su vez, ha generado un nuevo fenómeno, “las señoras del móvil en los pueblos”. Son prestatarias de Grameen que reciben teléfonos a precios especialmente bajos y los alquilan a locales. (Y en una ocasión a la reina Sofía, que llamó al Rey a España desde uno de estos móviles). No sólo ellas ganan más dinero, sino que ha revolucionado las comunicaciones rurales.

¿Cuál es la lección más revolucionaria que ha aprendido de los pobres?, pregunto a Yunus. “Lo más grande que he aprendido es que cada ser humano posee un potencial ilimitado. Esto lo tengo clarísimo. La lástima es que nos limitamos a arañar la superficie. A nuestra especie le queda mucho camino por delante. No puede ser que tantos millones de personas nazcan en este planeta para pasarse la vida buscando qué comer. Ésa es una actividad de los animales. Pero soy optimista. Realmente creo que podemos acabar con la pobreza en el mundo. Es cuestión de invertir el mismo ingenio y el mismo empuje que hemos dedicado a acabar con injusticias políticas, enviar un hombre a la Luna o la tecnología informática en encontrar la manera de dar a los pobres la oportunidad de realizarse como seres humanos. Se trata, sobre todo, de querer lograr ese objetivo. Dar a los pobres las mismas oportunidades que hemos tenido nosotros, y ver cómo se produce el milagro”.

1998: premio de la Concordia cuatro luchadores. Muhammad Yunus recibió un galardón compartido por “su trabajo abnegado y tenaz, y su contribución ejemplar, en áreas geográficas y en actividades distintas, al progreso y a la mejora de las condiciones de vida de los pueblos”. En la imagen posa sin chaqueta con sus compañeros de premio. (La candidatura conjunta fue iniciativa de Mensajeros de la Paz). De izquierda a derecha: el obispo misionero Nicolás Castellanos, que lucha en Santa Cruz (Bolivia) por mejorar las condiciones de vida de sus habitantes; el médico Joaquín Sanz Gadea, que ha desarrollado su carrera como ginecólogo en áreas desfavorecidas de la República del Congo, y el ex jesuita Vicente Ferrer, quien ha dedicado su vida a los desfavorecidos en la región india de Anantapur.



¨El 46% de nuestros clientes sale del umbral de la pobreza"

DE LA FUENTE, Madrid
EL PAÍS - 19-03-2004

Muhammad Yunus nació en 1940 en una familia acaudalada de Bangladesh, pero su sensibilidad le hizo ver que "los otros", los desfavorecidos, no tenían por qué ser eternos perdedores. Conocido como "el banquero de los pobres", Yunus es un economista formado en Nueva Delhi y Estados Unidos que ha descubierto que ayudar a los desfavorecidos a ganar el primer dólar es rentable. Sus deseos de abandonar la pobreza son tan poderosos que una vez que piden un crédito resultan ser buenos pagadores. Yunus era profesor de Economía en los años en que Bangladesh logró la independencia, tiempos de hambrunas y crisis económica. El paisaje exterior no era propicio para enseñar teorías financieras a un puñado de universitarios privilegiados. El profesor salió a la calle y palpó la escasez. Sin abandonar el capitalismo, comprendió algo muy sencillo: los pobres estaban fuera de la economía y parecían condenados a permanecer fatalmente en sus márgenes. Formaban parte de un círculo que se alimentaba a sí mismo: los bancos no les prestaban por insolventes; los usureros los exprimían. Surgió así en 1983 el Grameen Bank. Su fundador ha visitado Madrid, donde ha recibido el premio a la Trayectoria Solidaria dentro de los galardones 12 Meses 12 Causas, creados por Tele 5, invitado por diferentes instituciones, entre ellas la Fundación Magdala, dedicada al desarrollo.



Pregunta.
¿Recuerda a quién prestó dinero por primera vez?

Respuesta.

Visité con un alumno algunas zonas con bolsas de pobreza en 1976 y elaboramos una lista de 42 personas, todas ellas mujeres, que con 27 dólares podían arreglar bastante su vida. Decidí prestarles esa cantidad de mi bolsillo y aquello les pareció un milagro. Entonces lo vi claro. Inicialmente intenté que la banca convencional les prestara pequeñas cantidades, pero no logré convencer a sus responsables. En 1983 creé el Grameen Bank y empezamos a dar microcréditos a un 1% de interés.Y el sistema funciona, es rentable, porque entre los pobres apenas hay morosos. Tenemos ya 3.200.000 clientes que son a la vez accionistas y propietarios del banco, y 116 países han secundado iniciativas parecidas.


P. ¿Pretende crear un sistema bancario paralelo al convencional, y a la vez competitivo?

Respuesta.

Justamente, es una alternativa que llena el vacío de la banca convencional. Mi deseo sería que pudiéramos competir, pero realmente no hay relación, porque a ellos no les interesan las personas con las que trabajo.


P. Si a pesar de sus créditos a bajo interés obtienen beneficios, ¿considera que los de la banca convencional son excesivos?

Respuesta.

No me gusta enjuiciar, porque entonces tendría que hacer juicios de muchas otras cosas. La única crítica que hago a la banca convencional es que considere a esta gente insolvente cuando podría resultarles rentables.


P. La mayoría de sus clientes son mujeres y analfabetas.

Respuesta.

El 95% son mujeres, el tipo de cliente que la banca de Bangladesh rechaza. Cuando viene una y solicita un pequeño crédito de 100 dólares, por ejemplo, le decimos que se asocie con otras cuatro amigas y que inviertan esa cantidad en algo que genere ingresos, se trate de comprar herramientas o una vaca. Así fomentamos el autoempleo. Los pagos son semanales, con lo que en un año ya han devuelto el microcrédito. Entonces pueden pedir otro y ampliar poco a poco el negocio. El banco es como un club y quien entra, repite.


P. ¿Podríamos decir que crea una adicción positiva?

Respuesta.

Si se quita la carga negativa de esa palabra, sí. Lo cierto es que para superarse en la vida se necesita dinero, y si uno no tiene un dólar no puede conseguir el siguiente.


P. Pero con esas pequeñas cantidades es difícil salir de pobre, aunque se abandone la miseria.

Respuesta.

Nuestros estudios demuestran que el 46% de los clientes salen del umbral de la pobreza, y un 5% se aleja de ella y prospera. Hacemos campaña entre ellos, además, para que escolaricen a sus hijos: así cortamos uno de los eslabones de la pobreza en la siguiente generación. Algunos de los hijos, incluso, llegan a la Universidad, y se hacen médicos, etcétera. Cuentan con el acicate de conseguir bolsas de estudio a través del banco.


P. ¿Su sistema sirve sólo para comunidades en desarrollo?

Respuesta.

Se ha extendido a países asiáticos ricos como Malasia, a Latinoamérica e incluso a Canadá o Francia.


P. Ha dicho que los microcréditos son un arma clave para combatir el terrorismo. ¿Con qué otros medios cabe reforzar esta vía?

Respuesta.

La erradicación de la pobreza es un arma decisiva en este proceso, pero también lo es combatir la injusticia, una realidad que puede manifestarse de muchas formas.Una de ellas es la injusticia económica, ya que los pobres no lo son por su propia culpa. Aunque se lograra detener a todos los terroristas, si no luchamos en paralelo contra la injusticia, seguirá habiendo brotes. Otra vía de atención es tener cuidado con fomentar la cólera, porque la cólera lleva a la violencia, y ésta, a su vez, engendra más violencia.


P. Su labor ha sido reconocida internacionalmente y a menudo da conferencias en universidades. ¿Cree que sus ideas pueden influir en los economistas del futuro?

Respuesta.

En los estudiantes y en los más jóvenes, sí. Algunos hacen tesis doctorales sobre los microcréditos, e incluso hay cursos monográficos sobre este sistema en EE UU.


P. ¿Cuántos años necesita para liberar de la pobreza a su país?

Respuesta.

Compartimos el objetivo de Naciones Unidas, definido en la Cumbre del Desarrollo de 2002, de reducir la pobreza a la mitad en 2015. Asumimos ese compromiso. Puesto que el 46% de nuestros clientes han salido ya de la pobreza, de lo que se trata es de llegar a la otra mitad y elevar su nivel.




FÓRUM DE BARCELONA Diálogos
"El poder de los bancos de dar y negar dinero a la gente es tremendo"

MAR PADILLA, Barcelona
EL PAÍS, Cataluña - 16-07-2004

Muhammad Yunus (Chittagong, 1940), el inventor de los microcréditos, es un hombre de acción. Su vida y la de millones de personas cambiaron el día que decidió que ayudaría a unas cuantas personas que vivían en un barrio miserable junto a la Universidad de Chittagong (Bangladesh), donde era profesor. Era en 1976. Advirtió que las 42 personas que iba a ayudar sólo necesitaban menos de 27 dólares cada una para ponerse en marcha y luchar contra la pobreza. Yunus considera tremendo el poder de los bancos de dar y negar dinero.

Ahora, más de 100 países utilizan el sistema de microcréditos. Yunus, además, fue nombrado en enero de este año por la cadena de televisión pública estadounidense una de las 25 personas más influyentes en el mundo de los negocios junto con Bill Gates, Ted Turner y Oprah Winfrey, entre otros.



Pregunta. ¿Para llevar a cabo su idea, se inspiró en alguna corriente económica?

Respuesta.

La verdad es que no, tuve que aprender por mí mismo, porque nadie había desarrollado algo así antes. Los bancos controlan el poder de dar o denegar el dinero a la gente, lo que es un poder económico y social tremendo. Lo que está claro es que los microcréditos son una excelente herramienta que puede hacer rica a gente pobre. En nuestro Banco Graneen, fundado en 1983, prestamos créditos a 3,5 millones de personas, la mayoría mujeres, porque son responsables y miran por los suyos. Sólo en Bangladesh, y gracias a otras organizaciones, 12 millones de familias se benefician de este servicio.


P. ¿Es una manera revolucionaria de combatir la pobreza?

Respuesta.

El problema es que tradicionalmente la pobreza siempre se ha considerado parte de la vida, y yo creo que es inaceptable. La pobreza no la generan los pobres, sino el sistema, y éste, hasta ahora, sólo tenía la caridad o sucedáneos como respuesta: beneficencia, ayudas o subsidios. En la historia siempre se ha dicho "tú quédate así, y yo te alimento". Eso no ayuda nada, es como dar comida a un animal en el zoo. La vida se basa en afrontar retos, en la capacidad de asumir el éxito, y también el fracaso, de tus acciones.


P. En todo caso, al principio tuvo dificultades para llevar a cabo su plan.

Respuesta.

Por supuesto, todos me decían que no funcionaría, que la gente no devolvería el dinero, que los bancos nunca me harían caso, como así fue, porque nunca se ha prestado dinero a los pobres y no se iba a hacer ahora. El caso es que lo que hice fue pedir yo el dinero en su nombre, actuar de avalador. No hay que quedarse en las teorías, hay que actuar. Esta es la forma de que las cosas funcionen.


P. Están en un proyecto de microcréditos para vagabundos.

Respuesta.

Sí, se trata de la misma filosofía, y de llegar a la gente que está en la calle. Se trata de prestar dinero a las personas que van de casa en casa pidiendo comida. En este caso les animamos a que no pidan a cambio de nada, sino que ellos aporten algo a cambio, que en lugar de aceptar las monedas que les puedan dar en la calle o un puñado de arroz por nada, hagan intercambio. Con el dinero que les dejamos ellos compran plátanos, refrescos, lo que sea, y de esta manera es una forma de vender para cubrir sus necesidades. Muchos nos decían que era imposible cambiar su situación, pero hay que dar la opción. Los vagabundos, como todas las personas, son diferentes entre sí y unos tienen facilidades para unas cosas y otros no: en este proyecto los hay buenos para los negocios, hay otros que menos, etcétera, pero trabajamos con 11.000 vagabundos. Hay que pensar que los microcréditos no son un sistema mecánico, son acciones con personas, a veces funcionan, y a veces no, como todo. Otro proyecto que llevamos a cabo es un sistema de pensiones para las personas a las que les damos los créditos: se trata de que ahorren un dólar al mes, y al cabo de 10 años, el banco multiplica por dos la cantidad que tengan. Ahora está en marcha también un proyecto de utilización de móviles en las aldeas. Se trata de ceder un móvil a una mujer del pueblo, que ella a su vez alquila entre sus vecinos. De esta forma, ella pone un negocio que le reporta beneficios y la ayuda a salir de la pobreza.




27/04/2005

Con gran éxito se llevó a cabo el Primer Encuentro de Jóvenes en la UC, donde participó el banquero de los pobres.

Una extraordinaria convocatoria tuvo el Primer Encuentro de Juventud y Ciudadanía: "Los jóvenes construyen solidariamente el Chile del Bicentenario", organizado por el grupo universitario Despertar y la Federación de Estudiantes de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

Las actividades se realizaron entre el viernes 22 y sábado 23 de abril de 2005, en el Aula Magna del campus San Joaquín de la UC, recinto que los dos días estuvo lleno de estudiantes ávidos por discutir las problemáticas del presente y demostrar que "sí están ahí con los problemas del país".

Uno de los puntos más altos fue la presencia de Muhammad Yunus (1940), también conocido como "el banquero de los pobres", quien dictó la conferencia "La experiencia del banco de los pobres y el rol de los jóvenes en la superación de la pobreza".

En 1969, Muhammad Yunus recibió su doctorado en economía en Vanderbilt University, a la que accedió gracias a una beca Fulbright. Tras una breve experiencia docente en Tennessee, volvió a Bangladesh en 1971, al Departamento de Economía Rural de la Universidad de Chittagong.

Luego de la guerra civil que sufrió Bangladesh a comienzos de los 70, decidió retornar "para ayudar a reconstruir un pueblo devastado por ese conflicto". Ahí continuó impartiendo clases. Pero se encontró ante una gran contradicción: "Los libros hablaban de un gran auge económico, mientras que veía gente que moría de hambre en las calles". Entonces, pensó: "Tengo que hacer algo".

"La pobreza no la crean los pobres, sino que el sistema"

"Tras muchos intentos fallidos, donde mi arrogancia académica se desvaneció ante la realidad, me di cuenta que la gente sufre por un poco de dinero y que en innumerables casos son víctimas de los usureros. Así que, con la ayuda de un alumno, decidí confeccionar una lista con el monto que requería cada persona en una aldea. Para mi sorpresa, la suma fue de US 27 dólares. No lo podía creer".

Presentó esta idea a un banco, pero ahí le dijeron que "no le podían prestar a los pobres, a los indeseables". Tras largos y burocráticos trámites, la entidad le entregó el préstamo, no sin antes advertirle que podía decirle adiós a ese dinero. Yunus hizo un alto y expresó: "Lo extraño es que la gente me devolvió hasta el último centavo". Cuando volví para contarle al gerente del banco, éste me dijo: "Pero es sólo una aldea". Con el tiempo llegamos a prestar a 70 aldeas. El funcionario, al igual que todos los demás de la entidad financiera, todavía no se convencía".

Así surgió la idea de establecer un servicio bancario creativo y, tras dos años de arduo trabajo, creó el Banco Grameen. "Cuando me preguntan cuál es la diferencia con uno convencional, no sé cómo responder, así que precociné una respuesta. "Ante un problema, revisamos las reglas de un banco tradicional y las hacemos totalmente al revés. Es decir, mientras más necesita una persona, más prioridad le damos".

Al llegar a este punto, el académico establece su primera conclusión: "La pobreza es estar desprovisto de todo. Por lo tanto, ese toque de éxito, el devolver el dinero, es una excusa para que la persona conozca sus capacidades. La pobreza no la crea la gente pobre. Ésta es producto del sistema que hemos creado, por ende hay que cambiar los modelos y conceptos rígidos de nuestra sociedad".

Un estudio del Banco Mundial demostró que el 55% de la gente que ha recibido el microcrédito, ha salido del umbral de la pobreza y el restante 45% está en proceso de salir. Además "alentamos que sus niños vayan al colegio, universidad, institutos de capacitación y entregamos becas a los más brillantes", señaló Yunus.

En el cierre de la conferencia, el economista concluyó expresando que "la idea del microcrédito no es sólo prestar dinero, sino que es rediseñar las instituciones de modo que las personas sean el centro y prioridad del sistema. En este sentido, los jóvenes tienen el desafío de soñar el mundo de los próximos años y sólo así éste será posible".